En el primer viaje a los Pirineos, en el noventa y cuatro, lo terminamos haciendo una visita a Panticosa después de recorrernos el Valle de Ordesa. Yo no había visto ni conocía nada del Valle de Panticosa, ni de los tresmiles que lo rodean. Y así, después de llegar a Biescas, en el gran Valle de Tena, pasado dicha población, teníamos el cruce para ir a Panticosa y más arriba a Baños de Panticosa.
Desde la entrada en este pequeño Valle de Panticosa, los bosques y la abundante vegetación le dan un toque bonito, acogedor y entrañable. Baños de Panticosa se encuentra en una antigua cubeta glaciar; con su pequeño lago, ahora represado, a algo más de mil seiscientos metros. Lo rodea, como antes he dicho, un tupido y cuidado bosque. Replantado hace algunas décadas, según me enteré, por que unas fuertes lluvias inundaron y destrozaron el balneario al no haber cobertura vegetal que aguantara el agua. Ahora todo el valle es boscoso y el agua ya no le hará más daño, sino que será vida y medios de vida en todo el valle.
Grandes desniveles rodean los Baños de Panticosa, ya que altas y grandes montañas flanquean las fronteras del valle. Hacía el norte, altos y esplendorosos, aparecen cuatro tresmiles esbeltos y magníficos, cada uno de una forma pero todos encrespados y altivos: El Argualas, el Algas, el Garmo Negro y los Arnales. Aunque realmente desde el fondo del valle donde está el balneario, solo se vislumbran el Argualas y el Garmo Negro. De izquierda a derecha éstos se presentan engrandecidos por el desnivel que existe desde el fondo del valle hasta las cumbres de estos picos. Desde aquí quedan más atrás los Picos del Infierno, ya que superponen los Arnales a éstos.
El lugar es encantador. Regidos por grandes y antiguos caserones, hoteles y sanatorios del balneario con un bonito parque a orillas del pequeño lago que se abre en este rincón de valle. La nieve recién caída días atrás le da un toque de inmaculada belleza en las laderas altas de estas magníficas montañas. Con el atardecer, la enormidad y la soledad de estos paisajes al oscurecerse se ensalzan en un aura de misterio, solemnidad y belleza, que te hacen sentirte tranquilo, sereno y a la vez vulnerable ante tanta grandiosidad.
Llegamos algo tarde y decidimos pasar la noche en el encantador y acogedor Refugio Casa de Piedra; con la forma auténtica de una casa pirenaica con sus muros gruesos de fachada empedrada y tejado de madera con una inclinación y línea adorable. Aunque no tiene tantas plazas como el de Góriz o La Renclusa, éste es más bonito tanto por fuera como por dentro. Las habitaciones y baños están muy bien cuidados. El dormir en aquellas literas corridas se hace con un sueño dulce y agradable, sobre todo si estás cansado; también el lugar acogedor te ayuda a sentirte tranquilo… si no fuera por los gritos, golpes y movimientos que daba Jesús Andujar en sueños mientras dormía. Si no le llego a despertar se podría haber caído litera abajo y darse un buen “morrazo” contra el suelo. ¡Qué escándalo de sueños!
Al otro día nos levantamos y decidimos no hacer ninguna actividad montañera, estamos cansados, “aperreados”. Yo creo que el fuerte desnivel que hay desde Baños de Panticosa a los tresmiles que se ven desde allí, nos amedrentan a subirlos ese día. Vemos algo más del balneario y decidimos salir ya hacía Alicante. Dejamos este encantador lugar con ganas de conocerlo mejor y pensando que algún día volvería para subir a sus altos picos, recorrer sus boscosas sendas y bañarme en sus cristalinos riachuelos. El Valle de Panticosa quedó grabado en mi recuerdo esos días, sobre todo la magnífica visión del Garmo Negro y el Argualas desde el Balneario; con su bosque primero, su praderío después y sus riscos, neveros, crestas y picos por último. Merecerá la pena volver.
Ya en la carretera de vuelta y antes de coger el fondo del Valle de Tena, el gran macizo del Collarada-Tendeñera se nos muestra justo en frente, soberbio, altivo, enorme y espectacular. No dudo en bajarme de la furgoneta y hacerle algunas fotos. Y así, con esta visión, volvemos a las llanuras, a la rutina, al nivel del mar, a la civilización, a la muchedumbre, al agobio… a la ensoñación y a la nostalgia.
Texto sacado del artículo ANETO: EL RETO DEL PICO MÁS ALTO DE LOS PIRINEOS escrito con el mismo título en el número 7 de la desaparecida revista Centro Verde del Centro Excursionista Almoradí, en noviembre de 1.994:
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En Panticosa subimos al Balneario del mismo, al Refugio Casa de Piedra, donde hicimos noche, a 1.636 mts., a el cual pudimos llegar sin dejar el coche. A la mañana siguiente del sábado pudimos admirar los tresmiles del macizo de los Picos del Infierno, el Argualas (3.046 mts.) y el Garmo Negro (3.051 mts.) en otro bello paisaje de la alta montaña pirenaica. Salimos hacia Almoradí dejando el Pirineo y sus tresmiles; paraíso de montañeros amantes de la naturaleza y de la fauna salvaje.
Este viaje lo hice junto con Paco Sánchez, Cano, Jesús Andújar y “Henry” que estuvo con nosotros en La Renclusa.