Al otro día nadie quiere levantarse. Pero el día amanece espléndido, hermoso, con un sol enorme y sin una nube. Todo está blanco. Después de la tormenta de ayer, la calma inaugura el día. Han caído casi medio metro de nieve, aquí en el Campo 1 entre 20 y 30 ctmos. como mínimo. El paisaje es espectacular, precioso. La montaña y su glaciar están cubiertos totalmente de esta nieve nueva. Las grietas, casi todas, tapadas por la abundante nieve caída y el camino, la senda marcada en la nieve ya no existe, ha desaparecido bajo el manto de nieve nueva. Al menos desde las tiendas del Campo 1 no se ve esa línea oscura en medio del glaciar que entre sus grietas y rincones helados subía en busca del Campo 2. Pero el paisaje es increíble, y el día magnífico… quizás ese contraste, esa mezcla del paisaje colmado de nieve después de la tormenta o ventisca de ayer, con el radiante y omnipresente sol, hace que el paisaje sea una postal navideña de frío, nieve y luz. Maravillosa.
A medida que la mañana va transcurriendo, lo compañeros se van levantando, van saliendo de sus tiendas hacía la yurta comedor a desayunar, al baño sobre el glaciar y a hacer fotos y videos del paisaje en este magnífico día. Observamos varias veces lo que era la subida al Campo 2 durante la mañana, y nos damos cuenta que ninguno se atreve a abrir huella, camino, el sendero desaparecido, las grietas acechando, el accidente de anoche… ¡¡Ostras, el accidente de anoche!! Ya no sabemos nada ¿Cómo habrá ido todo? Aun lo pensamos y seguimos conmocionados y a la vez indiferentes, como queriendo decir que “la montaña es así, es lo que tiene estas grandes montañas”. Sentimientos contrarios, emociones contrapuestas.
A la vez pensamos en la gente que estaba en el Campo 3 y que esta madrugada salían hacia la cima del Pico Lenin. Las chicas de Naturtrek y su guía Mikel Zabalza. Allá arriba habrán caído ese medio metro de nieve mínimo, habrán pasado una ventisca terrorífica y tendrán que abrir huella (aunque en el recorrido a la cima del Pico Lenin había muchas zonas ventadas, con poca o nada de nieve, y otras donde se acumulaba la nieve) ¿Habrán intentado la cima? ¿habrán llegado? Preguntas sin respuesta pero con un sentimiento y corazonada en la mente, leve pero intensa… “sí han salido, igual es muy posible que hagan cumbre” ¿Cómo nos podremos enterar?
La mañana transcurre tranquila. Aquí abajo estamos de nuevo con Adur y Dani que también van en retirada, pobres, lo máximo que han llegado ha sido al mismo Campo 3. El estómago, su gastroenteritis les ha hecho estragos, cuando no era uno era el otro. Y ahora todos bajaríamos juntos hacia el Campo Base… la verdad, tantos días por estos campamentos y montaña, uno ya tiene ganas de volver a la civilización, aunque sea al Campo Base. Desayunamos y preparamos los petates tranquilamente, hay tiempo. La gente está cansada de la actividad de ayer, de antes de ayer… la verdad es que si no estás preparado puede ser una actividad exageradamente esforzada, terrible y muy, muy cansada, lo das todo de ti. Tereza sigue con la pierna cojeando, no recuerdo si era el tobillo o la rodilla. Han decidido bajarla en caballo, con los caballos de los porteadores (que tanto bien hacen aquí como medio de transporte, comunicación y salvamento) pero aún tienen que subir del Campo Base, descansar, cargarlos y comenzar a bajar, y eso puede que les lleve toda la mañana hasta la hora de salir.
Ya estamos cerca del final de la mañana y sigue sin que haya nadie que se atreva a abrir huella por el peligroso y temerario Glaciar Lenin, pero antes de la tarde los grupos comenzarán a asolir el camino y harán huella nueva para de nuevo trazarlo hasta el Campo 2… espero que no haya más accidentes, pues el glaciar está peligroso ahora. La huella se ve profunda y bien marcada, señal de la cantidad de nieve caída esta pasada noche. Desayunamos a mitad de mañana, y aprovechamos el final de la mañana para escribir en el “libro de visitas”, dejar nuestros escritos y memorias, así como experiencia en el Pico Lenin y con la empresa que nos ha dado todos estos servicios.
Ya es hora de salir, es casi mediodía. Antes hemos cargado en los pobres burros y caballos los petates que se habían subido al Campo 1. Y les tuvimos que pagar de nuevo. Después nos preparamos nosotros con nuestras mochilitas para emprender el camino de regreso al Campo Base tranquilamente. Justo antes de salir y en la puerta de la misma yurta cocina, lo que era la “plaza mayor” del Campo 1, nos hacemos la foto de grupo, de expedición, todos contentos y radiantes. El día sigue increíble, espectacular, radiante; como bien dice el dicho, después de la tormenta viene la calma; supongo también por el brillo del día gracias a la abundante nieve.
Poco antes de las 14’30 horas salimos del Campo 1 desandando el camino de hace días, para bajar al Campo Base. Nos despedíamos así de las faldas del Pico Lenin, de la montaña, de parte de esta aventura, ya estaba hecho todo, y como ejercito que ha acabado su empresa, se retira del campo de batalla para su gloria y descanso.
Risas, descanso, paradas, videos y fotos a lo largo de la bajada del Campo 1. Las vistas ahora iban cambiando, los perfiles de la montaña y el conjunto del macizo las observábamos ahora con más detenimiento y devoción, admiración, ya no las volveríamos a ver, e intentábamos reconocer los lugares, rincones y sitios por lo que habíamos pasado, estado, caminado, dormido, sufrido y disfrutado. La nieve cubre parte del glaciar y morrena que vamos cruzando en busca de la morrena lateral, y ladera lateral del valle, y del río de chocolate que hay que cruzar. Un descanso con fotos y risas. Carteles de cruces a otros campamentos.
Bajamos del glaciar, de su morrena hacia el río de chocolate. Los guías nos han dicho que ha aumentado de caudal y nos dicen de ir por otro lado, otro sitio donde las aguas no son tan violentas y se pueden cruzar con más facilidad. Después ya era seguir la senda excavada en la ladera de tierra llena de arenilla y piedrecillas, hacia el final del valle. Monumentos excavados, labrados, esculpidos por la erosión del agua, el viento, en aquella tierra blanda, arcillosa. Curiosidades o caprichos del terreno.
Pocas nubes aparecen para hacer bonito mientras caminamos por la senda en la ladera arenosa, pero el paisaje es inmenso, espectacular con un día que sigue siendo brillante y precioso. Hago decenas de fotos y algunos videos. Risas entre los compañeros, es como si la montaña nos hubiera impregnado de su magia, droga y nos hiciera sentir fuertes, imparables, pero cansados y muy alegres. Como un subidón de adrenalina que te dura hasta que dejas la actividad y llegas a la civilización, al mundo real.
Poco a poco vamos dejando atrás el Pico Lenin con sus blancos glaciares y alpinas montañas. Las ultimas fotos a sus laderas y perfiles, a su lejana, anhelada y difícil cima, con forma de proa de barco pero sin velamen ni palos, un barco gigantesco, enorme de roca. Dejamos de verlo cuando comenzamos la subida al collado que separa los valles entre el del Glaciar del Pico Lenin y el valle que acaba en el Campo Base en el “campo de cebollas” (aunque el valle del glaciar del Lenin también acaba en el mismo valle donde se ubica el Campo Base): el Puteshestvennikov Pass a 4.100 mts.
Descanso y risas con algo de comida en Puteshestvennikov Pass, ahora ya me encuentro más fuerte y comienzo a bajar del collado por el lado contrario por todos los zigzags de la empinada senda, de la terrosa y fangosa senda, corriendo. El grupo se desmiembra: unos van delante y otros más detrás. Bajo por la senda y antes de llegar al estrecho donde el río hace una cascada, observamos un centenar de puntos negros que se mueven entre la senda, el camino, el rio, las laderas del mismo: es un rebaño de yaks. Nunca había visto un yak y ahora tenía un enorme rebaño aquí delante de mí. Curiosos animales, una mezcla de pequeños bueyes, bisonte, muy peludo, con largo pelo negro, gran cabeza y cuernos, interesante, encantadores, pero no me acerco demasiado, ya que sus cuernos y fuerza pueden ser peligrosos para unos ignorantes de yaks como nosotros.
Javi, Dimitri y Dima van delante alejándose por el camino hacia la zona del estrecho y la cascada, mientras yo cruzo casi solo el rebaño de yaks. Se acercan Ilan y Tom. Detrás y allá arriba dejamos el Puteshestvennikov Pass, y delante el comienzo del llano y valle donde se planta el Campo Base, y el campo de cebollas. Dejando los prados de las laderas de este corto valle, bajamos por la senda entre las rocas y piedras de la pared y escarpes que cierra este vallecillo, lugar coronado por la cascada del rio antes de unirse al resto de ríos que bajan de grandes glaciares, como el Lenin. Paso junto al lugar de la pared de roca donde están las placas y recuerdos de aquellos fallecidos en esta montaña… jamás podría pensar que la muerte estaría tan cerca y que no fuera una antigua tragedia, con montañeros menos preparados y montañas más salvajes. Respeto y temor. Emociones. Leo los nombres, las fechas, algunas fotos, algunos símbolos… recuerdo aquel cementerio de Zermatt en Suiza. Emocionante y conmocionante.
Descanso y risas con algo de comida en Puteshestvennikov Pass, ahora ya me encuentro más fuerte y comienzo a bajar del collado por el lado contrario por todos los zigzags de la empinada senda, de la terrosa y fangosa senda, corriendo. El grupo se desmiembra: unos van delante y otros más detrás. Bajo por la senda y antes de llegar al estrecho donde el río hace una cascada, observamos un centenar de puntos negros que se mueven entre la senda, el camino, el rio, las laderas del mismo: es un rebaño de yaks. Nunca había visto un yak y ahora tenía un enorme rebaño aquí delante de mí. Curiosos animales, una mezcla de pequeños bueyes, bisonte, muy peludo, con largo pelo negro, gran cabeza y cuernos, interesante, encantadores, pero no me acerco demasiado, ya que sus cuernos y fuerza pueden ser peligrosos para unos ignorantes de yaks como nosotros.
Javi, Dimitri y Dima van delante alejándose por el camino hacia la zona del estrecho y la cascada, mientras yo cruzo casi solo el rebaño de yaks. Se acercan Ilan y Tom. Detrás y allá arriba dejamos el Puteshestvennikov Pass, y delante el comienzo del llano y valle donde se planta el Campo Base, y el campo de cebollas. Dejando los prados de las laderas de este corto valle, bajamos por la senda entre las rocas y piedras de la pared y escarpes que cierra este vallecillo, lugar coronado por la cascada del rio antes de unirse al resto de ríos que bajan de grandes glaciares, como el Lenin. Paso junto al lugar de la pared de roca donde están las placas y recuerdos de aquellos fallecidos en esta montaña… jamás podría pensar que la muerte estaría tan cerca y que no fuera una antigua tragedia, con montañeros menos preparados y montañas más salvajes. Respeto y temor. Emociones. Leo los nombres, las fechas, algunas fotos, algunos símbolos… recuerdo aquel cementerio de Zermatt en Suiza. Emocionante y conmocionante.
Ya dejo el paso de la cascada y sigo caminando por el gran prado o llano del campo de cebollas. El Campo Base ya queda muy cerca, veo las tiendas al fondo en el centro del llano y ancho valle. A medida que voy recorriéndome el valle y camino al cercano Campo Base, en mi solitaria andanza, voy haciendo fotos aquí y allá, el paisaje de estas magníficas y bellas montañas es impresionante, además el día y la luz siguen siendo muy buenas, perfectas, brillantes y muy claros.
Se acercan por el camino los caballos con los petates y equipajes nuestros que bajan del Campo 1. Les saludo y hago fotos. El último caballo lleva a Tereza, que con una sonrisa en su cara se detiene para que le haga una foto. Alegre y contenta, no podía haber hecho este camino tan largo como tenía la pierna, el pie. La veo muy simpática y alegre, contenta de haber llegado a la cima del Pico Lenin y por la increíble aventura, experiencia en su conjunto.
Y casi en menos de 4 horas llegamos al Campo Base del Pico Lenin, a 3.600 metros de altura. Son alrededor de las 18,15 horas. De nuevo las vistas lejanas de la gran muralla blanca de hielo y nieve al fondo, de dónde venimos, espectacular, precioso. Pocas nubes han aparecido y el día sigue tan magnífico, y con esa visibilidad tan especial. Poco a poco el resto de compañeros van llegando al Campo Base, el cual parece que hay menos gente, menos expedicionarios… alguna persona de antes, pocas y algunas otras nuevas.
Nos dan esta vez una tienda del fondo, mirando al otro lado a las yurtas comedor, cocina… Deshacemos las mochilas, petates y hacemos nuestro el nuevo lugar. Aprovechamos las sillas con respaldo, reposa pies y reposa vasos para descansar al sol Javi y yo. Tom aprovecha para hacernos una foto… algo parecido a lo que hice yo los primeros días del Campo Base con el mismo Hans. Hablando de Hans y Ray, éstos no están en el Campo Base. Al ver se sin imposibilidad de subir a la cima del Pico Lenin, decidieron bajarse a Osh y hacer algo de turismo por la ciudad y el país.
Cristina, la jefa del Campo Base, nos da la bienvenida. No es tan estricta y fría como parece, pero los rusos y rusas cuando se ponen serios, ya sabes cómo son… Nos preparamos para la cena. Antes nos hemos cambiado y lavado en nuestra tienda, y preparado para la marcha de mañana a Osh. Ya se va acabando esto…
En la cena nos sentamos todos juntos, no hay mucha gente más a parte de nuestra expedición con lo que toda la cena y atención gira entorno nuestro. Risas, charlas… los españoles no sabemos más que reírnos y hablar entre nosotros, lo hemos, lo estamos pasando muy bien. Compartimos mesa, risas y cena con Adur y Dani que ya parecen que fueran de nuestra misma Expedición, los cuales nos han acompañado y han bajado con nosotros como si fueran 2 miembros más del equipo. Lo pasamos muy bien.
Llegados a una hora después del postre… ¡Sorpresa! ¡Otra entrega de premios! Esta vez diplomas por parte de la empresa Central Asia Travel donde pone que has llegado a la cima del Pico Lenin a 7.134 mts. o hasta la altura a la que has llegado (en mi caso y en el caso de Tom, a 6.500 mts.) o hasta el campamento que has llegado (a Adur y Dani les dieron una a cada uno donde ponía que habían llegado al Campo 3, a 6.100 mts.) … de esta manera todos éramos ganadores, todos teníamos premio, todos nos sentíamos héroes de nuestra propia aventura con el éxito y la gloria logrados… buen y original detalle por parte de la empresa.
Después de los premios, la sobremesa de la cena. En un momento del mismo alguien tenía una guitarra española que la tocaba y se la pasaron a Ilan. Tom nos explicaba que Ilan era un “casi famoso” músico de Holanda, que en Spotify y otros medios podíamos encontrar sus canciones y temas. Sorprendente. Teníamos a un músico en el grupo y nunca había dado señales para darlo a conocer. Entonces la sobremesa de la cena se convirtió en una pequeña, alegre y musical fiesta. Ilan ponía la música con su guitarra, la voz, y a veces le acompañábamos… Message in a bottle de The Police fue una de las canciones colofón de una divertida y animada noche… me entraron recuerdos de aquellas noches en los campamentos, entre las tiendas, en los refugios, en aquellas casas rurales donde nos divertíamos con los compañeros y montañeros del Centro Excursionista Almoradí. Nostalgia y alegría por la memoria de aquellas fantásticos y amistosos momentos. Fantástica el final de la noche, e increíble el cambio de Ilan que parecía una persona seria y seca, a lo abierto y extrovertido que se convierte con una guitarra en la mano.
Al otro día nos despedimos de la lejana montaña, de los amigos de la empresa Central Asia Travel, y del Campo Base de este Pico Lenin; enorme montaña, traicionera, enorme, bella como todas las grandes montañas llenas de hielos, glaciares, terreno inhóspito, peligrosa, temeraria, fría, interesante, grandiosa… el día ha amanecido brillante, muy soleado, espectacular, con una visibilidad envidiable… como queriéndose despedir esta montaña, este Pico Lenin, esta parte del Mundo, del Pamir, ha escogido a sus conquistadores, y el resto mejor que no se acerquen, porque la vida les va en ello…
Montamos en las furgonetas y salimos camino abajo, saliendo del valle del Campo Base, haciendo el mismo castigado y eterno recorrido por esos caminos, desandando o desrodando lo pasado para llegar hace días a este Campo Base. No hay cambios en el recorrido entre Osh y el Campo Base: el mismo camino de tierra y la misma carretera que cruzaba la Cordillera Alai por el mismo paso y lugares. También la carrera entre las 2 furgonetas igual que a la ida; tan rápidas habían ido que incluso Luis llegó a quejarse al conductor de la furgoneta en la que iban. A veces la vertiginosa conducción de éstos hacía temer un choque o accidente en mitad de la carretera… pero no pasó nada al final.
Por fin en Osh nos hospedamos en el mismo hotel. Nos encontramos con Hans y Ray que, al no poder subir o intentar la cima del Pico Lenin, decidieron volver a Osh para hacer turismo. Nos dicen que han comido helado, han estado en la piscina… no lo han pasado mal. Por la noche hemos quedado en ir todo el grupo, todos los miembros de la expedición, junto con los guías, a cenar a aquel restaurante al que fuimos la primera noche en Osh Javi y yo, que parecía un gran jardín con cabañas de madera al aire libre. Lo gracioso fue cuando pedimos la comida para la cena y con la equivocación de los platos me comí la mitad del cordero de Ilan y después el mío, mi plato… Dani no paraba de reírse. Después de la comida una copa, un cubata… ¡¿un cubata?! Pedimos un ron con coca cola y nos trajeron 2 vasos, un con la coca cola (sin hielo) y otro más pequeño con el ron. Los guías nepalís, Didi concretamente, cantaban alguna canción con emoción de la que no entendíamos ni papa, pero ellos la tenían como muy adentro. Después de la cena no hubo para más fiesta y todos derechos al hotel.
Al día siguiente despedidas, abrazos y un “hasta la vista” con los extraños compañeros de viaje, tan extraños como nosotros mismos. Luis salía con Dimitri para hacer un recorrido turístico por Uzbequistán y parte de las ciudades de la ruta de la seda. Javi y yo salimos en busca del mercado, que no sé si llamarlo zoco, más bien bazar, que se encontraba según bajabas por la avenida que cruza el rio, justo a la derecha… a la izquierda y al otro lado del rio estaría la avenida Lenin que era donde se encontraba el restaurante de anoche, casi enfrente de la Universidad, ese edificio rojo y blanco con arquitectura neoclásica que parecía un museo.
Por el bazar la verdad que nada raro o nuevo que no pensábamos que se encontrara allí en estos países. Compramos los regalos para nuestros familiares, mujer y amigos, y nos paseamos por su ala principal bajo un techo alargado y en semicírculo como si fuera una alargada estación de tren. Algún arco de piedra y coches aparcados en los límites del bazar, así como tiendecillas o puestos de todo tipo… según la zona podrías tener varias tiendas de una sola cosa o mercado: en un rincón las carnicerías, en otro las verdulerías, en otro las carpinterías, ferreterías, tiendas de ropa… de vez en cuando pasaba por la calle principal un hombre o mujer con un carrito, a veces tirado por una moto, y otras tirada por la misma persona, cargadas con patas de cerdo tal cual, “recién cortadas”… las avispas tenían un festín en la pata abierta a modo de “jamón ibérico” con su carne al aire colgada en una de las carnicerías, mientras los pajarillos se camuflaban entre las galletas y prostres, repostería del lugar en otro puesto, y comían cuando la dueña o dueño, que no sabíamos por dónde andaba, no estaba. Resultó chocante ver una cacharrería, chatarrería llena de utensilios y material de cocina de metal apartados o tirados… el almacén y puesto donde se exponían era más chatarrería que lo que exponía. También había edificios muy viejos donde no habían paradas, quizás por miedo a derrumbe… en los límites o afueras del gran túnel con tejado de estación de tren del Bazar.
Nos lo recorrimos en poco tiempo, no era excesivamente grande, suponíamos que la ciudad tendría más mercados porqué por el tamaño no se abastecía toda la gente de la ciudad seguro. Y a la hora del mediodía nos acercamos a la zona del restaurante de anoche, enfrente de la Universidad, lugar donde habíamos quedado con Adur y Dani. Una vez nos reunimos salimos juntos en busca de otro sitio para comer ese mediodía. Y lo hicimos en una especia de pizzería que quedaba en una de las calles laterales del edificio de la Universidad. Después de comer aquí salimos en busca de otro lugar para tomar un café, un postre… aquí ya no era tan barato.
Por la tarde volvemos al hotel donde descansamos y hacemos algo de siesta para esa noche coger el vuelo a Biskek y pasar esa noche allí (de Biskek solo pudimos ver lo que la noche y el taxi nos enseñaba por su ventanilla en el camino entre el aeropuerto y el hotel), para de nuevo madrugar y coger el vuelo a Estambul y Barcelona, donde acabaríamos nuestro viaje. En el hotel de Biskek pudimos hablar de nuevo con nuestras mujeres y familiares de España para comunicarles cómo iba todo, por donde andábamos, como estábamos y como estaban ellos.
Y una vez cogido el pasado día 16 de agosto el vuelo y nuestra llegada al aeropuerto de Barcelona, acababa esta gran expedición a una de las montañas de más de siete mil metros de la Cordillera del Pamir. Ha sido una gran experiencia, no solamente por la gigantesca montaña que es el Pico Lenin y todo el periplo de campamentos, sino también por el conocimiento y vivencias en cada momento con sus características y condicionantes, también la gente, el equipo, los expedicionarios, cada uno de cada país y preparación, pero todos una piña para realizar nuestro objetivo común; y las montañas, la Cordillera del Pamir, soberbia, increíble, gigantesca… aunque no se ve desde la parte por donde entramos de Kirguistán, al otro lado del Pico Lenin, es un laberinto de picos, hielos, nieves y perfiles inhóspitos, agrestes que van más allá de donde abarca la vista, interminable, formidable, es otro mundo, un bello y frio alto Mundo. La altura: la gran enemiga del alpinista, porqué, aún con buen tiempo, siempre estará ahí para evitar tu progreso, tu ánimo, tu ilusión, a la que hay que tratarla con respeto, con distancia, y mejor amoldarnos, acostumbrarnos a ella, a su baile, antes que tenerla como enemiga, ya que es una guerra que nunca podremos ganar. Grande mi compañero Javi que ha cumplido su objetivo, su sueño de subir tan alto, de llegar a la cima del Pico Lenin. Estupendo compañero de montañas y aventuras. No sé si volveré al Pico Lenin, de momento estoy seguro que no, pero al Pamir y a otras de sus montañas…