Como siempre antes de las 8 de la mañana estamos despiertos. La actividad de hoy no será muy larga pero importante para definir y decidir el éxito, la progresión del ataque al Pico Lenin al otro día. Amanece un muy buen día, esperamos que esté así durante toda la mañana, y como siempre, como una rutina, nos preparamos la mochila, el equipo y el cuerpo para esta subida al Campo 3… hay que tomárselo con mucha calma.
Casi puntuales a las 09,00 de la mañana salimos del Campo 2 en busca del Campo 3. La marcha es tranquila y muy despacio, no quiero ir, ya o rápido, si no ni si quiera a un paso normal, hay que ir más lento, tan lento que cuesta caminar, cuesta mantener este ritmo tan lento, pero hay que hacerlo. Stephen saldrá poco más tarde y encordado solo con Didi, el resto iremos solos, sin encordarnos, junto con nuestros otros tres guías. El sol y el calor está haciendo mella en el glaciar, han derretido más los puentes de nieve que cubren las grietas que cruzamos, casi sin saberlo que eran grietas, la vez anterior… y solo han pasado unos pocos días. Vamos con más cuidado pero no llega a pasar nada.
Delante tenemos la primera pala que nos llevará de los 5.300 mts. a los 5.600 mts. aproximadamente, después tendremos el falso llano cimero por esta loma más helada que con tierra sin nieve, hasta llegar a los 5.800 mts. donde comenzará la seria última pala hasta la cima del cordal cimero del Pico Lenin a 6.100 mts. donde se encuentra el Campo 3. Lo más preocupante es la última pala, la más empinada, interminable y esforzada, en la que sobrepasas los 6.000 metros.
El tiempo es excelente. El paso como debería ser y hago fotos al paisaje y a los compañeros. Poco antes de llegar a la parte más alta de la pala, donde descubrimos una tienda la primera vez que llegamos a este punto; Javi le da uno de esos bajones que le hacen pararse, sentarse y comenzar a quejarse del gran cansancio y desánimo que le embarga. No puede seguir. Le da de repente. Yo estoy por arriba, no tengo prisa. Me paro. Tom está con Javi, abajo queda como lejano, las tiendas del Campo 2. Apenas llevamos una hora, ya estamos casi en la travesía hacia la loma del falso llano hasta la última pala al Campo 3. No creo que vaya más allá, Javi está fuerte y solo necesita recobrar la energía. Y así es, después de comer sus azucares, barritas y no sé si algo más, y descansar unos minutos, Javi junto con Tom reemprenden la subida hacia el final de la pala que queda a tiro de piedra.
No descansamos mucho en el falso llano del cordal entre las dos palas. Estamos todos sentados en nuestras mochilas sobre la nieve justo antes de reemprender la marcha hacia la segunda pala. Tom viene con Javi. Comemos algo, bebemos y seguimos reemprendiendo la subida al Campo 3. Me felicito. De momento estoy bien.
Son las 11,30 cuando llegamos al punto donde descansamos en aquella actividad de aclimatación saliendo por primera vez del Campo 2 hacía los 5.800 metros de altitud. El tiempo sigue siendo excelente, fantástico, con el frío habitual a esta altitud y lugar, y volvemos a enfrentarnos a la fatídica y esforzada pala final al Campo 3, aunque con la normal aparición de aquellas nubes a nuestra espalda, fuera de la montaña, sobre la Cordillera Alai, el valle previo y las primeras laderas del Pamir.
No quiero pensar en lo duro que fue la última vez, no quiero pensar en lo mucho que me puede costar subir por esta excesiva pala. Realmente no es una pala demasiado larga ni excesivamente empinada; la misma pala a 3.000 metros y sería una pala más, fácil y rápida de subir… pero venimos de 3.600 metros, de 4.400 metros y aquí sobrepasaremos los 6.000 metros… ¿Estamos bien aclimatados?
No quiero ir rápido. Igual o más lento que en la subida por la primera pala del Campo 2. Javi y las máquinas de los guías, Luis, Ilan, Dimitri… van delante, no quiero ir a su paso. No quiero quemarme, agotarme intentando ir a su paso. Quiero ir al mío. Aunque incluso sería mejor ir al paso, al “rebufo” de alguien que fuera lento delante de mí, sería lo ideal… pero no es así, el resto de participantes: las chicas, Tom, Stephen van por detrás. Decido ir al paso más lento posible, sin agotarme y sin sufrir en demasía, como aquellos septuagenarios que me encontré en la cima de la Silla del Cid aquella vez, incluso más lento. Dos, tres pasos, parada, dos pasos, parada, tres pasos, parada… y de vez en cuando mirar el paisaje, hacer fotos, ver por dónde van mis compañeros por arriba de mí y por debajo; y el resto de personas, de montañeros que suben, bajan (menos) en busca de sus tiendas en el Campo 3… no sabría decir si eran más expediciones o montañeros que iban por su cuenta como Adur y Dani, ya que, cómo nosotros, podrían ir dispersados en la esta última subida al Campo 3.
Ya estoy a la misma altura de aquellas banderitas rojas que pusieron para señalar los pasos correctos de subida al Campo 3. ¿Cuántas había? ¿7, 8, 15? No recuerdo, pero más de 7 seguro. Eso sí, poco más arriba en mitad de las banderitas está el paso de la rimaya, casi oculto entre la aún abundante nieve en esta parte de la montaña sobre, de nuevo, el glaciar.
El paso lento pero seguro me hace sentirme raro, como entre cansado y falto de energía, un extraño y leve malestar que no me impide seguir adelante. Lento. Si tengo que ir más lento lo haré, si tengo que parar, pararé. Voy contando las banderitas rojas de nuevo. Llego hasta el paso de la rimaya, y ya desde aquí pienso que no queda tanto, aunque sí queda. La pala sigue igual de empinada por unos momentos, pero mientras avanzo compruebo como la montaña, la pendiente se va suavizando. ¡Ya está! ¡Lo he conseguido!… ¡Con lo que me costó la última vez! Pero aún no llego al campamento, quedan unos metros. Hecho la mirada hacia atrás y descubro a Tereza y el resto de compañeros que quedaban por debajo de mí como avanzan más rápido que yo incluso intentando pillarme sin saberlo. Yo me voy parando, quiero disfrutar del momento en llegar al Campo 3 a 6.100 metros sin malestar ni mal de altura, quiero disfrutar…
Y el primero que me recibe con los brazos abiertos es el alegre y extrovertido Dimitri ¡Que tío! Son las 14,00 horas justas. He tardado unas justas y necesarias 5 horas. Estoy como un niño con un juguete nuevo en el Campo 3 pero sin forzar demasiado la máquina. Por fin puedo observar y vivir el Campo 3 sin estar bajo los fuertes dolores de cabeza y mala influencia del mal de altura ¡Bien! Estoy contento y feliz. Eso sí, ese extraño malestar sigue estando. Me deja moverme y seguir con la vida, quehaceres en el campamento, pero está ahí para que no me olvide de lo pasado y de lo que puedo pasar…
Es el Campo 3, 6.100 metros en la cima del cordal, enorme y larguísimo cordal cimero del Pico Lenin, al otro lado de la vertiente por la que hemos subido, el Pamir de Tayikistán: montañas y montañas altas, picudas, preciosas, llenas de hielos, glaciares, blanca nieve, fríos y fríos, un gigantesco laberinto de montañas que en su gran mayoría sobrepasan los 6.000 metros y que llegan más allá de lo que abarca mi vista, mis ojos, perdiéndose en el horizonte lejano hacia el sur. ¡Impresionante, grandioso, extraordinario!
Después de saludar a los compañeros que ya están aquí arriba, me reúno con Javi. Nos han asignado otra tienda azul igual que la del Campo 2 para los 2 solos. Para entrar hay como agacharse mucho ya que está como excavada en un agujero de nieve. Preparamos la comida. Fundimos nieve para hacer agua. Al final no encuentro tiempo para descansar, no es que esté cansado por el esfuerzo como en la subida normal a una montaña, ese leve malestar me pide algo de descanso… no lo hay, entre los preparativos de la comida, algo de pasta, fundir nieve para tener agua para beber, para el termo, preparar lo de mañana, ¡el gran día!
Pero entre preparación y preparación tengo tiempo para deambular por el campamento, admirar el paisaje, observar al resto de montañeros en sus tiendas, el quehacer del Campamento 3, que sobre todo se distingue del Campo 2 por el frio y por el trabajo que hay con la nieve para estabilizar las tiendas, desenterrarlas después de días sin visitarlas y usarlas. Diferenciamos, como ya indicaba cuando llegué destrozado al Campo 3 en la aclimatación, varios tipos de tienda: 2 filas de tiendas verdes iguales, y las naranjas y azules de nuestra empresa, entre éstas, tiendas de otra gente, otros montañeros, más o menos esparcidas por la planicie cimera del Campo 3, pero muchas; algunas incluso dañadas, algo maltrechas.
En el Campo 3 nos vuelve a pasar como en el Campo 2 con la comida y cargas que dejamos: no están en su sitio, si no todas desaparecidas y reunidas en una de las tiendas naranjas de los guías, pero la comida de nuestra expedición y la de otras en otros días… ¡Infame! ¡Un desastre! Hablando con Dimitri y enfadándonos con Dima, nos dice de ir a la tienda e ir escogiendo la comida que queramos, no solo la nuestra que no sé lo que era, no me acuerdo, si no lo que hay allí almacenados de otros, de otra gente y expediciones… y lo sé porque ya había un queso envasado en su plástico florecido, cosa que denota, con la temperatura a la que estábamos, que el queso ya llevaba días allí dejado… bueno, al final se arregla todo.
La comida. Días después pienso que la comida en esta actividad es muy, muy importante, tanto como hidratarte. Si ya teníamos controlado la hidratación, la comida no parecía que estaba tanto, ya que al final tenía la impresión de que faltó comer más, bien y mejor. Como Ilan me decía desde la puerta de su tienda en su inglés de Holanda bien entendible “hay que comer para poder hacer la montaña. Tienes que comer”, pero no le hice tanto caso. Comí lo justo o menos…
Al final del campamento está la “loma” del Razdelnaya, justo en la dirección contraria al Pico Lenin. Y detrás del Razdelnaya un alto pico helado, hongo, precioso y muy atrayente, de más de 6.700 metros, es el Dzerzhinsky, del cual observamos como 2 alpinistas bajaban de él después llegar a su cima por la tarde. Impresionantes las vistas, las montañas, pero solitario, hermoso, impresionante. Al otro lado hago fotos también, observando, estudiando la subida, el recorrido desde el Campo 3 hacia la cima, el pico, el punto más alto del Pico Lenin. Es fácil: primero se baja del Campo 3 hacia un collado a 6.000 metros, desde aquí se va subiendo por una larga y amplia pala que llega a empinarse algo con una senda bien definida y visible en zigzag que desde los 6.000 metros te deja a 6.400 metros en una explanada y balcón, donde se solía o se suele plantar el Campo 4. Desde aquí se sigue por un largo falso llano hasta otras palas heladas, dejando ese falso llano a 6.500 metros; detrás de esas palas, dejando un pináculo o conjunto de pináculos, falsas cimas, arriba a la derecha de estas palas, la inconfundible figura de la cima del Pico Lenin a la izquierda y justo arriba de dichas palas (al fondo), todo muy lejos y muy grande, pero la verdad es que desde aquí, desde abajo en el Campo 1, en el Campo 2, no se aprecia la enormidad, grandeza del lugar, de la montaña, creo que no llegábamos a distinguir distancias, apreciar tamaños, medidas… mañana las tendremos cara a cara con la montaña.
El día es magnífico también, menos mal, porque el frio es mucho más intenso y cualquier brisa, aliento de viento, nos hiela los pensamientos… de hecho los guías nos dicen que mañana, a la hora de levantarnos, si hace viento no saldremos a hacer el pico… incertidumbre y dudas, esto es la gran alta montaña, ella es la que decide y tiene la última palabra, y hay que escucharla.
Luis y Dimitri comparten tienda, les pillo comiendo dentro de su tienda naranja. Yo debería estar comiendo y descansando en la tienda en lugar de estar deambulando por ahí. Tom se queda con las chicas, Iveta y Tereza en una misma tienda, y supongo que Ilan y Stephen comparten tienda también… por cierto, al cabo de un tiempo de llegar nosotros al Campo 3 aparece Stephen con Didi, alegre y sonriente, poco hablador pero expresivo, ¿saldrá mañana con nosotros para subir a la cima?
Una vez pasada la tarde y antes de que se ponga el sol y llegue el intenso frio y la oscuridad, nos metemos en la tienda y nos preparamos para dormir, al menos intentar dormir, y descansar para mañana, el gran día. Tenemos que salir a las 3 de la mañana, con lo que tenemos que poner el despertador a las 01,30 horas.
Ya está todo preparado. Por suerte dentro del saco Diamir y con el aislante de aire Trango, no paso frio, no tengo frio, y supongo que el sueño me llevará pronto al reino de Morfeo. Pero no. Recuerdo las palabras de Luis cuando nos decía que es muy difícil de conciliar el sueño a esta altura, en el Campo 3. Y si no puedo dormir, al menos descansar. Pasan los minutos y a pesar de tener los ojos cerrados, mi cuerpo ni duerme ni descansa, como ya había comentado en el Campo 1, a mí me haría falta 1 días más de aclimatación a esta altura para estar en optimas (o mejores) condiciones para el ataque al pico. Pero es lo que hay. Incluso con todos los condicionantes que nos han puesto los guías para no subir, para no atacar la cima, casi que deseo egoístamente que mañana se levante la madrugada con viento y no se pueda salir. Las nubes de abajo se han levantado y casi estaban a nuestra altura, acercándose y pasándonos esta tarde a medida que iba pasando las horas de la tarde; pero nada amenazador.
No logro dormir y mañana tenemos una larga y dura actividad, hay que llegar a la cima del Pico Lenin de 7.134 mts. de altitud, desde prácticamente 6.000 metros (altura del collado bajo el Campo 3), son más de 1.100 metros de desnivel y una distancia enorme, larga. No debo pensar en ello. Parece que el sueño ya me llega, pero es muy tarde, poco dormiré, espero que lo suficiente para afrontar la dura actividad de mañana. Por fin acabo durmiéndome entre la oscuridad y el frio de mi tienda a 6.100 metros de altura… nunca he dormido a esta altura.