Nos comentaron que esta marcha era de 1 hora. También que la de ayer eran de 4 a 5 horas, con lo que no creemos que tardemos esa hora en salir. Anoche el guarda joven miró los horarios del autobús (que nos debe de llevar de Grimselpass a Oberwald) y del tren (que nos debe de llevar de Oberwald a Fiesch). El billete comprado en el autobús nos serviría para el tren también.
Desayunamos. Un buen desayuno. Ya lo decía “mi amiga” la guarda que hablaba español en el Refugio Finsteraarhorn, que la comida no iba a ser la misma, “que sería mejor”. Y así es. Un bufete con pan, fruta, café, leche Nutella, cereales, mantequilla, pastas, zumo…
En la mesa de delante a la nuestra hay un grupo de 4 personas, 2 jóvenes y 2 mayores. Uno de los mayores era mi “compañero de ronquidos” en la habitación: un hombre cerca de los 60 años o pasados, alto y con buena planta. Nos hemos dado los buenos días al despertarnos, como si no hubiera pasado nada. Y en un rincón de la casa, mientras subimos y bajamos en el desayuno, entablamos una conversación “de montañeros” contando lo que hemos hecho cada uno. Creo que entiendo (con el poco inglés que entiendo o intento entender) que ha ido al Jungfraujoch para subir al Mönch, ha bajado y en tren ha llegado, de alguna manera, al Refugio Finsteraarhorn y había subido también este pico… no sé si en tres o cuatro días todo como mucho. Me quedo alucinado. Y pienso: esta gente, alemanes o suizos, que vive tan cerca de estas montañas, puede hacer cosas que para nosotros son tan asombrosas, pero que para ellos es lo normal ¡Increíble! ¡…y a su edad! Mi cara de asombro es un poema. Mi amigo se da cuenta de ello… también pienso que, ojalá llegue a su edad y pueda seguir subiendo estas grandes montañas, estas picudas y espectaculares cimas, como mínimo lo hace él…
Fuera el día está nublado. Mejor dicho las nubes y la niebla invaden el terreno. Después de tantos días de buen tiempo (aunque con sus típicas nubes), es normal que al 5º día comience a haber un cambio a peor tiempo.
Salimos sobre las 09,30 de la mañana cogiendo la pista asfaltada que llega al Refugio Oberaar de Grimselpass. En mitad de la espesa niebla tenemos miedo que venga algún coche y nos atropelle. Justo al salir, 3 todoterrenos alemanes que estaban “acampados” en el parking del lago, bajo el refugio, pasan de camino a Grimselpass. Luis intenta hacer autoestop pero no lo paran. Se indigna.
A los pocos pasos vemos un poste indicador que nos hará salir de la pista asfaltada y coger una senda hacia Grimselpass. Al final y según el mapa, esta senda dará algo más de vuelta (o no) pero así no tenemos el peligro de ser atropellados.
La senda sube y circunda una loma dejando la ladera de subida a la izquierda. Al poco tiempo la senda se convierte en camino, dejando entre la niebla una especie de casa o refugio a la derecha. Hay marcas muy bien señaladas con pintura blanca, roja, blanca que nos dicen por dónde hay que ir. Todo esto con una niebla que no nos deja ver el paisaje. Olga se quejaba de ello. Y yo le respondía que menos mal que la niebla la hemos tenido en esta última etapa y no por allá arriba que nos hubiera perdido. Ya eran muchos días seguidos de buen tiempo.
De repente de entre la niebla aparece una especie de superficie oscura que en un principio confundo con un precipicio… Pero no, a medida que se va disipando la niebla aparece ante nosotros una extensión de agua calmada bajo las nubes. Estamos en las orillas del lago Triebtenseeroli.
Rodeamos el laguito por su parte norte pasando por unas presas mientras un rebaño de ovejitas nos mira con atención. Al otro lado del laguito subiendo pocos pasos llegamos a otro poste indicador: es un cruce de recorridos, desde aquí podemos subir al pico Sidelhorn. Pero nosotros seguimos recto hacia el este por en medio de la niebla en busca de Grimselpass.
La senda parece querer rodear la montaña por su lado norte. Es una pena que no podamos ver el paisaje. Olga ya estaba pidiendo de hacer alguna marcha por “verde” y ver algún lago.
Al cabo de un tiempo la niebla comienza a dejarnos caer una fina llovizna casi imperceptible, un “chiri miri”, y a la vez la senda baja con un zigzag de repente en busca de zonas más bajas.
Oímos sonidos de coches, motores, motos… hasta una inusual y cómica bocina de algún vehículo, muy llamativa (después descubriremos que es el pito del autobús de línea que avisa en las curvas y revueltas de que invadía el carril contrario) ¡Tenemos que estar cerca!
La escabrosa senda bien marcada acaba de nuevo en la pista asfaltada que dejamos en Oberaar. Aquí solo tenemos que girar a la derecha y en pocos metros llegamos al alto puerto de Grimselpass.
Nuestra simpática amiga guarda del Refugio Finsteraarhorn no sabía pronunciar, describir este sitio… “un collado” resultó decir, donde hay una parada de autobús. Al final comprobamos que es una pequeña localidad en lo alto de un Puerto de Montaña de carretera: Grimselpass. Seguramente aquel pasado año del 2.005 tuvimos que pasar por aquí para ir de Täsch a Grindelwald.
Ya estamos en la civilización: coches, bares, parkings, parada de autobuses… buscamos la parada de autobús de línea que nos llevará a Oberwald. Seguimos unos metros la carretera a la derecha y abajo. A la izquierda queda un bar-restaurante y seguida la parada de autobuses de La Poste. Éste es el autobús de línea.
Olga se había metido en el bar como una desesperada preguntando por la parada de autobús o para pedir, comprar tabaco. Hemos llegado a Grimselpass a las 11,40 horas y al autobús saldría puntual a las 12,04 horas (pero llegará 10 minutos antes).
Unos 20 FS nos cuesta a cada uno el billete a Fiesch, de tren y autobús (no es muy barato tampoco el transporte público). No hay mucha gente en el autobús. Hay una pareja de edad que veranea en España y sabe español. Habla con Olga la mujer. El autobús baja por la carretera dejando a Grimselpass arriba junto con las nubes y nieblas, y de repente se abre, se descubre el paisaje: una carretera encaramada a la montaña, incrustada a los precipicios del valle que baja con decenas de curvas cerradas en un zigzag imposible e interminable. Bajamos mucha altura en poco tiempo. Y en cada curva cerrada ese simpático y característico sonido de su bocina.
Poco antes de llegar a Oberwald el conductor ralentiza el autobús en una fácil recta. “Marmota a la izquierda” ¡Qué simpático! Y por fin llegamos a Oberwald, casi en las puertas de la Estación de Tren.
Desde las alturas del autobús hemos descubierto un tren de época que cruza por las vías del tren como para el turismo: con una locomotora de vapor y sus vagones de madera. Precioso y auténtico.
Pues justamente este tren está apeado en una vía de la estación de Oberwald. Mientras esperamos nuestro tren en la vía 4, nos acercamos a fotografiar y admirar este antiguo, viejo pero muy bien conservado tren de época. La máquina locomotora de vapor es auténtica, genial… la de engranajes, tubos, cables e historias que tiene en el panel de mando, de conducción.
No somos muchos los que subimos al tren dirección Visp, Brig. Recorremos verdes y preciosos lugares del valle que desde Grimselpass llega a Visp, (la población al final del valle es Brig, Visp está más adentrado en el valle del Valais, y es la población en la que encuentras el cruce hacia Zermatt, Täsch… pero el tren pasa también por Visp después de dejar Brig, viniendo de Grimselpass). Nuestro vagón está vacío. Solo estamos nosotros 3 ¡Que raro! Pasa el revisor y nos dice que estamos en 1º clase. Nos cambiamos a otro vagón contiguo. Que diferencia. Hay tres personas más. Uno de ellos es un joven que habla español y parece español, viaja con un hombre de más edad con el que habla en alemán o suizo. No nos hace ni caso, ni pregunta ni se interesa… como si no quisiera saber nada de España o de los españoles…
Llegamos a Fiesch sobre las 2 del mediodía. La estación queda en la parte alta del núcleo central del pueblo. A pesar de que la vía pasa muy cerca del camping.
Volvemos al camping Eggishorn. Hemos decidido coger el coche y acercarnos al camping de Täsch para mañana visitar Zermatt. Luis y Olga quieren descubrir y si puede ser visitar la ciudad del Matterhorn, del Cervino. Pero antes comeremos junto al Ford C-Max, mientras guardamos el equipo y ropa de alta montaña y rescatamos la ropa y material “de andar por la calle”.
Antes de comer decido ir a recepción a que me devuelvan la noche que he pagado de más de coche en el camping. Hemos pagado 5 noches pero el coche ha estado 4 noches… entre que mi inglés es nefasto, una de las chicas del camping sabe algo de inglés, la otra solo el “suizo” … no hay entendimiento o se hacen las tontas. Llaman a una tercera persona por teléfono que sabe inglés (por teléfono sin gestos, no es lo mismo). No hay entendimiento. Me tienen una hora sin comer para nada… Indignante la actitud de estas chicas, del Camping Eggishorn, que para mí se hacían las tontas con cara de no saber que digo. Pero a la hora de cobrar y negociar sí que sabían lo que se hacían. Ha sido el único punto discordante en la actividad. Se notaba que lo primero era atender a sus clientes habituales aunque hayan llegado después que yo, que a mí con mi “actitud justiciera y follonera”. Paso del tema. Al menos espero que la chica me haga el “perrito caliente” que le he pedido desde el principio (después de satisfacer peticiones de otros clientes llegados después). Mi cara de indignación clava su mirada en los ojos abiertos y atónitos de la chica… ya no quiero saber más de ellos. En definitiva es un lugar al que le puedas pedir pocas cosas… a menos que seas suizo, alemán… Me consuela que el pagar 5 noches en el camping la estancia del coche, es más barato que 4 noches en el parking del telecabina.
Y por fin a eso de las 4 de la tarde cogemos carretera para salir del simpático valle de Fiesch y de todas sus aldeítas para acercarnos al Mattertal, el valle de Täsch y Zermatt.
Llegamos al camping de Täsch que casi no recordaba donde estaba (pasada la estación de tren y casi saliendo del pueblo hacia Zermatt, a la derecha, por un puentecito que cruza el río y cruzando la vía centímetros antes) ¡Qué recuerdos! Veo que la casita donde estuvimos la última vez en el 2.005 está vacía. Le pedimos a una chica muy simpática de recepción que nos la deje a los 3. Hacemos cálculos y sale más barato quedarse en la casita que plantar 2 tiendas. No hay problema. Lo único es que si alguien viene y quiere dormir allí, hay que dejarle sitio. Son 8 plazas y nosotros ocuparemos 3.
En la casita de al lado (la que está más cerca de recepción) hay un suizo (o alemán) solitario. Luis entabla amistad o conversación con él. Incluso le llega a decir que al día siguiente quería subir a un sitio, por si se quería ir con él. Las caravanas entran y salen del camping. Hay muchos españoles. Es un camping bien conocido por los españoles. Pero no vemos al “gallego”. Aquel hombre algo mayor dueño o responsable del camping con el que estuvimos hablando en el 2.005. “Gallego” porque era nacido en Galicia. Sabía hablar perfectamente el castellano.
Por la tarde, después de colocar ropa, comida y pertenencias en la casita, sacar la tienda para que se seque colgada de las paredes y balcón… Olga y Luis juegan al ping pong mientras yo voy escribiendo lo retrasado del viaje. Una niña llamada Iraty de padres madrileños se acerca a ver si les deja jugar con ellos.
Por la noche buscamos un sitio en el pueblo para cenar y tomar una copa. Hay que celebrar el éxito del viaje, de la expedición. Damos una vuelta por el pueblo buscando algún bar o restaurante. Como dice Olga parece que el pueblo está muerto, “todos están en Zermatt” le digo. Al final acabamos en un restaurante de “comida rápida” de kebabs y esas cosas enfrente de la carretera. El primer sitio que visitamos al salir. En frente y haciendo esquina una pizzería en la que acabaremos tomando la última copa de la noche, “a esta invito yo”.
Celebramos el éxito de la actividad, de lo vivido y experimentado, por la grandeza de estas montañas y sus glaciares, por el buen tiempo que nos ha hecho y que seguirá haciendo mañana. Y de aquí a dormir. Nada de juerga en el camping como la última vez en el 2.005. Mañana toca visitar Zermatt, el pueblo del Matterhorn, el Cervino.