Ya hacía tiempo que no hacia ninguna salida de montaña (en serio) desde este mes de agosto con la Expedición al Pamir. Ya iba teniendo ganas de recorrer laderas nevadas, llegar a frías cimas y admirar magníficos paisajes. Hablando con mi compañero de trabajo Raúl, también solitario montañero, salió la conversación el hacer una ruta de ascenso a uno de los picos más altos de la Sierra del Cadí desde su lado sur (sin tener que cruzar su túnel o la Collada de Tosas).
Mirando en internet en esos pocos minutos que en el trabajo nos dejaban en paz sin vigilarnos como sabuesos un trozo de carne, nos metimos en wikiloc para localizar una subida al pico Comabona desde su sureste, desde las inmediaciones del pueblo con menos habitantes de toda Cataluña: Gisclareny.
El Comabona de 2.554 mts. es una de las cimas más altas al este de la Sierra del Cadí. A partir de aquí y hacia el oeste, todas las cimas superan los 2.500 metros, llegando a sobrepasar los 2.600 en las cimas más altas del Cadí… la actividad podría estar muy bien: suficiente desnivel, altura, nueva cima para mí, a la vez que nueva sierra, nuevos lugares y paisajes… podría ser una ascensión fantástica.
Ha habido este otoño nevadas prematuras en el Pirineo, y ya a comienzos de noviembre el Pirineo estaba nevado como si fuera diciembre. Aprovechamos entonces para organizar la salida al Comabona desde Gisclareny el pasado 10 de noviembre. Seríamos entre 10 y 15 personas contando mi amigo Javi Berenguer que vive en Alp, al otro lado del Cadí, y fue compañero en la Expedición al Pamir, Luis Guerrero, también compañero en la Expedición al Pamir… y se apuntó la amiga polaca, que también nos conocimos en el Pamir aquel verano, Anna Senmark… seríamos un buen grupo.
El día iba a ser regular: en las cimas viento, cubierto y mal tiempo, frio; pero abajo, en la base de la montaña, haría bueno, menos frio y poco más soleado. Lo primero es salir en busca del pueblo con menos habitantes de Cataluña: Gisclareny. El cual si nos guiamos por Google maps nos envía a otro lugar que no es ¡¡Vaya lio!! Había recogido en la estación de tren de Llinars a Anna Senmark, y habíamos llegado por una pista hasta casi el nacimiento de un rio, bajo las laderas de la Sierra del Cadí, sí, pero lejos de Gisclareny. No hay cobertura. A Eva Zurera le pasa lo mismo y llegamos al mismo punto. Reculamos y vemos el cruce hacia Gisclareny. Por fin llegamos al punto de encuentro; Javi ya lleva un rato esperando.
Llegando al pueblo de Gisclareny, seguimos por la carreterilla y aparcamos justo en una especie de descampado o parking, en lo que parece un colladito muy cerca de las pocas casas del pueblo. Pero no es aquí donde debemos de dejar el coche para comenzar la ascensión. Justo desde aquí una pista sale en dirección al Cadí, a la montaña. Dejando la ladera de la montaña a la izquierda y el fondo del valle a la derecha, seguiremos en busca del Coll de Bauma (1.577 mts.) después de haber pasado por otro collado en la misma pista, el Coll de La Bena. Es un pequeño espacio recreativo para hacer un pic nic.
Ya estamos en la fabulosa y fantástica Sierra del Cadí; ese murallón de bosques y roca que delimita el Alt Urgel y La Cerdanya del resto de Cataluña al sur. Pero aún, el estar en sus faldas en el lado sur, los bosques, verdor y rincones son igualmente preciosos, hermosos, recónditos lugares para llegar en coche o caminar con decenas de kilómetros a tu merced para perderte, ascender, descender y admirar, maravillarte con este paisaje del Pirineo en todo su esplendor, sin llegar a ser un alto, alto Pirineo, muy alta montaña, la justa de altura. Increíble.
Ya es tarde. Son las 11 de la mañana cuando ya estamos todos reunidos en este punto y comenzamos la subida hacia el pico más sobresaliente en altura al este de la Sierra del Cadí: la subida la comenzamos siguiendo la ancha pista por la que habíamos llegado con los coches, en dirección noreste. Pero enseguida nos topamos con una cadena a la derecha y otro caminito que antaño hubiera servido para que pasasen coches. Cruzamos la cadena y seguimos por este caminito aún ancho. Ya nos estamos internando en la Sierra del Cadí y su parque natural.
Al cabo de otros metros, nos topamos con un cartelito señalizador de recorridos y una senda a la izquierda que deja el camino y comienza a subir por la boscosa ladera. Claramente en el cartelito ya nos indica el recorrido y ascenso al Comabona, 9 Km. La senda va subiendo y cogiendo altura implacable. Javi, entrenado para correr por las montañas, tira del grupo sin piedad, pero por suerte le podemos seguir… de momento. La senda subirá por la empinada ladera y a la vez buscará los escarpes de la crestecilla o espolón que queda a la derecha. Este espolón o cresta diferencia o separa las vertientes de esta montaña, pero no de la norte a la sur, según la característica o perfil de la montaña, justo mirando al sureste desde las inmediaciones de la cima de la Sierra del Cadí, se abre una especie de vaguada, de vallecillo casi en forma de circo en su parte más alta, y como encajonado y ancho valle en la parte media y mientras desciende altura: es el Bac de La Muga. Y desde otras montañas al este de la Sierra del Cadí (Penyes Altes, Tosa d’Alp…) se descubre perfectamente su morfología diferenciada de la “pura” ladera o vertiente sur de la Sierra del Cadí. Curioso.
Cruzamos otra senda que es el G.R.-150 que parece cruza en horizontal la ladera en la que nos hallamos. No le hacemos caso y seguimos la senda hacía arriba y un poco a la derecha en busca de estos escarpes que separan la ladera sur de la sierra con el Bac de La Muga. En un principio salimos sin nieve desde el collado donde hemos dejado los coches, pero a medida que vamos subiendo por esta empinada y en un principio, boscosa ladera, los neveros comienzan a aparecer; restos de la nieve caída en días anteriores que por la altura y la época en la que estamos, se derriten fácilmente por el calorcillo del sol otoñal. Pero poco a poco la nieve será más abundante hasta el punto de que ya no habrá terreno sin nieve en la subida, a partir de unos 1.800, 1.900 metros. Las vistas comienzan a ser extraordinarias, sobre todo mirando hacia el sureste donde un pequeño mar de nubes se ha formado por los valles de Gisclareny hacia Bagà. Precioso. Poco a poco el llano o morfología de Cataluña hacia el sur comienzan a estar a nuestros pies. Hacía el oeste, suroeste comienzan a apreciarse, descubrirse los perfiles agrestes, altivos y espectaculares del Pedraforca, con sus paredes norte del Pollegó Superior que comienzan a resaltar entre los claros de los pinos del bosque por el que subimos, con su toque de la nieve caída que le da un aspecto alpino, precioso, magnífico.
Poco más arriba llegamos, con nieve ya hasta pasado los tobillos en ocasiones, al Pas de La Cabra, una especie de collado, vertiginoso, que por una vertiginosa senda te cruza del lado en el que nos encontramos nosotros, hasta el Bac de La Muga; pero en su parte más alta, en su circo. Estremecedor. Aquí intento parar para tomar algo de agua y comida, Javi no necesita parar, y tomo algo rápido porque enseguida, sin descansar, sigue montaña arriba entre las nieves, la roca y los pocos árboles que ya nos encontramos por estas alturas.
Ahora la senda o recorrido, después de asomarnos al Pas de la Cabra, gira dejando dicho paso o collado, a nuestra espalda pero sin dejar de coger altura, como en diagonal, hacia el noroeste. Y poco a poco nos metimos en el mal tiempo de estas alturas, entre las nubes, nieblas y condiciones de alta montaña. Fantástico. Las fotos ya no saldrán tan bien, la niebla y las imágenes lo dejan todo blanco como si se hubieran quemado, pero es así como se veía en realidad. El paisaje se oculta y el frio se agudiza, hay que abrigarse y no perder a los compañeros entre la niebla… el camino no existe en el “infierno blanco”. Ahora el recorrido, aparte de ir cogiendo altura más progresivamente, parece que bordea la mole de la montaña que nos queda a nuestra derecha y que es la cima del Cap de Tancalaporta. Debemos salir al collado entre esta cima y la subida final al mismo Comabona. Justo en este punto sería la parte central y más alta del nombrado circo del Bac de La Muga, saliendo a las vertientes sur, del Bac de La Muga, y norte… pero no veremos nada sumidos todos en la espesa niebla.
Llega un punto que para llegar a este especie de collado o paso entre todas estas vertientes, mientras rodeamos la mole del Cap de Tancalaporta, nos debemos de tirar un poco más a la izquierda, al valle, e internarnos un poco en el mismo vallecillo que se va ensanchando y formando a nuestra izquierda. A la bajada lo aprovecharemos como descenso más directo. Y a la vez el recorrido deja de subir tanto, deja de ser tan empinado para ser más horizontal e incluso bajar algo para llegar a dicho punto. Aunque metidos en la niebla solo sentimos que el esfuerzo para caminar es menor que antes. Curioso.
Llegamos a dicho punto, a dicho collado o cruce de las vertientes, o sin ni si quiera llegar, giramos al oeste en busca de la última subida o ladera del Comabona. Aquí hay un trozo interesante, de rocas y escarpes entre la nieve y los precipicios o verticalidades que deberían de aparecer al norte y que están tapadas por la nieve. Intento captar al momento, el lugar, y como en una gran montaña aparecen los escarpes y los compañeros intentando sobrepasarlos. Bonito. Casi que sí se aprecia un salto, un balcón, con una caída al semivacío al lado norte, derecho, de nuestra marcha y ascensión.
En la roca hemos visto algunas marcas de G.R., el cual bordea la cima que queremos subir por su lado sur. Nosotros dejamos el pequeño collado o paso entre nieve y nieblas, para seguir subiendo ahora hacia el oeste en busca de la parte más alta de la montaña. Y así, sin dejar de subir ni cambiar de dirección, por aquí, en una zona donde el viento ha arrinconado la nieve con acumulaciones considerables en pequeños ventisqueros, llegamos a la cima del Comabona a 2.554 mts. Un pilón o eje geodésico nos señala dicho punto.
Las nubes van y vienen en la cima y poco antes de llegar a ella, dejando incluso que el sol nos ilumine en muchas ocasiones. Pero el viento y frio de la cima es notable. Alegría por el éxito de la cima conseguida. Nos abrigamos, hacemos fotos. El paisaje no se llega a ver por las nubes, y las pocas ventanas entre ellas no dan para hacer una foto de las vistas.
Decidimos bajar desandando el camino pisado en la nieve blanda, pero llegados a un punto giramos un poco a la derecha, al sureste en lugar de seguir por donde habíamos subido, hacia el este. Por este camino o recorrido llegamos hasta las marcas o señales del G.R. nombrado, que rodea las cimas por el sur, y lo seguimos hacia la izquierda, en dirección de nuevo al collado entre el Cap de Tancalaporta y el mismo Comabona.
De nuevo en el collado, en lugar de seguir desandando los pasos y huella realizada, marcada, de subida, decidimos bajar por otra senda o recorrido: justo por el mismo fondo de la vaguada o barranco que aparece en el mismo collado hacia el sur y que separa también la cima del Comabona del Cap de Tancalaporta. Entre la nieve y la roca, bajamos por este nuevo recorrido para así hacer una circular.
La bajada es casi recta y vertical. No sale de la ladera justo al sur de la montaña de Cap de Tancalaporta, y va dejando el fondo del valle, del barranco, a la izquierda mientras bajas. Es un rompe piernas, ya que baja casi sin tregua directa desde la parte más alta de la montaña, hasta el camino o pista que seguimos al principio antes de encontrar la cadena o cierre hacia el camino menos transitado a la derecha. A medida que bajamos va desapareciendo la nieve sobre la roca, la tierra, y va apareciendo el bosque, allá abajo. Con la senda tenemos que estar atentos en ocasiones para no perderla entre los matorrales y perfiles del terreno, pero no tiene pérdida si la sigues, no hay cruces ni desvíos que puedan despistarte.
Más abajo, entre el bosque, el terreno se suaviza algo más y la senda acaba en la pista antes nombrada. Una vez las nubes ya se han ido o se han quedado en las cimas ventadas de los Pirineos, las vistas son preciosas hacia el sur, con los bosques y laberínticos rincones de estos Pirineos del norte de Barcelona. La cara norte del Pedraforca sigue nevada y cubierta su cima, dándole un aspecto bastante alpino. El sol ahora ilumina el paisaje dándole un aspecto más simpático y amigable, amistoso. Una preciosidad de rincones, montañas y bosques.
Entre el bosque seguimos la pista hacia la izquierda y este, y enseguida ya reconocemos el lugar, justo donde sale otro camino con una cadena, ya nombrada anteriormente, por la cual cruzamos en la subida para emprender la ascensión a la montaña. Una vez en el cruce con este camino con la cadena, desandamos lo caminado por la pista, en busca de los cercanos coches esparcidos por los bordes de dicha pista en el Coll de Bauma.
Y aquí finaliza la visita a mi primer pico de la Sierra del Cadí, el Comabona desde Gisclareny, una montaña y paisaje tan preciosos como altivos y casi solitarios, apartados del mundanal ruido; entre la población con menos habitantes de Cataluña y el formidable muro que forma y cierra esta magnífica sierra, tan escarpada y desafiante en algunos lugares de su cara norte, como suave y accesible en otros, pero enorme y con mucha vida. Acabamos el día en un barecito de Bagà en el que me doy cuenta me he dejado la cartera en casa y voy sin dinero, sin gasolina y sin documentación. Javi me deja 35 € para poder echar gasolina y llegar hasta casa con Anna Senmark… dinero que aún le debo, al no haberle visto desde entonces.