Organizado por el compañero Luis Guerrero, salimos el fin de semana del 14, 15 y 16 de junio hacia el Valle de Arán para pasar la noche de viernes en un hotelito y poder madrugar lo máximo posible para acercarnos al francés Valle de Lys e intentar, desde el fondo del mismo valle, hacer la cima del Maupas; un pico de más de 3.100 metros justo en la frontera entre Huesca, Valle de Benasque y Francia.
En este caso, como en pocos más, me iba a dejar llevar, guiar, por mis compañeros. No miré ni mapa ni reseñas y solamente seguiría los pasos de Luis, Israel y Dolors, hacia la cima del Maupas… con lo cual tampoco guiaré demasiado en este relato la subida o la actividad, menos por la descripción de la misma al pasar por esos lugares tan frondosos, verdes y mágicos, escondites de este Pirineo francés.
No hace muy buen tiempo la madrugada del sábado, y a pesar de haber dormido en el hotelito de Viella, se extraña la cama y acabas por no dormir lo suficiente, al menos sí intentas descansar. Nos cae ese chirimiri cruzando el Coll du Portillón que comunica el Valle de Arán con Francia, hacia Bagneres de Luchón. Nubes bajas que pueden ser señal de buen tiempo en altura pero lluvioso o húmedo en cotas bajas, bajo el manto de nubes.
Bajamos a Bagneres de Luchón y de aquí giramos hacia el sur por una carreterilla en busca del protegido Valle de Lys. Hacemos un giro a la derecha, oeste, para internarnos en el Valle de Lys. Al final de la carreterilla y del fondo del plano valle, más allá de la bucólica y pequeña población de Bordes de Lis, hay uno o dos parkings para dejar los coches. Más adelante del valle, el asfalto desaparece y aparece ante nosotros, al fondo, las primeras pendientes boscosas y preciosas, con inclinación, del Valle de Lys. Son aproximadamente entre las 06:00 y las 06:30 de la mañana. El día sigue con esa lluvia, ese chirimiri que no molesta al principio pero cala a los pocos minutos. Decidimos quedarnos en el coche y perder un tiempo precioso y decisivo, hasta una hora o dos horas más tarde, que ya haya parado de llover y podamos emprender la subida, el recorrido, sin mojarnos.
Después de dormirnos unos minutos o tiempo precioso en el coche, tanto para nuestro descanso como para el éxito de la ascensión, decidimos salir, a pesar de seguir encapotado el cielo, hacia las alturas del Maupas. Nos equipamos, ponemos las botas y cogemos valle arriba por un ancho camino entre el despoblado fondo del valle, cruzando, lo primero de todo, un puente sobre el río que baja por en medio del mismo. Al otro lado, un cartel informativo, con un mapa nada cartográfico pero que te indica de una manera demasiado escueta los recorridos, sendas y caminos a seguir por este precioso Valle de Lys. Nuestra idea es subir lo primero de todo al alto Refugio de Maupas, a 2.430 metros de altura. Para ello y según un bonito cartel de madera con las letras y números grabados en la misma, debemos seguir las marcas rojas… el resto de marcas son para visitar una serie de lagos e ibones de alta montaña, de especial belleza, que se reparten por toda la ladera norte del Pirineo y casi todos miran a este Valle de Lys.
Al fondo, justo en medio del frondoso bosque, ya vemos y oímos una preciosa cascada casi oculta por las nubecillas que aún quedan. El paisaje realmente es muy bonito, hermoso, verde, con mucha agua, vida y belleza. Dicha cascada que queda al fondo, es la cascada d’Enfer, por la cual se puede pensar que pasamos cerca, pero no… el camino perfectamente marcado y ancho, nos lleva más a la izquierda del valle, siguiendo el recorrido o cauce del caudaloso y ruidoso, en muchas ocasiones, Río Houradade, y poco a poco, mientras cogemos altura nos internamos en el formidable hayedo, bosque, de preciosos y únicos rincones, escondites de verdor y magia.
La ancha e imperdible senda hace unos zigzags para ir cogiendo altura, mientras sigue a la vera, a cierta altura, del río Houradade. Observamos mientras subimos, mientras caminamos, como han canalizado con maderas las regatas para que el agua no deshaga las pendientes, las inclinadas laderas, con sus avenidas caudalosas de agua. Es bonito por que intentan que sea algo natural, maderas, palos, que tranquilizan el transcurrir del agua y evita erosionar el terreno.
A la vez entre este hayedo, bosque, de fantasmagórico paisaje, vistas, encontramos muchas salamandras, que una vez ha dejado de llover, salen de sus escondites para recorrerse las húmedas laderas ¡¡Nunca había visto tantas salamandras!! Pero realmente el lugar, paisaje, bosque, era espectacular, con esa blanca, gris neblina y ese verde fosforito de los magníficos ejemplares de hayas que nos encontramos. Fotos por aquí y por allá… a ver cuál mejor, que rincón más bonito o que imagen más bucólica, casi mística. Precioso. No me había imaginado un lugar tan bonito como este.
Seguimos la senda. Deja de subir tanto y ahora se allana un poco, no está tan inclinada, aunque la pendiente sigue existiendo ¡Siempre para arriba! El bosque se va haciendo más claro a medida que cogemos altura, a medida que avanzamos, pero el paisaje, ahora entre roca y verdor de los prados, sigue siendo precioso. Lo único malo es que con el tiempo encapotado y la neblina que a veces lo invade todo, no vemos nada, poco más allá de estas grises nubes y poco terreno por delante o alrededor nuestro… aunque también tiene su encanto. Tampoco nos encontramos con nadie. Nadie en esta senda con la que poder compartir esta ascensión, este bello recorrido. Pocos o ningún coche aparcado en el fondo del valle… a la vuelta veremos uno o dos más solamente. Es una lástima ya que el lugar es precioso.
Más arriba nos encontramos con algún cruce de sendas y recorridos, estamos en el Pre de l’Artigue; siempre hay que seguir en dirección al Refugio de Maupas. El recorrido está muy marcado con su pintura y cartelitos. El río Houradade, cae en varias cascadas encajonadas en una especie de cañón o cañoncito, entre los escarpes de las laderas y sus verdes perfiles boscosos, en numerosas partes del recorrido. Las primeras que vemos son las cascadas de Couer, Cau; y más arriba la que lleva el nombre del mismo río, la cascada de Houradade y de La Coume. Preciosas y ruidosas. No podemos hacer muchas fotos, no encontramos la mejor postura entre la vegetación y la caída al río casi vertical. Pero el espectáculo y lugar son magníficos, preciosos.
Más arriba, el bosque ya está más claro, desaparecen las hayas y aparecen más calvas, prados y zonas con menos o nada de arbolado. Debemos girar a la derecha. Llevábamos dirección sureste paralelos al río Houradade. Ahora giramos como en diagonal por la ladera o perfil de la montaña (que sigue invisible por a niebla y nubes bajas), hacia el oeste, cogiendo menos altura, como atravesando esa ladera o parte de la montaña. De esta manera pasamos por pasarelas metálicas de malla agujereada, para que puedas ver hacia abajo al otro lado de estos agujeros, el fondo del rabioso y turbulento rio que baja de la montaña. Verdaderas aguas bravas que gritan con todo grave o agudo, cada vez que chocan entre ellas o con las rocas en esta rápida y temible bajada de la montaña hacia el fondo del valle o hacia el río Houradade.
Cruzamos lugares con prados y algo de agua estancada, hasta llegar a un punto que comienza una empinada ladera y los primeros y profundos neveros. Aquí de nuevo giramos y comenzamos a subir, en zigzag la mayor parte del tiempo, ladera, pendiente, arriba. Ya se ha acabado el bosque, los prados, ahora todo es tierra y roca, y una pendiente que quiere subir entre la niebla hacia lo más alto de la montaña.
Más arriba aparece por nuestra derecha unos cables de un teleférico o funicular, y bajo éste, una construcción en mitad de la subida: un refugio o edificio que guarda el funicular. Es la Cabaña y Estación Prat-Long a 1.871 mts. Pasamos junto a ella y observamos el lugar sin llegar a pararnos. Seguimos por el recorrido muy bien marcado, a veces saltando entre las piedras para no hundirnos en la nieve por una ladera o pendiente con notable desnivel. Cada vez los neveros son más numerosos y anchos… pero las nubes y las nieblas no se disipan, siguen ocultando la montaña y me da la sensación de estar subiendo a ciegas. Si no fuera por las marcas de la senda y recorrido bien indicadas y precisas.
Casi, casi que seguimos paralelos a las torres y cables del funicular, y a un ancho tubo clavado al suelo por pedestales de hormigón, para arriba y sin variar la dirección. Al final estos elementos serán los que nos guíen para el ascenso en dirección al Refugio de Maupas. Poco después de dejar atrás el refugio o Cabaña y Estación Prat-Long, hay un cruce de recorridos: hay que tener cuidado porque en los primeros metros me equivoqué sin saberlo y seguimos hacia la izquierda y este, sin subidas, atravesando la ladera rocosa, un recorrido que se dirigía hacia unos lagos. Me percato por que la senda deja de subir, de coger altura… vuelta atrás y llegados al punto donde pensaba nos habíamos desviado, descubrimos, observando bien, las marcas del recorrido que llevábamos. Hacia arriba por la misma ladera, en dirección al Refugio de Maupas. Creo recordar que las marcas que seguíamos eran azules, y a partir de este desvío o cruce de recorridos, cambiaron de color… no recuerdo si al blanco… no hacerme mucho caso aquí.
Nosotros debemos seguir con el zigzag ganando altura rápido en esta ladera con pendiente, de la montaña, dejando el funicular a nuestra derecha, a medida que subimos. Poco más arriba creo que nos encontramos con otro cruce de recorridos: otro recorrido que cruza en perpendicular la dirección que llevamos, de oeste a este. Creo que de este no nos percatamos y seguimos la senda empinada y en zigzag entre grandes neveros y terreno pedregoso, la senda casi paralela al funicular.
Poco más arriba, la senda cruza por debajo de la nombrada tubería, por debajo de los altos cables del funicular, con un escrito en uno de los soportes, pedestales de hormigón de la misma tubería, que en rojo y dibujado una flecha, nos indica el camino hacia el ya cercano Refugio de Maupas… aunque la niebla no se disipa; da la sensación de que estará acompañándonos toda la actividad… aunque de vez en cuando y ahora que ya estamos a más altura, algún clarito deja ver el cielo azul arriba entre las nubes, las nieblas… eso es señal de que las nubes están a media altura y desde arriba se quedaran abajo, dejándonos ver un magnífico espectáculo del paisaje pirenaico francés, con el Valle de Lys abajo y la verde cara norte de esta preciosa cordillera.
Exacto. Después de seguir las indicaciones escritas como un grafiti en el pedestal de hormigón de la tubería, dejamos de subir, coger altura, y girar a la derecha, suroeste; dejamos la dirección sur que llevábamos montaña arriba. Y pocos metros más, en un hueco entre la montaña y neveros, junto a una especie de lagunita o charca grande, aparece entre la niebla una pequeña construcción con colchones como aireándose en la pared del edificio por fuera… es el Refugio de Maupas, a 2.430 mts.
Pocos pasos más entre el nevero y el terreno pedregoso y llegamos hasta la terracita del Refugio de Maupas. Hay poca o ninguna gente aparte del guarda, que parece está arreglando, preparando, el refugio para este verano. Hace algo de fresco, pero es por el sudor que nos recorre las mojadas prendas por el esfuerzo de la subida. Nos cambiamos y pensamos ¿Qué hacemos? Dolors no lo ve claro para seguir hasta la cima del Maupas, yo no estoy 100% convencido pero soy el que más ganas tiene de subir, las nubes no se van, siguen tapando los perfiles y belleza de la montaña. Consultamos con el guarda como estará la subida… Con lo que al final, después de debatirlo decidimos de no subir… pero Luis quiere hacer, aunque sea una cimita cercana… vamos a ver después de tomar un chocolate caliente…
El lugar es precioso si las nubes no taparan las montañas cercanas, sobre todo mirando hacia el oeste, noroeste, con ese circo de Crabioules rodeado de altas montañas que superan los tres mil metros, el mismo Crabioules, Lezat, Gran Quayrat… se pueden ver desde aquí. Tiene que ser todo un espectáculo. Detrás del refugio ya queda una cresta y roca viva típica de esta alta montaña pirenaica, y aunque tapadas por las nubes, el guarda nos dice por donde es la subida, donde está el “mal paso”, y que ahora con nieve (si estuviera dura) se podría pasar, cruzar, mejor… pero nada, al final se ha hecho demasiado tarde o más bien se nos hará demasiado tarde en la bajada, si intentamos la subida a la cima hoy. Y el camino de vuelta igual puede ser perdedor, por los neveros que esconden las marcas para llegar a la zona más boscosa y de praderas.
Después de un tiempo de descanso y al ver que el tiempo no se despeja, ya tenemos intención de bajar, de volver, desandando lo subido. Pero Luis dice que al menos subamos algún piquito o loma cercana con nombre; que muy cerca está la Tusse de Prat Long, a escasos 20 minutos cruzando los tubos, funicular (que por cierto acababa muy cerca, pocos metros más arriba), hacia el este por la misma ladera o altura que el Refugio de Maupas… al final me convence y nos acercamos, total no es tanto… al que no convence es a Israel.
Dicho esto, salimos equipados de nuevo del refugio, desandando lo caminado hasta los tubos (no sé si a la misma altura o poco más arriba) y seguimos la ladera entre la niebla y las nubes bajas, en la que a veces no veíamos más allá de 50 metros. Llega un momento que se vislumbra una especie de ladera muy inclinada, medio rocosa y medio herbosa. La cosa se pone interesante. La inclinación es tal que tengo que poner las manos en algún momento. Es una especie de cresta o pendiente escarpada que nos lleva hasta la cima de la Tusse de Prat Long. Antes hemos girado para encarar esta especie de ladera o pendiente, hacia la derecha y arriba. Se puede decir que una vez que sigues una especie de traza hacia el oeste después de cruzar los tubos, la subida es el primer “espolón” o crestecilla que se cruza en el camino, dejando visiblemente las dos vertientes o caras, a cada lado de la misma… pero sin llegar a ser una cresta puntiaguda ni nada técnica, solo empinada y algo aireada.
Poco tiempo después llegamos a la cimita redondeada de la Tusse de Prat Long a 2.541 mts. Fotos sin vistas de cima, niebla y nubes bajas, pero aun así Luis tenía razón, celebramos esta cimita con el orgullo de subir un alto pico del Pirineo después de toda la subida. La GoPro de Luis hace unas fotos que parece estemos en una escarpada y diminuta cima, con vacíos a cada lado… Es increíble cómo cambia la percepción de la vida según el cristal con el que se mire.
Para bajar Luis y Dolors escogieron el mismo recorrido de subida, desandando lo ascendido hasta el punto del recorrido señalado donde nos esperaba Israel. Yo por el contrario decido seguir por la parte alta de la ladera a la altura de la cima en dirección al tubo, al funicular, al Refugio de Maupas, sin bajar altura, hasta un punto de la ladera en la que pueda girar y bajar pendiente abajo. La niebla si cabe era más espesa y la solitud en esta montaña era igual de intensa y envolvente. No se veía ni oía nada a media distancia, menos mis pisadas y respiración. Pero sabía por dónde había que ir, es más, antes de llegar al “espolón” adiviné un ancho e inclinado nevero por el que dije bajar, ya que bajaba desde las mismas inmediaciones de la cima de este piquito redondeado. Pero al llegar al comienzo del nevero desde arriba comprobé que era en parte nieve blanda, con supuestos agujeros, trampas, debajo, o nieve helada, en la que debería de hacer uso de crampones que no llevaba puestos. Con lo que al final decidí, entre varios intentos, seguir a la misma altura de la cima de la Tusse de Prat Long en diagonal, hasta los tubos señalados.
Una vez en los tubos, bajo los cables del funicular, solo tengo que seguirlos hacia abajo hasta encontrar el cruce o huella de las pisadas entre el recorrido y la ubicación del Refugio de Maupas. Por aquí también llegó a pasar algo parecido: neveros con pendiente inclinada, nieve blanda o dura, pero al final, despacio y buena letra, llego a la huella para reunirme con mis compañeros que están unos metros más abajo. La soledad y la invisibilidad del paisaje siguen siendo la nota predominante en el paisaje, en la montaña.
Me reúno con Luis, Dolors e Israel, y comenzamos la bajada en busca del coche deshaciendo el recorrido, los pasos de subida: toda la bajada en zigzag hasta las construcciones de Prat-Long, giramos a la derecha y este para seguir hasta la zona de La Coume, para de nuevo girar siguiendo o paralelos al cauce del río Houradade hasta salir del bosque en la parte baja y llana del valle, donde el rio Houradade se une con otro enérgico arroyo para formar el río de Lys… casi junto al aparcamiento del coche.
Nada más comenzar el descenso desde el punto señalado y de reunión, y antes de llegar a Prat-Long, vemos, ya por fin, montañeras que suben por la senda en busca de las alturas o del Refugio de Maupas. No está tan sola la montaña. Más abajo el recorrido junto a las cascadas del río Houradade, nos despierta el sentido del oído y vida de la montaña, con el estruendoso caer del agua entre las rocas y la propia agua. Espectáculo de vida. Saludables rincones de paz e imparable ruido. Poco más abajo cruzamos el hayedo, un pradito al que llaman de l’Artigue y de nuevo el hayedo hasta salir de él ya a no muchos metros del coche. Y de nuevo el formidable espectacular paisaje del fantasmagórico hayedo, con esa neblina, y esos estupendos ejemplares de magníficas hayas, árboles, que como en una obra de arte, se alzan vigorosos, increíbles y magníficos con miles de formas y ese color verde fosforito de sus hojas. Precioso. Encantador.
Y una vez en el coche de nuevo partimos hacia nuestro hotel en Viella. Curiosamente aunque también algo larguilla, la bajada ha resultado o ha parecido ser mucho más corta de lo normal que la subida, como si en la bajada hubiéramos pasado por la mitad de los sitios pasados en la subida. Quizás la rapidez de una y el embelesamiento de la otra, sobre todo al cruzar por primera vez el estupendo hayedo o en la misma empinada subida directa al Refugio de Maupas. Pero es un rincón precioso del Pirineo francés que tendremos que repetir, visitar, y como no, subir el pico de Maupas que queda pendiente.