El Centro Excursionista Almoradí hacía pocos meses que se había creado. Más de 70 personas se habían apuntado para ser socios y la expectación y boom del momento era asombroso, casi irreal, increíble. Entonces en una de sus primeras actividades que después formo precedente para el resto de otros años, fue el Viaje de Semana Santa.
Cada Semana Santa aprovechábamos estos días de fiesta, de vacaciones para hacer un viaje intentando encontrar la montaña y muchas de las actividades que se pueden realizar en este ámbito de la montaña o del lugar al que queríamos ir para pasar unos días.
Yo apenas contaba con 16 años y era el más joven o uno de los más jóvenes de la asociación, de los participantes en este estupendo viaje. Los dirigentes de la asociación buscaban un sitio al que ir: la idea era acampar con las nuevas tiendas de campaña Altus tipo canadiense y desde ese punto el autobús, que nos llevaría hasta el lugar de acampada, después nos acercaría a los lugares donde queríamos hacer las actividades.
Solo faltaba saber dónde queríamos ir. No sé si yo mismo u otras personas, quizás viendo alguno de los nuevos libros comprados para la nueva biblioteca creada para la asociación, sugirió ir a un sitio donde no solía ir mucha gente montañera de nuestra zona, o que incluso no la conocían tanto por no ser un lugar de atractivo montañero… Aun recuerdo la portada de aquel libro, aquella guía, la figura de una montaña sin nieve con forma casi de pirámide con dos cuernos, con dos cimas picudas… más que una pirámide, con forma de trapecio, deformado y verdoso… luego descubrí que era el curioso pico de Urbión.
Así pues, el destino serían los místicos y desconocidos Picos de Urbión en Soria. Ya conocía algo de estas montañas, que era el nacimiento del Río Duero sobre todo, y la idea de conocer la fría, alta y también mística provincia de Soria, me agradaba, me atraía. Ahora había que concretar el lugar exacto de acampada, y entre llamadas y consultas con las poblaciones alrededor de estos Picos de Urbión, el pueblo de Vinuesa, o mejor dicho, en su término municipal, justo entre el mismo pueblo y la frontera con La Rioja al norte, en el vallecillo del Río Revinuesa, entre la Sierra Cebollera a la derecha y este, y los mismos Picos de Urbión a la izquierda y oeste, fue el lugar donde nos dejaban acampar, muy cerca de las orillas del Río Revinuesa.
Acampados como se hacía antes: tiendas canadienses en medio del bosque con el río cerca, fuego de campamento con esa hoguera que no paraba de rugir y secar las mojadas botas de piel después de andar por la nieve en las laderas del Urbión y su Laguna Negra. Recuerdo al Naranjo risueño y gracioso contando historietas junto al mismo fuego por la noche. No hay baños, no hay duchas, no hay lavabos… solo el río muy cerca del campamento; y frio, mucho frío en aquel lugar… incluso nos llegó a caer aguanieve llegando con el autobús a Vinuesa.
El primer día de actividad no hacía muy buen tiempo. El autobús nos acerca lo máximo posible, hasta dónde puede llegar, de la pista asfaltada que sube a la famosa Laguna Negra. Pero tenemos un buen trecho de camino por la misma pista hasta que acaba en la misma laguna. Me parece que ya estaba el parking que actualmente existe para dejar los coches a solo 2 Km. de la misma Laguna Negra.
El día amanecía frío, encapotado, nublado, y al llegar a la Laguna Negra aparece ante nosotros un paisaje precioso, hermoso… al menos eso me pareció a mí al descubrir por primera vez una laguna de alta montaña en medio de paredes de roca, llena de nieve y hielo, redondeada y de suaves laderas que se empinan a medida que cogen altura, situada en una especie de pequeño llano entre tanto escarpe y laderas inclinadas. Magnífica.
Nosotros vestidos de montañeros, de aquella época, con los medios y dineros que teníamos, nos quedamos en sus orillas admirando del paisaje, la fantástica y mística laguna. Las nubes intentan tapar los roquedos y paredes que rodean la laguna. Más arriba no se ve nada: blanco en las nubes que tapan el cielo y blanco en la nieve que cubre las montañas… clima de alta montaña, interesante, atrayente… el espíritu de aventura y montaña comienza a despertarse, pero con un sentimiento diferenciado: el de la alta montaña.
Por uno de los lados de la laguna existe una rampa, una amplia pala por la que la gente comienza a subir. Está bastante empinada. No solamente estamos nosotros, más gente ha subido con sus utilitarios y nos acompañamos en las visitas al lago y en esta subida. La nieve no nos hunde tanto, hay escalones de anteriores montañeros que ya han pasado por aquí, y un buen grupo de compañeros de viaje intentan subir por esta pala… Aún me acuerdo del sistema de polainas que ideó el Girona, poniéndose unas bolsas de basura negras con cinta americana entre las botas y casi la rodilla. Efectivo pero gracioso; eran algunos de los medios que teníamos por aquellos tiempos.
Poco más arriba de la Laguna Negra, el tiempo ya es insostenible: El viento arreciaba y la visibilidad empeoraba. Se había formado una ventisca, muy mal tiempo. Justo después de las rampas y palas de subida, y bastante antes de llegar al cordal cimero que nos tiene que llevar por los Llanos de La Sierra hasta el mismo Urbión, decidimos retirarnos y desandar lo caminado, lo subido… el mal tiempo y sus malas condiciones, no son óptimas. Fotos entretenidas y paradas entre los miradores en la roca, entre la nieve, hacia la Laguna Negra. Bella, oscuridad entre la blancura de la nieve y el hielo.
Y vuelta al campamento. Al frío del bosque cerrado de increíble y altos pinos… nos dicen que están enfermos, algunos tienen un color más rojizo, como si se estuvieran muriendo, pudriendo. De nuevo a remover las brasas del fuego del campamento… casi se me quema la piel de las Yumas al estar tan cerca de fuego.
El tiempo cambia al día siguiente, mejora, y el sol nos da la bienvenida a los Picos de Urbión. Los organizadores han preparado otra marcha por el macizo: desde las inmediaciones de Santa Inés una pista o camino hacia el noroeste nos internará por un lindo vallecillo que girará hacia el oeste en busca de las cimas y picos más altos del macizo: es el mismo Valle del Revinuesa, o mejor dicho el valle donde nace este río que pasa cerca del campamento. En un principio es una pista asfaltada, camino y más arriba el camino desaparece para convertirse en una perdedora senda, aunque cuando perdemos la senda nos acercamos a las orillas del ancho lecho del arroyo del Revinuesa, corriente arriba.
El paisaje y lugar también son preciosos, extraordinarios: bosque por todos lados con esos enormes y altos pinos, laderas que suben suaves en busca de las pendientes más inclinadas dejando el bosque y los prados agostados por el frío hasta las rocas verticales de las paredes en las inmediaciones del pico Zorraquín que queda al fondo del valle, a la izquierda; y más arriba la blanca nieve vuelve a hacer acto de presencia. El día acompaña, el sol no llega a calentar lo suficiente pero sí despeja las nubes, abre las nieblas y deja que la luz toque cada rincón del solitario y precioso valle.
El valle se abre ahora entre la nieve, se allana el terreno, se despeja algo el bosque con ejemplares aislados pero con algo de bosque aún en las laderas a cada lado del valle. Arriba de la fuerte y nevada pendiente una roca enorme en lo más alto, en un ensanche de la ladera del valle, de la montaña, un piquito nos indica que estamos bajo los dominios del mismo Zorraquín. Aquí paramos para descansar y comer algo. El lugar es precioso, hermoso, encantador, como una nostálgica postal de algún lugar perdido entre lejanas montañas heladas, nevadas… son paisajes de los Picos de Urbión. Fotos para no perder el momento, el lugar, la experiencia.
Por fin aparecen las nubes de mitad de mañana que ahora sí, ahora no, cubren las cumbres del Zorraquín. Pero nosotros después de descansar y comer algo decidimos proseguir valle arriba, pegados a las orillas del ahora arroyo Revinuesa. Y desde hace un tiempo pisando el blanco y frío meteoro.
No hay pisadas, ni senda, ni camino que seguir. La idea era llegar a una laguna que se encuentra al final del valle, en lo más alto, la llamada Laguna Larga, pero la blanda nieve nos hará hundirnos hasta casi la rodilla mientras nos esforzamos por abrir camino. Pero la marcha acaba con una batalla de bolas de nieve: alguien ha comenzado tirándome una bola de nieve a la cara a traición, sin saber quién era en plena fila de la marcha. Pero al final Joseico El Loco de Montesinos fue el que más bolas se llevó por parte de todo el grupo… ¿quizás por ser el instigador? ¡¡No hubo lugar en el que se pudiera esconder!! ¡Divertido!
Y cansados y hartos de hundirnos en la nieve sin llegar a ningún lugar, después de esta desequilibrada batalla, decidimos dar marcha atrás, desandar lo caminado, sin llegar al objetivo de ese día… ¡¡Otro día que no llegamos a donde queremos llegar!! ¡¿Será así siempre la montaña… la alta montaña?! Espero que no… aunque los paisajes y lugares son preciosos, excepcionales, grandiosos…
De nuevo otra noche en el campamento. Hay quien baja caminando hasta Vinuesa para tomar alguna copa… es sábado noche… pero en el pueblo no encontraran discotecas ni nada parecido. Como otras noches nos quedamos calentándonos al lado de la gran hoguera del campamento, Naranjo con sus historietas y magia con el fuego… No podré olvidar el lugar donde viven los diablillos, dentro del fuego de la hoguera, según relataba Naranjo a la vez que azuzaba el fuego para que salieran esas chispas hacia el cielo como si fueran esos diablillos que salen de su casa, el fuego, ese pequeño infierno. Y de aquí al saco: mi primo Miguel Ángel tuvo que dejarme su saco ya que yo no tenía. Según decía estaba hecho con el material que utiliza la Nasa para hacer los trajes de los astronautas, para de esta manera guardar el calor. Solo recuerdo el frío que pasé fuera del calor de la hoguera… ¡En Soria hace mucho frío!
Se despierta un nuevo día y los organizadores del viaje deciden, después de escuchar las sugerencias de algunos participantes, el realizar dos actividades a escoger a la vez: un grupo volverán a la Laguna Negra de Urbión para intentar subir de una vez al pico más alto del macizo, el Urbión de 2.228 mts. de altura. Otro grupo, harto de tanta montaña, quieren que los bajen a la capital de la provincia para visitarla, Soria. Y así nos dividimos para hacer estas dos diferentes actividades. Yo, como no, quise volver a la Laguna Negra de Urbión para que este mítico pico, montaña y macizo, no se me escapara. Recuerdo cuando estudiaba geografía en la EGB, se me quedó el nombre de Picos de Urbión por ser el macizo de Soria y del Sistema Ibérico donde nacía el Río Duero; dándole más importancia incluso que a la Sierra de La Demanda, más alta y extensa, y que a la Sierra del Moncayo, la montaña más alta de esta cordillera, relativamente cercanas a este macizo.
De nuevo el autobús nos deja y subimos el trayecto caminando hasta las orillas de la preciosa Laguna Negra de Urbión. El día es increíble, muy soleado, con mucha luz y el calorcillo que te dá el mismo reflejo del astro rey. Ahora vemos por qué la llaman Laguna Negra: la profundidad de sus aguas hace que se oscurezcan sobremanera, dándole una tonalidad tan oscura como negra. Recuerdo haber leído extrañas leyendas y mitos que tienen como protagonista esta Laguna Negra de Urbión. Estamos en tierra de leyendas y misterios, Soria… En cada laguna o lago representativa de ciertos lugares, tienen su “monstruo” viviendo en sus aguas… Curioso.
Después de admirar de nuevo esta excepcional laguna, fotografiarla y retenerla en nuestra memoria e intentar que sea una visión eterna en nuestros recuerdos, seguimos el mismo camino realizado hace dos días. Llegamos a la pala de subida a la parte alta de la laguna. La nieve está helada. Me pongo mis crampones nuevos que creo estrené en ese viaje. Fermín de los Montesinos me ayuda a ponérmelos. Son de correa, de aquella época, Camp, como el piolet. Recuerdo cuando me las compré en la tienda Trekking de Cándido Berná, y como César de Formentera, me dio algunas recomendaciones para utilizarlos en la montaña… en aquel entonces no los conocía. Desconocidos en una tienda nueva de montaña en Almoradí… el tiempo, la insistencia con el Centro Excursionista Almoradí y la montaña, hicieron que fuera uno más, compañeros de montañas y aventuras… aún sin compartir actividad, en muchas ocasiones y con alguno de ellos, pero sí compartiendo las magníficas y asombrosas historias que salían de ellos, de nosotros.
Arriba de esta pala solo había que seguir las pisadas y la fila de montañeros que subían en busca del cordal cimero a algunos metros más arriba. Los compañeros se toman este día con paciencia para disfrutar del sol, las vistas, el paisaje… descansan, toman algo, se lían sus cigarrillos de la risa… lo que se hacía antes. Al cabo de un tiempo decido seguir la marcha. Las huellas y el itinerario se ven muy claro ahora, mucho mejor que hace dos días. El tiempo ha cambiado radicalmente; es algo que fui aprendiendo sobre las características de la climatología en la alta montaña; los cambios drásticos de tiempo aquí arriba.
La ruta es fácil y muy reconocible: solo hay que subir por la parte más fácil del terreno hasta el cordal cimero, hasta ver la otra vertiente del macizo, del cordal. En verano tendremos una senda muy clara y ancha (volví a los Picos de Urbión y a subir su cima más alta el mismo verano del 2.007). Hay nieve, pero se nota que se está fundiendo poco a poco; ya estamos a mitad de abril y la primavera intenta calentar el ambiente. Pero arriba del cordal cimero hace un vientecillo fresco… o más bien frío, hay que abrigarse. Pero la visibilidad y la luminosidad del día son fabulosos, extraordinarios. Desde aquí solo hay que seguir hacia el norte todo el cordal cimero, por toda la cima, hasta el Urbión, que desde el principio de la marcha por este cordal cimero no llega a verse. Pero antes hay que subir al Llanos de La Sierra, nombre que también se le da a una zona del macizo cercana. Con lo que proseguimos la marcha.
No recuerdo si llegamos a subir al Llanos de La Sierra, me parece que no, que lo bordeamos por su lado oeste, ya que al otro lado del mismo ya se encontraba, después de un llano y collado entre algunos valles como el del Alto Revinuesa, el magnífico Pico de Urbión. Justo en esta zona, antes de llegar a las faldas de la subida final al nombrado pico, podemos encontrar el Nacimiento del Río Duero hacía el oeste, pero en esta marcha no lo llegamos a visitar a pesar de su cercanía. En el 2007 sí que nos acercamos a visitar las fuentes del Duero; uno de los ríos más importantes de la Península. También observamos por aquella zona como entrenaban a una manada de perros que tiran de un trineo. Nunca lo había visto. Curioso. Y ya delante nuestro el magnífico Urbión con esa cima bicéfala, pero con piquito más alto y agreste que el otro, y esa forma entre casi piramidal con la cima cortada en esos dos cuernos, o trapezoidal con numerosos escarpes y rocas que sobresalen de sus empinadas laderas y vertientes… pero lo curioso es que sobresalía del resto de las cimas y picos, no solo por su altura, si no por su perfil más escarpado y abrupto que el resto. Magnífico.
Mientras nos acercamos y comenzamos a subir su empinada y casi vertical pala, dejamos a la derecha un perfecto balcón hacia la “imposible” Laguna Larga a la que intentamos llegar ayer. Ballester me alerta “no te acerques demasiado a las cornisas que se pueden caer” … creo que fueron las primeras palabras que Ballester, José Antonio Ballester “Pochas”, me dirigió a mi… casi lo olvido.
Y ya en la empinada pala final del sorprendente Urbión, la subida me cuesta esfuerzo, el esfuerzo final, y voy parando cada dos por tres. Curiosamente la vez que regresé en agosto del 2.007 no me resulto nada difícil, nada esforzada, ni tan larga como lo recuerdo esta primera vez… supongo que ya tenía la experiencia requerida en montaña, o que hace pocos días había regresado de subir seismiles en Bolivia. El caso es que casi echando el resuello llego a la pequeña y rocosa cima del Urbión, a 2.228 mts.
Hay que guardar turno para poder subir al pico. El pilón o eje geodésico estaba enfilado en la roca más alta, y para llegar a ella casi que había que trepar 2 metros o dar un salto desde la roca de enfrente. Para hacernos la foto yo puse un pie en cada roca dejando el vacío de entre las dos, bajo de mí, abriéndome de piernas como un auténtico escalador… estaba muy contento y alegre, exultante, orgulloso, emocionado y lleno de energía, esa energía que te dá el objetivo logrado, la montaña conquistada y el sabor de las mieles de su victoria, con las vistas, paisaje y enhorabuenas de los compañeros que han llegado como tú y contigo a la cima… ¡Extraordinario!
Puede que el Urbión sin saberlo fuera más que una montaña para mí, era un símbolo de poder llegar, estar y “conquistar” esos lugares, sitios, regiones que había estudiado, conocido en la escuela… como si quisiera escapar del viejo mundo conocido que me oprimía, me empequeñecía, me agobiaba y deprimía, y encontrar, visitar, admirar, disfrutar y conquistar esos otros “mundos” estudiados, leídos, vistos en televisión, como éste mítico Pico de Urbión, donde nace el largo y famoso Río Duero. Creo que fue mi primera “alta montaña” con la excepción de La Sagra. Pero La Sagra no tenía nieve ni las condiciones encontradas aquí… como en el primer día con frío, ventisca, nieve, hielo… características de la alta montaña. Me fascinó, impresionó y emocionó como pocas veces la montaña lo había hecho. Supuse que cuanto más alto, más lejos, más mística o mítica la montaña, más excepcional, magnífica, significante y especial era su subida, conquista y experiencia… Curioso. Extraordinario.
Las vistas son impresionantes con el día tan bueno, magnífico que hace hoy. Nuevos horizontes, nuevas montañas, nuevos retos. No estoy en Alicante, pero ayudado de esos mapas, que aún conservo, y que estudié antes de salir hacia Soria, creo discernir, descubrir y desvelar según observo y me oriento: la larga, alta y fascinante Sierra de La Demanda al norte, ya totalmente en la región de La Rioja, pero significantemente más imperiosa y enorme que los propios Picos de Urbión; hacia el oeste la pequeña (comparada con estos gigantes de roca y altura) Sierra de Neila. Hacia el este la enorme masa boscosa y alta, extensa de la Sierra Cebollera, siempre vista en nuestras actividades ya que el Valle del Revinuesa se encuentra en uno de los lados de ésta. Y allá al fondo, como un lejano alto y sobresaliente pico, solitario y altivo, la Sierra del Moncayo, en la misma frontera entre Soria y Zaragoza… el místico, legendario y mítico Moncayo… recuerdo las magníficas historias de las Leyendas de Bécquer. Estoy exultante, espectador de la historia, la geografía, la leyenda, viviendo aquello visto en mapas, estudiado en libros y visto en la caja tonta… ¡¡Ahora soy yo el protagonista, el aventurero, el descubridor!!… ¡¿ha comenzado una nueva vida?!
La vuelta es desandar el camino realizado. Bajar de la montaña, seguir el cordal cimero y volver a bajar ahora en dirección a la bonita Laguna Negra de Urbión. El día ha sido increíble de bueno, soleado y luminoso. Parece mentira como el primer día que llegamos con ventisca arriba de esta helada Laguna Negra, cubierto y frío, el pensar el buen día que iba a hacer hoy para hacer la cima del Urbión, el pico más alto del macizo que lleva su nombre.
Última noche con la hoguera de campamento. Los que han ido a Soria se lo han pasado bien: me dicen que el “Hamfry” ha sacado la guitarra en la puerta de la catedral y ha empezado a tocar como si fuera un vagabundo que pide para comer… No sé si echarme a reír o llorar.
Al otro día recogimos todo, montamos al autobús y de vuelta a casa, a Almoradí. El viaje fue si no insoportable, muy insufrible. Ramón se comportó muy mal conmigo… que cosas, con el tiempo cambian las cosas y los sentimientos. Creí que aún no había salido del colegio, increpado y molestado por los compañeros. Al final, a pesar del mal viaje con autobús a la vuelta, la experiencia me abrió una gran puerta para hacer cosas más grandes, montañas, viajes, aventuras… parece que me iba adentrando y aventurando en otra etapa de mi vida montañera, una preciosa y emocionante nueva vida montañera… a partir de ahora sería el benjamín entre los montañeros de dos, tres y hasta cinco años mayores que yo, pero uno más, otro compañero de montañas y cimas. Fantástico y fascinante. Se me abrían grandes posibilidades con nueva gente y nuevos objetivos… pero no dejaría atrás nunca esas salidas, esas montañas y excursiones con mi primo Miguel Ángel por Alicante y Murcia. Quizás por eso no olvidaré este viaje, esta fácil pero curiosa e interesante montaña, macizo, región. Soria y los Picos de Urbión… donde nace el Río Duero.