Este pasado septiembre ya quería subir la Tossa d’Alp, un pico legendario, mítico, faro entre la hermosa Sierra del Cadí y el macizo del Pirineo más oriental, con el Puigmal a la cabeza. También muy famoso y visitado, no por las veces que se corona su cima, si no por sus laderas, llenas de las pistas de esquí de La Masella y La Molina.
Pero esta vez en lugar de subir por la transitada y abarrotada cara norte (aunque más nevada), quería subir desde el Coll de Pal; un collado entre la misma Tossa d’Alp a la izquierda y el Puigllançada a la derecha (si la miras desde el sur). Fue en aquella salida en la que subimos al Puigllançada desde el Coll de La Creueta, donde me dijeron y enseñaron, desde la misma cumbre del Puigllançada, la otra subida a este pico, y la subida por las largas laderas surestes, este, de la Tossa d’Alp.
Antes de que llegara Navidad, las vacaciones e inactividad montañera, decido quedar con mi buena amiga y montañera Zaida. El recorrido sería sencillo de seguir: en lugar de llegar al mismo Coll de Pal, quería dejar el coche algo más abajo y comenzar la ruta desde otro punto para que la aproximación fuera más entretenida, ya que una vez en Coll de Pal la subida al Puigllançada son poco más de 300 metros, 45 minutos… otra cosa sería la Tossa d’Alp, más alta y alejada su cima desde este Coll de Pal.
Entonces el pasado sábado 16 de diciembre quedé con Zaida en las afueras de Bagá, justo la última población antes de entrar en el Túnel del Cadí; y cogimos la única carreterilla que sale justo desde la parte norte de Bagá, pasando por debajo de los altos pilares de la carretera que entra en el Túnel del Cadí, se dirige al alto Coll de Pal después de unos cuantos kilómetros, curvas, por una carreterilla de montaña. Pero antes de llegar al nombrado Coll de Pal nos encontramos una curiosa, solitaria y recia construcción en una especie de espacio abierto a la derecha y una carreterilla, camino que llega hasta ella (pocos metros), después de una barrera: es el Refugio de Coll de Pal, una “casa de colonias” que parece solo abre en verano. Grande, alta y voluminosa, no tiene pérdida. Dejamos el coche aquí. Estamos a 1.925 mts. Y la ruta o recorrido comienza a partir de las cercanías de este refugio.
El día es muy soleado, algo frio, frío, pero con sol y ninguna nube. Hace algo de viento, preludio de lo que vendrá. Las vistas desde aquí hacia el sur, hacia los “llanos de Cataluña”, son espectaculares y muy amplias… se distingue el Montseny entre neblinas y el ondulado terreno entre la Osona, el Bagés…
Seguiremos el caminito que baja al refugio y antes de llegar a él, cruzando una cadena, otro camino a la izquierda, que sale en busca del Puigllançada y parece marcada por pinturas de G.R. Seguiremos por aquí. Hay algo de nieve, y mientras caminamos y avanzamos por el camino sin dejar las marcas del G.R., aparece delante de nosotros una ondulada y alta loma nevada, blanca, como si fuera al suave lomo de un animal gigantesco. Es el Puigllançada.
Nos encontramos con cervatillos, ciervos, solos por estos fríos lares, bajo un sol brillante con casi ninguna nube alta, que no llega a calentar en este final de otoño. Al poco tiempo el camino gira a la izquierda como queriéndose meter entre las montañas, junto a un barranco. Cruce de recorridos G.R., nosotros seguimos montaña adentro sin girar a la derecha. Y así subimos por una sendilla hasta la carretera, y por la carretera a pocos pasos hasta el mismo cartel del Coll de Pal. Según el cartel estamos a 2.070 mts., pero según el Alpina 2.104 mts.
Hace frio y comienza a enfurecerse el viento. Hay algunos coches de montañeros que se han querido ahorrar este bonito y corto recorrido para subir el Puigllançada o la Tossa d’Alp; que desde aquí nos queda cada una a cada lado: a la derecha según llegamos queda el Puigllançada y a la izquierda las lomas de la Tossa d’Alp. Hay bastante nieve, todas las lomas cubiertas por el blanco meteoro, pero con este viento ya prevemos que el terreno quedará ventado con poca nieve, en pocos días. Pero el viento arrecia, y arrecia mientras subimos decididos por la loma de la derecha en busca de la cima del Puigllançada.
No hay perdida, es sencillamente subir toda la loma hasta la cima o lo más alto de ella, que es justamente la cumbre del Puigllançada a 2.408 mts. Zaida sube sin echar la mirada atrás, rápida entre el fuerte viento, entre el intenso Torb; yo me retraso haciendo fotos, a la subida, a nuestra espalda, toda la loma y perfiles de la extensa montaña que es la Tossa d’Alp. Me impresiona su amplitud y extensión, toda blanca y sobresaliente, la loma del Puigllançada no lo es tanto.
Llegamos a la cima; antes Zaida, que busca abrigarse como sea, el frio se le ha metido en los huesos, es muy intenso acompañado con la fuerza del viento insoportable. Hago alguna selfie de cima, y algunas otras fotos a las montañas que nos rodean, sobre todo a la cercana Tossa d’Alp a un lado, por el lado que hemos subido, y el nevado macizo del Puigmal al otro lado, magnífico. Pero el frio y el viento no nos deja estar mucho tiempo para disfrutar de la cima y enseguida decidimos bajar corriendo, Zaida delante y yo más atrás siguiéndola.
Hemos tardado 45 minutos en llegar al Coll de Pal y otros 45 minutos en subir al Puigllançada. La idea era subir después a la Tossa d’Alp, pero con este viento y frio Zaida decide no subir y bajar al coche para abrigarse y quitarse el intenso frio que se le ha metido en el cuerpo. Yo la acompaño sin subir a la Tossa y dejarla para otro día. Desandamos el camino. En el Coll de Pal el viento es fortísimo y el frio es también proporcionalmente intenso. No nos paramos. Desandamos el camino, primero parte de la carretera, después senda y luego el camino que nos devuelve hasta las cercanías del Refugio del Coll de Pal. El viento y su fuerza también baja con nosotros y collado abajo, las fotos por el estrecho barranco con la nieve volando y la sensación del viento capturada.
Llegamos al coche. Después de entrar en calor visitamos el cercano Mirador dels Orris para admirar las vistas hacia las salvajes pendientes sur del Moixeró y la espléndida Sierra del Cadí. Fotos y miradas hacia las montañas indómitas. Después un aperitivo en un extraño bar de Bagá, acabamos la actividad de hoy con otro “encontronazo” con el increíble y huracanado Torb. Es el Pirineo del Viento.
Una semana después, el viernes 22 con mi amigo Josep Gallemí volvemos a acercarnos al Refugio del Coll de Pal para realizar el mismo camino realizado hace 6 días con Zaida hasta el mismo Coll de Pal. Esta vez para subir a la Tossa d’Alp, pendiente de conquistar.
Hay menos nieve. El Torb de hace una semana, como preveíamos, se la ha llevado casi toda. La loma del Puigllançada está medio pelada y ofrece otra imagen menos alpina pero aún así característica. Llegados a Coll de Pal encontramos el camino o senda marcada entre la nieve más deshecha, fundida, que hace 6 días; a la izquierda, con cartelitos señalizadores que nos indican por dónde ir. Estaba claro, loma arriba buscando lo más alto que veíamos, primero hacia el oeste girando a los pocos pasos hacia el norte en busca de los peñascos más altos.
El día es soleado con nubes altas de viento que tienen forma de platillo volante o de lenteja en ocasiones, síntoma del fuerte viento que sopla en altura, pero nada comparado con la última visita al Puigllançada hace 6 días. La nieve no es demasiado abundante, según el rincón de la ladera, pero el frio es intenso, proporcional al viento.
Llegamos a una altura donde un corrillo de piedras a modo de vivac llama la atención de Josep. Al fondo descubrimos los altos y nevados picos del macizo del Pirineo Oriental con el Puigmal encabezándolo algo a la derecha, mirando hacia el este, noreste. Precioso.
Seguimos ahora lo más alto del cordal cimero. Desde el vivac hasta la parte más alta que estamos subiendo, cuya cima nos impide ver el resto de la montaña. A los pocos pasos de subida nos damos cuenta de que estamos en un piquito algo alejado de la cima más alta de La Tossa d’Alp: es el Cap del Serrat Gran, de 2.402 mts. desde aquí ya observamos claramente lo que nos queda de recorrido y toda la barrera alargada y alta que forma la cima de la Tossa d’Alp. Realmente es una montaña extensa y amplia, con rincones y alturas, contrariamente a lo sencillo de los perfiles del Puigllançada: una loma ondulada…
Ahora debemos bajar hasta un collado, hasta la Collada Baixa siguiendo una senda marcada en la nieve, y desde aquí ya nos enlaza hasta la amplia cumbre de la Tossa d’Alp dividida en pequeños piquitos o puntas: la de más a la derecha es el Puig de Comabella, y la más a la izquierda es la propia cima de la Tossa con la inconfundible figura de la construcción del Refugio Niu de l’Àliga casi mirando hacia el sur. Parece que todo está lejos desde aquí, pero es una falsa impresión, enseguida llegamos a la ondulada Collada Baixa a 2.347 mts. y de aquí, siguiendo el cordal cimero y las huellas de otros que han subido o bajado por este lado de la montaña, descubriendo algunas marcas de G.R. incluso, subimos hacia el Puig de Comabella.
Pasamos junto a la indiferente cima del Puig de Comabella, que visitaremos o pisaremos con más precisión a la vuelta. Ya estamos a 2.436 mts., y desde aquí observamos toda la amplia y enorme cima de esta montaña, casi llana, con pocas y onduladas lomas, ahora sí, cubiertas de abundante nieve, según la zona, o con dura nieve helada, según otras zonas más ventadas y cimeras, le caracteriza. Desde aquí volvemos a girar hacia la izquierda, dejamos el norte, noroeste para seguir toda la cima hacia el oeste. Al fondo de esta amplia, ancha y enorme cima veo la curiosa construcción del Refugio Niu de l’Àliga, y junto a ella, inapreciable, entre el refugio y otra pequeña construcción con una antena más a la derecha, la cima de la Tossa d’Alp.
Sorteando bien abrigados bajo las altas nubes nada amenazadoras pero que no dejan calentar ni pasar muchos rayos del sol, las protecciones, redes de la próxima estación de esquí, llegamos hasta las últimas fáciles lomas nevadas y frías entre el refugio, la cima y un remonte más a la derecha aún que la antena, llegamos al solitario pilón o eje geodésico punto que indica lo más alto de la Tossa d’Alp, 2.537 mts.
Nos hacemos fotos, videos. Admiramos las vistas: hacia el oeste el seguimiento de la muralla o barrera que cierra el amplio valle de La Cerdanya por el sur: sigue con la Sierra de Moixeró, como allá abajo, destacando las Penyes Altes de Moixeró, le sigue la preciosa y alpina Sierra del Cadí, voluptuosa, escarpada y muy nevada, como solitaria su larga cima del resto de montañas, auténtica y hermosa. Más la izquierda, como mirando al suroeste, el enérgico e inconfundible Pedraforca, con su lado norte, noreste mirándonos y desfigurando la imagen común que tenemos de esta montaña, pero distinguiendo el canchal, torrentera de bajada de la “forcanada” y las dos cimas, las dos agujas, una alargada y la otra como tal… detrás la Serra del Verd, también muy nevada junto donde se encuentra la estación de esquí del Port del Comte, a la izquierda del Pedraforca la abrupta y original Serra d’Ensijá, todas muy nevadas y reconocibles.
Pero mirando hacia el noroeste las montañas, que no distingo o diferencio, que hacen frontera con Andorra y cierran el nombrado valle de La Cerdanya por el norte, noroeste. Después de admirar y deleitarnos con las vistas, fotos y celebración, decidimos entrar en el Refugio Niu de l’Àliga a pocos pasos de la cima, del pilón, para tomar algo, comer o almorzar, y visitar, conocer sus estancias. Grande y acogedor. No nos entran las ganas de salir al frio de la intemperie. Entran algunos skaters o esquiadores. Se llega fácil desde los remontes o pistas de la estación de esquí.
Las vistas desde la terraza del refugio hacia el sur, al otro lado de la amplia llanura con niebla, sigue siendo impresionante: destaco con el zum de la Canon la inigualable y reconocible, así como fantástica y espectacular Montserrat. De nuevo me paro en las formas del Montseny, con los dos macizos más altos separados y reconocibles, entre el Matagalls y Les Agudes. El Puigmal aparece ya cubierto, las nubes han acabado por invadirlo y hacerlo desaparecer a nuestra vista… pero el paisaje nevado del Pirineo y las lejanas, altas sierras costeras recortadas en un horizonte desfigurado entre las neblinas y lontananza, es fantástico.
Debemos de volver y bajar ya. Las nubes son más espesas y hacen formas curiosas, casi fantásticas. La vuelta es desandar el camino recorrido. No hay pérdida. Tampoco nos hemos encontrado a nadie mientras subíamos o bajábamos, solo a un despistado raquetista que nos hizo las fotos de cima en la cumbre.
Llegando a la Collada Baixa después de bajar de las pendientes del Puig de Comabella, Josep busca otra senda que pasa a más baja altura por el lado derecho para no tener que subir el Cap del Serrat Gran de nuevo, pero no encontramos el enlace y ni nos preocupamos en perder más el tiempo y decidimos de nuevo subir los pocos metros hasta la cima del nombrado pico. Pero esta vez en lugar de seguir nuestro camino por la parte más alta de esta cima, seguiremos la huella ya hecha que parece intenta evitar el subir de más.
Y así es, la huella seguida nos deja enseguida en la loma de bajada del Cap del Serrat Gran hacia el Coll de Pal con el giro ahora al revés que al inicio de la marcha. Dejamos la huella y las hacemos nosotros recorriéndonos las resbaladizas laderas entre la hierba, matorrales y nieve mezcladas y ocultas.
Una vez llegados al Coll de Pal seguimos desandando el camino hasta el coche aparcado cerca del Refugio de Coll de Pal. Igual que hicimos hace 6 días, por el mismo camino y recorrido. No hay pérdida. Son recorridos lineales, nada circulares, la ascensión y descenso es por el mismo sitio. Y ya junto al Refugio de Coll de Pal Josep curiosea junto a las paredes del refugio… “Es una casa de colonies”, y sin visitar el extraño bar de Bagá dejamos el Prepirineo con el orgullo y satisfacción de haber podido subir una de las emblemáticas montañas de la barrera sur del famoso valle de La Cerdanya, con una subida curiosa, invernal y fantástica… ahora solo queda visitar al mítico Cadí.
Recorrido circular.
Después de hacer algunas visitas a estas montañas, el pasado sábado 7 de julio del 2.018, decidí pasarme en verano sin nieve, para hacer un recorrido algo más largo y a la vez circular. Subir los dos picos: Puigllançada y la Tosa d’Alp pero intentando no tener que desandar el recorrido.
Para comenzar, mientras salimos de las inmediaciones del Refugio de Coll de Pal en dirección al mismo Coll de Pal, una vez llegados al torrente de agua que baja del mismo, descubro unas sendas o caminos de cabras, de ganado, que pasa por una especie de llano al otro lado del torrente, bajo las inclinadas vertientes de la misma mole del Puigllançada. Es el Pla de Gavarrós. Antes de aventurarme miro en casa el mapa de Alpina que también llevo encima, para comprobar si efectivamente hay recorrido, hay senda en esta parte de la montaña que me lleve al otro lado o a la misma cima. De todas formas si no lo hubiera ya acabaría yo el recorrido monte a través.
Al otro lado está el llamado Plá de Rus que queda entre una montañita a la que llaman Tossal de Rus y el mismo Puigllançada, al este del Puigllançada, o sea, justo al otro lado de Coll de Pal. Por aquí ya he pasado; descrito en Puigllançada desde el Coll de la Creueta. Con lo que al final decido salirme del recorrido habitual al Coll de Pal, cruzar el torrente y seguir estas sendas, estos recorridos que circundan por el sur la mole de Puigllançada.
No tiene gran complicación y a la vez el recorrido es extraordinario por sus vistas y soledad, nadie o casi nadie pasa por aquí, de vez en cuando descubro algunas huellas de pisadas en el barro de la senda, pero poco más. Eso sí, te puedes encontrar con varios rebaños de isards, como me he encontrado yo cada vez que he pasado por aquí. Una vez subes por esta senda y has cruzado el llano (falso llano) justo al otro lado del torrente (Pla de Gavarrós), debes de buscar y subir por la senda que más alto vaya. Ya que ahora toca cruzar la parte más escarpada de esta vertiente y a la vez ir dando la vuelta poco a poco a la montaña. Las vistas a la derecha, hacia el sur y sureste, son impresionantes. Es un gran mirador del Pirineo.
La senda ya observamos que gira cuando, poco a poco vamos viendo el nombrado Tossal de Rus con su peculiar pendiente escalonada en terrazas, que aún no he descubierto por qué es así. Ahora la senda deja de ir en dirección este para girar a noreste y norte. A nuestra derecha queda un llanito, una vaguada entre la nombrada montaña y las laderas (ahora este) del Puigllançada, es el Pla de Rus, una geografía suave, verde; un rincón con algo de encanto.
Llega un momento que la senda se pierde, se acaba, no sé si baja al Pla de Rus o intenta subir a la montaña; el caso es que aquí decido yo: rodeo mientras subo poco a poco, la ladera como si quisiera internarme en un barranco que baja de la cima, pero sin meterme del todo. Y ya giro del todo montaña a través y arriba directo en dirección a la cima del Puigllançada, subiendo la empinada ladera (buscando lo mejor para los pies y el cansancio) y dejado el barranquito a la derecha sin llegar a cruzarlo.
Justo arriba de este barranquito parece que ya estamos en la cima de la montaña. Nos encontramos con carteles de coto de caza (o algo así) y una valla, de esas de uno o dos hilos de alambre. El terreno se suaviza, ya no es tan inclinado. Seguimos hasta la parte más alta y aquí giramos a la izquierda y sur, por todo el cordal cimero, lo más alto de la montaña, hasta llegar a la cima, culminada por su pilón o eje geodésico. No hay pérdida.
Una vez visitada la cima del Puigllançada (2.409 mts.), toca bajar y visitar nuestra segunda cima, la Tosa d’Alp. Aquí ya podemos seguir las indicaciones de los relatos anteriores arriba descritos. Y una vez hecha la cima de la Tosa d’Alp (2.537 mts.), haremos la misma bajada, desandando el camino hasta llegar a un cartelito que veremos justo antes de girar para dirigirnos a Coll de Pal: seguiremos recto al sur en busca de las indicaciones del Refugio de Rebost. Para volver a Coll de Pal giraríamos a la izquierda.
Pocos pasos más abajo pasaremos por un lindo lugar, verde y suave perfil en el terreno, que es el Coll de Comafloriu (2.194 mts.), aquí seguiremos la senda que poco a poco comienza a bajar y se va pegando a la vertiente de la montaña que tenemos justo enfrente, hacia la derecha; primero por unos canchales de piedras y poco a poco a medida que va bajando altura y se va internando en el vallecillo que quedaba también a la derecha, según iba bajando.
La senda está marcada como recorrido de Cavalls del Vent y baja hacia el Refugio de Rebost, pasando por el Mirador dels Orris (o no). Pero nosotros no llegaremos a tales lugares. Una vez internados en el bonito bosque, más abajo, encontramos que la senda se topa con un camino, lo seguimos a la izquierda. A la derecha iríamos al Mirador dels Orris. Poco a poco iremos girando a la izquierda como bordeando los perfiles de la montaña que, mirando hacia arriba de la senda, son escarpados y rocosos: Rocs de Canells, Rocs de La Barita.
El recorrido de Cavalls del Vent gira en el camino hacia la derecha al poco rato, dejando éste y convirtiéndose de nuevo en senda, mientras baja en busca del Refugio de Rebost. Nosotros ya no dejamos el camino, lo seguimos si bajar altura, mas bien subir algo, para pasar por la Collada de La Bòfia; dejando a nuestra espalda la zona del Refugio de Rebost y enfrente la carretera que sube a Coll de Pal y el Refugio del mismo nombre donde en las inmediaciones, tengo el coche aparcado. Hemos dejado de ir en dirección oeste, suroeste, para girar hacia el este en busca del Refugio de Coll de Pal, al otro lado de la montaña La Bòfia. Y así cerramos, acabamos, un bonito recorrido circular, en la que se intenta no pasar por los mismos pasos en cada parte de este recorrido… pero seguro que no será el único por estas extraordinarias montañas.