Porque en un principio conocí a esta montaña como Pastuira, llamarla Puig de Les Borregues ahora me parecía como degradante o casi insultante, pero mirando los nuevos mapas de Alpina descubro que realmente el pico más alto de esta montaña no es el Pastuira, por mucho que suene mejor, si no el mismo Puig de Les Borregues… aunque nadie te diga “voy a subir a Les Borregas”. El pico Pastuira quedaba en la misma montaña, en la misma cumbre, pero seguida y asomándose más al valle, casi arriba mismo de la población de Setcases; más de cien metros más bajo que el pico más alto de la montaña, el Puig de Les Borregues… y que por cierto la montaña tampoco se llama Pastuira, sino Cims de la Coma de l’Orri.
Así pues, conociendo esta montaña y cima como Pastuira, el mismo nombre del albergue que queda abajo de la estación de esquí de Vallter 2000, a veces nombrado, mencionado por los compañeros de montaña catalanes, decido que ya es hora de conocerla y pisar su cima.
Siempre que visitábamos este circo de montañas de Ulldeter, subíamos al Coll de La Marrana, o en dirección a las montañas cercanas o que rodeaban el mismo, desde el Gra de Fajol Petit hasta el Pic de La Dona, toda esta corona de montañas en forma de semicírculo que forma el nombrado circo de Ulldeter. Pero esta montaña en cuestión quedaba como apartada y fuera del mismo, más hacia el sur y como frontera entre el valle de Setcases y el del Balandrau o de La Vaca (valle formado por el circo y mirando hacia el sur, sureste, cuyas montañas más altas cerrándolo por el norte, son el Bastiments (noreste), Pic de Freser, Pic de l’Infern)… quedaba pues fuera de los recorridos y ascensiones habituales de esta zona… pero como siempre mi inquietud aventurera y de explorador, tenía ganas de ir más allá de los recorridos habituales y subir esta y otras montañas que se salen de los mismos o que aún no había visitado. El Pastuira iba a ser uno de ellos.
Ya hacía más de 2 meses que no había hecho nada de alta montaña, desde el 10 de febrero con la subida al Pic de l’Estanyó a Andorra, con lo que las ansias de estar todo el día subiendo y bajando una alta cima del Pirineo, era ya grande. Con lo que al final decidí en solitario acercarme a esta montaña el pasado 15 de abril en plena Semana Santa. El itinerario era sencillo: tenía que seguir la misma carretera que desde el mismo Setcases sube a Vallter 2000, pero llegados a una curva y justo antes de que comiencen las pendientes y curvas de la carretera, paro el coche y aparco para comenzar el recorrido por el valle de la Coma de l’Orri. No llego al parking ni cercanías de Ulldeter o Vallter 2000.
Esta curva es reconocible porque tiene un gran cartel informativo sobre el parque de montaña, hay un espacio pequeño para dejar pocos coches, un camino de tierra que sale a partir de ella y en perpendicular a la nueva dirección de la carreterilla, a veces con una cadena para que no pasen vehículos no autorizados, y a partir de entonces notamos que la carretera comienza a subir notablemente, a partir de aquí ya deja de ser una estrecha carreterilla local para convertirse en una carretera de montaña con todas las de la Ley.
También podéis comprobar en el mapa de Alpina dicho lugar, justo junto al nombre del Pla de La Molina, lugar por el que discurre el nombrado camino que tendremos que seguir. Estamos en las confluencias de los valles de Coma de l’Orri y del mismo Ter que baja de Ulldeter. Si vemos en el mapa nosotros seguiremos por el interior del valle de Coma de l’Orri, sin salirnos de él, hasta su parte final o cercanías del Coll de Coma de l’Orri; cuando ya dejaremos el lecho del valle para abordar sus laderas y salir de él.
Así pues, dejando el coche en uno de esos huecos junto a la carretera que quieren hacer de parking, emprendo mi recorrido en busca de las cumbres y cimas más altas del Pastuira, Cims de La Coma de l’Orri. Lo primero es coger el camino que sale de la curva en dirección norte. Hay carteles o postes indicadores de recorridos que así nos dicen que tenemos que seguir. Estamos en el G.R-11, en dirección Ulldeter y su refugio… pero pronto giraremos en dirección oeste en busca del comienzo del valle de la Coma de l’Orri.
Un cartelito indicador de recorridos me hará girar a la izquierda en busca del río y en busca de la Coma de l’Orri, dejamos el camino para intentar seguir una senda que a veces puede perderse entre los perfiles del lugar. Estamos en el Pla de La Molina, aún en el valle del Ter, buscando el final del valle de la Coma de l’Orri. Arriba al fondo, si alzamos la mirada hacia la montaña que queda al suroeste, vislumbraremos una alta muralla sin más forma que la de una larga, larga alta loma, surcada por escarpes y peñascos rocosos que caen de la misma cima en forma de corredores o pequeñas canales sin forma: es la alta cumbre o montaña de Els Cims de La Coma de l’Orri. Esta vez me la encuentro nevada… la aventura será más interesante e impresionante entonces.
El sendero está bien trazado entre los árboles y lugares bajos del valle. La idea es cruzar por el Pla de La Molina y el Pla de l’Avetosa para cruzar el riachuelo o Torrent de La Coma de l’Orri, río que sigue todo el fondo del valle naciendo en sus alturas, cerca del Coll de La Coma de l’Orri. Después de estos lugares del valle, nos internamos en él siguiendo la misma senda por el lado izquierdo del río (dejando el río a la derecha). Poco después y más arriba cruzaremos de nuevo el río para seguir, casi el resto del recorrido por el valle, por el lado derecho. Ciertamente no tiene perdida: es seguir la senda valle arriba, no hay más sendas, no hay más valles (hasta que no llegas a las alturas del Coll de La Coma de l’Orri, por ejemplo), valle arriba hasta toparte con la nieve, y seguir hasta el circo que se forma en su parte más alta… este circo es La Coma de l’Orri.
El recorrido es solitario, muy solitario, excepcional, único. No sé si por que el día escogido para realizar la actividad es un día entre semana o porque realmente, menos los isards, muy poca gente se adentra al otro lado de los Gra de Fajol. Fantástico. También es un recorrido muy bonito: es un típico y bien formado valle, el cual en su parte más alta se ensancha y allana formando un espléndido circo limpio de vegetación. Los escarpes y perfiles de la banda sur, parte sur, de los Gra de Fajol, el Gran y Petit, cierran dicho valle por su lado norte, noreste, y el mismo cordal o gigantesca loma, con sus estribaciones y preciosas laderas cargadas de sanos y frondosos bosques de coníferas, al sur y suroeste; ya que por el sureste el valle se abre y desemboca en el valle del río Ter, que nace en Ulldeter y sigue hacía Setcases… Realmente un valle y zona preciosas, poco visitadas.
A medida que subo por el valle, sin distracción alguna, intento descubrir o ver una senda o recorrido hasta el collado entre los dos Gra de Fajol que venga por este lado. No hay; no lo llego a ver, solo hay escarpes de roca y laderas pedregosas muy empinadas y poco transitables. Mientras voy subiendo valle arriba ya se va abriendo el paisaje a la vista viendo al final del valle el estupendo circo de La Coma de l’Orri. El día no es totalmente soleado, unas nubes altas invaden lo alto del cielo y lo entelan para que el sol no caliente en exceso. A medida que avance el día irá empeorando, apareciendo el viento y las nubes más bajas, pero nada amenazador, al contrario, dará un aspecto si cabe más alpino, más espectacular al lugar.
Más arriba la vegetación ha desaparecido, y en ciertos lugares ya me hundo en la nieve por la que hay que seguir. He perdido el rastro del camino o senda a seguir, quedando ésta bajo la nieve, pero no hay pérdida, decido seguir por el sitio más factible que veo a primera vista: largos neveros con bastante nieve que bajan de las alturas, de sus lados y del propio Coll de La Coma de l’Orri.
Llegado a un punto decido no seguir por el fondo del valle, ya que lo veía con demasiada nieve blanda por la que me hundiría, y decido girar a la izquierda y comenzar a subir por el vértice de la ladera que baja casi desde la misma cumbre de Els Cims de La Coma de l’Orri. Creo que estoy cerca de lo que llaman la Font de Les Serps, pero me parece que antes de llegar a ésta según observo en el Alpina. De esta manera intentaré no internarme en nieve blanda que me ralentiza y esfuerza el paso, como la del fondo del valle bajo el circo de La Coma de l’Orri, adelanto recorrido (no siempre) ya que cojo un atajo para dirigirme hasta el cordal cimero que me llevará al pico más alto, el Puig de Les Borregues, y a la vez me podré a prueba con un sobreesfuerzo mayor al escoger subir la empinada ladera de frente, sin casi zigzags… irá bien para mi entrenamiento.
Pero equivocadamente a lo que pensaba, arriba de la ladera también hay acumulaciones de nieve, ventisqueros, y nieve blanda que impide un paso firme, hundiéndome en ella. Tengo que discernir en seguir por terreno con la menor nieve posible, también porque debajo de esta nieve blanda, aparecen en ocasiones nieve dura, hielo, que hace pueda perder el equilibrio y resbalarme. Las puntitas de las piedras y ramitas secas de los matorrales que sobresalen de la nieve, es un signo de que por ese lado hay poca nieve y puedo cruzar pisando algo más que esa nieve blanda y resbaladiza. Así hago… también intento seguir por los puntos menos empinados de la ladera, cosa más difícil si quiero llegar hasta la loma cimera.
Eso sí, el paisaje que comienzo a vislumbrar subiendo por este sitio, es nuevo para mí, pero reconozco a muchas, si no a todas, las montañas y lugares que veo… me parece que el Puig de Les Borregues será un magnífico mirador: El Coll de La Coma de l’Orri se quedará detrás de mí, casi a mi espalda, y detrás de éste aparecen montañas más altas como el redondeado Bastiments, con la amplia planicie que queda delante de él, el famoso Coll de La Marrana, a la vez comienzo a descubrir los Pics de Freser y de l’Infern a la izquierda del Bastiments, más elegantes, escarpados y desafiantes si cabe, como dos hermanos aguerridos que te hacen frente si te atreves a mirarlos. Extraordinario. Y más a mi espalda, en la ladera contraria del valle a la que estoy subiendo, la muralla de los Gra de Fajol, con un perfil desconocido y diferente de estas montañas, acostumbrado a ver sus caras norte y este, ahora observo sus laderas sur, empinadas, más verticales, pero con menos escarpes, más continuos… una imagen diferente y si acaso distinta, más común, de estas montañas, que forman, por así decirlo, una autentica muralla que delimita el valle en el que me encuentro con el circo y lugares de Ulldeter.
Más arriba, mientras me esfuerzo por esta empinada y directa ladera, aparecen lugares con una cantidad de nieve mayor y más acumulada. Intento girar a la derecha en busca de lo que me parecía la cercana loma cimera de Els Cims de La Coma de l’Orri. Y entre zonas pedregosas escondidas bajo la manta de nieve primavera y otras con demasiada nieve en la que me hundía más arriba de las rodillas, subo a un cúmulo o seta de nieve (producida por el viento) y descubro que ya estoy en la parte más alta de esta loma o cresta cimera.
Descubro también desde aquí las vistas hacia el oeste, entre otras montañas nevadas y algo lejanas, diferencio el Torreneules (una montaña que siempre me ha recordado El Caballo de Sierra Nevada) y al fondo el alto Puigmal, aún con bastante nieve, dispersa por sus laderas con pequeñas calvas y ventisqueros. Delante de mí, después de girar a la izquierda, tengo toda la cresta o loma cimera (según la zona) que sube poco a poco pero a una distancia considerable, hacia la cumbre más alta de esta montaña: el Puig de Les Borregues. El camino es claro y fácil de seguir, además de que en algunos sitios aparecen hitos y partes de una supuesta sendilla que recorre la parte más alta de la montaña. Solo hay que seguir la cumbre sin bajar de ella, hasta llegar a su punto más alto, donde ya veremos una cruz y signos de que es el lugar más alto de la montaña, de Els Cims de La Coma de l’Orri. En un principio me pareció que lo tenía ahí al lado, pero no, el recorrido se hace más largo de lo que parece, eso sí, entretenido y fascinante por las vistas y zona que atravieso.
Así pues, al cabo de otro tiempo, vislumbro una especie de alta meseta cortada a pico hacia el este y noreste, y con una delgada cruz de metal en su cumbre. Hasta aquí debo llegar, es la cima del Puig de Les Borregues, de 2.693 mts. de altitud. Llegando a la cima el tiempo comienza a nublarse, el cielo a encapotarse, nubes altas y nieblas que entelan el azul de este. Al menos he dejado el viento de los pequeños colladitos entre los piquitos previos a llegar a la cima, atrás, sin que exista un frio o viento intenso en la cima del pico. Fotos, videos y comer un poco es la forma de disfrutar de la cima. La montaña, observo, sigue hacia el sur, y la loma cimera que comienza a bajar con prados y zonas más amplias, llanas al sur, acaba subiendo y convirtiéndose en la montaña del Balandrau que vislumbro si miro hacia el sur, suroeste, como un viejo centinela de serio semblante que guarda la entrada a estas montañas por el sur y al valle de La Vaca. Precioso.
Después de unos minutos de descanso y disfrute de la cima, y de haber contemplado un paisaje único desde este autentico faro y mirador del Pirineo Oriental, me dispongo a volver al lugar donde emprendí la actividad y tengo el coche. No sin antes haber intentado discernir y gravar el paisaje que también contemplo hacia el este: abajo el valle del Ter con Setcases escondido por algún rincón bajo esta montaña y su seguimiento hacia el sureste, que sí es el Pastuira el piquito de dicha parte que mira a la población… Observo otra gran planicie y piquitos, alturas sobre ella, es la zona y cimas de Coma Ermada, y más allá, al fondo, el inconfundible Canigó, con toda su masa de montaña gigante y amplia, como si fuera un macizo, un conjunto de montañas en lugar de una sola montaña. Pongo mis ojos en esta zona próxima al otro lado del valle del Ter… será mi próximo objetivo, ya que aún no he tenido la oportunidad de subir esas cimas.
La bajada es bien sencilla, solo hay que desandar lo recorrido por esta cresta, por la loma cimera, con trozos de roca sin nieve y trozos con ventisqueros con nieve hasta la rodilla, hasta justo la zona a la que me incorporé a la misma desde la empinada ladera que seguí desde el fondo del valle de La Coma de l’Orri. Pero aquí no seguiré ya mis huellas, si no que seguiré la loma cimera hasta llegar al Coll de La Coma de l’Orri, a 2.499 mts., después de divertirme corriendo en bajada entre ventisqueros y acumulaciones de nieve que paran mi avance y caída.
Una vez en el Coll de La Coma de l’Orri, solo hay que girar a la derecha y bajar por estas laderas tan nevadas hasta el fondo del valle, por las zonas más factibles, intentando no coger sitios donde me pueda hundir en la nieve, ni otros donde la verticalidad de la pendiente sea demasiado fuerte. Solo hay que bajar por casi el centro y fondo del valle. No hay pérdida. Y más abajo intentar recuperar los pasos hechos en la subida antes de internarme en el bosque.
Con lo que al final llevo más cuidado a la hora de ver por donde paso para bajar hasta la parte con roca sin nieve más abajo. Me sorprendo por las vistas hacia el Gra de Fajol Petit que queda enfrente a la izquierda, al este, haciendo la nombrada muralla de los Gra de Fajol que nos separa del circo y hueco de Ulldeter: tiene una figura escarpada, abrupta, puntiaguda y enigmática. Preciosa y desafiante. Verdaderamente es una de las montañas o picos más escarpados, por todas sus vertientes, del Pirineo Oriental.
Poco más abajo del Coll de La Coma de l’Orri, paro en un punto indicado por el mapa Alpina intentando encontrar la Font de Les Serps. Miro en el hueco del torrente, entre roca, piedras y nieve, pero no distingo señal de fuente o surgencia de agua, manantial. No miro demasiado y sigo bajando, dejando el circo de la Coma de l’Orri a mi espalda con el collado del mismo nombre: laderas amplias, suaves, nevadas y altas, enorme lugar solitario y frio.
Enfrente de mí, entre la muralla de los Gra de Fajol, con el perfil extraordinario del Petit a la izquierda y los altos escarpes boscosos y generosos de Els Cims de La Coma de l’Orri con la escondida cima del Puig de Les Borregues a la derecha, queda el valle de La Coma de l’Orri; todo largo y precioso con sus bosques y perfiles encantadores. Y solitario, muy solitario. Perfecto.
Ya llevo un buen rato bajando, las cimas detrás de mí, con el Coll de La Coma de l’Orri se han cubierto, nublado por unas blancas y juguetonas nubes. El tiempo parece que quiere cambiar. Me he metido por sitios que no estaban en el camino a seguir por en medio del hueco del cauce del riachuelo del Torrent de La Coma de l’Orri, algo entretenidos y de paso intrincado, pero más abajo, justo cuando el bosque quiere que me interne en él, aparecen unos prados donde pace un rebaño muy numeroso de Isards. Asustadizos y juguetones, me quedo un tiempo contemplándolos mientras observo como algún macho intenta pelearse o imponerse a otros machos más jóvenes que quieren usurparle su trono y lugar como macho alfa del grupo. Emocionante. Pero debo de seguir y mi paso importuna el trasiego de estos animales los cuales se les ve tan libres y dichosos en este lugar, rincón del Pirineo, que hasta nos puede dar envidia… pobre humano esclavo de sus propias debilidades mundanas…
El resto del camino ya sí que es desandar lo recorrido en la subida. Hay que estar atento a coger la senda a la derecha del torrente, del valle, y seguirla entre excepcionales lugares de bosques de coníferas y verdes rincones. No debe de haber pérdida… y una vez cruzado el Ter en el Pla de La Molina, cruce de ríos y valles (hemos cruzado no hace muchos metros el Torrent de La Coma de l’Orri), ya estamos en las influencias del valle del Ter. Al otro lado nos encontramos con el mismo camino que en un principio cogimos desde donde dejamos el coche. Ahora lo seguimos hacia la derecha y abajo, en busca del fondo y parte más baja de estos valles.
Y ya en este camino, poco antes de llegar al coche, me paro a contemplar de nuevo el verde y frondoso valle de La Coma de l’Orri. Precioso. Y allá arriba entre las penumbras de las nubes que lo cubren, y la blanca nieve que recorre las partes más altas de sus laderas, escarpados rincones de roca, canales y verticalidades abruptas… entre todas ellas se oculta la cima conquistada: el Puig de Les Borregues. Solitaria, lejana pero encantadora cima, gran mirador del Pirineo Oriental.