Nos levantamos sobre las 8 de la mañana para equiparnos y prepararnos para comenzar la actividad: subir al Refugio de Monte Rosa. El día ha despertado bueno, solo las nubes bajas tapan la base del Cervino allá arriba del valle, pero las cimas y el cielo estaban despejados. Nos hará otro estupendo y magnífico día.
Después del desayuno en aquel bufet del albergue, cogimos las mochilas con todos los hierros y material para mañana hacer el ataque al pico más alto del Monte Rosa, y el resto de compañeros que no iban a realizar el intento, el material suficiente para llegar al refugio cruzando glaciares y terrenos escarpado.
El desayuno no estaba mal, había bastante gente hospedada en el albergue juvenil de Zermatt. Tenemos que alimentarnos bien para realizar la actividad sin problemas. Recuerdos de hace 14 años, pero no recuerdos exactos, si no generales de nuestra aventura por este valle y montaña. Nostalgia de lo vivido y experimentado en estos mismos lugares con mis viejos compañeros, ahora de nuevo, con nuevos amigos y compañeros, emprendemos la misma aventura. Como en aquel entonces tenemos que coger el caro tren cremallera que sube a Gornergarat para bajar en Rotenboden y emprender el camino, la senda de bajada al glaciar y al Refugio de Monte Rosa, como hicimos antaño. Recuerdo que hace 14 años subimos hasta el final del tren cremallera a Gornergrat, y tuvimos que bajar hasta la parada o estación anterior, la de Rotenboden. La senda o recorrido sale de Rotenboden… realmente desde Gornergrat también hay una sendilla que te baja y comunica con la senda que sale de Rotenboden, pero ésta es más empinada y vertical, con peso puede ser lastimera y esforzada, un esfuerzo de más que nos puede desgastar para el ataque de mañana… también es verdad que hace 14 años íbamos mucho más cargados que ahora.
Salimos del albergue deshaciendo el camino de ayer hasta llegar a la placita donde está la estación de tren y la del tren cremallera (que no es la misma). Cruzamos todo Zermatt para llegar a la nombrada estación del tren cremallera. Justo llegamos a la estación cuando sale uno de los trenes, entonces nos da tiempo a comprar los billetes y prepararnos para coger asientos en el tren con las mochilas y material. Y aquí, por no recordar los que hicimos hace 14 años cometimos el siguiente error: compramos los billetes en las máquinas expendedoras sin pasar por taquilla, si hubiéramos comprado todos los billetes en la taquilla de golpe, hubiéramos tenido un descuento por ser un grupo. De esta manera las compramos al precio normal. Y a la vez en las máquinas expendedoras no salía la Estación de Rotenboden, lugar de donde sí sabía que la senda o recorrido salía de allí (eso sí que se me quedó y recordé, no quería cometer el error de hace 14 años), salía la siguiente y final que era Gornergrat y la anterior que era Riffelberg. Yo sabía que no había que subir hasta Gornergrat, así que indiqué que compraran los billetes de ida y vuelta a Riffelberg… igual pensaba que no se podía llegar a Rotenboden por alguna razón.
Los minutos pasaban mientras la estación se llenaba de gente y japoneses que intentaban colarse poniéndose de pie de cara a la puerta de cristal que da al andén del tren cremallera. Antes de que eso ocurriera, nos colocamos nosotros para que no nos quitasen el derecho por llegar antes de escoger asiento en el tren.
Llega el tren, descarga la gente que baja del mismo y al cabo de otros minutos abren las puertas para que subamos nosotros. Las puertas de subida o bajada del tren cremallera desde la estación, son diferentes. Ya montados en el tren cremallera cogemos los primeros asientos Joaquín y yo, y detrás Tere, Isa y Nuria, sabiendo que a medida que fuéramos subiendo la visión del espectacular Cervino se iría haciendo más clara e impresionante desde aquí. Y así pasó.
Al cabo de un tiempo el tren cremallera pasa y para en la Estación de Riffelberg y aquí nos bajamos ¡No es Rotenboden! ¡Debemos de salir de Rotenboden! Así que entre dudas e indecisiones al final decidimos ahorrarnos la pateada por senda hasta la estación siguiente (Rotenboden), eran casi 250 metros de desnivel, y comprar billetes de solo ida a Rotenboden. El amable taquillero nos aconsejó para comprarlas en grupo y tener un ahorro. Solo compramos de ida por que a la vuelta podríamos bajar sin problemas caminando. No es lo mismo subir y hacer el resto de la actividad que nos queda, que haber acabado la actividad y tener que bajar 250 metros.
Con lo que finalmente llegamos a Rotenboden y salimos de la estación en busca del camino a seguir. Aquí los compañeros hicieron sus fotos y se acercaron a un mirador cercano, siempre con las impresionantes vistas del Cervino, y de las montañas que cercan la Mattertal, desde el Ober Gabelhorn hasta el picudo Weisshorn. El día seguía buenísimo de luz y claridad, unas vistas increíbles. Magnífico. Al otro lado, hacia el sur, pudimos descubrir las primeras vistas de lo que será nuestro paisaje estos tres días: la cara norte del Breithorn cargado de glaciares, blancos, perfectos seracs colgados en vertientes verticales y escarpadas de negra roca. Precioso. Tenemos que dirigirnos hacía esta parte, dejando las vistas hacia el Mattertal que ya no volveremos a admirar hasta la bajada dentro de dos días.
Mucha gente, turistas, excursionistas rondan este abarrotado lugar, también completado por dos lagunitas y un escarpado piquito, aguja. Es Rotenboden. Ahora debemos seguir el recorrido ya realizado hace 14 años en Aproximación al Monte Rosa, que coge las señas de los carteles indicadores y sendas muy bien marcadas, en busca del Refugio de Monte Rosa y del glaciar; mientras miramos la espeluznante y preciosa cara norte del Breithorn.
La senda baja, gira y se oculta al otro lado de la loma en la que estamos, de la Gornergrat, la cresta Gorner, nos metemos en un valle protagonizado por un gigantesco glaciar que ocupa todo el fondo: es el Glaciar Gorner. Y de repente al girar, encontramos en frente de nosotros y a la derecha todas esas altas y espectaculares montañas que con sus nieves y glaciares que alimentan este Glaciar Gorner y Glaciar Grenx. Y descritas en Aproximación al Monte Rosa, no dejo de admirar y de quedarme boquiabierto ante las nevadas, heladas y altas Monte Rosa, Liskamm, Castor, Pollux, Breithorn… preciosas y desafiantes desde aquí. Ahora las vistas del Cervino quedan a nuestra espalda, los protagonistas han pasado a los glaciares y al Monte Rosa con sus altos hermanos.
Mientras bajamos en busca del glaciar, intento observar si los hielos han bajado su volumen, si nivel, su grandeza y tamaño. No puedo recordar con exactitud, parece que está igual que hace 14 años, pero sé que no es cierto. Me complaceré pensando que “parece que todo está igual” y olvidaré el cambio climático y del camino a la desaparición de los glaciares alpinos. Pido que me hagan fotos casi iguales a las que me hicieron en este mismo lugar con vistas al Monte Rosa; un antes y un después ¿comprobaremos la diferencia del paso del tiempo? Nostalgia.
Me fijo durante un tiempo en la cima del Monte Rosa, como si intentara imaginarme o visualizar la subida, planearla, organizarla en mi mente. Y de repente observo la enorme rimaya que se ha abierto justo bajo la congelada loma escarpada y vertical (el lugar donde Jesús santana se vio inseguro en Subida al Monte Rosa) que nos sube a la cresta de la Dufourspitze, justo arriba de Satteltole (collado de Sattel). No recuerdo esta rimaya hace 14 años. No recuerdo esta nueva dificultad. Tendremos que subir preparados para superarla, mínimo con los 2 piolets técnicos, cuerda… después de las sorpresas encontradas en la subida al Finsteraarhorn, no escatimo en precaución y material para el éxito de la ascensión y conquista. Les comento al resto de compañeros, ya que me sorprende este cambio… ciertamente el glaciar está cambiado, aunque se vea igual de blanco, igual de ondulado en sus laderas y perfiles helados ¡Veremos cómo lo afrontamos!
Hago fotos a la montaña. Con el zoom llego a fotografiar la huella de la subida hasta Satteltole; larga, empinada, por todas las heladas, blancas laderas onduladas del Glaciar de Monte Rosa. La imagen es perfecta, el día así acompaña en la calidad de la imagen, de la visión. Espectacular.
Seguimos la senda nombrada fácil y con unas vistas impresionantes, en busca de los límites del glaciar. Y llegamos a otro cruce justo después de cruzarnos con japoneses y otros domingueros que han llegado hasta los límites del glaciar y se vuelven a la estación de Rotenboden. Antes también hemos pasado por el cruce de la senda que sube vertical a Gornergrat.
Un poste indicador de recorridos nos sorprende. Hay dos recorridos para llegar hasta el Refugio del Monte Rosa: uno pasa por abajo, el Glaciar Gorner y Grenx, y la otra sube por el Glaciar Gorner y hace un recorrido a más altura. Yo no conocía el recorrido por la parte más alta, pero vemos a gente, montañeros que se dirige por este lado y comienza a subir por la lengua del glaciar que queda a la izquierda, que es el Glaciar Gorner que baja desde las partes más altas y norte del Monte Rosa, parece más concurrida y fácil. Pero no la conozco, y sí recuerdo algo del recorrido por la parte de abajo entre el Glaciar Gorner y el Grenx que nos llevó hace 14 años hasta las puertas del Refugio de Monte Rosa; sobre todo lo recuerdo espectacular y emocionante por esos pasos entre las “olas” heladas del glaciar.
Vicente parece que ha mirado las señas actuales del recorrido hasta el refugio y me dice como está un lado y el otro. Yo le hago medio caso y le digo que hoy iremos por el recorrido de abajo, que es el que conozco, y a la vuelta, si es mejor o peor éste, iremos por el recorrido de arriba.
Al poco tiempo de coger la senda de bajada nos encontramos con un cortado, un barranco, una pared en el recorrido, que es superada por unas escaleras clavadas en la misma pared… ¡El recorrido comienza a ponerse interesante! Fotos, risas y emociones mientras bajamos por estas escaleras metálicas; son unos 20 metros o más de pared. Bajo ella un estruendoso arroyo con agua muy violenta y revoltosa que es evitado por una pasarela, un puente, nada más bajar de las escaleras.
A partir de aquí seguimos las señas del recorrido en busca del glaciar, ante mi sorpresa, giramos a la izquierda en busca de otra parte más baja del Glaciar Gorner (más bajo del recorrido que va a más altura). Un pequeño paso, un saltito que parece te vayas a colar dentro de la rimaya del glaciar, pero que al final no tiene peligro… y ya estamos en el Glaciar Gorner.
Bajamos la lengua del glaciar abajo en busca de su fondo, en busca de la parte más baja por esta fácil masa de hielo. La roca de la montaña, de la ladera queda a nuestra derecha, a la izquierda queda todo el vacío y espacio bajo el cual navega, vive y domina el Glaciar Gorner (ya unido al Glaciar Grenx) con todas sus piedras, rocas y tierra que erosiona de la montaña y se lleva a lomos mientras baja de las alturas. Precioso.
Llegamos a la parte baja de esta lengua y salimos del glaciar (o no), al menos esa es la impresión que nos da, pero realmente seguimos por encima de todas las piedras, rocas, terreno que han quedado encima de las congelados y rugosos suelos del glaciar, justo cuando el Glaciar Gorner a la izquierda, baja y se une al Glaciar Grenx que viene justo de enfrente nuestro, desde las bases del Liskamm, Castor y Pollux. Y el recorrido señalizado por balizas (esta vez no son trípodes como en Aproximación al Monte Rosa, sino palos de color rojo y blanco como si fueran esas balizas que se clavan en los bordes de las carreteras y caminos que suben puertos de montaña, estaciones de esquí y se cubren de nieve). Giramos hacia la izquierda serpenteando y evitando grietas, paredes de hielo y un caos de piedras y hielo, como si todo estuviera por ordenar, por montar, por crear, por organizar… el recorrido fue interesante pero no tenía nada que ver con el recorrido realizado hace 14 años.
Llega un momento que el recorrido salta el límite de unión de los dos glaciares para seguir por el glaciar que baja de las laderas del Liskamm, el Glaciar Grenx, seguimos las balizas “de nieve”. Hace 14 años esta parte de recorrido por la lengua glaciar que baja del Glaciar Grenx era más largo y espectacular, la de hoy es más peligrosa y fea… el glaciar cambia, el recorrido cambia con el glaciar. Desde el fondo de este valle por donde discurría el Glaciar Gorner, descubrimos en una ladera rocosa el edificio del Refugio del Monte Rosa. Era la primera vez que lo veíamos, allá arriba, en la lejanía, en la inmensidad de este lugar: parece una especie de cubo metálico. Vicente me dice que tiene un aire al nuevo refugio de Gôuter en el Mont Blanc.
Ahora que parecía que el recorrido por el glaciar era más ameno, más fácil y emocionante, dejando atrás ese caos de piedras, rocas y laderas cortadas de hielo… perdemos las balizas… resulta que al poco tiempo de seguir por esta lengua glaciar que baja del Glaciar Grenx (o es el Glaciar Grenx) las balizas clavadas hacen que el recorrido salga del glaciar hacia la morrena o laderas de la montaña fuera del hielo, fuera del glaciar, a la izquierda… desando algo lo recorrido por el glaciar para seguir, siendo el último del grupo, la salida del glaciar y el recorrido por la morrena lateral de mismo. La verdad es que me parecía más peligroso seguir por esta ladera de tierra y piedras inestables que seguir por el glaciar… pero si el recorrido sigue por aquí, no será tan peligroso… ¡Vamos allá!
Comprobamos que el recorrido estaba marcado, señalado, y entre las rocas móviles, tierra y piedrecillas, encontramos una especie de senda. Seguimos las marcas. El recorrido de hace 14 años en el que seguías el glaciar hasta casi ponerte bajo la vertical del refugio, ya no se seguía, o existía. Esta vez tocábamos muy poco glaciar… ¿tan mal estará?
Esta sendilla comenzaba a subir en busca del refugio, y llegamos a un momento en que el terreno se allana un poco, aunque no dejamos de ir entre rocas y piedras, y poco más arriba el paisaje se amplía: estamos entrando en el vallecillo donde se encuentra aquella laguna bajo el Glaciar del Monte Rosa. Cruzamos una pasarela de un torrente furioso que baja del lugar de la laguna. Enseguida me reúno con el resto del grupo que se ha parado a comer junto a las orillas de la lagunita bajo la laguna más grande.
Comemos y descansamos junto a la lagunita. El día sigue siendo excelente, soleado y con las magníficas vistas protagonizadas por el Cervino al fondo del valle del Glaciar Gorner. Un paisaje alpino y precioso. Pero al estar metido en el vallecillo la vista o paisaje estaba limitado a lo que veíamos enfrente de la lagunilla. El Refugio del Monte Rosa quedaba a la derecha según miras la lagunita, arriba de estas vertientes algo escarpadas, pero practicables.
Partimos al cabo de unos minutos y seguimos la senda bien marcada y señalizada por el lado contrario por el que hemos entrado al vallecillo, a este gran hueco en medio de la montaña, pero esta vez subiendo por la ladera rocosa, entre rincones y escondites, zigzagueando para coger el mejor y ameno recorrido por esta parte de la ladera escarpada, sigue la senda cogiendo altura en busca del refugio. A nuestra espalda queda la lagunita.
El recorrido ahora subía por esta ladera rocosa hasta buscar unos resaltes justo debajo de la vertical del refugio, para subir directos, dejando a nuestra espalda el valle con el impresionante Glaciar Gorner, girando, cambiando de dirección para llegar a las puertas del Refugio del Monte Rosa a 2.883 metros de altura.
El refugio es un impresionante cubo de cristal y paredes que parecen metálicas. Grandes ventanales y una forma que no parece un edificio convencional, muy moderno… como el edificio del Refugio de Tracuit para subir al Bishorn, tiene un estilo que le hacen parecer cualquier cosa menos un refugio. Igual es para mimetizarse con el paisaje, con el color gris de las piedras y el reflejo del cielo, de las montañas en sus paredes. Es curioso, confortable y acogedor. La extraña forma exterior como si fuera un cubo casi trapecio, no tiene nada que ver con la forma por dentro: el comedor está repartido en bancos y compartimentos abiertos con mesa en medio, todo de madera, o forrado de madera, muy curioso y acogedor. Los nombres de aquellos que han colaborado económicamente para la construcción del nuevo refugio están repartidas en placas entre los bancos del comedor. La recepción y cocina estaba casi en medio del comedor con varias puertecillas sobre la barra que atendía al público. Del comedor salías a una terraza con hamacas, bancos y mesas con inmejorables vistas, con curiosas mantas que simulan la piel de una oveja. El vestíbulo, vestíbulos o habitaciones donde equiparse, desequiparse y dejar el material estaba abajo del comedor, en la parte final de unas grandes escaleras que recorren en espiral la pared del edificio con vistas, ventanales y que, aparte de subir al comedor, te dejaba en otras 2 plantas de habitaciones, con baños o aseos en cada una de ellas… magnífico.
Dejamos los bártulos, material y mochilas, subimos a nuestras habitaciones. Nos repartimos las literas. Hay sitio en cada camastro para dejar cosas con lejas y rincones… es fantástico, practico y acogedor.
Después de cambiarnos bajamos a tomarnos alguna cerveza para hidratarnos y porque nos lo merecemos. Salimos a la terraza donde algunos montañeros ya disfrutan de las vistas y las cervezas. Nos sobra tiempo para pasar el resto del día curioseando y haciendo vida social hasta la cena a eso de las 18.30 o 19 horas.
Llega un helicóptero que vienta todo lo que se ha quedado fuera en la terraza, a pesar del aviso de la gente del refugio, el helicóptero se retrasa y la gente se descuida ¡Ha desaparecido la cartera de Vicente! Ha salido volando con los aires de la hélice del helicóptero. Buscan la cartera por toda la terraza, que también ha tirado sillas y hamacas… es una broma, Roberto le ha cogido la cartera y se la ha escondido. El buen humor y amistad en un grupo de compañeros para realizar una actividad de montaña en la que pasas días conviviendo, es muy importante: o afianzas la amistad o acabas con mal rollo y sin ganas de volver a estar juntos. Cosas de la convivencia y de la relación de personas.
Nos quedamos ensimismados con las vistas también. Recuerdos, nostalgia. Descubrimos la fantástica imagen del Glaciar Grenx bajando de las laderas entre la montaña en la que nos encontramos ahora (Monte Rosa) y el Liskamm, enorme y repleto de seracs, hielos… éste parece que no ha cambiado en 14 años; igual que sus hermanos Castor y Pollux, y todo su terreno lleno de glaciares, con sus grietas, rincones, formas, escarpe, seracs, valles, espolones… una foto muy especial y querida que hice hace 14 años, la vuelvo a repetir para intentar captar de nuevo esa belleza, esa fantástica imagen, ese paisaje alpino impresionante y precioso.
Y al fondo del valle, al otro lado del final, de la terminación de todos estos hielos y glaciares, del Glaciar Gorner, el impresionante Cervino velado por alguna nube, que ya de tarde, nos da a entender que estamos en alta montaña, la alta montaña alpina. Preciosa.
Hemos estado mirando el tiempo todos estos días. No hay borrasca cerca ni mal tiempo incipiente que nos pueda afectar en la subida a la Dufourspitze mañana, puede que solo nubes altas al final del día que nos puedan amenazar un buen día y una buena actividad… pero estamos preparados de todas formas.
Utilizo el wifi del móvil de Luis Guerrero para hablar con Anna por wasap. En el refugio no hay wifi pero parece que sí hay cobertura móvil. Todo bien; fantástico. Mañana toca el ataque a la montaña. No sé si dará tiempo a comunicarme con la familia. Y al otro día, ya la vuelta a Zermatt; y ya desde la población no habrá problemas para comunicarnos y decir cómo ha ido la actividad. Si hemos conseguido el objetivo o no. Yo me encuentro bien. Parece que estoy preparado para subir a la cima sin problemas. Ya es la segunda vez que vengo, y aunque la última hace muchos años, parece que el sitio me da la bienvenida y lo reconozco. No me encuentro en tierra, montaña, extraña. Estoy animado.
Cenamos. Sopa de algo y los típicos platos de refugio, a veces pasta, a veces arroz, a veces carne… y el postre un “lujoso” helado de chocolate… ¿era en este refugio o en el de Tracuit? Ya no lo recuerdo. Al final de la cena planeamos el desayuno, a qué hora salimos, nos levantamos… el desnivel es mucho, hay que salir como muy tarde a las 03:00 de la mañana ¡Muy temprano! Pero con tiempo suficiente para llegar a Satteltole y acometer la subida a la cresta de la Dufourspitze con tiempo y buenas condiciones. Con lo que tendremos que despertarnos poco antes de las 02:00 de la mañana con tiempo para vestirnos, desayunar y prepararnos para la increíble subida, ascenso y ataque a la Punta Dufour. No son dudas lo que tengo, pero es una montaña en la que cualquier duda o indecisión, nos puede costar el éxito y llegada a su cima. Me fio de Luis Segura, con él subí el Finsteraarhorn en los Alpes Berneses, con una cresta y subida algo más difícil y peligrosa que esta del Monte Rosa, pero no tan larga. Luis Guerrero el veterano del grupo tiene mucha experiencia, y el año pasado llegó a la cima del Pico Lenin después de días de aclimatación y penurias en altura. David es el nuevo, pero parece animado, se deja llevar por nuestra experiencia y “pericia”, y ello es importante porque no deja que las dudas o las indecisiones hablen por él. Pero la montaña es una lotería. No sabemos que nos pasará allá arriba y en toda la ascensión… espero que todo salga bien, somos 4 con cordadas de 2, y tenemos la fuerza y fortaleza física suficiente para llegar allá arriba. Hablo con Luis Guerrero “he visto la rimaya allá arriba, me subiré los 2 piolets” también se lo aconsejo al resto de compañeros (no quiero sorpresas como en el Finsteraarhorn) “si hay que utilizar los 2 piolets, no subo” me dice convencido Luis… mañana veremos si hacen falta o no. La suerte puede estar echada.