De nuevo el Pirineo, y de nuevo buscar una cima que se me resiste, el pico Argualas en las altas cumbres de más de tres mil metros de la zona de Panticosa. Ya habían pasado más de 10 años después del primer intento con Jesús Santana en aquel estupendo viaje compartido con Oli, en el que acampamos a mitad de camino entre las cimas al norte del balneario y el mismo balneario de Panticosa, descrito en Los Infiernos, Algas y Garmo Negro, donde el único pico objetivo que nos faltó por visitar era este mismo Argualas.
Han pasado muchas cosas desde entonces, tiempo sobre todo, pero la montaña intenta no cambiar. Eso sí, hay un refugio nuevo que visitar y estrenar: el Refugio de los Ibones de Bachimaña, plantado justo poco antes del Ibón Grande de Bachimaña y a más de 500 metros arriba del bonito y encantador Refugio de Casa de Piedra y los edificios del mismo balneario. Estaremos a más altura para poder hacer el intento o aproximación a la montaña, aunque el camino nos desvíe un poco hacia el este, dejando los picos más al norte, justo sobre el hueco del valle donde se halla el Balneario. Pero merecerá la pena, seguro. Nos ahorramos esos 500 metros de desnivel aunque el refugio esté poco más alejado.
Así pues el pasado sábado 16 de junio salíamos Pau, Francesc y yo hacia el Valle de Panticosa en busca de sus picos de más de tres mil metros y esos escondites tan singulares y preciosos del valle. La idea entonces es dejar el coche en el mismo Balneario de Panticosa; lo aparcamos cerca del Refugio Casa de Piedra, entre el ibón y éste, desde el cual, por la parte de atrás, sale la senda, GR-11., en busca de los Ibones de Bachimaña, Francia y el mismo Refugio de Bachimaña.
El día es idóneo, soleado, con buen tiempo. Justo detrás del Refugio Casa de Piedra, un cartel azul nos indica para subir al Refugio de Los Ibones de Bachimaña y a la vez, nos señala el riesgo de aludes. El camino es fácil; hace mucho que lo hice por primera vez en aquella actividad de subida a los Picos del Infierno de hace 14 años. La senda está muy bien señalada, marcada, con carteles informativos en los cruces para que sigas en la dirección y recorrido correcto. Pasamos miradores a cascadas y al torrente que baja por el encajonado vallecillo; seguimos paralelos a él. Llegados a un punto arriba de una especie de balcón o morrena, aparece una parte del Ibón de Bachimaña Inferior, y un cruce de recorridos: recto sigues hacia el Ibón de Bachimaña Superior, recorriendo su orilla norte, y hacia los puertos y pasos a Francia, así como el recorrido a los Picos del Infierno por los Ibones Azules, ya nombrado antes; y a la derecha por una pasarela encima del muro de la presa de este pequeño Ibón de Bachimaña, llegas a las puertas del Refugio de Bachimaña. Queda a pocos pasos y como medio escondido por el perfil de la misma montaña, de la roca.
Curiosamente el edificio del refugio está ubicado casi en el mismo lugar que aquellas casas o cabañas en las que pasamos aquella “accidentada” noche en la primera subida a los Picos del Infierno. Si no en el mismo sitio, cerca, pero como mirando al balcón de roca, antigua morrena de los extintos glaciares, con todo el Valle de Panticosa delante y abajo. Llegamos al edificio y es casi como un hotel: una construcción recia con estancias grandes, habitaciones grandes con baño, muy nuevo y con mucha gente. Incluso un grupo de familias jóvenes que parecen vascas han venido con sus niños y todos aquí están jugando y yendo de un lado para otro. Desde su terraza ubicada hacia el oeste, mirando al fondo del Valle de Panticosa, se puede entrever nuestro objetivo allá al fondo, coloreado por el sol del atardecer, el pico Argualas, con su inconfundible figura de monolito ancho y gigante, rodeado de paredes como un cubo, menos por un lado, el que sigue la cresta, casi afilada, hasta el Algas.
Planeamos el ataque de mañana: con el nuevo mapa de Alpina ya sale el Refugio de Bachimaña y una sendilla o recorrido precario que desde éste sale en dirección a coger la senda o recorrido que sale del Balneario de Panticosa hacia el Collado de Pondiellos y Los Infiernos. La idea es seguir esta sendilla, nueva para nosotros, que desemboca en la senda principal que viene del Balneario, del fondo del valle; y una vez cogida esta senda, seguir el “camino normal” en dirección al Garmo Negro o Las Argualas. Subir el Pico Argualas y el resto que podamos, y bajar directamente al Balneario de Panticosa, donde acabará nuestra actividad y nos esperará Francesc tomando alguna cerveza en el bar del Refugio Casa de Piedra; ya que Francesc no nos acompañará debido a su lesión o malestar en la cadera.
Con lo que al día siguiente Pau y yo recogemos los bártulos, desayunamos, nos equipamos y partimos antes del amanecer del Refugio de Bachimaña, un refugio extraordinario al que hay que volver. Justo cuando las primeras luces iluminan el lugar, llegamos al cruce después de cruzar la pasarela de la presa del Ibón de Bachimaña Inferior. Aquí tenemos que girar a la izquierda, como si quisiéramos bajar a Panticosa, y al poco tiempo, poquísimos metros senda abajo, por un lugar muy bien definido en el mapa y señalizado el cruce por un hito de piedra, aparecerá a la derecha una sendilla que seguiremos dejando la senda principal atrás.
El recorrido es algo perdedor y la nombrada senda no está marcada en el terreno como tal, quiero decir que no encontraremos un surco en el terreno pisado por muchas botas, en la mayoría de su recorrido. Al principio sí es una sendilla que después se perderá entre las rocas y escarpes. Hay que cruzar al otro lado de una loma rocosa o espolón que baja de las alturas y más arriba es la cresta que nos tapa las vistas del Garmo Negro y Argualas desde el refugio.
Por suerte la decisión de salir justo cuando aclara el día ha sido una buena elección, ni demasiado oscuro para no poder descubrir los hitos que siguen este nuevo recorrido, ni demasiado tarde como para encontrarnos la nieve ya deshecha por el calor del día más arriba. Con lo que fijándonos bien debemos estar atentos y seguir los hitos, los montoncitos de piedra que aparecen en el recorrido. La idea de este recorrido es no perder mucha altura desde la salida del refugio hasta coger la senda de subida al Collado de Pondiellos; pero el recorrido nos hará pasar por lugares y escondites del terreno bajando hacia la derecha, subiendo hacia la izquierda, cruzando riachuelos, torrentes por lugares por los que piensas no debe de ir el recorrido, etc.… al final sales a una ladera rocosa y canchal de piedras, al otro lado de la vertiente, loma o parte baja del espolón que queda enfrente del refugio como he nombrado antes.
Seguimos entonces por esta más fácil pendiente y ladera, ya con visibilidad sobre las montañas que tenemos encima de nosotros, pero sin perder los hitos, esos montoncitos de piedra auxiliadores que te ayudan y guían en estos recorridos sin senda. Justo algo más arriba el recorrido pasa por la parte sur del Ibón de Los Arnales, un laguito de montaña enclavado y encajonado justo bajo las paredes y escarpes del pico homónimo, que no llega a los tres mil metros. El día ha amanecido muy despejado e ideal, y el frio es el justo para esta altura y época del año. No hace calor. Las fotos saldrán magníficas en este día.
Bordeando la orilla del Ibón de Los Arnales perdemos los hitos los cuales los volveremos a recuperar al salir al otro lado, en la ancha ladera de Las Argualas (ladera y nombre que se le da al lugar) justo bajo las bases de estos picos: Argualas, Garmo Negro y Pondiellos. Pau y yo nos separamos algo para acometer la intersección del recorrido que llevamos con la senda que sube de Panticosa, senda y recorrido que ya vemos al salir de las orillas del ibón. También vemos montañeros subir por ella: es el recorrido clásico y normal que viene de la zona del Balneario de Panticosa.
La nieve apareció sobre los 2.200 metros en forma de neveros, y poco más arriba ya todas las suaves laderas las cubre el blanco meteoro, dándole un aspecto a las cimas y partes altas de estas montañas hermoso y espectacular, como siempre hace la nieve. Yo aparezco en la senda que viene de Panticosa poco más abajo que la ubicación donde acampamos en el primer ascenso a estas montañas, al Garmo Negro y Algas, o sea que debo de estar en esos 2.200 o 2.300 metros, casi la misma altura del Refugio de Bachimaña. Nos hemos mantenido en altura. Pau aparece poco más arriba de mí, en la misma senda. Poco a poco giramos por ella y dejamos de caminar en horizontal (senda por la que venimos) para ahora ir subiendo y cogiendo altura en busca del vallecillo o hueco o circo que queda entre el Garmo Negro y el Argualas, igual que hicimos en la nombrada y pasada actividad de subida al Garmo Negro y Algas. No me acuerdo de ver el cruce de sendas en la que una se dirigía al Collado de Pondiellos, para atacar el Pico Arnales, y los mismos Picos del Infierno, al otro lado de la vertiente del Garmo Negro, y la que nosotros ahora queríamos abordar. La cuestión es que llegados a una altura, giramos a la izquierda siguiendo un gran nevero de nieve dura y casi peligrosa, en busca del lugar nombrado entre el Argualas y el Garmo Negro. La huella está muy bien hecha aquí, pero la pendiente es notable y un resbalón, sin crampones, en la nieve, puede ser bastante accidental.
Ahora arriba de nosotros tenemos justo la mole y escarpes del Garmo Negro, mientras seguimos en diagonal y cogiendo altura, hacia su lado oeste, entre éste y el Argualas. Ya ha aparecido más gente, más montañeros que sobre todo suben en dirección al Garmo Negro y seguimos el mismo camino, huella en la nieve. Más arriba un pequeño rellano y giro a la derecha, para enfilar la última subidita hasta el falso llano entre el Argualas y el Garmo Negro. El día se mantiene excelente, soleado, pero fresco, no hace calor a pesar del sol; y las vistas ya desde aquí comienzan a ser grandiosas y extraordinarias: sobre todo mirando hacia el sur con todo el Valle de Panticosa y su Balneario allá abajo, y la zona del Brazato con sus montañas que superan los dos mil setecientos metros y otras superan esos dos mil ochocientos metros.
Nos paramos Pau y yo para decidir por donde atacar al Argualas. Vemos que aquí arriba ya hay mucha nieve, y por lo avanzado del día la nieve ya comienza a ponerse blanda, inestable. Tenemos que seguir hasta un punto detrás del Argualas, en su cresta, o en medio de la cresta entre éste y el Algas, y seguir por la cresta hacia el sur hasta el gran monolito o cubo del Argualas. La subida la tenemos que hacer por la parte más ondulada y fácil del lugar hasta el punto determinado, ya que, si atacamos directamente desde aquí la cima del Argualas, el desnivel y dificultad de la pendiente y terreno nevado, es mayor. Con lo que hacemos es una especie de arco desde el punto en el que estamos hasta la cresta siguiendo las zonas más cómodas de superar.
Aun así, la nieve en ciertos momentos no está transformada y está blanda, pero en otros tramos sí encontramos nieve más endurecida y firme para poder avanzar sin hundirnos demasiado. Llegamos al nombrado punto y vemos la cresta hacia la izquierda en dirección a la cima del Argualas. Decidimos abrir un camino justo por debajo de la cresta y por nuestro lado para evitar el tener que crestear; que por cierto hacia esta parte de la montaña no había nada de huella, teniéndola que hacer nosotros en dirección a este collado entre el Pico Algas y el Argualas.
La huella bajo la cresta parece más fácil a priori, pero aun así avanza por pasos algo más complicados entre nieve y roca. Seguimos poco a poco hasta llegar a un punto que ya la verticalidad de la pendiente de nieve es mayor, con lo que decidimos subirnos a la cresta y seguir por ella en dirección siempre sur, en busca de ese casi perfecto cubo de roca perpetuo e imponente que es el pico Argualas.
La cresta de roca es fácil, entretenida, con pasos normales para lo que tiene que ser una cresta, pero nada dificultosa. Nos vamos acercando cada vez más a la base del Argualas desde la cresta. Ya casi lo tenemos a tocar. Llegados a un punto la cresta se acaba y aparece un escarpe de roca en subida como un espolón vertical que te sube hasta la rocosa y plana cima del Argualas, y a la derecha, mirando ya hacia la otra vertiente de la cresta por la que veníamos, una especie de pala muy inclinada, casi vertical, en la que vemos huellas en la nieve impresas como indicándonos que por aquí es el camino a seguir, a subir: las huellas comienza con pasos horizontales que luego giran y son verticales en la misma pala. Debajo de la pala toda la ladera del Argualas vertical, larga y peligrosa, un abismo peligroso donde no parece haber parada posible si caes por él… al menos es lo que nos pareció.
Y llegados a este punto viendo que la subida por la roca era dificultosa, la mejor subida hubiera sido por las huellas en la pala de nieve que te dejaban directamente en la cima. Pero observando la forma y condiciones en las que tendríamos que subir y bajar por esa inclinada pala con caída casi al mismo vacío, comprobé que nos haría falta los 2 piolets para asegurarnos la subida y bajada, y solo llevábamos uno de los piolets técnicos… Quizás por falta de costumbre de volvernos a encontrar en situaciones como ésta o por excesiva precaución, decidimos no jugárnosla y no dirigirnos hacia estas huellas, hacia esta subida… aunque igual la huella ya hecha nos hubiera facilitado la subida, bajada… no sé, mejor no meterse en camisa de once varas. Y descartada la subida por el espolón vertical de roca que seguía la cresta hasta la cima del pico, desistimos de llegar a la cima del pico Argualas.
Era mi segundo intento, ya que en aquella actividad en la que subimos el Pico Algas y el Garmo Negro, la idea era subir antes el Argualas, faro y peñón único vigilante del Valle de Panticosa y del Balneario, y mi segunda frustración en llegar a su cima. Pero no pasa nada, nos hemos acercado mucho como para saber y conocer sus condiciones con nieve. Seguramente sin nieve no hubiera tenido ninguna dificultad, pero bueno, lo especial de estas montañas es cogerlas en condiciones invernales, son preciosas, extremas y emocionantes.
Decidimos volver deshaciendo el camino, nuestra huella dejada en la nieve bajo la cresta, después de haber hecho la parte de cresta bajo y al norte del Argualas. Llegamos hasta el punto donde giramos a la izquierda para seguir bajo la cresta y nos paramos para ver que rumbo seguir, que hacer… los picos de Algas están a tocar también…
El día comienza a taparse con una enorme lona que parece sean las nubes altas casi transparentes, de ese blanco sucio casi grisáceo, pero no hay amenazas de cambio de tiempo. Tenemos el Pico Algas, la cima sur más importante a tocar, ya que no hemos subido al Argualas, decidimos subir a éste y al otro Algas, el norte. La cima sur del Pico Algas ya la hicimos cuando subimos por primera vez el Garmo Negro en aquella salida en la que también hicimos los Picos del Infierno central y oriental, pero el Algas Norte me parece que no… Es fácil, llegados a este punto bajo el colladito o parte más fácil y asequible de la cresta entre el Argualas y el Algas, seguimos por las palas de nieve y luego roca hasta la cima, al norte, del Pico Algas. No tiene perdida ni es difícil.
Foto de cumbre en la cima del Pico Algas o Algas Sur, a 3.033 mts. Llegamos y nos encontramos con lo que parece un guía francés con su cliente, que da la sensación han subido hasta el Algas como si fuera un entreno o prueba; ya se bajaban directos por la nieve. Aparte de ellos nadie más por aquí. Las vistas desde aquí son extraordinarias ya que abarcas y ves paisaje que desde el resto de picos no verías… por ejemplo puedes ver la gran Sierra dera Partacua al otro lado del extenso y magnífico Valle de Tena, hacia el oeste, con sus decenas de picos calizos destacando el Peña Telera, el Collarada… también como los más altos. Al otro lado, delante, la subida y gran pala de nieve del Garmo Negro donde divisamos la forma entera de la montaña con forma como de casco, detrás de nosotros el espectacular Argualas con su cresta que le precede desde aquí y con su típica forma de cubo; detrás del Garmo Negro y mirando poco más al noreste los inconfundibles Picos del Infierno, que más que picos parece una muralla gigantesca, blanca, roja y gris, como el típico color de su roca, y 3 torreoncillos. Y mirando al norte las estribaciones y perfiles del Balaïtous, Frondella e incluso del inconfundible y espectacular Pic du Midi d’Ossau, esa fortaleza, esa torre inexpugnable… todo precioso con sus formas y nieve aun inundando sus laderas, escarpes.
Comemos poca cosa y seguimos por la cresta cimera hacia el norte, no hay otra. Y al poco llegamos a lo que sería el apéndice de dicha cresta en el punto en el que gira y comienza a bajar para encontrarse con el más suave Collada de las Argualas, el punto más bajo entre los cordales que unen los picos de Algas y el Garmo Negro. La cresta es fácil, ancha, pero en ocasiones te puedes asomar al otro lado, al lado oeste y norte, y el precipicio y abismo es enorme, inconmensurable, vertiginoso y pavoroso… Pues bien, este apéndice es el Algas Norte (3.032 mts.), de tan solo un metro más bajo que su hermano mayor (mellizo), el Algas sur.
Pequeño descanso aquí, aunque Pau ya se dispone a bajar e intentar llegar a la cima del Garmo Negro. Yo le digo que no me apetece subirla, que bajo tranquilamente hasta el rellano entre la pala o mole del Garmo Negro y el circo del Argualas, Algas. Mientras Pau baja por la cresta en busca de la Collada de las Argualas, yo disfruto un poco más del día, de las vistas, del lugar… es magnífico. Me hago la foto de cumbre y pienso en la futura expedición al Pamir… aquello no serán los Pirineos.
Mientras observo como Pau comienza su rápida subida al Garmo Negro, yo ya emprendo mi bajada a la Collada de Las Argualas. Otra cresta fácil, aunque más que cresta es una bajada por la roca escalonada sin peligro ni escarpes pronunciables, a menos que te asomes o te acerques al lado norte, por el precipicio, por el barranco hacia el vacío… Impresionable.
Llego a un punto más bajo que la collada y ya veo como allá arriba a lo lejos, en la cima del Garmo Negro, Pau comienza a bajar por una senda de nieve blanda e inestable, en una ladera vertical, de pronunciada pendiente. Poco tiempo después ya veo como se acerca Pau hasta donde estoy yo con paso tambaleante por el mal estado de la nieve y su cantidad, profundidad, que a esta hora del día ya está hecha caldete.
Y ya juntos emprendemos el camino de bajada. Otros montañeros ya han comenzado la bajada hace un tiempo, y otros, a pesar de la hora que es, aún suben ¡¡Donde van!! La bajada la hacemos deshaciendo el camino, la huella hecha en la nieve, nosotros y todos los visitantes de estas montañas y lugares, pasando por los mismos puntos rápidamente hasta llegar al punto al cual nosotros nos uníamos a esta senda venidos del Refugio de Bachimaña.
Aquí ya comenzamos la bajada hacia el Balneario de Panticosa, hacia su ibón represado y fondo del valle. La misma bajada que en aquella subida, repetida varias veces, de los Picos del Infierno, Garmo Negro, Algas. Poco a poco vamos bajando altitud rápidamente. Dejamos de pisar nieve. Cogemos una senda zigzagueante entre las praderas, después entre los bosques que protegen el valle y lo rodean. Hasta llegar al llano camino que rodea el nombrado Ibón de Panticosa, y seguir las indicaciones, recorrido, hasta la terraza el Refugio Casa de Piedra donde nos espera Francesc con una jarra de cerveza bien fresca.
Y de nuevo nos volvemos a casa sin llegar a la cima de este enigmático y llamativo pico. Precioso y magnífico. Así como inconquistable y lejano, lejano en intentos y hacer su ansiada cima. Sin duda volveré, a la tercera va la vencida, y esta vez nos aseguraremos el éxito… no se puede escapar. Por cierto, el nuevo Refugio de Bachimaña, todo un lujo, para repetir sin dudarlo.