No conocía esta montaña, a pesar de aparecer en el horizonte, desde las muchas cimas del sur de Alicante si miramos hacia el noreste o este; empeñados en intentar contemplar el picudo y excepcional Puig Campana, es la agreste y algo alargada sierra que aparece delante: la Sierra del Cabeçó d’Or o sencillamente Cabeçó d’Or.
Pero sí que son muy conocidas y famosas las cuevas que alberga en su interior, con su entrada bajo los escarpes sur de la misma, mirando hacia el mar y hacia la población más cercana, Busot: las Cuevas de Canelobre. Cuevas que, a pesar de las veces que he estado en esta montaña, jamás las he visitado por dentro. Curioso. Pero que parecen son espectaculares, con sus cavernas, salas, estalactitas y estalagmitas con sus formas y formaciones… de hecho el nombre de Canelobre viene de candelabro, por la forma parecida de una de sus estalactitas. Pero seguiremos el camino asfaltado, la carreterilla hasta su entrada desde las cercanías de Busot o del cruce con la otra carretera que viene de Jijona.
Pero la montaña que contiene las Cuevas de Canelobre también es digna de visitar, recorrer y admirar. Es una sierra abrupta, rodeada de grandes paredes y rincones agrestes gracias a la erosión kárstica que sufre, y que es la que formó estas famosas cuevas. La sierra tiene una orientación norte sur, las verticales y cortadas paredes recorren toda la parte oeste de la montaña diferenciándose en dos partes o zonas de la misma: la parte más cercana al suroeste, a la carreterilla que sube a las Cuevas de Canelobre, y la otra parte está en la segunda cima de la sierra, al norte de su pico más alto, con formas sorprendentes y muy cortantes, crestecillas, agujas y farallones… también desde del mismo pico más alto en forma de triángulo o pirámide, aparece con unas paredes y vertientes rocosas muy verticales y variadas, siempre mirando hacia el oeste. La ladera este, aunque empinada y rocosa, es mucho menos agreste, sin tantas o ninguna pared ni formas agrestes ni abruptas… pero desde la lejanía es un verdadero galeón en medio de un mar tranquilo; altiva, majestuosa, con esas formas cortantes, asombrosas, escarpadas… es difícil describir las formidables formas y perfiles de esta montaña sin ocupar un mínimo de párrafos en la descripción, así que concluiré diciendo que su visión, su atención desde la lejanía es inconfundible y magnífica. Quizás por su cercanía al mar y la soledad de su altura entre laderas y geografía de visiblemente más baja altura, entre la cuenca de Jijona a su oeste, y la de Relleu al este… solo la angular, suave y boscosa Sierra de La Grana justo al norte del Cabeçó, llega a intentar alcanzar una altura considerable como para compararse por cercanía con nuestro Cabeçó… lo mejor es acercarse a esta preciosa y asombrosa montaña y que cada uno saque sus propias opiniones de sus descripciones.
Otra de las curiosidades de esta montaña es su nombre: antes de aprender el Valenciano, intentábamos averiguar de dónde venía el nombre de Cabeçó d’Or; parecía un catalán o castellano antiguo, ya que la palabra Cabeçó no existe hoy día en estas lenguas, pero creemos, por lógica, que la traducción sería Cabezón. Cabezón del Oro. Y Cabezón del Oro por que antiguas leyendas o historias, aquellas que vienen de tiempos de la reconquista cristiana sobre las tarifas musulmanas alicantinas, nos decían que se había escondido un gran tesoro con oro y joyas, por un cabecilla o señor musulmán, por si, después de su expulsión, volvía a esta tierra para reconquistarla y conseguir su tesoro para poder seguir viviendo en esta tierra tan querida por ellos. Cabezón del Oro por que habían escondido, en el laberinto de cuevas y recovecos formados por la erosión kárstica, un tesoro en la Edad Media. Interesante. La realidad es que se pensaba que esta sierra albergaba oro en abundancia, y varias minas se abrieron en busca del precioso mineral, a causa de viejos manuscritos árabes encontrados en África. Pero me parece que nadie ha descubierto ningún tesoro, salvo el de la propia belleza de la montaña.
No sé si mi primo Miguel Ángel leyó la guía de Cebrián que describía la subida a esta sierra, a la cima de esta montaña, por el lugar por donde lo hacíamos. Lo que sí es cierto que el mismo Rafael Cebrián Gimeno describe la ascensión y rincones por los que se pasa en dicha subida. Entonces solo nos queda ir para allá. Para ello os dejo con la magnífica guía escrita el pasado año 2.005 para la desaparecida revista Sismógrafo, que aparecerá con letras de otro color:
Relato sacado de un artículo LA SIERRA DEL CABEÇÓ D’OR escrito con el mismo título en el número 51 de la desaparecida revista Sismógrafo, Magazine de Cultura y Ocio, en mayo de 2.005:
Cerca de la ciudad de Alicante y visible desde la misma, justo a su norte, noreste, se encuentra una escarpada y llamativa sierra. Muy visitada y querida por los montañeros alicantinos y de los pueblos del alrededor, la Sierra del Cabeçó d’Or es un auténtico promontorio y faro a caballo entre las secar tierras de Bonalba en su sur, y las fértiles y boscosas de La Grana y Carrasqueta en su norte.
Las poblaciones más cercanas a esta bella sierra y desde las que parten la mayoría de los itinerarios, son Busot y Aguas (Aigües de Busot) al sur de la misma. También desde Torremanzanas existe una subida pintoresca pero larga.
Nosotros nos acercaremos a Busot, al que se puede llegar desde El Campello o desde la carretera Muchamiel (Mutxamel)-Jijona (Xixona), donde en dirección Jijona, nos encontraríamos un cruce y la dirección Busot a la derecha. Si venimos de Jijona, este cruce lo encontraremos antes y a la izquierda y no será necesario llegar a Busot; en otro cruce próximo giraremos a la izquierda hacia las Cuevas de Canelobre.
Ya en Busot tendremos ante nosotros, por su vertiente más seca y meridional, al Cabeçó d’Or. Su altitud y perspectiva nos hará ver que es una montaña diferenciada y con personalidad. En Busot unas indicaciones nos llevarán por la parte oeste del pueblo, pasando bajo su arruinado castillo y cementerio, por una carretera pegada a un precipicio, hacia las famosas Cuevas de Canelobre.
Una carretera más estrecha nos saca del pueblo y nos lleva hacia la sierra. Sus imponentes vertientes y escarpes se elevan poco a poco sobre nosotros a medida que nos acercamos y subimos de altitud.
La montaña inunda el horizonte al norte, y las formas se van desvirtuando ante su misma presencia y perfiles más cercanos a la carreterilla, a medida que te acercas, pero sigue magnífica y altiva. El paisaje previo a la llegada hasta las faldas de la montaña en esta parte de la comarca de l’Alacantí es subárido mediterráneo, seco, con poca vegetación, que recuerda más a los límites de un desierto que al de un clima mediterráneo. Pero conforme nos recorremos sus subáridas laderas, encontramos rincones de verdor y vegetación arbustiva interesante… desgraciadamente en los trágicos años 80 (creo que fue en el año 1.983 u 81), esta montaña sufrió un pavoroso incendio que duró unos tres días con sus noches… mi primo Miguel Ángel siempre me decía que desde la terraza de su casa en el alto edificio de Almoradí, veía por la noche las luces de las llamas en la loma cimera sur de la sierra. Terrible. Pero es increíble como en algunos rincones de la montaña, se ha recuperado la vegetación dañada.
Doscientos metros antes de llegar a las cuevas, en una curva donde se cambia de dirección y en la que hay un cartel indicador de madera, un camino y una zona para aparcar a la izquierda, dejaremos el coche. Ahora empezaremos la marcha a pie por el camino en dirección norte.
A partir de ahora seguiremos la ruta del P.R.-V 2 (Sendero de Pequeño Recorrido) con sus claras marcas amarillas y blancas. Este P.R. recorre parte de la sierra haciendo una circular y subiendo a lo más alto de la misma. Aunque el principio de esta circular empieza en el Plá del Cabeçó, indicado entre las cuevas y Busot, la razón de empezar en este lugar es que podremos hacer media marcha según nuestras condiciones físicas. Atrás dejamos las famosas y antes nombradas Cuevas de Canelobre, ejemplo de las formaciones y erosión kársticas que sufre el interior y exterior de esta sierra, que la llenan de estalactitas, estalagmitas en la cueva, simas, nichos, cavernas, crestas… en el exterior; y le dan una forma espectacular, encrespada y bella.
Hablando de estas cuevas diré que sirvieron como almacén de armas y logística en tiempos de guerra… antes de que fuera un lugar turístico, claro. Caminamos por un camino que se agarra al terreno cada vez más vertical. Siguiendo el camino con sus curvas que siguen los perfiles de la montaña, no hay que desviarse a otros caminos que bajan u otros menos principales o desfigurados que suben. A la derecha nos aparecen algunas casas al principio con huertos, dejando a las verticalidades y formidables paredes y pinos de repoblación después, a medida que andamos. En estas paredes bajo las que andamos, se han equipado vías de escalada de diferente grado en las que el autor y escalador Manolo Pomares ha escrito un libro-guía de escalada con el nombre Cabezón del Oro. De repente a nuestra izquierda aparece una cabaña. Es la Casa del Suizo o Casa Gorjas (según el mapa), habitada (al menos hace pocos años) por un ermitaño de aspecto extranjero. Con unas vistas y paisaje impresionantes hacía el sur, hacia el mar toda la plana de l’Alacantí. No sé si aún vive este personaje aquí casi como un ermitaño, un anacoreta, que salía a saludarnos de vez en cuando, cuando pasábamos cerca de su casa. Las últimas veces ya no estaba o salía; creo recordar que alguien no me dio buenas noticias sobre su paradero… ya era algo mayor… Al poco rato y después de una ligera bajada, llegamos al Racó de La Seva. Un lugar casi escondido, rodeado de paredes, isla de vegetación exuberante y de umbría. Contrasta con los anteriores paisajes subáridos. Al llegar tendremos delante una formidable cresta calcárea, esbelta, agreste, muy escarpada pero bellísima, tan atractiva que te dan ganas de acercarte y recorrértela. Esta crestecilla cierra el Racó de La Seva por el oeste, y hacia el este, arriba, los escarpes, paredes y farallones calcáreos de la cima de la sierra. Girando a la derecha vemos un rincón con paredes y abundante vegetación, y una senda que viene por el centro de un barranco que baja de las mismas vertientes verticales de la misma cima. Por aquí bajaremos. Pero ahora seguiremos hacia el noroeste el casi camino (muy deshecho) que sigue con una subida más empinada, intentado adentrarse por el centro del lugar. La subida había sido hasta ahora algo horizontal pero, a partir de ahora se empina el camino y luego sendero hasta llegar a un punto por encima de las paredes de nuestra derecha. A la izquierda queda un paredón y una larga cresta continua muy bien definida y elegante.
El lugar es bonito; entre la vegetación abrigada por las paredes orientas al norte, la empinada ladera poblada de nuevos pinos, las vertientes de arriba de la agreste cara oeste de la cima de la sierra, con esa forma de pirámide, triángulo, con farallones, agujas verticales… como si fuera una especie de nave espacial pétrea. Detrás, a nuestra espalda, dejamos la preciosa crestecilla que antes he nombrada, y que a medida que rápidamente cogemos altura por esta empinada ladera, veremos más espectacular como a vista de pájaro.
El camino se acaba justo al llegar hasta los muros de una vieja casa, es el Mas del Racó de Seva; pero aparece una senda clara que hace zigzag que busca, girando a la derecha y en dirección sur, de un collado que queda arriba justo de las paredes que miraban hacia el norte (al sur del lugar) y donde la vegetación era abundante, y muy verde, con enredaderas que intentan subir e invadir parte de esas paredes… parece un trocito de montaña del norte más que mediterránea; curioso. A la izquierda de dicho colladito, las vertientes agrestes, oeste, de las paredes y farallones de la cima de la sierra. Hay que ir en dirección a este colladito.
Justo cuando estamos llegando al colladito, la senda cruza el empinado barranquito vertical que baja de las vertientes de la zona de la cima, y es cuando la misma hace un giro adentrándose en una especie de plana, de llano, con vegetación altiva, matorral de espesa carrasca, seguido de huertecillos abandonados entre altos y sanos pinos, al otro lado de este paso o colladito. Esta zona es más bella en cuanto a vegetación… parece mentira que allá abajo el terreno sea más parecido a un desierto que al clima mediterráneo… pequeños “tesoros” de esta sierra. Las marcas del P.R. en la senda zigzagueante nos ayudará a subir más cómodamente por las verticales pendientes. Sobre nosotros, por fin, las paredes oeste de la cumbre del Cabeçó. Una vez llegado a este punto sobre las paredes de la derecha, la senda se suaviza cruzando carrascales, antiguos huertos y pinadas hasta la Casa del Polzet.
Esta antigua masía es un mirador exclusivo hacia la vertiente sur (que antes no veíamos y quedaba atrás), con vistas hacia el mar y la costa alicantina. Junto a éste un agujero enorme, circular y como amurallado en su interior nos sorprende (también por la basura que contiene). Es una Cava o Pozo de Nieve. Utilizada en otros tiempos cuando el invierno era más frío y nevaba a baja altura y no existían los frigoríficos. Entonces introducían la nieve en el pozo, antes techado, la apisonaban y la convertían en hielo para el verano que lo bajaban en carretas hasta las ciudades y pueblos. Un negocio artesanal ya extinto hace muchos años. Ya estamos a más de 950 metros de altura. Vale la pena curiosear el abandonado lugar… solo espero que el Pozo de Nieve esté más cuidado y respetado que cuando comenzábamos a subir nosotros las primeras y seguidas veces. Un pequeño descanso… pero el bocadillo del almuerzo nos lo comeremos en la cima.
Conforme llegamos a esta casa, a la izquierda y antes de llegar, una senda sube cambiando de dirección, hacia la cima de la sierra. Ésta se verá entre los pinos antes de llegar a la Casa del Polzet.
Esta senda, a veces empinada, a veces suave, cruza bosquecillos de carrascas, pedregales o canchales que bajan de las paredes y verticalidades que quedan arriba de la montaña, a la derecha y se pega a las paredes bajo la cresta somital. Y enfrente nuestro allá arriba observamos la escarpada figura del pico más alto al que estamos subiendo. Es una imagen casi alpina con sus paredes, escarpes y farallones, con esa forma piramidal, triangular. Algún paso de “escalera” y casi de trepada nos deja en el cordal cimero. Fácilmente llegamos a una especie de canalón que sube en tres pasos a una especie de collado arriba a la derecha. Son pasos de roca viva, fáciles y entretenidos. En esta zona encontramos interesantes muestras de la erosión kárstica que sufre la sierra por toda su superficie rocosa. Ahora vemos la vertiente este de la sierra que no habíamos visto aún. El paisaje se agranda y nos asombra.
Ya estamos en el nombrado colladito. Todo es roca y piedras, la vegetación es muy escasa. Estamos en la rocosa loma cimera. Ya podemos observar la otra vertiente: las vistas hacia el este, antes ocultas, son espectaculares ahora que la descubrimos… entre otras imágenes nos sorprende y asombra la de una escarpada y alta montaña en medio del paisaje, con formas casi de volcán, pero con una cima puntiaguda, inconfundible y espectacularmente diferenciada del resto de montañas y picudas cimas: es el Puig Campana. Verdaderamente la cima del Cabeçó d’Or es uno de los pocos miradores en los que se observa la imagen del magnífico Puig Campana en su faz más alpina, escarpada, preciosa e impresionante.
Desde aquí, a la derecha por la cresta, subimos a la cumbre sur de 1.154 metros, y a la izquierda, y en poco tiempo llegamos a lo más alto de la Sierra del Cabeçó d’Or a 1.209 metros. Solo tenemos que girar ahora hacia el norte, en subida por la senda y en pocos metros llegaremos a la cima del Cabeçó d’Or. La senda es empinada y algo escarpada pero por culpa de las piedrecillas y la roca madre de la montaña. Aquí aún podemos encontrar algunos tronquitos negros, calcinados de arbustos, testigos de aquel gran incendio de los años 80 que siempre oía comentar a mi primo Miguel Ángel.
Antes, por la empinada y soleada senda, habremos pasado por las ruinas de una casa, casi en la cima, que esconde otra cueva en su interior, una sima; un agujero en una de las salas sin tejado que parece tiene mucho fondo. Dicen que es otra cueva, profunda e interesante parecida a la de Canelobre. Y arriba de esta vieja y derruida construcción, queda el pilón, eje geodésico que anuncia la parte más alta de la montaña, de la Sierra del Cabeçó d’Or, la cima con el mismo nombre que la sierra: Cabeçó d’Or de 1.209 metros de altitud.
Ahora disfrutamos de la cima de la montaña. Hay una especie de construcción, como un aljibe o algo parecido casi en la misma cima. La he llegado a ver con agua dentro. No sabría decir la función de dicha, no tan vieja, construcción. Nos tenemos que sentar junto al pilón y sacar el almuerzo que bien merecido lo tenemos. Hacia el oeste el vacío, las paredes y escarpes calcáreos que hemos estado observando durante toda la subida. Espectacular.
Las vistas son impresionantes, al este el Puig Campana destaca entre todas las montañas, y algo más al norte la enorme y amplia Sierra Aitana. Y entre ambas un rosario de piquitos y crestecillas, las picudas cimas de Les Almàsseres, Penyó Roc, Sanchet o Cabal, Ponoch… Hacia el oeste otra sierra con una formación parecida a la misma Sierra del Cabeçó d’Or, con la misma orientación norte sur y los escarpes, paredes y precipicios entre la roca desnuda, incluso casi a la misma latitud: es la Penya Migjorn en la Sierra de La Penya Roja. Se puede decir que pertenece a la misma formación de la Sierra de La Carrasqueta, pero girando hacia el sur desde su parte suroeste. Delante de esta escarpada y rocosa sierra, la famosa población de Jijona. Desde las inmediaciones de esta población se sube a esta interesante montaña. Detrás de éste, hacia el oeste un puntiagudo pico nos llamará la atención entre otros, es el Maigmó, alejado y empequeñecido por la lejanía, pero singular y reconocible. Al sur, y en días claros, se vislumbra la costa alicantina hasta Guardamar. Impresionante.
Hacia el norte tenemos otra impresionante cima con una pared cuadrada y vertical en forma de un gigantesco cubo, la mitad de un cubo. Arriba de la misma hay una caseta y un camino llega hasta dicha cima. Al sur toda la costa de l’Alacantí y parte de la Marina Baja, incluso el Bajo Vinalopó y la Vega Baja si hace un buen día y seguimos los recortes de la costa hacia el suroeste. Impresionantes y magníficas las vistas. Al ser una montaña relativamente tan alta tan cerca del mar y distanciada de otras montañas de altura similar, el campo visual es amplio, completo y magnífico. Precioso.
Desde esta cima podemos visitar las otras dos cumbres nombradas anteriormente: la del sur, más cercana como si bajáramos hacia el mar, y la del norte, en la parte de atrás a la subida al pico. En una ocasión visité dicha cumbre; la llaman Penya de l’Home. No os recomiendo buscar una bajada entre las dos cimas hacia el oeste… ¡Al final no hay camino, no existe senda ni bajada! La cima del sur la podemos hacer aprovechando que bajamos de aquí, la cima más alta, ya que hay que desandar el camino realizado hasta el colladito. Y una vez en el colladito, seguir la cresta, la loma rocosa y algo de vegetación hacia el sur hasta su parte más alta. Merece la pena visitarla al menos una vez en la vida. Las vistas hacía la costa desde aquí son impresionantes y magníficas.
El nombre de Cabezón del Oro o Cabeçó d’Or, en un valenciano antiguo y deformado, viene por la creencia de la existencia de unas antiguas minas de oro. Otras leyendas hablan de algún tesoro que algún caudillo moro escondió para cuando volviera de su expulsión en la reconquista, pero que no regresó.
La bajada la haremos desandando la senda de subida hasta la Casa del Polzet. Aquí, para los que no hayan tenido suficiente, pueden seguir hacia el sur, bajando al Plá del Cabeçó, subiendo a las Cuevas de Canelobre y luego al coche; siguiendo el P.R. como viene en el mapa. Existe un curioso paso de roca como si cruzáramos una cresta de roca de un lado al otro en las vertientes de la sierra. Es emocionante y curioso. Los que sí, pueden desandar la senda buscando el Racó de La Seva y luego por la pista al coche. Pero una vez llegados al collado arriba del Racó de La Seva, buscábamos los pedregales, canchales que bajan por el fondo del barranco, el mismo barranco que baja de las paredes oeste de la misma cima del Cabeçó d’Or. Al principio la bajada es escarpada, resbaladiza por la vertical pendiente y la tierrecilla con chinas y polvo, pero más abajo se acumulan las piedras del pedregal y la inclinación no es tanta como más arriba. Como en cualquier pedregal, la bajada es divertida y rápida. El pedregal deriva en una senda que baja paralela al fondo del barranquito, o incluso por el fondo del mismo en ocasiones. Pero al final acaba en el comienzo de la senda o camino que nace en el cruce aquel de amplios caminos, uno de ellos, por el que bajábamos desde la “casa del suizo” hasta la entrada a este Racó de La Seva. Hemos observado en la bajada por el comienzo de este barranco, una especie de puerta de una supuesta casa incrustada en un nicho, en una cueva en la asombrosa pared exuberante de vegetación; las paredes de la casa son enredaderas que inundan la pared de la montaña, que mira al norte y guarda la humedad el suficiente tiempo para que crezca una vegetación exclusiva.
Una vez de nuevo en el camino, solo tenemos que desandar lo caminado. Ahora hacia el sur el camino sube hasta la “casa del suizo”, paralelo a los perfiles y paredes de la sierra. Y realizando el mismo recorrido pero al revés, llegamos al parking, ese espacio junto a la carreterilla donde se puede dejar el coche. De esta manera acabamos una actividad y ruta por una de las sierras o montañas más emblemáticas de la provincia de Alicante; muy querida y visitada por los mismos montañeros y excursionistas de Alicante. Una montaña espectacular por sus formas roquedas tan erosionadas y características que le dan un aspecto agreste, vertical, majestuoso, llena de paredes, agujas, nichos, cuevas, farallones… todo gracias a la erosión kárstica que en esta sierra es tan acentuada. Una auténtica representación de geología, historia y Naturaleza. Única.
Vale la pena más de una visita a esta bella y espectacular sierra. Espero que os guste tanto como a mí.
Texto sacado de la actividad Conoce Las Montañas de Alicante y Entorno realizada en el año 2.007 con el Centro Excursionista Almoradí:
-CABEÇÓ D’OR:
¡¡Qué decir de esta preciosa montaña!! Sobre las faldas de Busot y cogiendo la carretera que llega a las famosas Cuevas de Canalobre; emprendemos una marcha hacia una sierra espectacular de barrancos, vegetación, paisajes e historia. La preferida por los alicantinos es “torre vigía” y “faro” entre La Marina y l’Alacantí, ente Alicante y Benidorm.
Como era cerca de las fiestas de Navidad y el tiempo era frío, gris y lluvioso era pródigo el sacar alguna botellita de sidra y algún mantecao para celebraciones y despedidas de años montañeros… ¡¡Que mejor sierra que ésta!! Aunque en un principio pretendíamos subir Els Plans de la Sierra de La Carrasqueta desde Torremanzanas, el tiempo allí era mucho peor, con lo que decidimos acercarnos a Busot y su, siempre inigualable sierra.
Muchos fuimos los que llegamos a sus 1.208 mts. de altura, y todos los que bebimos y comimos a su salud y a la nuestra; rodeados de verdaderos compañeros, felices y alegres que te encienden esa chispa para avivar el fuego del cariño de tu corazón.
Espero teneros para las próximas salidas y disfrutar juntos de las siguientes nuevas o viejas montañas.