A las 01,30 de la madrugada suena Ohne Dich de Rammstein. La alarma para levantarnos y emprender la subida, el último ataque al Pico Lenin. No he dormido nada. Justo ahora casi que cogía el sueño. Si por mi fuera no me levantaba ya que no he descansado lo suficiente y me falta horas de sueño… pero bueno, esto ya sabía que podía pasar, no me pilla por sorpresa.
Javi se levanta conmigo. Nos levantamos, preparamos, vestimos para el gran ataque a la cima del Pico Lenin. Desayunamos algo. Poco. Pienso que no lo suficiente. Intento prepararme el arnés que me cogerá el pecho para llevar el agua, la bolsa de agua pegada al cuerpo, ese invento de Javi que parecía buena idea pero que al llevarlo a la práctica es una auténtica chapuza… parecía que tenía un tumor a la barriga con el bulto de la bolsa de agua colgándome más debajo de la cintura.
Bien equipados y abrigados, salimos al punto de encuentro donde a las 3 de la mañana más o menos, debemos salir en busca de la cima del Pico Lenin. La oscuridad es total. No hace nada de viento y ni de frio (para lo que debería ser habitual a esta altura) con lo que pensamos el día será idóneo para realizar la actividad sin peligro atmosférico (frio, viento, nubes…) … al menos por lo que parece será está mañana.
El punto de encuentro es el límite del campamento junto a la tienda de Luis y Dimitri. Me entero de que las chicas han salido ya. El guía nepalí jefe (después de Dima) ha salido con ellas tiempo antes previendo que podían ir más lentas… estando como estaba o estaría yo, me hubiera ido con ellas para asegurarme mejor con una marcha más lenta y con más descanso, la subida al pico. Pero no pudo ser. Me enteré tarde.
Pasamos un rato juntos, riendo y con muy buen humor antes de salir. Dimitri saldrá delante con Dima (y no recuerdo si Ilan también les acompañó. Lo más seguro es que viniera con nosotros), y otra cordada con el joven guía nepalí “batman” que nos llevaría a Luis, Tom, Javi y a mi… e Ilan como he dicho antes creo que también venía con nosotros. Estamos animados. Contentos: hace una noche perfecta para subir esta o cualquier gran montaña. No hago fotos. Nos reímos. Mi barriga parece la de Papá Noel.
Nos ponemos en marcha. No vamos encordados ya que la subida o los primeros metros no lo requieren: delante tenemos una bajada por el hielo glaciar fácil hasta un amplio collado (antiguamente el Campo 3 se montaba aquí) a 6.000 metros, y delante una larga y ancha pala, pendiente, con una subida en zigzag eterna y larga, que desde los 6.000 metros nos dejará en un falso llano, balcón a 6.400 metros. Si pasamos esta pala, casi que tendremos una tercera parte de la ascensión a la cima del Pico Lenin ganada.
Pero “batman” camina rápido. Ya sé que vamos bajando y no pasa nada, no gastamos tanto esfuerzo como si camináramos en llano o subiendo, pero a 6.000 metros, sin dormir, sin descansar, sin casi comer… no es buena marcha y el cuerpo al final lo resentirá. Llegamos a la parte del collado y lo cruzamos sin problemas, pero ahora llega la subida por la gran y larga pala hacia la zona del Campo 4. seguimos casi al mismo paso que en la parte llana, pero enseguida comenzamos a cansarnos, a tener síntomas de mal de altura… El zigzag es eterno y no amanece. Vemos más arriba luces, frontales de otros alpinistas, montañeros que están por encima nuestro intentando subir por la misma pala. Están muy altos y lejos, y entonces me doy cuenta de la magnitud del lugar, de la montaña, de la actividad… ¡Es gigante, enorme! Comienzo a tener síntomas de cansancio. Pido, pedimos de no ir tan rápido. Pillamos a Dimitri que va con Dima delante de nosotros. Se han parado a descansar un poco, pero Dimitri parece que está bien, muy bien.
Aún sigue la noche y nosotros vamos subiendo por la misma senda zigzagueante, entre la nieve y la tierra limpia sin nieve. Frio justo y normal, sin viento. Javi se para, le ha dado uno de esos bajones que le da, se desanima, se cabrea ante su impotencia al experimentar que no puede seguir, o cree que no puede seguir. Se sienta, hacemos un corro alrededor. Yo aún aguanto, pero comienzo a estar tocado, pero no quiero decir nada ni quiero exteriorizarlo para no llamar a peores… pero al final será inevitable.
Javi come algo, bebe algo y al poco tiempo se encuentra mejor y decide seguir diciéndole a “batman” que vaya más lento y haga paradas más a menudo. La prudencia que no tuvimos entonces en la bajada y en el collado con respecto a la marcha, es la que tenemos que tener ahora en demasía en esta penosa y muy esforzada subida. Recuerdo ver la tarde anterior desde el Campo 3 a la gente, montañeros que bajaban por esta pala viniendo de la cima, o del camino de la cima… puntitos alargados y oscuros que se mueven lentamente mientras bajan en zigzag por la enorme y extensa pala de bajada al collado desde la zona del Campo 4 ¡pequeñísimos puntitos que se movían en una enorme y extensa pala, parte de la montaña!
Cuanto más subimos más veces debemos parar, al menos yo. Me falta más el aire, comienzo a experimentar un cansancio extremo, esa es la palabra, extremo. Y no amanece. Aunque a medida que creemos que nos acercamos a la parte más alta de la pala, a la cual quiero llegar con ansiedad y recelo, con enorme necesidad de acabar con esta pala y su sufrida subida. Zigzag por la senda que se empina en ocasiones y en otras atraviesa tramos de nieve. Nos paramos en fila. Hay más compañeros cansados. Miro hacia arriba, las luces se ven altas pero a medida que subimos y sigo mirando pala arriba en mitad de la oscuridad de la noche, las luces desaparecen, los frontales de los montañeros que nos preceden desaparecen; Dimitri y Dima que nos han adelantado y llevan una marcha envidiable, dejan de verse las luces de sus frontales. Eso me da esperanza, la esperanza del final de la pala, allá arriba, el final de esta subida que se está convirtiendo en un gran esfuerzo… la altura y los condicionantes antes nombrados, van haciendo mella en mí.
Ya aparecen las primeras luces, la primera claridad que poco a poco se va haciendo más amplio y brillante. Amanece. Pero eso no me ayuda a animarme, el cansancio es enorme, extremo. Y con las primeras claridades del día pero sin salir los primeros rayos del sol aún, llegamos a la parte alta de la pala, a la parte que poco a poco se va haciendo más llana… un poco más, más esfuerzo.
Tom habla con “batman” y los compañeros en alguna de las paradas antes de llegar a la parte más alta. Sufre de migrañas y aquí, con el esfuerzo y la altura, le ha comenzado a entrar un fuerte, muy fuerte dolor de cabeza. Aparte de eso, está bien y fuerte, pero es inaguantable el dolor y quiere bajar al Campo 3. No quiere seguir. Pero tampoco quiere bajar solo y le pide a “batman” que le acompañe o que llame a algunos de los guías para que le acompañe en la bajada. No hay manera. Tom sigue subiendo y siguiéndonos hacia arriba.
Ya estamos en la parte alta de la pala, la claridad y el despertar del día que sigue su curso llenándolo todo de luz y visibilidad, no me ayuda a estar mejor, más animado, menos cansado. Respiro a grandes bocanadas como pez fuera del agua, y muy rápido, como si me faltase el oxígeno, seguramente es lo que me ocurre. Los compañeros siguen por el falso llano, y yo voy detrás de ellos a una distancia cada vez mayor. No puedo seguir, cada paso es un sufrimiento de este cansancio extremo y cada vez es peor exponencialmente.
Unos cuantos pasos más por este fácil y gigante falso llano y dejamos la zona del Campo 4 atrás. Con los primeros rayos de sol que ya pegan en la parte más alta de la montaña que tenemos delante, podemos observar y admirar la grandeza y magnitud de la montaña ¡Gigantesca! En la segunda o siguientes palas que nos tocan por subir y tenemos delante, observamos a gente que ya las está superando. No mucha gente. Y el paso de las chicas Iveta y Tereza, parece que van más lentas, pero van.
La montaña se vuelve roja, naranja con el color del amanecer en sus vertientes y justo antes de comenzar las leves subidas que nos llevaran a las siguientes palas, palas que nos dejarían a unos 6.800 metros. Me detengo. Le hago fotos a la montaña. Luis ya lo había advertido nada más comenzar la marcha por el falso llano del Campo 4: “no te veo bien para seguir”. No puedo seguir. Me he quedado atrás muy retrasado. El cansancio ha ido creciendo exponencialmente. Un cansancio extremo. Bocanadas de aire y no puedo dar ni un paso más. Me cuesta mucho incluso caminar por el falso llano, con esa blanda y blanca nieve que lo cubre en su mayoría. Llego a un punto justo enfrente de las siguientes subidas, y me detengo. Observo al resto de los compañeros como avanzan cada uno a su paso “no parece tan difícil” pienso, pero no puedo dar ni un paso más. Me dirijo a Javi y Luis, “me bajo, no puedo seguir más. Me doy la vuelta”. Tom se acerca a mí, aparentemente camina bien y parece estar bien, pero supongo que el fuerte dolor de cabeza, esa migraña indolente, no le deja subir más. La altura la agrava, la hace exagerada y muy dolorosa. Al final Tom y yo nos volvemos al Campo 3. Le hago 2 fotos a la montaña que me falta por hacer, la subida que no puedo culminar, la cima que no conquistaré. Son las 06:00 de la mañana aproximadamente. Estamos a unos 6.500 metros. Y desde este punto, amaneciendo en la montaña, Tom y yo nos volvemos solos desandando el camino realizado esta madrugada.
El cansancio y malestar es tan grande, tan enorme, que no soy consciente de que no haré la cima del Pico Lenin. La supervivencia, y el bienestar de mi cuerpo es más importante y urgente que el orgullo de la conquista que se nos escapa. En la montaña, no siempre se debe llegar a la cima.
Así que despidiéndome de mis compañeros que los veo enérgicos y con ganas en esta fría subida del Pico Lenin, estoy seguro de que llegarán. Salimos Tom y yo, despacio hasta incluso en las bajadas, hacia el Campo 3. Último vistazo a la montaña y a esos puntos casi minúsculos que se mueven por ella para intentar conquistarla: mis compañeros, mis amigos, que llegarán a su cima de 7.134 mts. por mí.
La bajada nos la tomamos con calma. Solo hago 2 fotos hacía el lugar donde está al Campo 3. Aún queda lejos, no es moco de pavo esta ascensión y bajada al Pico Lenin desde este último campamento. Estoy tan cansado que no estoy inspirado ni con ganas de hacer más fotos. Pero el paisaje es increíble, sorprendente, magnífico… realmente estamos en uno de los techos de la tierra y de la cordillera del Pamir… ahora me arrepiento de no haber hecho más fotos con estas vistas. Quizás es mi venganza hacía esta montaña por no permitirme llegar hasta su cima.
La bajada es amena, el cansancio ya no es tan enorme ni extremo a medida que perdemos altura por la enorme pala del zigzag. Descansamos cada cierto tiempo. Tom no le hace falta descansar, pero para mí es una necesidad imperiosa. En una de esas paradas “voy al baño” ¡Nunca había cagado tan alto! Le digo riendo a Tom. Ya en el collado entre la pala del zigzag y el Campo 3 hacemos un buen descanso, casi que me duermo. Ya que ahora comienza una subida de nuevo. Solo son 100 metros, pero para mí es toda una montaña de esfuerzo. Ahora espero que la gente de a pie entienda eso de quedarse a solo 200 metros de la cumbre, cuando un montañero en una gran montaña se debe de dar la vuelta. Esos 200 metros pueden ser toda una montaña.
El día es muy claro por el momento. Sol, luz, nada o muy pocas nubes. La verdad no querría estar por estos fríos lugares cuando se volviera el tiempo en contra nuestra ¡Debe de ser espantoso y peligrosísimo! (ya lo puede ser aún con buen tiempo). Antes de llegar al collado nos hemos topado con Stephen y Didi, han decidido subir al Campo 4 ya que no podrán llegar a la cima. No sé si por que se ha levantado tarde Stephen o porque ya lo habían planeado así ayer, al ver el gran esfuerzo de estas ascensiones a los campamentos. Al final Stephen, después de las “críticas” de la primera subida al Campo 2, llegará hasta, o casi, el mismo punto de la montaña a la que he llegado yo ¡Increíble! Por eso siempre es mejor callar y no predecir, la actividad es muy larga y los cuerpos se habitúan, se adaptan, se aclimatan, unos más que otros.
Realmente la subida al Campo 3 desde el collado fue eterna también ¡¡Tan cansado estoy que no puedo ni caminar!! No recuerdo en mi vida, en la montaña, haber sentido este cansancio extremo, no recuerdo. Tom llega antes que yo al Campo 3, yo tardo con ese paso a paso y parada. Me acordé de la primera vez que subí al Campo 3 desde el Campo 2: aun teniendo las tiendas a la vista, no podía llegar a ellas… pero llego.
Queda poco para las 10,00 de la mañana cuando llego al campamento. Nos dicen que es mejor, ya que hemos llegado aquí, bajar a dormir al Campo 2, que estaremos mejor, dormiremos y descansaremos seguro. Quedo con Tom, Stephen y Didi en bajar al mediodía, ya que ahora quiero descansar, comer algo, lo que me deje el cuerpo, en mi tienda… lo que ahora me hace falta es dormir… aun bajando me ha dado el sueño de altura… ¡Mucho cansancio! Y así me meto en mi saco Diamir en la tienda yo solito y ahora sí que sí me llegará el sueño, descansaré y dormiré… mientras mis compañeros siguen en su periplo de llegar a la cima del Pico Lenin… ¿lo conseguirán?
Ya son las 13:00 horas cuando me despierto. He dormido plácida y agradablemente bien calentito en mi Diamir Nanga Parbat, me hacía falta. Me visto, ordeno la tienda y el material para hacer la mochila y prepararme para bajar al Campo 2. Salgo de la tienda para hablar con Tom y observo el tiempo: las nubes comienzan a cubrir la montaña, el espacio alrededor, aún no hace frío pero cuando estas nubes tapan el sol, sí se nota la bajada de temperaturas. Miro hacía la subida, al pico y las nubes, neblina tapan o despejan las vistas. De momento no son peligrosas estas nubes, pero puede ser el preludio o avanzadilla de un serio cambio de tiempo. No me preocupo. Bajaran los compañeros antes de que ocurra.
Mientras y sin saberlo los compañeros ya están en las puertas de la cima del Pico Lenin. Javi hace un video en la misma cima, ya que no he podido llegar yo, lo hace en mi honor. Han hecho cumbre. Han llegado a los 7.134 mts. del Pico Lenin ¡¡Conseguido!! ¡Enhorabuena a todos! La Expedición ha cumplido su objetivo. Están todos contentos, alegres y bien… ¿todos?…
Comienza a haber un poco de movimiento por el Campo 3, sobre todo por nuestras tiendas. Hay un hombre alto y delgado que nunca había visto antes y que por lo visto forma parte de la empresa de guías, igual es uno de estos que pululan por los Campos 2 y 3 viendo que todo esté en orden o controlando a los monitores, tiendas, guías, grupos… el caso es que llevaba un walkie y no paraba de hablar con él. Tom me comenta, le están diciendo que de nuestro grupo hay alguno con problemas. Problemas por culpa de la altura, el cansancio… ¿Quién es y qué la pasa? Es la pregunta.
Estamos algo conmocionados, atentos a los que nos dice el chico alto con gorra y walkie. Tom me va informando: resulta que uno de los compañeros ha tenido una especie de ataque; decía cosas absurdas como que un helicóptero vendría a rescatarlo, corría o deambulaba sin sentido cerca de la cima, por la montaña, como en círculos, comenzó a quitarse la ropa y se quedó con una camiseta de manga larga solo, mientras ocurría todo… ¿Quién es?… Dimitri. Principio de edema cerebral.
El chico alto del walkie nos dice que no bajemos al Campo 2 y nos quedemos aquí a cuidar y asistir a los compañeros que regresen de la montaña ¡¡Tan mal puede estar la cosa!! Viendo lo que le ha pasado a Dimitri nos angustiamos por nuestros compañeros ¿Cómo estarán?
El tiempo está cambiando. Las nubes comienzan a abordar la montaña, entran y salen mientras miramos hacía ella como queriendo descubrir a nuestros compañeros. Pasado el mediodía, suponemos que ya deben de estar bajando ¿no se perderán entre las nubes, las nieblas? ¿el cansancio no les hará sufrir hipotermia? Dudas y preocupación, mientras pasa el tiempo igual que las nubes van cubriendo la gigantesca montaña.
Comienza la tarde. Tom se acerca hasta la linde del Campo 3 y se queda mirando solo, justo en la curva que ya hace descender hacia el collado, hacia la enorme pala que nos lleva al Campo 4 al otro lado del collado. No viene nadie. No se ve nada. Didi, el guía nepalí que acompañaba a Stephen, en lugar de acompañar a Stephen al Campo 2, el cual ya no bajará hoy, le llaman para ayudar a Dima y los demás para bajar a Dimitri hacia el Campo 3. La solución: una buena inyección de Dexametasona a tiempo para salvarle del edema cerebral, y bajarle acompañado poco a poco. Vemos como marcha Didi en busca del collado, de la gigantesca y zigzagueante pala que sube al Campo 4, en busca de los compañeros, de los amigos… ¡Tráelos sanos y salvos!
Pasa el tiempo, la tarde. Hablo con Tom, miro el reloj, miramos la montaña, la pala, las nubes que van y vienen, y parece que quieren invadir totalmente la montaña y engullirse a la gente que habita en ella. Paseo por el campamento. Me echo en el saco dentro de la tienda, intento descansar… estarán bien… Tom sigue mirando a la montaña desde su puesto, como esperando al soldado que viene del frente. Nos viene a la mente la historia de la chica que se quedó en la montaña intentando llegar a la cima y murió de hipotermia, supongo que dormida por el sueño de altura, o perdida sola en la gigantesca montaña… esperamos que no pase nada así a los compañeros, al menos sabemos que van todos juntos y cuidados por los guías.
La tarde cae, el frio se agudiza y las nubes ya quieren invadir también el Campo 3. Y los compañeros no llegan. No hay visibilidad con la niebla clavada en el collado, en la subida del collado al Campo 3. Son cerca de las 7 de la tarde, ya han pasado unas 16 horas desde que salimos esta madrugada, cuando entre la niebla Tom grita viendo como aparecen los compañeros uno detrás de otro como ánimas de la Santa Compaña que acaban su procesión… Luis, Javi, Ilan… ¡Están todos bien! Les damos la enhorabuena. El chico alto del walkie nos ha dicho que habían hecho cima todos. Las chicas llegarían algo más tarde, pero Dimitri, después de pincharle, tratarle y bajarle, llegaría al campamento a las 9 de la tarde… pero llegaría sano y salvo ¡Ufff! ¡Menos mal! Todos han hecho cima, todos han llegado hasta lo más alto del Pico Lenin, hasta sus 7.134 mts. y se han hecho la foto con el busto de Lenin ¡¡Fantástico, increíble, fenomenal!! La Expedición ha cumplido su objetivo: de 12 que salieron del Campo Base, 6 han llegado hasta la cima del Pico Lenin: Luis, Javi, Dimitri, Ilan, y las dos chicas checas Iveta y Tereza ¡¡Mi enhorabuena y admiración a todos!!
Atiendo a Javi. Lo veo bien pero cansando, como después de hacer una gran y esforzada actividad, normal. Le preparo la cena, agua y estoy por él. Como no he podido subir, ha sido él el encargado de hacer un video de cima, acordándose de mi por no poder subir, como ya he dicho anteriormente. No han estado todos juntos en la cima: Dimitri por un lado con Dima, no sé si el principio de edema cerebral le dio antes o después de llegar a la cima, Luis, Javi e Ilan por otro lado, y las chicas por otro lado, en tiempos y horas diferentes.
Nos quedamos dentro de la tienda, cenamos o comemos, descansamos, Javi me cuenta la aventura, lo vivido, están bien, aunque ha sido muy, muy largo. Ahora toca dormir. Aún no ha bajado Dimitri cuando nos vamos a dormir entre el frio del final de la tarde y la caída de la noche; pero mañana nos enteraremos de que efectivamente Dimitri llegó a eso de las 9 de la tarde. Ahora toca dormir y mañana bajar. Ya está hecho todo. Ya ha llegado la expedición a la cima del Pico Lenin, objetivo y meta conseguida. Los que no hemos llegado, felicitamos y nos alegramos por los que sí lo han logrado. No me siento mal del todo por no haber llegado a la cima, porque siento que no era mi objetivo, no era mi montaña escogida. Tom me comentó en una ocasión no sé si bajando de la montaña, en el Campo Base o en Osh: “¿no estás decepcionado por no haber podido llegar a la cima de la montaña?” Yo le dije que no especialmente, no me sentía decepcionado, o infeliz por no llegar a la cima de esta montaña, porque no era mi montaña, no es una montaña que yo escogí para subirla. No me siento tan deprimido o decepcionado, no siempre se debe o se tiene que llegar a la cima, es una parte de la montaña, pero no es todo en la montaña ¡¡Enhorabuena a todos los compañeros por el éxito de llegar a la cima del Pico Lenin!! Y esperanza y ánimos a los que no hemos llegado a la cima pero lo hemos intentado. Todos hemos ganado. A veces una retirada a tiempo es una victoria… no hay que provocar a la montaña.