La gente se va despertando en la habitación a medida que pasan las horas de la madrugada. Nosotros nos levantaremos los últimos pensando que la etapa de hoy es corta y que ayer llegamos demasiado tarde y es mejor descansar más. Una pareja se levanta sin miramientos en sus “ruidos personales” a pesar de llevar tapones, sus estruendosos pedos resuenan en mis tímpanos.
Nos quedamos solos en la habitación. Sale el sol. El día es magnífico de nuevo. Fotos al paisaje. Fotos en la habitación. Bajamos a desayunar cuando todo el mundo sale. El comedor es muy amplio y está pulcro. El agua de la montaña no es potable y o compras una botella de agua por 12 € o te llenas la cantimplora de té (1 litro por persona): en este refugio como en el que vamos a ir hoy, en el desayuno ponen una gran garrafa preparada con té caliente, y los montañeros se llenan sus cantimploras para la actividad del día. Nosotros hacemos lo mismo: llenar las cantimploras de té… al final no me gustará mucho tanto té. Luis intenta llenar otra botellita, pero no cuela, le dicen que él ya ha llenado su cantimplora con el té. Pero mejor así, porque al llegar al Refugio de Finsteraarhorn Luis me pidió alguna pastilla de Fortasec (los llevo siempre desde la Expedición a Ecuador), y yo me tomé otra (por si acaso) … notamos que el intestino no iba demasiado bien.
El refugio parece un palacete en la alta montaña. No solamente por las vistas, si no por su construcción, limpieza, amplitud… con terracita y todo… la verdad es que al final comprobamos que casi todos los refugios suizos tenían su terracita. Las vistas son impresionantes, únicas: el Glaciar Aletsch y los cuatro miles que lo rodean es la nota predominante. Precioso.
Nuestro objetivo de hoy es llegar al Refugio de Finsteraarhorn. Nos dicen que solo son 4 horas, pero ya no me lo creo.
Salimos del refugio por el lado contrario al que hemos entrado, y de repente bajo nuestros pies aparece una larga, larga, larguísima escalera metálica que desde el mismo refugio te deja en la morrena pegada al glaciar justo en la esquina de la montaña, algo más mirando al norte… si anoche hubiéramos seguido andando por la terrible morrena, al final la hubiéramos encontrado.
Son las 9 de la mañana cuando salimos del Refugio Konkordia. Ya estamos en la morrena o mejor dicho el glaciar. Ahora debemos girar hacia la derecha y este en busca del collado Grünhornlücke, dejando justo a nuestra espalda el gigantesco cruce y unión de glaciares que es Konkordia.
De nuevo solos por el glaciar, aunque a lo lejos hemos visto a 3 montañeros que suben por el mismo. Les observamos para saber por dónde ir. Este camino por el glaciar no tiene secretos ni tantos entresijos; el guarda del Refugio de Konkordia nos ha explicado por donde cruzarlo (por la izquierda acercándonos a un espolón rocoso y después recto para arriba. La bajada al otro lado también es por la izquierda evitando las grietas del centro y de otra ladera) … parece fácil.
De nuevo el día increíble. Muy bueno, sin nubes amenazadoras. Perfecto. Las vistas hacia atrás, hacia nuestra espalda por la subida de este glaciar hacia Grünhornlücke son increíbles: a medida que cogemos altura la zona de Konkordia, las laderas de las altas montañas que la rodean, incluyendo la del Aletschhorn.
La subida es paulatina pero fácil. Me adelanto a Luis y Olga y al cabo de pocas horas llego al collado, 3.279 mts. Son las 11,45 horas. Nos han dicho que este recorrido se hace en 4 o 5 horas (como he señalado antes) como mucho. No me lo creo. Ya llevamos 3. También es verdad que la costumbre y facilidad de andar por glaciares, hielos alpinos, no nos es dada.
Tomamos algo en el collado. Nos asomamos al otro lado y lo primero que nos sorprende son las vistas del pico que queremos afrontar entre mañana y pasado: es especialmente agreste, precioso, altivo, sobresaliente, bastante sobresaliente desde su base en el Glaciar Fiesch. Impone. No quiero decir que es un desafío tremendo para mí, no quiero decir que puede ser muy difícil subirlo, largo, tedioso, pavoroso… pero es un pico, una montaña preciosa pero desafiante y terrorífica.
Intento imaginarme la subida después de leer varias veces el libro de los “Cuatromiles e los Alpes” de Editorial Desnivel. Veo perfectamente la ruta. Es vertical. Se cruzan 2 glaciares, el espolón de la Roca el Desayuno, y arriba el collado a más de cuatro mil sesenta metros, y la cresta; su famosa cresta… Olga ha visto videos por internet de ella. Yo solo conozco lo que viene en el citado libro de Desnivel y no la ponen extremadamente difícil. Le hago fotos con el zum como intentando acercarme a ella y poder examinarla, tocarla, asimilarla.
Realmente la primera vez que veo esta montaña desde el collado y me aseguro de que es el Finsteraarhorn por las fotos vistas en la guía y demás, me sorprende enormemente, me deja algo boquiabierto por su porte, perfil y desnivel apreciable desde su base junto al Glaciar Fiesch (entre 1.300 y 1.400 mts.). Verdaderamente la cresta final era lo que menos miedo o lo menos terrorífico de su perfil; como una pequeña pieza en un gran puzle de desafíos y dificultades. Los sentimientos eran cruzados: por un lado se veía una montaña imposible, costosa… y por otro las ganas, las intenciones, la perseverancia, la voluntad… era mejor no pensar en que nos costaría mucho subirla, llegar a su cima, porque podría derivar en el fracaso, mejor no pensar nada, dejarnos llevar y decidir en el momento preciso. Si pensamos que es difícil, será difícil. Pero es una montaña imponente, preciosa, solamente comparada con su “hermano” de enfrente al otro lado del Glaciar Fiesch y que solo veremos desde el lado del Refugio de Finsteraarhorn: el Grünhorn ¡¡Tremendos!!
Mas fotos. Dejamos el fondo de Konkordia, del impresionante Glaciar Aletsch para bajar a otro gran glaciar, no tan gigantesco (para lo que conozco) pero también espectacular y enorme, es el Glaciar Fiesch.
Comenzamos la bajada. Sin problemas. Hacia la izquierda como nos han dicho. En toda la bajada tendremos las vistas del Finsteraarhorn, con su cumbre tapada o despejada según le dé el viento. El tiempo está nublado pero no amenaza lluvia. Mejor. Así el sol no nos quemará.
Esta vez vamos sin encordar. Así es mejor para poder ir cada uno a su paso sin molestarnos. Pero peligroso si encontramos grietas.
Y es entonces cuando buscando el mejor sitio para bajar donde menos grietas hallan, que sigo adelante, paso por una zona de nieve (se diferencia por el color: nieve totalmente blanca y el hielo más oscuro, azulado, gris) y me cuelo una pierna hasta la cintura, casi las 2 piernas en una escondida grieta. Me llevo un susto tremendo. Intento salir con la otra pierna, doy un bastonazo a la nieve, pero se desprende y cae la nieve como papel de fumar. Decido doblar el cuerpo y poner la barriga en la nieve, intentando nadar, salir del agujero sin mover apenas los pies para no tirar, derrumbar más nieve y caiga a la grieta. Consigo salir y ponerme de pie asustado. Enseguida llegan, se acercan mis compañeros: “¡¡Sacad la cuerda!”.
La sensación de impotencia al no ver donde apoyarte, al comprobar que la nieve de alrededor se puede desprender, deshacer y caer tú del todo a una grieta cuyo fondo desconoces, es angustiosa, terrorífica, pavorosa… por muy pequeña que pueda ser después la grieta. Lo mejor es acostar el cuerpo y arrastrarte por la nieve para repartir el peso del cuerpo por la superficie de la nieve, y no te haga caer.
Nos encordamos igual que en el Glaciar Aletsch e intentamos bajar de este glaciar al de abajo, el de Fiesch. No quiero pasar riesgos. Intentamos pasar siempre por el hielo sin nieve, donde se vean las grietas.
Después de una pendiente empinada del glaciar llegamos a la pequeña morrena y Glaciar Fiesch. Aquí el terreno ya es más horizontal. Giramos hacia la derecha y sur por todo el lateral del Glaciar Fiesch hasta ponernos al nivel del Refugio Finsteraarhorn. El cual ya lo habíamos divisado nada más comenzar a bajar del collado Grünhornlücke… está justamente en el lugar indicado en la guía de Desnivel: bajo unas rocas-espolón sobresaliente en las faldas del mismo pico que lleva su nombre.
Llegados a un punto decidimos girar hacia la izquierda y este, y atravesar del glaciar de este lado al lado de enfrente. Si puede ser en el punto del mismo más cercano a la subida al refugio.
Cruzamos el glaciar saltando grietas pero bien, y al tiempo salimos del mismo justo bajo el refugio… pero aún hay que subir a él. La subida a estos refugios de montaña ya son una actividad, esfuerzo y desafío en si mismo. Encaramados en las paredes y escarpes de la montaña, parece imposible que se aguanten allá arriba; pero luego descubres que son enormes caserones, recios y bien guardados.
En una foto gráfica en el pasado Refugio de Konkordia, aparecía la altura del nivel del hielo del Glaciar Aletsch en comparación con la ubicación del mismo refugio. Descubrimos que hace un siglo el hielo solo estaba a menos de 50 metros del mismo (de desnivel), con lo que me imagino cuando se pensó la ubicación o construcción de estos refugios, los glaciares estaban a mucha más altura, de ahí que ahora, con el cambio climático o recalentamiento global, los glaciares hayan ido disminuyendo de volumen y masa, y hayan bajado de nivel. Con lo que ahora parece que sus ubicaciones estén casi desorbitadas comparadas con el nivel del glaciar bajo ellos. Ya que, en un principio, hace casi un siglo cuando se construyeron, el nivel del glaciar estaba casi en las puertas de éstos. Curioso.
Un hito gigante justo en una bajada de aguas, de una regata que parece venir de las mismas alturas de la montaña, te indica que vas por el buen camino. A la derecha unas señales, hitos y pinturas (marcas) te suben por la pared, espolón hasta el gran Refugio de Finsteraarhorn. Son las 14,35 horas cuando llego. Al cabo de unos minutos me sigue Luis y después Olga.
Es otra enorme y magnífica construcción igual o más lujosa que el Refugio de Konkordia. Tranquilamente nos desequipamos, cambiamos y subimos a recepción, al comedor. Hay 3 chicas y 1 guarda de más edad. Una de ellas habla algo de español y será mi interlocutora. Es muy amable y simpática. Nos ayuda mucho y nos trata muy bien. La cena es a las 6, y nuestra habitación es la número 6 del segundo piso.
Al cabo del tiempo van llegando más grupos. El refugio no se llena pero tiene vida. Nos asombra un hombre de edad bastante avanzada con su guía. Casi todos son alemanes o suizos, al menos por el idioma que hablan. Un grupo que nos adelantó en el glaciar también ha llegado. Parece que todos, después de preguntarle a la chica de recepción (a la que al final no le pregunté su nombre), quieren subir el Finsteraarhorn.
Me recorro el edificio: es grande y está limpio. Tienen un sistema en los váteres que sin echar agua después de defecar, no sube la olor (aunque veas la mierda). Es curioso. Pregunto por la meteorología mañana. Ya que al final, después de consultar con Luis, mañana subiremos o haremos el intento de pico… “¿Qué vamos a hacer en todo el día?”. Pues la chica me dice que a las “ocho menos cinco” enchufan la T.V. solo para ver el programa de El Tiempo que dan después del Telenoticias suizo. El televisor solo se encendía para eso, ver el tiempo todos los días y los pocos minutos que dura la información. Llegada la hora solo me podía fijar en los símbolos del mapa que sale y algo en los días (escritos en alemán) de los que explicaba El Tiempo. Sol y nubes, o sea, buen tiempo para subir al pico.
La habitación es como alargada con una gran ventana al final, pero las camas no son literas corridas, si no individuales a dos alturas, anchas para dejar tu mochila y pertenencias (menos los hierros que se queden abajo en una cestita como en el Refugio Konkordia). Las chicas y guarda han reconocido nuestra reserva. Creo que somos los únicos españoles en muchos días. Al final el Refugio de Finsteraarhorn es una lujosa construcción a 3.048 mts. encaramada en las faldas del pico que lleva su nombre y sobre el Glaciar Fiesch a muchos metros.
Después de merodear y acomodarnos bajamos a cenar. Antes hemos hecho fotos de las preciosas vistas que hay sobre el largo y espectacular Glaciar Fiesch y de los fascinantes picos Grünhorn, Wannenhorn, Fiescher Gabelhorn, Schönbúhlhorn… con sus hielos, crestas y espectacular perfil puntiagudo como del impresionante Grünhorn, desde la amplia terraza del refugio. Soberbio. Serán los objetivos de nuestra cámara todos los días. Antes Olga y Luis han jugado al Rummink o algo así, sentados los 3 en una de las limpias y amplias mesas del comedor.
El primer plato en la cena nos decepciona y asombra: es una sopa, agua algo coloreada con contados trozos de verdura. Nos quedamos alucinados. Críticas destructivas. El resto de la cena es aceptable. El agua debemos ir a recogerla a un caño en un extremo de la terraza; por suerte la de aquí es potable, no hay que comprar botellas de agua como en el Refugio de Konkordia.
Olga habla con nosotros: esta montaña le viene muy grande, no subirá con nosotros. Realmente después de lo acontecido estos dos días en los avances por glaciar, yo no veía a Olga preparada, pero por suerte ella se dio cuenta antes de que yo se lo dijera.
Son situaciones delicadas pero hay que ser consciente con la realidad, por el éxito del objetivo de la actividad, por nuestra seguridad, por otras razones… pero si un compañero no está preparado o no se le vé preparado para la empresa que debemos asolir, debemos hablar de ello, entrar en razón y llegar a una resolución acorde y aceptable para todos. Haciendo entender la situación a todos. Es casi obligado llegar a un acuerdo o al menos hablar para saber dónde nos metemos. Olga fue consciente, consecuente y valiente por su decisión. No todas las personas tienen cabeza para tomar estas decisiones y después nos metemos en los líos y accidentes en los que nos metemos ¡Bravo Olga!
Los desayunos son a diferentes horas, nos apuntamos al más temprano, el de las 04,30 horas, y nos levantaremos a las 04,00 para salir como muy tarde sobre las 5 de la madrugada hacia la cumbre del Finsteraarhorn. Antes preguntamos al guarda, siendo la chica la traductora, por la ascensión y cresta del pico: ninguna dificultad añadida en la subida, y en el día de hoy han hecho la cresta sin crampones… mañana no sabemos.
Y con toda esta información, cenados y preparados, nos vamos a dormir a eso de las 21,30-22. Pero no podré dormir casi nada esa noche ¿Nervios? Tengo pesadillas despierto, o son tan vívidas y reales que creo que estoy despierto, premoniciones sin serlo: veo una cresta larga, afilada, muy peligrosa y en varias ocasiones me precipito al vacío desde ella ¡¿Mal augurio?! No duermo, pero intento descansar… También puede ser la ingesta de tanto té que nos echamos a las cantimploras en el Refugio de Konkordia en el desayuno. Como no podíamos echarnos agua y las botellas valían 12 €…
Realmente podían ser nervios, pero nunca había tenido estos extraños sueños que no parecían sueños si no pasajes de una película, de una vida… me hicieron pasar miedo e incluso dudar en si subir al otro día o no. Parecía una prueba, un desafío dentro del mismo desafío de la montaña; es como si me dijeran “¿podrás subir después de ver tu propia muerte en esa cresta?” ¡Muy fuerte! Pero despierto y veo que sigo en la litera del refugio, en mitad de la noche, de la madrugada, y recuerdo que la teína en alguna ocasión me ha afectado sin dejarme dormir, y puede que con “extrañas” experiencias en ese sueño que tanto ha costado coger. Con lo que me calmo. Y sigo en mis trece, hasta que no llegue allí, no podré decidir si es factible para mi o no… si lo ha sido para otros, para tanta gente ¿Por qué no para mí?… La inconsciente sugestión ha hecho que tenga estos “sueños”, estos pensamientos… hay que ser como un juez imparcial, y solamente juzgar, decidir con las pruebas y experiencias experimentadas. Si pienso que la pesadilla se va haciendo realidad como si hubiera sido una premonición, pues marcha atrás… ¡¿es el destino, un aviso, advertencia…?! ¿O solo mi loca cabeza que intenta salir de la conciencia y la realidad? No hay preocupaciones. Mañana nos levantaremos, desayunaremos, prepararemos y comenzaremos la ascensión al Finsteraarhorn… hasta su cima o hasta donde podamos ¡¡Estamos listos!! Las pesadillas no nos harán cambiar de parecer.