Cuando teníamos que ir a la Sierra de La Pila, decíamos que íbamos a La Pila. Suponía que era por el nombre de la culminación y pico más alto de la sierra, que se llama La Pila, aunque ya comenzamos a reconocer La Pila como toda la sierra del mismo nombre. Curioso.
No sé si la primera vez que fui con mi primo Miguel Ángel, también fue la primera vez que iba él a descubrir esta sierra. Curiosamente esta sierra es un parque natural regional con un estupendo y extenso bosque de pino carrasco en toda su ladera norte, mucho más extensa que la sur. La ladera sur o parte sur de esta sierra, pensando justo en la montaña de La Pila (que no la otra parte que sería la del Caramucel), es más abrupta, menos extensa, vertical y árida, seca… la parte que se veía desde la Vega Baja, ya que es una montaña que se llega a ver perfectamente desde la Vega Baja (a pesar de estar más allá de Fortuna), era precisamente esa, la parte sur, más árida y abrupta.
De hecho la visión de La Pila, de la Sierra de La Pila desde la Vega Baja es impresionable: se la ve alta, enorme en la lejanía y puntiaguda… como si fuera parte de un volcán que acaba en un cráter picudo, puntiagudo… impresionante. E incluso se llegaba a ver en ese picudo pináculo de la sierra, dos cimas, dos piquitos que le daban un toque identificativo de la montaña, de la sierra, de La Pila. Quedaba allá, al noroeste, entre la Sierra de Callosa y el Zulum, detrás. Espléndida, magnífica e incluso sombría, solitaria… parecía otro mundo, otro apartado de estas montañas del sureste español. Pero mi primo tenía que ir a conocerla y llegar hasta lo más alto. Que por cierto, de un día para otro, mirando con los prismáticos de mi primo desde la terraza de su alto piso, ático, vio que una blanca y sobresaliente bola habían plantado en su cima, en lo más alto… ¡¿Qué era eso?!
Este año 1.990 no fue la primera vez que fuimos a esta montaña, a La Pila. La primera vez no tenía cámara de fotos e íbamos acompañado por Paco Quiles y algún otro más; esta vez en la que fotografío por primera vez la Sierra de La Pila, ni si quiera venía mi primo Miguel Ángel, ni la subíamos por el primero y habitual recorrido descubierto… después contaré… ahora seguiré por las anécdotas y descubrimientos de la ruta que cogimos como habitual y que fue la primera que hicimos… o intentamos.
Cogíamos el Ford Fiesta amarillo, duro como una roca, de mi primo o más bien de mi tío Miguel (padre de Miguel Ángel) y salimos en busca de Benferri, La Murada para buscar el camino a Abanilla (ya recorrido para ir a subir a Zulum desde la misma Abanilla). Y ya en Abanilla, sin casi entrar en su casco urbano, desviarnos hacia el oeste en busca de Fortuna, atravesando el seco y llamativo cauce de la enorme Rambla de Abanilla, que venía con un hilillo de agua (comparando con lo enorme de su lecho, de su cauce y de la altura de sus motas), agua que venía del nacimiento del Río CHicamo… lugar que mostraré en otro momento y relato.
Recuerdo aquella imagen escalofriante y terrorífica de aquellas dos personas atrapadas y subidas a una especie de árbol en medio de la Rambla de Abanilla cuando un torrente de agua desbocada, desbordada, con una fuerza y una velocidad impensable, increíble, y una cantidad de agua descomunal que llenaba todo el enorme cauce de una mota a otra… el año de la “Avenida del Río Segura”, a principios de noviembre de 1.987; cuando éste se desbordó por varios sitios en la Vega Baja, y anegó bajo sus aguas desbordadas todo el corazón de la comarca, dejando Almoradí incomunicado unos días, y la huerta de mi padre hasta con metro y medio de altura de agua… ¡¡No se me olvidará!!… Y muchos decían que parte del agua que llegó al Río Segura que lo hizo desbordarse cauce abajo de Orihuela, fue el agua que traía la Rambla de Abanilla… que también hizo estragos a su paso por Benferri, La Murada y la huerta entre estas poblaciones y Redován, Orihuela, entre las dos sierras de roca en medio de la Vega Baja, las sierras de Callosa y de Orihuela.
Por ello al pasar por el puente sobre este árido, seco y casi desértico terreno que rodea la Rambla de Abanilla, y el propio cauce de la inverosímil rambla, un escalofrío recorre mi cuerpo haciéndome temblar ante aquellas imágenes y los destrozos que una rambla bien cargada de agua, puede hacer. A pesar de que ahora la veíamos sin agua, sin vida, sin fuerzas… no nos podía dejar engañar; las motas y cauce tan enorme, profundo y ancho es por algo.
Y llegamos a la población con una suerte de nombre: Fortuna. Nombre que me recordaba a aquel paquete de cigarrillos, y al Balneario (muy cerca de la población), los Baños de Fortuna. Además el nombre mismo de la población ya es curioso e inusual; como si sus habitantes estuvieran afectados por las decisiones de la buena o mala fortuna… podrían ser “afortunados”.
Poca gente por las calles de Fortuna un domingo por la mañana temprano. Y cogiendo una de sus avenidas e indicaciones, salimos en busca de la sierra (por una especie de garganta rocosa por la que pasa la carreterilla, curiosa y encantadora: La Garanta de La Peña), de La Pila y La Garapacha, Fuente Blanca, hacia el noroeste… la sierra ahora se ve detrás de otras sierrecillas que quedan antes, de no demasiada altura (comparada con la altura a la que nos encontramos): la Sierra de Baños, Lugar y Corqué, antecesoras de la alta fachada medio boscosa y medio árida de La Pila.
La carreterilla coge altura a la vez que nos aproximamos a las grandes faldas de la Sierra de La Pila, y seguidamente a la población de La Garapacha. Dos calles con pocas casas pero con las extraordinarias vistas detrás de la gran montaña de La Pila. Giramos hacia el este en lugar de seguir al norte como hasta ahora seguíamos, y un poco más arriba y cerca, Fuente Blanca, otra aldeílla en las faldas de la gran La Pila. Pero no nos paramos en ninguna de las aldeas; lo podemos hacer pero por curiosidad de contemplar las vistas y contrastes extraordinarios de las casas y perfiles de las poblaciones, con el fondo de la magnífica Pila. Y una vez pasado Fuente Blanca y en una especie de colladito en una parte alta de la misma carreterilla, nos sale un camino a la izquierda que se adentra en la montaña, en la misma falda de la Sierra de La Pila.
No sé en qué punto del camino debemos dejar el coche, seguramente no nos adentramos mucho con el coche, o en el mismo comienzo del mismo; pero este camino es el escogido para acerarnos al recorrido o a la ruta escogida o pensada, que es la que nos llevará hasta la cima de la montaña. Y nada más fácil que seguir el camino hacia el norte o más bien hacia las faldas de la montaña. De hecho el recorrido del camino era por las faldas de la misma montaña. Llegados a un punto hay que girar hacia la izquierda, por otro camino o cruce de caminos y ya parece que nos quiere llevar hacia la cima de La Pila. La realidad es que la cima de La Pila, con esa enorme bola en su cima, quedaba casi justo arriba, en línea recta hacia la montaña desde La Garapacha; con lo que irnos hacia Fuente Blanca, o algo más allá, era alejarnos de la dirección de la cima de la montaña, por ello el giro y cambio de dirección hacia la izquierda.
El camino deshecho y en desuso, sube y baja a lo largo de la falda de la montaña sin cambiar de dirección, siguiendo los perfiles y arrugas de la misma, pero en subida con algún que otro zigzag. A nuestra izquierda queda el espacio con las sierras bajas antes nombradas de Baños, Lugar, Corqué… y más allá la Vega Media murciana. Observo plantas que más tarde iré aprendiendo gracias a mi amigo y compañero Jesús Santana: salvia, jara, romero, tomillo… y otras plantitas que se acercan al camino, crecen en sus secas y áridas orillas terrosas, y que confieren a esta sierra, a esta montaña, un gran espacio de gran valor ecológico de clima mediterráneo… no solamente la boscosa ladera norte, aquí también, aguantando el fuerte sol y la seca tierra.
Siempre hay que seguir el desolado camino, pero la primera vez que llegamos al lugar decidimos desviarnos y salirnos del camino creyendo ver una senda o recorrido entre la espesura de los matorrales, en un barranco que baja de la misma cima. Pero no es por aquí. Poco después nos paramos cada uno desperdigado por un lado del espeso y tórrido barranquito sin saber por dónde seguir, gritando si se podía o no pasar… no recuerdo si al final llegamos a la cima de La Pila.
Recuerdo como mi abuela Elena me hablaba del bandolero, del bandido que habitaba y se escondía en la Sierra de La Pila, y cada vez que le decía que había estado o iba a dicho lugar, le venía a la mente dicho bandolero. No recuerdo el nombre que me decía; pero ahora veo que el famoso Jaime El Barbudo había andado por estas tierras y sierras, incluso llegó hasta Murcia y la Vega Baja… igual fue éste. El caso es que había que volver para coger mejor senda hasta la cima, y así fue: la siguiente visita que hicimos a La Pila, descubrimos la senda de subida desde el camino antiguo y olvidado (que se corta en mitad de la árida ladera bajo la cima en una especie de hueco o intento de cantera), sin saber que quizás con esas laderas y pináculos de la sierra, había pasado el famoso bandolero Jaime El Barbudo, conocido por mi querida abuela Elena. La senda se descubre justo en una curva del camino antes de que acabe y casi por el recorrido rectilíneo de unos postes de la luz que, justamente se dirigen a la cima de La Pila (no sé si aún existirán dichos postes de luz). Un pequeño hito nos indica la dirección de subida por la senda.
Al ser el recorrido tan árido por este lado sur de solana de la sierra, con no demasiada vegetación que estorbe, la senda o ruta a seguir en dirección a la cima de la montaña, no tiene pérdida. Además no es demasiado largo el trayecto; y así en poco tiempo llegamos a los altos 1.264 mts. de la cima de La Pila. El paisaje desde el alto pilón o eje geodésico es admirable y formidable, sobre todo mirando hacia el sur que es donde más desnivel hay; con el “paisaje lunar” casi desértico de las inmediaciones de Abanilla, y las algo pobladas y verdes Vega Baja (más al sureste) y Murcia… que pequeñas y lejanas se ven las Sierras de Callosa y Orihuela. Nos damos cuenta de la enorme bola blanca que han plantado en la cima, junto a una especie de casa: ¿es un radar meteorológico?… demasiado grande tal vez para tal propósito. Hacia el norte descubrimos un enorme manto verde y boscoso que es toda la ladera norte de la Sierra de La Pila: bosques de pino carrasco cuidados y sanos, que le confieren a esta sierra un verdadero oasis de verdor, vida y gran valor ecológico en medio de campos de viñas al norte y campos subdesérticos al sur… pero al otro lado del campo de viñas (donde sale un vino muy rico por cierto: Cañada del Trigo, Torre del Rico… frontera con El Rodriguillo, La Algueña, Pinoso… cunas de buenos vinos alicantinos y de Jumilla), aparece otra formidable sierra, más alta que La Pila, también parece que cubierta por una manto gris, verde oscuro de vegetación. Tiene una forma muy distinguida y reconocible: una alta mesa con la cima alargada y llana, en la que en un extremo de dicha mesa alargada aparecen 3 pináculos como casi tres cuernecillos; uno de ellos es la cima. Es la Sierra del Carche o El Carche.
Hacia la izquierda y oeste nos sorprende otra cima muy cercana a la de La Pila. Un camino asfaltado o carreterilla llegan hasta este pico y al que vemos al oeste. Siempre escuchaba a mi primo Miguel Ángel quejarse o explicar que los murcianos siempre abren caminos o carreteras para que lleguen a las cimas de sus montañas. Podemos bajar siguiendo el camino asfaltado, y al no mucho tiempo desviarnos hacia la subida de la otra cima. No hay mucha distancia. La Pila vista desde lejos, desde su parte suroeste (desde la Vega Baja solo se ve el lado sureste, el lado en que la cima más alta de La Pila le surgen como dos cuernecillos casi inapreciables. Pero no estoy hablando de éstos, porque la misma cumbre de La Pila está compuesta por dos cumbrecillas de más de 1.250 mts., que tapan la visión del otro pico), aparece como una gran silla de montar (parecida a la Silla del Cid pero de mayor envergadura) en la que los dos picos principales y más altos aparecen separados y unidos por unas suaves laderas que convergen, mientras bajan de altura, en una especie de llano. Pues en este llano es donde la carreterilla se divide: una sube a cima de La Pila y la otra al mirador de Los Cenajos (1.226 mts.).
Los Cenajos, también conocido como Mirador de Los Cenajos (dicen que desde la cima se observa el Embalse del Cenajos, pero creo que yo nunca lo he logrado discernir del paisaje mirando hacia el oeste, noroeste), es otro pico con una caída de impresión hacia el oeste, pero de laderas suaves y boscosas llenas de carrascas en su lado este, preciosa y sana vegetación. En el pico hay una especie de casa forestal o refugio de piedra, nuevo, muy bien conservado, y unas barandillas y mirador sobre la caída más vertical de la montaña, hacia el oeste, formando el pico, si lo observas desde su oeste, un verdadero pináculo, casi aguja de roca vertical que intenta estilizarse a medida que coge altura… menos por la parte de atrás que queda más suave y horizontal hasta el llano o collado entre las dos cimas más altas de La Pila.
Nos damos cuenta ahora desde el magnífico y alto Mirador de Los Cenajos, del lado oeste de la Sierra de La Pila (y del resto del paisaje) que antes tapaba este mismo pico y la otra gemela de La Pila desde la cima más alta, desde el pilón o eje geodésico (algo destruido por culpa de la construcción de la antena-bola): otra enorme mancha oscura verdosa recorre el resto de la Sierra de La Pila, más extensa aún que la que queda al norte de la misma cima en la que nos encontramos; es la parte del macizo del Caramucel, otro pico de la misma sierra. Es enorme e impresionante, también muy boscosa y preciosa, pero no tan alta como la misma cima de La Pila. Con lo que deducimos al observar la geografía del lugar que la Sierra de La Pila se divide en dos partes o macizos: el del Caramucel al oeste, y el de la misma Pila al este, separados por tierras más áridas, menos boscosas en el que llaman Barranco del Mulo, que divide ambos macizos y al cual se puede acceder desde la misma Garapacha (hacia su noroeste) por una ancha pista que atraviesa todo el parque natural hasta la carretera que desde la Cañada del Trigo llega a la Nacional 344 por Casablanca.
Las vistas hacia el suroeste también son impresionantes, y serradas montañas y altos cilindros de roca vertical nos llaman la atención, son la Sierra del Molino, el Almorchón… entre Calasparra y Cieza. Después le sigue la redondeada Sierra del Oro y la alta y distinguida Sierra de Ricote, antes de llegar a los próximos llanos del inicio de la Vega Media murciana en Molina de Segura. Montañas y lugares de Murcia. La vuelta al coche se hará desandando el camino realizado; no hay circular, es un camino lineal.
En otras ocasiones, como una de este año de 1.990, también se puede subir y visitar La Pila pasando por las boscosas laderas de la parte norte. Sobre todo si nos acercamos a la que llaman Fuente de La Higuera: hasta las gentes de la Vega Baja venían a este lugar, a esta fuente a rellenar sus garrafas de agua y poder disfrutar toda la semana de un agua inmejorable y muy buena, la de la Fuente de La Higuera; que no hay que confundir con la población valenciana. Se puede llegar a este lugar desde un camino asfaltado que sale de las inmediaciones de la aldea de La Zarza y que se adentra en la Sierra de La Pila en busca de otra aldea: Casa del Peralejo. Y desde aquí, sin salirnos del mismo camino asfaltado haciendo una angosta curva, llegamos al mismo lugar donde se encuentra la fuente. Creo recordar un cartel (antes, después o en el mismo punto) que te daba la bienvenida al Parque Regional de la Sierra de La Pila. Y justo antes de llegar al área recreativa de la fuente, dos caminos, casi desde un mismo cruce, salen por la izquierda de este caminillo asfaltado. Enfrente de ellos, el de la derecha que sube por el Collado del Comisario pero también el de la izquierda, nos podrán llevar por lugares diferentes, caminos y caminillos de dudosa fiabilidad para un turismo, hasta la misma cima de La Pila sin bajar del coche y dando un buen rodeo por toda la ladera norte de esta parte de la sierra… queda bajar del coche unos kilómetros antes y seguir la carreterilla caminando hasta la cima… al menos. Por suerte la parte asfaltada es solo la que se acerca a las cimas de la sierra; es resto son pistas o caminos de tierra en general. No recuerdo si hay sendas o atajos para botas inquietas que no quieren tocar asfalto o aburridas pistas… estos murcianos siempre abriendo caminos (si pueden ser asfaltados mejor) hasta las cimas de sus montañas.
Y hasta aquí esta primera internada en la Sierra de La Pila, fascinante como solitaria por su lado sur, con sus pueblos de encanto en sus faldas, y sus boscosas y preciosas suaves laderas norte repletas de rincones y maravillas de la Naturaleza mediterránea. En otra ocasión hablaré del siguiente pico de la sierra: el Caramucel. Como un ejército que avanza conquistando a medida que va descubriendo nuevos territorios, así funcionábamos nosotros; no descubrimos y conquistamos el Caramucel, si no llegamos a verlo de más de cerca desde La Pila y Los Cenajos… curioso; aventura en estado puro en este mundo tan industrializado y tan descubierto todo.
Texto sacado de la actividad Conoce Las Montañas de Alicante y Entorno realizada en el año 2.006 con el Centro Excursionista Almoradí:
-LA PILA:
Por último (en este resumen) visitamos la murciana Sierra de La Pila. En mitad de yermos campos se levanta un galeón de vida y verdor. Sus picos La Pila (1.264 mts.) y El Mirador o Pico del Cenajo (1.239 mts.), (aunque todas la veces que he ido aún no he visto el Embalse del Cenajo que, según dicen, se vislumbra desde la cima de esta montaña; de ahí su nombre) forman una especie de silla de montar que, aunque no se parezcan en nada, recuerda a la Silla del Cid por la asociación de ideas y nombres.
Para finalizar quiero mostrar mi gratitud de la buena compañía que siempre hemos tenido en estas actividades, montañeros y montañeras que son un tesoro de amistad y magia. Espero nos acompañéis también en este 2.007 para recorrernos nuestras tierras, sierras y sendas como Caballeros que guardan su Señorío. Gracias.