Despertar calcado al día anterior y amanece un día radiante, espectacular de nuevo. Será el último ya que mañana comienza a girarse el tiempo. Hoy toca subir al Campo 3. Ilan pasaría la noche allí, algún guía se quedaría con él (Divi) y el resto nos bajaremos al campo 2 a dormir.
Desayuno esas galletitas de nata parecidas a las Artiach, Artinata y un sobre de café con leche ruso de sabor horrible por mucho azúcar que le ponga. Ayer recargamos el agua y tenemos de sobra. Por suerte el frío no es acusable, por el bueno y soleado de estos días, y podemos llevar el tubo de la “camel back” enroscado a la cantimplora por fuera, sin que se congele el agua. Y así ya nos preparamos rápido después de que Javi se coma su delicioso desayuno que solo él y Dimitri el americano pueden comer.
Pasadas las 9 de la mañana comenzamos de nuevo la subida por la misma pala de ayer. Hay que hacer el mismo recorrido de subida completándolo con la llegada al Campo 3: 800 mts. de desnivel, del Campo 2 a 5.300 mts. al Campo 3 a 6.100 mts. en muy pocos kilómetros.
Parece que hoy me siento mejor y más fuerte que ayer. Puede ser que la aclimatación esté funcionando y cometo el error del “ruso”, como me siento bien y fuerte, hago un paso más rápido que el resto. Con lo que en la subida de la primera pala adelanto a lo compañeros que llevo delante. No es que fuera rápido, subía normal tirando a lento pero había que ir más lento. Como decía Javi, el paso de Ilan era perfecto, él que iba con la mochila cargada preparado para pasar la noche en el Campo 3. Nosotros también aprovechamos y subimos algunos sobres de comida, pasta y sopa, junto con cargas de gas para el hornillo, para poder derretir nieve para beber y alimentarnos.
Poco antes de llegar arriba de la pala, Javi se para y se sienta. Le ha dado uno de esos “bajones” fuerte que le da cuando comienza una subida. “¡No puedo seguir! ¡No puedo más!”. Descansa un poco, come y bebe algo y parece que recarga energía para poder seguir. No ha sido nada.
Llegamos arriba de la pala y parece que estoy bien, pero paso a paso cuando reemprendemos la subida al Campo 3 al paso de Ilan, compruebo que un fuerte dolor de cabeza y cansancio se apodera de mí con cada vez mayor intensidad a medida que caminamos, a medida que ascendemos por el fácil y aparente falso llano.
Llegamos a la cota de 5.800 mts., lugar más alto donde llegamos ayer y descansamos un rato. Mi dolor de cabeza es fuerte, acompañado de mal estar y cansancio… la altura y el sobre esfuerzo. Le pido alguna aspirina o ibuprofeno a Javi, pero no tiene. Me temo lo que se avecina…
El día sigue siendo estupendo, muy soleado y sin el acostumbrado frío que tendría que hacer a esta altura. El grupo sale hacia el Campo 3, yo intento seguirles a los pocos minutos. Veo como se suben y se alejan hacia arriba, por una pala que llega a empinarse entre los 35º y 40º como ya he descrito. Bastante empinado para el malestar que llevo.
No puedo seguir al grupo. Me retraso. Otros me adelantan. Intento llevar una marcha, un paso, pero es imposible, tengo que parar cada ciertos pasos, y cuando más alto, más paradas hago. Estoy peor. A mitad de rampa decido contar banderitas, de esas pequeñitas que las empresas clavan para señalar el recorrido correcto… una… dos… tres… más arriba está el paso de la rimaya que da entrada al Dôme de hielo y glaciar del Campo 3. No hago fotos. Estoy tan mal, cansado y con dolor de cabeza tan fuerte que no me apetece hacer fotos… ya hice antes de arremeter esta última pala al Campo 3.
Sigo subiendo como zombi que se arrastra para conseguir un poco de cerebro con lo que alimentarse. Se hace eterna, inacabable, parece que nunca llego arriba y cada vez estoy peor. Incluso dudo el poder seguir, en llegar arriba… pero no, realmente no está tan lejos, tan alto, ya debe de faltar poco. Miro continuamente hacia arriba, y allá arriba observo como, por la curvatura de la pendiente, las figuras desaparecen en el horizonte como si se las comiera el hielo de la montaña… ¡Allá arriba debo de llegar! Porque al otro lado estará la cima y el Campo 3.
Alguien me habla a mi izquierda. Es Adur que sube con su mochilón, detrás viene Dani. Ellos están mucho mejor que yo. Pero me anima a seguir. Uno, dos pasos, descanso; un paso, descanso… pero ya por fin, después de hora y media, veo como a montaña se suaviza y oigo a Javi que me dice “¡Sube perro!”
A pesar de estar a pocos metros, no llego. No puedo caminar. Observo en una planicie cimera del glaciar un campo de decenas de tiendas amarillas, naranjas, verdes… y algo de gente, montañeros bien abrigados de acá para allá. Llego hasta el borde del campamento; me tumbo junto a una tienda ¡Estoy destrozado! El resto del grupo se ha ido a hacer el cercano Razdelnaya, otra loma, Dôme, cercano de solo 48 metros más alto que el Campo 3 que está a 6.100 metros.
Le doy la cámara a Javi y le digo que haga fotos del lugar, que yo no puedo. El resto del grupo me ve y les pido si tienen aspirina, ibuprofeno… el bueno de Tom me da 2 pastillas de color azul oscuro… no sé qué son, pero deben de ser buenas para el dolor de cabeza, ya que él sufre de migrañas. Me ha dado tiempo a mirar al otro lado de la loma, al otro lado de la montaña… El Pamir, las montañas heladas, puntiagudas, numerosas, llenas de glaciares, seracs… del Pamir. No puedo sonreír pero el paisaje es espectacular, himaláyico… Poco a poco, mientras pasan los minutos y mi descanso se alarga, voy encontrándome mejor de la cabeza, pero sigo cansadísimo.
Ya toca bajar. Me dicen que me levante y poco a poco me incorporo para emprender la bajada al Campo 2. La bajada me viene bien, pero el tremendo cansancio me obliga a ir más lento de lo normal. Me voy parando para hacer fotos a la bajada y compañeros, y al hermoso, espectacular paisaje en este día tan bueno y soleado. Luis y Tom son mis principales protagonistas.
Poco antes de las 14’45 horas he llegado al Campo 3 y en media hora emprendemos la bajada sin Ilan ni Divi, que quiere quedarse arriba supongo para aclimatarse (después del “bajón” o “yuyu” que le dio subiendo al Campo 2) Antes de las 17 horas ya estábamos en las tiendas del Campo 2.
Antes he podido observar y admirar el serpenteante recorrido del Glaciar Lenin en su parte más baja, cuando ya recorre el fondo del valle. Impresionante. También el resto de pináculos y cordales que bajan de las alturas adornados por esas setas, hongos de hielo en sus cimas, dômes, cornisas, blancos perfiles de nieve y hielo… la alta montaña del Pamir. En contraste las marrones y aparentemente estériles tierras más allá de los valles del Pamir, entre éste y la Cordillera Alai, marrón y triste paisaje.
Antes de llegar a las tiendas, recogemos agua de aquel agujero del glaciar pegado al campamento. El resto de la tarde lo pasamos junto o dentro de la tienda, descansando, dormitando, estirados en la tienda dentro del saco intentando buscar el equilibrio del cuerpo descansado. Pongo música con el móvil para amenizar la tarde. Rammstein. También hay tiempo para escribir en el Diario. Aunque como siempre lo llevo retrasado. Una aspirina. Tengo que recuperar las fuerzas; espero que esta subida me ayude a aclimatarme y la próxima que será la subida de ataque a cima, ya esté bien aclimatado para llegar al pico… espero.