En un principio la idea era subir a la montaña más alta de Andorra, el Pic de Comapedrosa, pero el resultado final no fue el esperado pero tampoco nos defraudó. Es lo que a veces tiene la aventura y el dejarte llevar por las sensaciones e intuiciones, en lugar de ver bien, sentado y concienzudamente el mapa Alpina de Andorra que te has comprado en el Altaír.
El pasado sábado 18 de marzo Josep Gallemí y yo salimos del Vallés en busca del Pirineo de Andorra. Iba a ser mi tercera vez que estoy en Andorra, y el mes pasado en la Vall de Sorteny fue la segunda. Me doy cuenta de que Andorra son dos valles con algunas poblaciones y muchas pistas de esquí, pero también hay una parte de Andorra que no hay poblaciones ni pistas de esquí… ésta aún no la conozco…
Eso sí, según las predicciones meteorológicas el fin de semana iba a ser increíblemente soleado, primaveral y casi caluroso. Pero aun hay mucha nieve en altura. Este invierno ha nevado mucho en el Pirineo, y a pesar de estos días (que están durando ya demasiado para las fechas en las que estamos) de calor, sol y buen tiempo, la nieve sigue siendo abundante y extensa.
Entonces no demasiado temprano salimos Josep y yo en dirección a Andorra por el Coll de La Tosa, para bajar por la Cerdanya, l’Alt Urgell y colarnos en una inusual poco transitada Andorra en dirección a su capital (que siempre hay que cruzar). De aquí nos desviaremos hacía el noroeste para buscar las poblaciones de La Massana y Arinsal. En esta última, en las últimas y más altas casas, dejaremos el coche para comenzar a caminar por la montaña.
Y efectivamente cruzamos dos túneles, y al final del último, en lo más alto del valle, se puede dejar el coche. Por aquí ya comienza la ruta de subida y recorridos por el parque natural de las Valls del Comapedrosa. Hace un día muy bueno. Hemos llegado enseguida, sobre la una del mediodía, y en media hora ya nos hemos preparado las mochilas y equipado para subir al Refugio de Comapedrosa. “Portem les raquetes?” “No, no creo que hagan falta. La nieve habrá desaparecido a baja altura con estos calores preprimaverales que han hecho. Y mañana cuando salgamos en mitad de la madrugada la nieve a esa altura del refugio, debe de estar dura por el frío nocturno” decía y pensaba yo.
Una vez las mochilas puestas y los palos en la mano, salimos en busca del punto en que la carretera cruza lo que sería el Ríu Pollós (antes de cruzar el segundo túnel), y por aquí seguir unas indicaciones de ruta, por la misma Font del Ríu Pollós. Enseguida y justo detrás cruzamos el río por un puente de madera, y ya por una senda marcada, comenzamos la subida por este lado del valle en lo que sería un Circuito Interpretativo del parque natural del Comapedrosa. Y así es: la senda sube en zigzag y se interna por bonitos lugares del bosque en los que en ocasiones aparecen carteles o paneles explicativos de plantas, rocas, árboles… es un P.R.
Llegamos a un punto cerca del lecho del río y antes de cruzarlo de nuevo, un gran cartel nos indica el acceso al parque marcado con el G.R., que es el camino que deberemos seguir para subir al nombrado refugio. Cogemos dicha senda que sube por la derecha hasta llegar a un camino. Y ya en este camino lo seguimos hacia la izquierda, hacia arriba, en busca de las alturas del valle. El día es radiante, no hace demasiado calor a pesar de ser el mediodía, pero no el frío que debiera hacer para las fechas que estamos. Arriba del valle, en un paisaje abierto de alta montaña, aparecen las montañas con su nieve y escarpes, altas y lejanas ¡¡Vamos hacía ellas!! He creído ver, mientras conducía llegando a Arinsal, un alto pico al fondo del valle… si no era el Pic de Comapedrosa, sería alguno de los que tiene al lado de casi igual altura.
Josep se queja de que no hay señales ni marcas que indiquen el camino hacía el refugio. Justo más arriba del camino encontramos otro de estos grandes carteles de madera marrón oscura que nos indica la dirección hacia el Estany de Les Truites y Refugi i Alt de Coma Pedrosa. No está exacto en el camino, si no junto a la senda que sale del mismo a la izquierda de nuevo y que parece bajar un poco en busca de los lechos de los riachuelos que surcan por abajo; mientras el camino sigue su curso por arriba. Nos encontramos con un “guiri” solitario que viene por ese camino, de esa senda. Le preguntamos en español e inglés si viene del Refugio de Comapedrosa. No sabe español, pero nos dice que sí. Pero nos alerta de que está cerrado. No problem.
Así pues seguimos la senda que recorre casi los fondos del vallecillo, cruza un riachuelo con abundante agua por un puentecillo metálico (Ríu d’Areny), y ya la nieve comienza a hacer acto de presencia por aquí y por allá, manchitas de nieve que le dan un aspecto al formidable bosque, estupendo y fantástico. Ya que verdaderos ejemplares de pinos crecen altos y espléndidos, con un tronco entero y grande, hacia un cielo invadido por sus ramas.
Llegamos a un punto donde se oye correr agua caudalosa pero casi invisible bajo la, ahora, abundante nieve. Estamos justo en el Río de Comapedrosa. Lo cruzamos por un puentecillo lleno de nieve y comenzamos, siguiendo unas huellas en la nieve, sin saber si son las correctas o no, con una constante subida en zigzag por la ladera de umbría llena de nieve. La nieve, a pesar de estos días tan buenos de calor y sol de finales de este invierno, es muy abundante en las laderas de umbría y lechos de barrancos y ríos en el Pirineo. Sin embargo es nula o muy difusa en las laderas de solana.
La subida en zigzag por esta ladera, siguiendo las huellas sobre la nieve, se hace por entre un espléndido bosque casi cerrado. Hay huellas de esquís y pasos. No vemos el paisaje, seguimos casi ciegos por entre el bosque. Llega un momento que la senda deja de subir y sigue más horizontal hacía el oeste, adentrándose en el vallecillo.
El bosque se aclara y por fin vemos lo que tenemos delante, aparte de abundante nieve en la ladera por la que avanzamos, vemos unos cortados y altos montecillos por los que cae una cascadita con giro y todo. Justo, poco más adelante, un grupillo de chicos y chicas que han estado en la montaña tirándose por trineos, nos dicen que nos queda una hora hasta el Colladet de Comapedrosa, nos señala un punto entre lomas con algunos pinos y blancas por la nieve, y de éste punto al refugio solo quedan 10 minutos.
Josep va detrás de mí. Por suerte seguimos las huellas profundas en la blanda nieve, si no, nos hundiríamos en ella. Está muy blanda. Es el mediodía y casi tarde, y el sol pega fuerte ablandeciendo la nieve. Pero la subida hasta el collado es empinada e interminable, al menos en la última rampa, pero por fin llegamos al Colladet de Comapedrosa, a 2.224 mts. Sabemos que es el colladito porque hay un poste indicador con recorridos marcados, con la mitad de la madera, del mismo poste, enterrada bajo la nieve. A partir de aquí la nieve es muy abundante, pero el paisaje se agranda y se magnifica con las escarpadas laderas y las suaves lomas llenas de nieve. Abajo veo un refugio vivac, en una especie de hoya nevada, que me recuerda algunos de los refugios vivac de Sierra Nevada (La Carihuela, La Caldera…). Al otro lado del colladito parece que se ve la subida que debemos de seguir mañana; parece que es el seguimiento del valle, que se pierde entre lomas y escarpes empinados que intentan llegar hasta las alturas de la montaña.
Llega Josep y giramos a la izquierda por una empinada loma muy nevada (a partir de aquí toda la montaña estará muy nevada), y en esos 10 minutos llegamos hasta los muros y paredes del solitario Refugio de Comapedrosa (2.267 mts.). Son las 4’30 horas o 5 de la tarde. Merodeamos por los alrededores del refugio, no hay nadie. Descubrimos la parte libre al otro lado del refugio, en la parte derecha. Está muy bien: dos literas con 2 camas, total 4 camas, mesa, botiquín, chimenea para hacer fuego… un lujo, vamos.
El resto de la tarde y noche transcurre increíblemente bien. No llega a hacer tanto frío, pero lo suficiente para helar la nieve superficial y que podamos caminar con los crampones por la helada nieve sin hundirnos. Hemos comido justo al acabarse el zigzag de la subida por el bosque, cuando ya parecíamos ver al fondo la cascada del Río de Comapedrosa a la derecha y el Colladito del mismo nombre a la izquierda centro. Ahora nos disponemos a cenar con el hornillito, algo de pasta, sopa y unos magníficos tallarines con salsa y carne de jabalí que me he traído en un tupper de casa ¡¡Buenísimo!!
Fotos del atardecer. No vendrá nadie más al refugio; lo tenemos para nosotros solos (tampoco cabría mucha más gente). Josep enciende el fuego bajo la chimenea. Parece que va quema sin problemas. Ponemos a secar calcetas y botas; al hundirnos en la nieve, se han mojado considerablemente, al menos las mías (en la última salida a Andorra acabó por romperse la suela de una Asolo, y ahora subía con las nuevas Bestard, que no son muy apropiadas para tanta nieve y aparente frío). Nos acostamos con el fuego encendido que calentaba la pequeña estancia del refugio. Casi románticamente, esperamos entre el silencio de la noche y las respiraciones de nuestros pulmones, la llegada del sueño y de esos sueños que llegas a tener al dormir en lugar extraño. Esta vez sueños muy vívidos y premonitores, con un mensaje tan fuerte y extraordinario, como la misma experimentación del mismo en mitad de la madrugada… últimamente tengo experiencias insólitas e increíbles (más allá de lo que la misma montaña normalmente me dá), cada vez que salgo a la solitaria, magnífica y mística alta montaña… ya me pasó algo parecido en el Anayet…
He puesto el despertador a las 5 de la mañana. Y poco más tarde de esta hora nos levantamos, aún de noche, para salir con el frío de la madrugada que hiela la nieve. Desayunamos y nos equipamos con los crampones puestos desde el mismo refugio. Dejamos las cosas que sobran como el saco, ropa, hornillito… escondido entre las literas del refugio, por si alguien llega al mismo, que no le entren ganas de llevarse nada. Y al final sobre las 6’20 de la mañana salimos del refugio en dirección este, siguiendo la loma que está enfrente al mismo refugio y se va elevando poco a poco. Seguimos pisadas en la nieve, pero parece ser que la dirección no es la correcta: a la vuelta veremos que habíamos cogido la dirección hacia la Portella de Sanfonts.
La luz del amanecer aparece justo detrás nuestro al fondo del Pirineo, mientras ya caminamos por la helada nieve, saliendo del refugio en busca de nuestro objetivo; que en un principio era el Pic de Comapedrosa. Seguimos por la parte más alta de esta loma, subiendo progresivamente. Al lado izquierdo dejamos el hueco del Estany de Les Truites, y a la derecha el hueco del mismo valle del Río de Comapedrosa. Pero llegados a un punto debemos desviarnos a la derecha, hacia un punto alto del vallecillo, de una ancha pala que parece intenta subir hacia el este y se pierde entre las alturas de estas montañas. Lo hacemos descendiendo. Es un paso por una ladera bastante vertical, en diagonal, hasta llegar a un punto de la amplia pala que creemos es de subida al Pic de Comapedrosa. Aún no nos dá el sol, pero la claridad y paisaje son increíbles; el día de hoy también será excepcional de buen tiempo. La alta montaña del Pirineo andorrano en esta parte del macizo del Comapedrosa, también es preciosa y espectacular.
Las huellas que seguimos se unen con otras huellas que vienen del fondo del vallecillo, ahora detrás nuestro. Nos metemos por esta ancha canal y comenzamos a subir, siguiendo dichas huellas. Llega un momento que las huellas se desvían por una especie de pequeña pala, pero sin ser un vallecillo ni hueco, solo una pequeña pala transversal. Entonces decido no seguir las huellas, y Josep me sigue. El caso es que para meternos en el vallecillo del Estany Negre, esperaba encontrar eso, un vallecillo a la derecha de esta ancha pala, algo parecido a lo que creía ver en el Alpina. Pero fue un error: realmente para adentrarnos en dicho vallecillo que te sube a la Portella de Baiau (frontera divisoria de aguas entre el Pirineo de Lleida y Andorra), quedando a la derecha el mismo Pic de Comapedrosa, no encuentras un paso geográfico o desvío visible y lógico… solo una pequeña pala transversal que te va subiendo por las laderas y balsas del Estany Negre, hasta el profundo hueco, valle, del mismo, entre los altos picos de Sanfonts, Baiau y el mismo Pic de Comapedrosa. Seguramente en verano y sin nieve, las marcas del G. R. y de subida al lugar, deben de ser más visibles y marcadas. Pero ahora con tanta nieve solo veías que las huellas se metían por esta extraña pequeña pala (que parece no va o sube a ninguna parte) dejando la pala o valle principal abajo y detrás. Por ello no seguí las huellas y seguí subiendo por esta pala ancha y principal hacia el este, noreste, que parece comienza a empinarse tremendamente como buscando las alturas.
No hay huellas de pisadas ni crampones. Me parecía ver huellas o rastros de esquíes, por ello pensaba que era el camino correcto, o al menos un camino por el que los esquiadores montañeros siguen, con lo cual nos tiene que llevar a algún lado… Josep me sigue a una distancia. Además arriba de la pala parecía ver como giraba a la derecha y subía como parecía hacer el recorrido original en el Alpina para subir al Estany Negre… pero estaba equivocado como ya he dicho antes.
Mientras llegábamos a lo más alto de esta ancha pala o mejor dicho antes de su giro a la derecha, las vistas y paisaje son increíbles: en medio de la soledad de estas altas montañas, admiramos los pilares y verticales escarpes, espolones de altivos picos y pináculos sin nombre que se elevan entre el Pic de Sanfonts y su Portella. Y al fondo, abajo, todo el blanco circo del Río de Comapedrosa y Estany de Les Truites, con sus formas suaves y onduladas menos cuando se acercan a las alturas y escarpadas cimas.
Llego al giro de la pala que realmente no es un giro como tal, sino un desvío de la misma pala que llega a una especie de llano que yo identifico como el Estany Negre… ¡¡Que equivocado estaba!! Ni era el Estany Negre ni había lago allí, sencillamente un corto llano en medio de una especie de circo, no muy grande, pequeño. Arriba descubro un pequeño pilón, eje geodésico, en la cima del circo… ¡¿es la cima del Pic de Comapedrosa?! Me creo que sí… Espero a Josep que llega más cansado y con ganas de retirarse; la lesión que tuvo este pasado verano aún hace mella en su físico y en su mente. Pero al final me seguirá hasta la misma cima.
Descansamos algo, comemos algo, admiramos el paisaje. Estamos altos, hemos subido mucha altura en poco tiempo. Realmente la pala llegaba a empinarse mucho, casi 45º… aún no me doy cuenta de mi error y comenzamos a planear como llegar hasta la cima que vemos allá arriba; es sencillo: giramos siguiendo la parte más llana y horizontal del lugar, como rodeando la planicie y subiendo poco a poco altura a la vez que avanzamos. Llegamos a la ladera de la derecha, comenzamos a subirla y superarla en zigzag hasta la misma loma cimera que sube de derecha a izquierda, de sur a norte… y justo cuando estamos llegando a la loma cimera y comenzamos a observar el paisaje que nos tapaba la misma montaña que estamos subiendo, descubro otra montaña al otro lado de un valle no demasiado lejos que parece más alta que la que estamos subiendo… ¡¿pero no estamos subiendo la montaña más alta de Andorra?! ¡No debería de haber otra tan alta o más tan cerca! Me extraño.
Y con unos pocos pasos de subida por la misma loma cimera llego a lo más alto del pico que estamos subiendo: hay un hito y siguiendo la cresta del pico hacia el oeste, el pilón o eje geodésico que veía desde más abajo; y justo mirando hacia el este desde la cima de esta montaña, descubro el hueco del vallecillo donde se ubica el Estany Negre, y arriba de él una alta montaña de vertientes escarpadas, con forma de media luna pero con la cima puntiaguda aunque accesible. Miro el mapa Alpina. Observo el paisaje, la geografía, perfil de las montañas que veo y en la que estamos, y cuando llega Josep a mi lado le doy la noticia: “Estamos en el Pic de Sanfonts. Aquel es el Pic de Comapedrosa. Nos hemos equivocado”.
Hacía el norte un poco más alejado hay otro macizo con varios picos: se distingue a la izquierda el Pic de Sotllo, su collado y el perfil de la Pica d’Estats visto desde una nueva perspectiva más agreste; normalmente vemos las fotos de frente desde abajo del valle que sube al Port de Sotllo y ahora se veía con un ángulo de 90º con respecto a dicha visión, más picudo y estilizado. A su derecha el Montcalm. Y mirando en esa dirección, debajo de nosotros un gran circo y lagos de alta montaña llenos de abundante nieve: Es el Circo y Estanys de Baiau, por donde prosigue el G.R.-11… creo ver en la lejanía el Pic de Certascán, a la izquierda del mismo macizo de la Pica d’Estats… todo con un día, sol y visibilidad envidiable, perfecta, privilegiada.
Después de las fotos de rigor descubro en el Alpina que hay otra cima con 2 metros más alta en la misma cresta del pico, pero hacia el oeste; le comento a Josep el seguir toda la cresta cimera hasta esta otra cima, y después volver deshaciendo el camino hasta la que nos encontramos. La cresta o arista no llega a tener pasos aireados pero sí vertiginosos, siempre viene bien un poco de emoción y adrenalina en la montaña para saber que estamos en una actividad emocionante y viva. Pasamos bien la cresta y llegamos al otro lado: estamos a 2.885 mts.; no hay hito ni nada representativo, solo este número y marca en el Alpina. Las vistas hacia el oeste son mejores desde aquí, ya que desde el otro punto nos tapaba esta misma cima. Las vistas de la cresta con el Pic de Comapedrosa de fondo son excepcionales, casi alpinas y preciosas, espectaculares. Con lo que aprovecho, después de hacer fotos de cima aquí también, fotografío el paso de Josep por la misma cresta a la vuelta para captar ese momento, día y visión.
De nuevo en la primera cima decidimos bajar; y para no volver a tocar el mismo recorrido de subida y a la vez reconocer parte del camino hacia el Pic de Comapedrosa, decidimos buscar una bajada por el noreste del pico que mire hacia el vallecillo y hueco del Estany Negre, bajo el mismo Pic de Comapedrosa. Y justamente cogemos la bajada hacia un colladito que aparece en esta dirección, como si quisiéramos seguir la cresta hacia el Pic y Portella de Baiau. No las tenemos todas con nosotros. El sol comienza a calentar y a quemar de valiente. Nos tenemos que poner mucha crema, protector y quitar ropa; la nieve comienza a ablandarse mientras bajamos.
Ya en el colladito no estamos seguros de que girando a la izquierda, siguiendo el hueco del barranquito, por en medio, podamos bajar y llegar hasta las orillas del Estany Negre. Según el Alpina hay curvas de desnivel muy juntas por los alrededores de la bajada, eso indica inclinación del terreno más vertical o incluso paredes, agrestes pasos de roca vertical… se asoma Josep y dice que por un lado no podemos bajar, me asomo yo más abajo y no distingo el camino de bajada entero, ya que un desnivel impide ver cierta continuidad bajo él. Pero mientras voy bajado por la inclinada pala, compruebo que no es “tan fiero como lo pintaban” y que tiene continuidad sin problemas hasta las mismas orillas del desaparecido bajo la nieve Estany Negre. La bajada por este barranquito tan nevado de suaves y ondulados perfiles, con el fondo de la misma mole del Pic de Comapedrosa, hará las delicias de mi Canon.
Una vez abajo en las orillas del lago, ya vemos las numerosas huellas de pisadas en la nieve y esquís. Antes, desde la cima del Pic de Sanfonts hemos observado como montañeros llegaban a la cima del Pic de Comapedrosa y bajaban (antes subían) por las laderas de este valle y montaña. Una vez sobre las mismas huellas decidimos seguirlas de bajada hacia la derecha, dejando el Pic de Comapedrosa y el mismo laguito a nuestra espalda.
La bajada es rápida y efectivamente las huellas siguen por aquella palita que parecía iba a ninguna parte: al salir del hueco del Estany Negre ya no existe vallecillo, solo palas en las laderas de la montaña. Estas palas enlazan el vallecillo o hueco del Río de Comapedrosa con el del Estany Negre… y esperaba encontrarme con la entrada a un vallecillo o hueco que me llevase hasta este lago. No existe.
Ya estamos en la pala principal del Río de Comapedrosa. A la izquierda se abre el valle y vemos suspendido encima de la loma, nada más comenzar la loma que separa dicho vallecillo del río con el Estany de Les Truites, a nuestro Refugio de Comapedrosa. Ahora solo hay que desandar camino y huellas. Pero no volveremos a subir a la loma hasta que solo nos lleve directo al refugio… para no tener que subir innecesariamente más de la cuenta, como cuando salimos del refugio esta madrugada… ¡¡Las huellas me han despistado mucho en esta salida!!
Son las 11 u 11’30 de la mañana cuando llegamos al refugio. Y el sol ya quema y castiga en la alta montaña. Este día hará más calor que ayer. Todas nuestras cosas están intactas. Las recogemos, rehacemos las mochilas y comenzamos la bajada, despidiéndonos del idílico refugio hasta la próxima vez. Como decía Josep “Ara ja sabem como es el refugi d’hivern per a la propera vegada que volguem tornar”. Efectivamente… y el camino al Pic de Comapedrosa también.
La bajada es deshaciendo el camino: bajar en 2 minutos al Collet de Comapedrosa y desde aquí toda la ladera derecha de umbría y nevada del vallecillo que baja en dirección oeste hasta encontrarnos con el camino o pista. No hay pérdida. El pobre Josep sufre y se retrasa: la nieve está muy blanda por culpa de este sol primaveral en este magnífico día, y baja con miedo de hacerse daño en la pierna y tobillo lesionados de este pasado verano. Pero al final en menos tiempo del que él creía llegamos al coche, hemos hecho todo el recorrido de bajada que ayer hicimos de subida y sobre la 1 del mediodía estamos quitándonos las botas ya, en solo hora y media. En lugar de coger de nuevo la sendilla por el recorrido e itinerario ecológico del parque natural, decidimos seguir la pista o camino a ver donde paraba. Y esta vez sí que acierto: para justo en las últimas casas donde hemos dejado el coche.
Nos cambiamos, refrescamos, lavamos, guardamos el material y mochilas en el coche y sobre la 1’30 del mediodía ya estamos en la carretera en busca de Andorra La Vella y el Pirineo de Lleida. Los días y lugar han sido idílicos e increíbles… si no fuera porque nos hemos equivocado de pico. En el pequeño refugio libre de invierno del Comapedrosa hemos dejado nuestra impronta y firma en su libro “de bitácora”; es un refugio estupendo. Estos andorranos cuidan muy bien estos detalles y lugares. El pico ha sido bonito, e incluyendo su cresta entre las dos alturas, más emocionante aún (ya que no subíamos al Pic de Comapedrosa al menos que tuviera más aliciente esta ascensión). Pero lo que más me ha encantado es descubrir nuevas montañas y paisajes pirenaicos en estas alturas de Andorra: las vistas hacia el Pic de Comapedrosa tan altivo y llamativo, junto con el cilindro escarpado y vertical del Pic de Medacorba, han despertado en mi la expectación y deseo de conquistar sus cimas y pasearme por sus faldas… un Pirineo precioso y alpino en este extraño final de invierno de 2.017.