Hoy es nuestro día de descanso en La Paz entre “montaña y montaña”. Es bueno tomarse este día para que el cuerpo, físicamente, se pueda relajar y descansar; y más si las montañas son grandes montañas. Como por costumbre nos levantamos temprano y subimos al fabuloso comedor de la parte alta del hotel a desayunar. Después se me ocurre dar una vuelta solo por el barrio de La Paz donde se encuentra el Mercado de Las Brujas, para ver si así despejo mi mente y me abstraigo como viajero en país desconocido, poniendo toda mi atención y sentidos en los nuevos lugares que recorro. Además la “magia” y curiosidades del Mercado de Las Brujas se abrían y ofrecían con mayor insistencia y genialidad si caminabas solo entre ellos, como indio solitario que observa la selva.
Subí a la Avenida Illampú y la seguí en dirección contraria al Hotel Rosario. Ésta se estrechaba cada vez más a la vez que todo tipo de puestos de abrían a cada lado de la calle… esta vez de frutas, verduras, hortalizas y legumbres entre otras. El Mercado de Las Brujas no deja de ser un mercado en sí, y a parte de “hechizos”, “amuletos” y “conjuros” tiene todo tipo de utensilios y productos para el consumo. Cerca de las confluencias de las calles Tarija y Rodríguez encuentro justo haciendo esquina, un locutorio con unos precios más baratos que el que está junto a nuestro hotel. Entro y me dispongo a llamar a mi casa y a María. Son las 9 o 9:30 de la mañana con lo que en Europa son cerca del mediodía.
Llamo a casa y hablo con mi madre “¿Cuánto tiempo sin llamar?” “Es que hemos pasado 5 días en Condoriri y en la montaña no hay teléfono” Le comento y hablo de lo que hemos hecho, quienes estamos, cómo estamos y lo que vamos a hacer… siempre preocupada porque no me pase como en Ecuador. Acto seguido llamo a María quitándome esa angustia que me oprime la garganta “¿Cuánto tiempo sin llamar?” “Es que hemos pasado 5 días en Condoriri y en la montaña no hay teléfono” Ella está en su casa del Campo de Elche reunida casualmente con su hermana y familia. Casualmente hablaban del tiempo que hacía que no tenía noticias mías. Hace calor en el sur de Alicante. Hablamos un buen rato contando algo parecido a lo que le había contado a mi madre… “Creía que ya no me ibas a llamar”… al final me reconforta su voz, nuestra charla, y calma por unos instantes la angustia emocional y la inseguridad que corroe mi alma. El hecho de pensar que la vida vuelva a ser “injusta” conmigo es algo que me lleva de cabeza… pero ahora en estos días de junio del 2.013 mientras escribo estas líneas, pienso que ella no tenía la culpa, yo no tenía la culpa… era algo que había que pasar, como es la vida.
Reanudo mi vuelta al hotel más contento, desahogado, tranquilo y sosegado. La medicina de poder hablar con María ha funcionado, pero por desgracia sus efectos no durarían demasiado y la enfermedad proliferaría con más fuerza. Sin embargo algo en mi me decía que María entendía lo que me pasaba, pero no por ello era aguantable incondicionalmente. Lógico.
Tenemos noticias de Quique e Infi. Debían de salir el día 1 de agosto de Alicante y como muy tarde les esperábamos hoy. Resulta que están en Miami. Por causas meteorológicas el avión o el mismo viaje, se desvió hacia Miami. Allí están en un hotel a cuenta de la compañía de vuelo, y aquí comienza la aventura de ellos dos como de telenovela o culebrón. Continuamente protestan y hablan con la compañía para que les meta en algún vuelo hacia Bolivia. Pero no hay manera y pasaran algún día más en Miami… como si estuvieran “atrapados en Miami”. Gracias a que Javi ha mirado los mails en el locutorio junto al hotel, se ha enterado de la desventura de Quique e Infi con su vuelo, ya que han mandado mails con dicho relato… ya nos comunicaran cuando regresan… Javi les contesta que ellos se marchan a Sajama y que Jesús y yo al Illimani mañana. Que a la vuelta del Illimani, al cuarto día, se verían con Jesús y conmigo en La Paz, y que saldríamos todos juntos hacia Sajama.
Gonzalo o Manolet, desde Almoradí, también le envía mails de información sobre el tiempo y otros condicionantes de las montañas a Javi. La noticia más relevante es el intenso e inusual frio que hace en toda la Bolivia montañosa, acentuándose en la zona de Sajama.
Exactamente, como Javi le había escrito a Quique, la idea era que el grueso del grupo marcha ya para Sajama para pasar de 8 a 10 días allí, con la intención de aclimatar por alguna otra montaña y alrededores. Jesús y yo iríamos 4 días al Illimani para subirlo, al cabo regresaríamos a La Paz para juntarnos con Quique e Infi e irnos los 4 a Sajama para subir la montaña más alta de Bolivia y la tercera de Los Andes y del continente americano, todo el grupo juntos… los planes estaban bien hechos y calculados, pero no siempre salen como quiere uno.
Así pues, el grueso del grupo que marchaba mañana a Sajama, hizo una serie de compras para el viaje y estancia allí. Mañana por la mañana debían de salir sobre las 07,30 del hotel. Les llevaría Luis Choque en su movilidad, y la idea de quedar tan temprano era porque no tenía permiso para circular por la ciudad con el transporte que conducía. Curioso.
Pero aprovechamos también el día para contratar la estancia en la Selva Amazónica en la última semana de nuestro viaje. Nos dividimos en 2 grupos para pasearnos por las calles y pedir información sobre estancias y actividades en la selva: nuestro grupo, después de pasar por algunas empresas y oficinas de información, paramos en la de MADIDI TRAVELS. Marco, el chico que nos da la información, nos explica: Madidi Travels es una empresa cuyos gerentes ayudaron al replanteamiento de una gran extensión de selva junto a los Andes, a la protesta y en contra de la construcción de una gran presa que anegara todo ese lugar, y a la creación de uno de los parques nacionales más importantes de Bolivia y Sudamérica, que contiene la mayor biodiversidad del Mundo: El P. N. de Madidi. Pero el lugar al que iríamos es una reserva privada, comprada por ellos, y que se llama Sereré… nos pareció muy interesante la explicación y convincente los argumentos de Marco para ir al lugar y contratarles a ellos. Daba muy buena pinta. Ahora solo debíamos reunirnos con el otro grupo, ver lo que habían encontrado y deliberar.
Observaciones aparte, me llamó la atención algunos edificios y el interior del mismo donde se encontraba la oficina de Madidi Travel, en la misma Calle Linares: parecen edificios modernistas de estilo colonial, con altos y grandes ventanales y alargadas fachadas; y en su interior una distribución y forma puede que parecida a algunos otros edificios modernistas a los que entré en Barcelona: techos altos, estancias amplias y pequeños adornos en las altas esquinas de las paredes y en las puertas con los techos… me pareció estar viviendo una película del tiempo anterior a Bolívar. Y a la vez, una sensación de antiguo y rico esplendor de la Bolivia colonial (falsa riqueza para los aborígenes del lugar). Interesante y curioso.
Cuando nos reunimos con la otra parte del grupo, intercambiamos impresiones. En un primer lugar y según la información e interés que recogió en España Ballester, la idea era ir con la empresa CHalalán Ecolodge, con un planing de actividades y horarios organizado para 5 días, en pleno corazón del P.N. de Madidi. Era bastante interesante y completo. Pero resulta que cuando llamamos para los días que nos interesaban ya no había plazas, todas ocupadas. También el escoger CHalalán Ecolodge antes que Sereré, era porque el primero estaba en el interior del P. N. de Madidi y Sereré fuera del mismo, aunque muy próximo… pero bueno, la idea y forma que nos vendió Marco sobre Sereré nos caló, y una vez vimos que no teníamos opciones en CHalalán Ecolodge, contratamos los servicios de Madidi Travel para siete y cinco días. Ya quedamos con Marco para que dentro de 10 días nos recoja en el hotel después de venir de Sajama.
Aprovechamos nuestros paseos por el barrio de edificios viejos de estilo colonial o no, de las calles Sagárnaga, Linares, Murillo, Santa Cruz… para comprar postales que enviar a España. Creo recordar que envié 3 postales: una a mi familia, a mis padres, otra a mi primo Miguel Ángel, mi maestro “iniciador en el montañismo” y otra a María, con la fotografía de una grandiosa La Paz bajo el dominio de la montaña con tres cimas del Illimani; y explicándoles que ésta era la montaña que me disponía a subir, saliendo hacia ella mañana.
Ya a media tarde volvemos al hotel. Hay que preparar las cosas para mañana y descansar para el madrugón. Entrando el vestíbulo tenemos una sensación rara como de que hay humo, humo que huele a hoguera. Pero el recepcionista está tranquilo y pensamos que no debe de pasar nada. Subimos a las habitaciones y al cabo de un rato, el olor a humo se intensifica, se agudiza. Salimos al pasillo y vemos claramente que hay humo; antes era el olor y una inapreciable neblina pero ahora es más densa y oscura. Pero el hotel está tranquilo. No sabemos si utilizar el ascensor ante nuestra alarma, Jesús me acompaña en mis andanzas y exploraciones. Bajamos por las escaleras al vestíbulo, nos encontramos con Sara “¡El hotel está lleno de humo! Están haciendo una hoguera en el patio”. Salimos al patio adyacente al vestíbulo y observamos como efectivamente han encendido una hoguera, una especie de falla sin forma con maderas, y el denso humo que sale de ella se va extendiendo por todo el hotel, entrando por la puerta del patio al vestíbulo y del vestíbulo al resto del hotel, pasillos, habitaciones… Junto a la hoguera vemos a dos personas: una mujer de mediana edad, la cual más adelante, suponíamos como la dueña del hotel, con un gesto como de oración y concentración contemplando todo el “ritual”. Y otra persona, un hombre que se encarga de alimentar la hoguera, la cual se encuentra en uno de los lados del patio y cerca de la puerta al vestíbulo. Como el patio tiene el techo “acristalado”, el humo no tiene otro remedio que escaparse por las puertas del mismo.
No entendemos lo que ocurre y estamos muy sorprendidos. Más tarde nos explican algo parecido a una ofrenda a la Pacha Mama que hacen cada primer jueves de cada mes, y que la hoguera y “humo purificador” debía recorrer las estancias del hotel para purificarlo y bendecirlo en nombre de la Pacha Mama, como oración para protegerlo bajo el poder y beneplácito de la propia Pacha Mama. Me pareció una experiencia y tradición chocante, sorprendente, interesante e incluso entrañable. El ver las viejas y ancestrales costumbres, tradiciones Aymaras, Tiwanaquesas, paganas de adoración a la magia, a la naturaleza (la Pacha Mama) y a esos espíritus ancestrales que ordenaban cada parte del mundo y del Universo (antes que los conquistadores cristianos impusieran los suyos) perduraban en el tiempo. Me parecía algo digno, asombroso, especial, admirable, respetable y ante todo genial y enriquecedor. Me sentía cómplice de sus emociones, sentimientos y creencias, porque, aunque todos vivamos en un mundo material y científico, si hay que creer en alguna magia o dioses, que sean éstos.
Los Aymaras siguen con sus costumbres, creencias, tradiciones y supersticiones ancestrales. Como en otras partes de Sudamérica, las han ido combinando, integrando con aquellas impuestas en la colonización española. Pero a pesar de dicha imposición, castigo, exterminio y “engaño”, casi todos o todos los pueblos, etnias o tribus de Sudamérica, guardan algo que viene de sus ancestrales costumbres y tradiciones, más antiguas que el mismo cristianismo. Como ya he nombrado en otras ocasiones y reflejado en una pequeña parte en el Mercado de Las Brujas, los bolivianos, Aymaras, han guardado y han hecho pervivir a lo largo de siglos y generaciones, los rituales, tradiciones y costumbres que tienen que ver con el amor, adoración y admiración a La Tierra, y a la Magia de la misma… Supongo que en otros lugares de Sudamérica dichas costumbres y tradiciones rescatadas del “casi olvido” o escondidas del severo dictamen del inquisidor hombre blanco con su cruz colgada al cuello, también son latentes; pero es que me sorprendió mucho aquí en La Paz, el “descaro”, extensión y cantidad de gente que así vive, cree y muestra de la forma más normal y habitual del mundo ¡Admirable! Asombroso, fantástico.
Una vez resuelto el enigma del humo, de haber realizado nuestros quehaceres con las mochilas y equipajes. Salimos a cenar a “nuestro” rico puesto de Hot Dogs que queda en la puerta lateral del hotel al patio y a la Plaza Alonzo de Mendoza (fundador de La Paz). Cuchicheos, comentarios y charlas sobre las actividades que vamos a realizar y las realizadas. Nos enteramos, presumiblemente por boca de nuestro amigo y confidente Javier (uno de los recepcionistas del hotel) que hay más policías y guardias que rondan, sobre todo en la noche, la ciudad. Una noche pasada un americano se mató cayéndose de la fachada de la Iglesia de San Francisco, como si la estuviera escalando, parece; por ello y porque ahora es temporada alta con más turistas, se han reforzado la vigilancia y rondas de la policía. Como dice Jesús en su diario, los oscuros rincones de calles como Jiménez, Linares, Murillo, Granados… por la noche, lo son aún más.
¿Cómo se presentaba el planning para mañana y los próximos 4 días en el Illimani? Pues lo tenemos todo preparado y organizado de la manera normal y habitual que suelen programar las expediciones para atacar la montaña: el primer día será salir de La Paz en el coche de Lucio en dirección a Pinaya (4.200 mts.) en las faldas de la montaña. Ese mismo día carga de porteo con los burros y subida al Campo Base del Illimani: Puente Roto (4.700 mts.), y noche en el mismo. Al otro día (2º día), subida de Puente Roto al campamento alto de Nido de Cóndores, a unos 5.500 mts. de altitud, con una subida lenta y ritmo continuo para aclimatarnos a la altura a medida que vamos subiendo. La madrugada del 3º día, se hace el ataque a la cima principal del Illimani (6.462 mts.), se hace cumbre, bajamos a Nido de Cóndores, desmontamos y bajamos a dormir a Puente Roto. El 4º y último día se desmonta el campamento en Puente Roto, bajamos caminando a Pinaya, y de aquí en coche a La Paz, donde acabaríamos la aventura del Illimani. Éste es el planning habitual, muy bien planeado, organizado. Esperemos que todo salga tan bien como pinta.
Nos vamos a dormir con la sensación de que mañana nos espera otra enorme aventura en otra gran montaña, pero algo, que no me ocurriría días atrás, corrompe mi corazón. El sentimiento de seguridad y convencimiento de poder llevar a cabo la subida de esta montaña con eficacia y éxito, no era tan grande o importante ahora. Una sombra iba creciendo en mi alma y angustiaba y exprimía mi corazón, lo helaba con los fríos del altiplano andino y lo secaba con la aridez extrema del lugar. Pero no era esa la causa, era la distancia con María y los mismos pensamientos e inseguridades de siempre que yacían y herían mis recuerdos. No asimilaba ni quería que la vida fuera 2 veces tan injusta conmigo. Pero ahora sé que comprender la vida es asimilar que en todo camino hay baches, y que para llegar al final del mismo es necesario pasar por los mismos…pero aparte de baches, también hay camino llano, seguro, cómodo. Viendo que me iban faltando las fuerzas y razones para seguir “este camino en la montaña”, apelé y recé a esos viejos dioses andinos, mágicos y terrestres, abrazando y cogiendo entre mis manos el colgante de la Isla del Sol, les pedí que me devolvieran las ilusiones y fuerzas, y se llevarán las sombras de mi alma. Dormí más tranquilo pensando en que la mayoría de la Pacha Mama y estos dioses ancestrales, me ayudarían en mis cometidos: subir y adorar al Illimani, y limpiar y expurgar mi corazón.