Igual que otras mañanas nos levantamos antes de hora. Tampoco hay que madrugar mucho, aunque los guías, Dima, quiere bajar pronto antes de que llegue el mal tiempo. Mientras salimos de las tiendas, desayunamos y preparamos las mochilas, vemos como Ilan que se ve sí ha madrugado, llega a nuestro campamento del Campo 3.
Al final teníamos que habernos quedado, dormido en el Campo 3 como Ilan, nos hubiera ido muy bien, sobre todo a mí, aunque lo pienso ahora mientras escribo y ya han pasado los días, en ese momento me dejaba llevar por las circunstancias. Sin entender muy bien el inglés de Dima y preguntándole en ocasiones a Luis o a Tom, no llego a discernir lo que es mejor o peor para mi aclimatación, para el éxito de llegar a la cima. A veces no se puede hacer nada, es como el Destino imposible de cambiar; pasa por delante de ti, o te subes como en un tren sin parada y sin posibilidad de bajarse hasta la irremediable estación que te toca en la vida.
El día sigue siendo excelente, como el resto de días anteriores. No parece que vaya a cambiar tan a peor como las predicciones dicen. Son las 8:00 cuando nos encordamos para salir en busca del Campo 1, el antiguo Campo Base Avanzado (igual porque casi tiene las mismas comodidades que el Campo Base).
Los guías nos han hecho caso. Stephen irá solo con un guía, de hecho ya lo han hecho estos días. Nosotros, reunidos, escogemos o nos organizamos para ir junto con Hans e Ilan, con el guía al que yo apodo como Batman, al llevar siempre una sudadera negra amarilla con el murciélago en el pecho. Justo en la salida y en este orden: Hans, Ilan, yo, Javi y Batman, dejamos tras nuestro a Stephen que parece se queda sin guía para bajar. Solo, sin encordar, detrás nuestro en el Campo 2, casi abandonado, viendo como partimos… pero al final lo acogerán la cordada de las chicas checas y Ray. Tom, Luis y Dimitri bajan con Dima y ya van delante, siempre los primeros, demasiado rápido para Tom al final.
Y ya comenzamos a bajar. Desandando el camino de subida del Campo 1 al 2. No hay variaciones. Aparecen poquitas nubes por las puntas de las montañas en el paisaje, pero las vistas del glaciar, de las montañas, de la bajada y su recorrido, aunque ya fotografiado y admirado en la subida, sigue siendo especialmente bello, espectacular, impresionante.
Un pequeño descanso en mitad de la gran bajada, y al poco tiempo, hora y media de salir, ya hemos llegado al paso de la gran grieta con la escalera. Hay poca cola. Delante está la cordada de Dima con Dimitri, Luis y Tom. Después de cruzar ellos, nos toca a nosotros. Hans les hace fotos, videos, incluso a nosotros, Javi y a mí, al cruzar la grieta del salto (poco anterior, pocos metros) al paso de la escalera.
Intentamos enseñar a Hans e Ilan a asegurarnos mientras cruzamos las grietas. No hay manera. No nos entendemos y no saben. El guía Sherpa nepalí se queda el último, arriba de la cordada para asegurarnos. Pero no nos fiamos de su efectividad en caso de una caída que nos arrastre a todos; y Javi y yo nos intentamos asegurar en cada grieta, en cada paso o salto del glaciar. Atención, tensas la cuerda… Igual que en la escalera que salva la gran grieta que atraviesa todo el glaciar. Siempre es pavoroso, terrorífico cruzar esa grieta con ese abismo profundo, helado y oscuro allá abajo, mirándote, amenazándote, mientras la escalera parece que tiembla a cada paso y que se doblará o romperá o caerá en cualquier momento… pero no… aunque Hans me pega un susto al equivocarse y asegurarse con la cuerda que asegura y coge la escalera, moviendo algo ésta… ¡No mover la escalera! El siguiente que pasaba era yo… pero no pasó nada ¡Menos mal! ¡Qué miedo!
Pero el susto mayor no vino en la escalera: después de que pasáramos todos, y yo asegure y filme a Javi en la escalera, poco más abajo, casi al final de la parte más inclinada del glaciar (o comienzo, si subes): Hans resbala con la nieve blanda y comienza a caer casi a cámara lenta desplazándose por la blanda nieve. Yo lo veo y observo. Se estira la cuerda y tira casi también a cámara lenta a Ilan. Todo esto en pocos segundos. La cuerda se tensa y antes de que me tire a mí reacciono clavando el piolet y adoptando una postura para poder parar la caída de todos. Lo consigo. Ha sido solo un susto. Y una vez más comprobamos que nuestros compañeros internacionales no tienen mucha idea de los mínimos conocimientos en cómo actuar y progresar encordado por glaciar. No ha pasado nada. El sitio del resbalón no aparentaba peligrosidad sin grandes grietas visibles; pero el susto se lo han llevado Hans e Ilan ya que la inclinación del hielo, de la ladera, era considerable.
Seguimos descendiendo y poco más abajo, cuando el glaciar se “allana” ya no baja por la ladera de la montaña, si no que baja por el fondo del valle con sus típicas onduladas formas, nos desencordamos, descansamos y ya cada uno sigue el camino a su manera para llegar al lejano Campo 1. Detrás dejamos las impresionantes formas del glaciar con sus grietas y fuertes pendientes, blanco y luminoso. El día aún se aguanta, aunque comienza a aparecer nubes justo arriba, en vertical, de las cimas de las montañas de enfrente nuestro.
Javi y yo seguimos en solitario por entre los perfiles del glaciar, desandando el camino de subida (o intentándolo encontrar) hasta llegar al Campo 1. Ilan, Hans y “batman” se quedan descansando un poco más tiempo pero enseguida emprenden el camino detrás nuestro.
Y allá al fondo, sobre la morrena de tierra que separa o une dos partes del mismo glaciar que bajan de sitios diferentes de la misma montaña, del mismo Lenin, aparecen las tiendas amarillas y las 3 yurtas. No llega a ser las 11:00 horas cuando llegamos al Campo 1 a 4.400 metros. Hemos tardado menos de 3 horas en bajar. Aunque por la distancia, da la impresión de haber tardado más tiempo.
Tiempo de relax y descanso. Decido descansar todo lo que pueda y más, aunque al estar tanto tiempo sin hacer nada es bastante aburrido y me voy saltando la norma. Conseguimos el petate y vamos rehaciendo la mochila para pasar estos días; mientras el resto de cordadas y grupos van llegando al Campo 1. Luis, Dimitri y Dima iban por delante y nos asignan tienda.
Y en el Campo 1 la rutina de siempre. Comer al mediodía, cenar a media tarde. Fotos por aquí y por allá. Gente que pasan, suben, bajan, cargados como burros… mientras el tiempo comienza a empeorar con el transcurso de la tarde.
Llega el grupo de 3 Picos, Anna Senmark la polaca, el inglés, la otra pareja, otro ¿polaco?… Creo que solo les queda el Razdelnaya, la dôme suave y fácil que queda cerca del Campo 3. Mañana subirán al Campo 2.
Hay varios y numerosos grupos. Uno de ellos es polaco. Han bajado hoy, no sé si del Campo 2 o 3, después de hacer cima. Esta noche les preparan una sorpresa el equipo del Campo 1 de la empresa.
Por la noche, después de la cena, tocan los juegos. Después de leer en algún blog que nos lleváramos juegos de azar por que tendremos mucho tiempo libre, decido llevarme unos dados y dominó. Los cuales se resistieron un poco al principio; pero después fueron las delicias y entretenimiento favoritos de algunos de nosotros: Hans, Dimitri, Luis, Javi, yo… mientras Stephen nos observaba sin participar y se reía de las jugadas del dominó… el Michigan ya era algo más difícil de entender para el resto…
En la yurta comedor los polacos han comprado una botella de vodka y están celebrando su cima del Pico Lenin, antes han ido bebiendo cerveza. El equipo del Campo 1 les traen una tarta para celebrar la cima. Es un pastel grande. Fotos, celebración y borrachera. Uno de los polacos de perfil alto, delgado que llegó con los talones machacados (caminaba por el campamento con las botas en chanclas, enseñando los talones ensangrentados), coge tal borrachera que lo tienen que llevar en boladas a su tienda. Aprovecho para comentar que mis nuevas La Sportiva han ido de lujo. En lugar de “sueño de altura” tiene el “sueño de borrachera” ¡Vaya personajes!
Justo después de irse los polacos y de solo quedar pocas personas en la Yurta comedor, me marcho a dormir. Ya son as 23 horas ¡Que trasnochador!