El Comaloforno es el pico más alto del macizo o cresta de los Besiberris, que en antiguos mapas nos da una altura de 3.033 mts., y en nuevos mapas y medidas, lo degradan a 3.029 mts. Con esa misma vara de medir, descatalogaron al Besiberri del Mig de ser un tres mil a tener 2.998 mts. Por esta condición y después de subir el Besiberri Sur y Norte en diferentes ocasiones, desde entonces uno de mis objetivos cada vez que tenía intención de hacer una visita a alguna cima pirenaica, era la posibilidad de hacer este Comaloforno.
Junto a este pico hay una cresta que lo une con el Besiberri Sur, quedando el Comaloforno como el tres mil más al sur del macizo (también por que el cercano Celestin Passet, lo han rebajado de ser un tres mil, a menos de tres mil metros). También hubiera sido interesante hacer este trozo de Cresta de Los Besiberris, la que va del Besiberri Sur al Comaloforno. Recuerdo las palabras de David Soriano sobre dicha cresta cuando la realizó hace unos años: temida y peligrosa podrían haber sido sus palabras perfectamente… pero ya conocía a David.
Su forma como de promontorio rocoso entre paredes que forman un formidable muro, visto desde otras montañas, otras alturas cercanas, era llamativa y atrayente ¿por dónde se subiría? Sin embargo su ascenso por la vía normal, viniendo del camino que sube al Besiberri Sur desde la presa de Cavallers, no nos decía que tuviera dificultad, pero tampoco era la montaña más fácil de Los Besiberris. Había que subirlo y si podía ser, hacer esa “temida” cresta hasta el Besiberri Sur, hallando también la cima de este último.
Después de años pensándolo, unos amigos de montañas, Eva y Josechu, junto con un grupo de amigos, organizan una salida al Pirineo para ascender a esta montaña, este pico, desde los Estanys Gelats, al suroeste del pico, en la vertiente de la Vall de Boi. Antonio Farré también se apunta. Haremos vivac los dos sin tienda, el resto se subirán su tienda de montaña hasta estas alturas para montarla y pasar la noche en alguno de los altos Estanys Gelats a más de 2.500 metros. Saldremos de las inmediaciones de la entrada al parque nacional, pasado el Balneario de Caldes de Boi. Aunque dejaremos el coche en la carreterilla, enfrente de dicho balneario. Un lugar amplio para dejar los coches en la vera derecha de la misma si vas por la carretera de subida. A los pocos metros ya tendríamos la barrera. Por suerte Eva y Josechu ya habían hecho este pico en alguna otra ocasión y por la vertiente, vía, que íbamos a intentar ahora. Con lo cual no íbamos a ciegas, teníamos guías que se irían acordando del camino a seguir.
Por eso el pasado fin de semana del 7 y 8 del pasado septiembre, nos montamos en los coches, pasamos por Lleida para recoger a Antoni Farré y subimos por la carretera en busca de los Pirineos y el precioso, conocido Valle de Boí. Llegamos a mitad de mañana en un día muy soleado y tranquilo que auguraba una actividad igualmente muy tranquila y soleada, con muy buen tiempo. Después de aparcar y equiparnos junto a la carretera y enfrente de la entrada al Balneario de Boi, salimos a eso de las 13 horas más o menos en busca de la pequeña Vall de Llubriqueto y los Estanys Gémenes.
Un pequeño trozo de asfalto y enseguida llegamos al puente que cruza el río Noguera de Tor que baja de la misma presa de Cavallers. Punto de información del parque nacional. Cruzamos el puente y giramos enseguida a la izquierda dejando la pista asfaltada. En medio del descampado y del suntuoso bosque que se nos avecina, un cartelito: 3 horas para los Estanys Gémenes por la Vall de Llubriqueto. Seguimos estas indicaciones y cogemos una senda que va paralela al cauce del río y como valle abajo, por en medio de una zona muy frondosa de bosque y matorral que es toda la ribera del río Noguera de Tor. Poco más adelante otro cruce en mitad de la espesa y cerrada vegetación, seguimos la senda de la derecha que comenzará a subir en busca del nombrado vallecillo de Llubriqueto y Estanys Gémenes.
En un principio los organizadores Eva y Josechu decían que cuanto más arriba subiéramos para hacer la noche mejor; entre los Estanys Gémenes y los Estanys Gelats, a más altura y justo debajo de la muralla del Comaloforno, era mejor éstos últimos. Ahora teníamos que pasar por los Estanys Gémenes. Hemos salido a una altura de poco menos de 1.500 metros, y los Estanys Gelats están a poco más de 2.500 metros. En este día, cargados con la mochila y el material, comida, saco, para pasar la noche, haríamos 1.000 metros de desnivel.
El día es excelente, soleado y sin un ápice de que vaya a cambiar; perfecto. La senda comienza a subir en zigzag por lugares sombríos y de bosque, hayedos y matorrales. Tenemos que hacer el desnivel que hay entre el fondo del Valle de Boi y la cubeta llana, plana de la Vall de Llubriqueto. Estoy tiempo sin salir a la montaña y esta subida me cansará un poco, iré más retrasado que el resto, pero mañana estaré mejor, es solo el calentamiento, el arranque de este motor diesel en que se está convirtiendo mi cuerpo y potencia con el paso de los años.
Poco más arriba la senda ya deja de subir tanto, deja de hacer zigzags, cruzando el rio que baja por el centro del Valle de Llubriqueto, el Barranc de Llubriqueto, para seguir por el otro lado de su orilla valle arriba sin salirnos de una senda que ha estado muy bien marcada en todo el recorrido. Sin pérdida. En la subida a este punto hemos estado girando a la vez que caminábamos, de dirección suroeste a noroeste como ahora por el corazón del Valle de Llubriqueto. El bosque se va quedando atrás y a los lados, y cruzamos varios prados y calvas en busca de una cabaña, una casita, ya nombrada por Eva y Josechu. Y al poco tiempo aparecemos en un precioso y verde prado con el Barranc de Llubriqueto cruzándolo por el centro, un puentecillo o pasarela de piedra y una cabañita en un rincón del lugar. Es la Cabaña de Llubriqueto. Aquí ya estamos a casi 2.000 metros de altura. El Valle de Llubriqueto es precioso, boscoso y solitario, las vistas hacía las montañas a nuestra espalda que esconden las inmediaciones y territorios del P. N. de Aigüestortes, va apareciendo como centinelas y guardianes de un tesoro imponente y grandioso.
Otro cartelito nos dice que nos queda la mitad de tiempo para llegar a los Estanys Gémenes que en el anterior cartelito. Y mientras observo la montaña y el lugar, veo un muro de roca y algo de arboledas, que también esconde una cascada o caída de agua señalada en el Alpina. Se observa perfectamente su forma de morrena como si arriba de ella hubiera un espacio más horizontal, un hueco grande en la montaña… clásico de la antigua erosión glacial que formaba los altos lagos de montaña… con lo que me figuro al otro lado, arriba de esta barrera que queda al noroeste, debe de encontrarse los nombrados Estanys Gémenes; con lo que bajamos tranquilamente al fondo del verde y tranquilo vallecillo junto a su caudaloso arroyo o barranco, en cuyas orillas otros montañeros han decidido parar para descansar y disfrutar de la tranquilidad del lugar, y cruzamos el puentecillo, alto puentecillo sobre el lecho del barranco, del rio, para girar hacia la izquierda en busca de las laderas y vertientes contrarias del Valle de Llubriqueto, y de la base de esta muralla rocosa con algunas pinceladas arbóreas.
Al poco de cruzar el puentecillo y de girar a la izquierda en busca de dichas laderas rocosas, la senda ya comienza a internarse en esta parte del valle, entre rocas y bosque, como cruzando en diagonal la ladera, y arriba, intentando encontrar este balcón, gran balcón de roca. Al principio la senda sube y es visible, pero más arriba, a medida que se acerque a este balcón de roca, el recorrido pasará por lugares de esta roca y tendremos que hacer caso a los hitos que se reparten en esta caótica ladera de roca y bosque. La idea es salir casi en el punto, no el más bajo, de esta ladera, justo en el momento en que se horizontaliza para abrirse al valle de los Estanys Gémenes. A la vuelta tendremos un poco de lio para bajar de este balcón, de esta morrena, ya que la senda escogida no siempre es la correcta… hay que seguir los hitos existentes e intentar salir unos metros más arriba de la caída de agua que viene de estos lagos de alta montaña.
Una vez arriba el paisaje se vuelve a agrandar, detrás hemos dejado unas vistas y unos lugares preciosos, del Valle de Llubriqueto: una perfecta cubeta glaciar con un sano y ordenado bosque a cada lado en sus laderas, y al fondo, detrás, las marronosas pendientes de la alta montaña, y más abajo el invisible fondo del Valle de Boi. Y más con este día soleado y de tan buena visibilidad, el espectáculo está servido… incluso se intuyen, más al fondo, las montañas que cierran o abren el Valle de San Nicolás en Aigüestortes… paisaje que no podremos ver desde el fondo de los valles de los lagos a los que nos dirigimos ahora, más cerrados y escondidos.
El primer Estany de Gémene que nos encontramos es precioso: un largo y ancho lago de alta montaña rodeado por algo de bosque, menos en su parte más al norte, y con alguna islita que le da un toque encantador, bucólico. Es un sitio ideal para visitar con el simple objetivo de encontrar el silencio, la tranquilidad y esa paz interior que suelen dar estos lugares, mientras descalzo te tumbas en sus laderas o rocas lisas, con la mirada puesta en sus tranquilas aguas.
La senda ahora seguirá a cierta altura por la ladera derecha de este Estany Gémene de Baix, por su lado este, horizontal y a la misma altura hasta acercarnos al final del mismo lago. Mientras el paisaje se hace precioso con las vistas de este lago de alta montaña y todo lo que le rodea. Decenas de fotos salen de todas las cámaras que caminan en nuestro grupo. Cualquier postura o perfil en cada momento del camino, es un rincón especial para inmortalizarlo con nuestros objetivos. Incluso creo reconocer una de las altas cimas cercanas o pegadas al conjunto del Besiberri Sur, el Pic d’Avellaners, cercano a los tres mil metros, al fondo derecha del valle por el que estamos subiendo, justo al norte. Algunos neveros en su base que aún perduran después de un caluroso verano delatan su identidad y carácter.
Al final de este primer lago de alta montaña, nos aparece otro cartelito con una flecha e indicación: “Besiberri Sur, 2’15 horas”, y este es el camino que tenemos que seguir. Ahora de nuevo el recorrido comienza a subir, a coger desnivel, en busca de otra cubeta glaciar más arriba y en la misma dirección norte, de donde se encuentran estos Estanys Gémenes. Perfectamente podemos diferenciar otra ladera totalmente rocosa pero con espacios herbosos, que separa o diferencia la cubeta o hueco del valle donde se encuentran estos Estanys Gémenes, del hueco más arriba y norte, donde se encuentran, más repartidos y escondidos, los Estanys Gelats. Entre ambos hay un desnivel de unos 250 metros, ya que los Estanys Gelats se encuentran a unos 2.500 metros… ya a bastante altura.
¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos aquí, en la cola del Estany Gémene de Baix o subimos poco más hasta las orillas de uno de los Estanys Gelats? El que más cansado iba era yo, y viendo el desnivel y ladera rocosa a superar, si solo era eso, pues cuanto más alto estemos, menos recorrido haremos mañana. Con lo que el grupo siguió la sendilla o traza por la dirección del cartelito en busca de la parte alta de otra barrera rocosa que, como la que subía al Estany Gémene, hacía de morrena y balcón de la zona de los Estanys Gelats.
Esta parte es más empinada si cabe que la subida a los Estanys Gémenes, pero más despejada, mejor dicho, a esta altura no hay bosque, solo hierba y roca. Pero en unos minutos llegamos a la parte de arriba, a un punto, desde el cual podemos ver a nuestra izquierda los huecos del terreno, del valle, donde se encuentran los Estanys Gelats; y enfrente, si seguimos las marcas, los hitos, ya que en la roca madre no hay senda, vemos al fondo derecha un alto y escarpado piquito con forma triangular, pero con el lado este más recto y vertical, y su lado o vertiente oeste, más accesibles y prolongada, es el Besiberri Sur. Justo arriba de nosotros a la derecha, este, queda la formidable muralla de roca vertical muy escarpada, con sus contrafuertes y muros, que guardan la cima del Comaloforno. Detrás arriba de estas paredes aún tendríamos que desplazarnos o recorrer terreno rocoso y escarpado para acercarnos a la cima del nombrado pico. Quiero decir que la cima del Comaloforno no estaba justo arriba de estos contrafuertes, muros de roca y paredes lisas, si no más a dentro.
Llegados a un punto comenzamos a debatir donde pasamos la noche. Todo es roca sin posibilidad aparente de encontrar un lugar herboso donde plantar la tienda. Es más, no solamente es roca, si no que en la superficie de esa roca madre, hay todo un enorme campo de rocas sueltas pero enormes, grandes y pequeñas… igual entre una de estas podríamos encontrar un buen sitio para pasar la noche. A la izquierda del recorrido marcado por hitos y antes de comenzar a cruzar una ladera con pendiente y en diagonal hacia el interior del vallecillo siguiente que ya acaba en el Coll d’Avellaners, alejándose de la zona menos vertical y que más se acerca a uno de los laguitos de los Estanys Gelats, giramos a la izquierda buscando la orilla de dicho laguito. Hay hitos que te llevan, pero que acaban en las orillas del laguito, por una ladera rocosa menos vertical y evidente para que sea el recorrido más cómodo de bajada.
Así pues bajamos por aquí y nos esparcimos por un terreno donde hay huecos con tierrecilla o gravilla donde plantar las tiendas, eso sí, con muchas piedrecillas también. Eva y Josechu plantan una tienda en un punto más alejado, Sergi y José en otro más cercano, y los “vivaqueros”, Antoni y yo, extendemos nuestros sacos en rinconcitos cercanos pero independientes y separados por alguna enorme roca… como si buscáramos intimidad y la tranquilidad de la soledad en la noche. Son las 6 de la tarde cuando llegamos. Hemos tardado unas 5 horas en subir hasta aquí con un desnivel de 1.000 metros.
Desde el punto donde estamos, que se puede decir que es el más cercano a la ruta normal que sube al Besiberri Sur, Coll d’Avellaners desde el laguito, recogemos agua en uno de los lados del mismo, en una caída de agua o torrente que baja de la laguna más alta, más al norte, de estos tres Estanys Gelats. Solo tenemos que recorrernos la orilla del laguito para llegar a este punto por la que baja agua clara y ruidosa. Antes de irnos a dormir cenamos y preparamos las cosas para mañana madrugar y asaltar la cima del Comaloforno. Como siempre y metido en mi saco Diamir de plumas en plena noche cerrada sin nubes y con cien mil estrellas sobre mí, espero que aparezca alguna fugaz para no perder la costumbre el Universo de darme las buenas noches con una sonrisa… el día ha sido espléndido y mañana parece que será un calco de éste. Perfecto.
Los Estanys Gelats son tres laguitos de alta montaña que rondan la altura de los dos mil quinientos metros, el más alto sobrepasa esta altura y el más bajo no llega. Se encuentran encajonados en cubetas glaciares rodeados de paredes y verticales pendientes de roca de la alta montaña pirenaica, el más alejado de los tres, a más altura y escondido, lo rodea el Circo de Avellaners muy cerca del collado del mismo nombre, pero separado por un piquito que queda en medio, entre ambos, el mismo Pic d’Avellaners, a la derecha, oeste, de este. Nosotros nos aceramos al laguito más cercano a la ruta de subida al Coll d’Avellaners, al Besiberri Sur por este lado; que es el laguito de en medio de los tres. Al día siguiente, a medida que fuéramos cogiendo altura, podríamos observar al paisaje con los nombrados laguitos como principales protagonistas por este lado, parte oeste del Comaloforno, del paisaje.
Al otro día domingo madrugamos pero salimos con sol, no sé si a las 7 u 8 de la mañana, después de haber desmontado tiendas y escondido el material que no vamos a utilizar en la actividad, ya que tenemos que bajar por aquí y pasar por los mismos sitios; salimos descansados y decididos, guiados por Eva y Josechu que intentan recordar la ruta, camino de subida realizada por ellos hace un tiempo y que no se encuentra en libros o guías de montaña, solo en tracks del wikiloc y esos instrumentos de información “no oficiales”, del Comaloforno por este lado.
Lo primero es recuperar el camino marcado por hitos y evidente que dejamos ayer para bajar casi hasta las orillas de este segundo Estany Gelat. Debo decir que fue un auténtico acierto pasar la noche aquí, y que el esfuerzo de ayer valió mucho la pena para ahora tener menos desnivel y poder preocuparnos, perder más tiempo, en buscar la ruta idónea y correcta de subida. Ya que una equivocación podría ser fatal con gran pérdida de tiempo, por esta vertiente tan descompuesta, escarpada, vertical, abrupta y nada transitada. El día ha amanecido increíble también, fantástico, ni una nube ni frío, al menos el frio que debería de hacer a esta altura por la madrugada en una noche despejada… aunque sí es cierto que bajó de 0 grados, congelándose el agüita de la transpiración y que mi malograda funda de vivac no ha sabido expulsar, sobre el exterior de mi saco.
Ya retomado el recorrido marcado con hitos que sube al Coll d’Avellaners, por aquí y al introducirnos en el vallecillo donde las murallas y crestas entre el Comaloforno y Besiberri Sur quedan a nuestra derecha y sobre nosotros, a veces debes guiarte y ascender por la parte más fácil de roca viva y siempre justo por entre los hitos que te señalan la dirección clara del recorrido. No tiene pérdida.
Llega un momento que observo un cono de derrubios que baja por la derecha y sale de una escondida canal o brecha en medio del muro de paredes y escarpes verticales de la derecha, bajo el Comaloforno y la cresta que lo une con el Besiberri Sur. Por uno de estos sitios tendríamos que subir, pero no sé por dónde. Nuestros “guías”, Eva y Josechu se paran más arriba y comienzan a deliberar por donde podía ser la subida. Al final, nos hemos pasado un poco por el vallecillo y casi que dejamos este cono a nuestra espalda, reculamos para acercarnos a este sitio. Se puede descubrir fácilmente que sería el camino más evidente para subir a la cresta, a la parte de arriba de la muralla de roca hacia la cima del Comaloforno o cresta, aunque no se ve la salida de la misma al introducirse en una estrecha canal que gira como evitando las miradas de los curiosos que nos encontramos en el camino al Coll d’Avellaners. El resto de canales que se ven entre los pilares, contrafuertes verticales e inexpugnables de este muro, acaban en un callejón sin salida allá arriba… al menos a primera vista. Por ello nos acercamos a la vertical pendiente de sedimentos, tierra, piedra y rocas caídas por este cono de derrubios… vemos que hay algunos hitos casi imperceptibles entre tanta piedra peligrosamente suelta. Eva y Josechu nos confirman que efectivamente es por aquí la subida. Podremos encontrar fácilmente el lugar, ya que es el cono de derrubios, en forma triangular, más grande o evidente en medio de la muralla de paredes que soportan las cimas que queremos asolir.
Mientras subimos por este vertical y triangular, con la punta más estrecha en la parte alta, cono de derrubios, a José le da un bajón y debe de pararse, un mareo o falta de fuerzas… lo que es un principio de lipotimia, un “mal cuerpo”, por el esfuerzo y la actividad. Se para en mitad de esta subida, descansa, se repone, le esperamos y damos ánimos… ayer era yo el que estaba flojo, cansado, hoy ya estoy recuperado y fuerte… una vez recuperado, comienza a subir poco a poco detrás de nosotros.
Entramos en la canal estrecha ya de piedras no demasiado vertical y con buenos agarres. Arriba del cono de derrubios la canal queda en su parte izquierda, vertical, estrecha y casi como escondida por las paredes de roca que la cierran. Bajo de nosotros queda todo el cono de derrubios que llega casi hasta el mismo recorrido al Coll d’Avellaners, vertical, de terreno en movimiento, son las piedras y rocas que caen desde las alturas y se cuelan por esta canal, aterrizando en este triangulo de sedimentos y deshechos, piedras, rocas arrancadas de la montaña.
Arriba de la canal yo pensaba que ya estaríamos montando sobre el filo de la cresta, pero ¡qué va!, aún quedaba recorrido hasta ella. Salimos de la canal arriba de la misma por el mejor sitio para ello, por la izquierda, y salimos a una pendiente de roca viva, piedrecillas, por la que hay que ascender hasta su parte superior, en la que unas paredes o escarpes de roca vertical, impiden que sigas hacia arriba, teniendo que girar hacia la derecha y sin ascender, solamente seguir el pasillo bajo estas rocas verticales que cierran por arriba la pendiente rocosa, a la derecha.
Seguimos este pasillo natural entre la pendiente rocosa que más adelante ya no es tan vertical, formada de tal manera como si un estilete gigante hubiera hecho un surco nada profundo pero sí evidente, en la ladera rocosa de la montaña. Seguimos este surco hacia el sur subiendo a otra crestecilla o espolón, desde el cual, ya vemos el extraordinario y espectacular pico Punta Passet que ya queda al sur del Comaloforno, por lo tanto la cima del Comaloforno la tenemos arriba a nuestra izquierda. Cerca.
Llegados a este punto giramos a la izquierda para afrontar otra pendiente rocosa que sube en busca de lo más alto de la montaña, dejando a nuestra derecha otra crestecilla o espolón que baja de la misma montaña, paralela a la que nos encontramos, y las vistas de la Punta Passet. Arriba ya está la cima del Comaloforno. Justo cerca de este punto José se ha encontrado mal de nuevo y se ha quedado apostado en lo alto de una de las canales, justo en la cresta que del Comaloforno va al Besiberri Sur, y justo, parece ser, que en la parte alta de la subida normal al Comaloforno por el lado este, por el recorrido que viene de la base del Besiberri Sur y su subida desde Cavallers.
Y así, en pocos metros llegamos a un conjunto de rocas que forman una mesa de roca grande rodeada de precipicios, paredes, escarpes y cortados, algunos más grandes que otros: es la cima del Comaloforno, de 3.029 mts. Llegamos a la cima Sergio, Antoni y yo, Eva y Josechu se han quedado con José que parece no se recupera apostado en aquella punta o parte más alta de una de estas canales que suben y llegan hasta la parte más alta de la cresta… lo vemos allá con su chaqueta azul, medio escondido, desde la cima del Comaloforno. El día sigue increíble con algo de fresco en esta cima: mucho sol y magníficas vistas. Allá al fondo puedo fotografiar las baldías y estériles pendientes ausentes de hielo y nieve del Aneto, Maladeta y Maldito: donde antes había una gran mancha de hielo y nieve, ahora apenas están quedando vestigios de lo que fue. Solo roca seca y desnuda afean las vertientes norte de estas montañas, las más altas del Pirineo. A pesar de todo las fotos salen magníficas. Y delante, mirando al norte, la magnífica cresta de los Besiberris; como el Comaloforno es el pico más alto y a la vez el más al sur de la cresta, que se levanta de norte a sur, casi arqueada, la vista sobre el resto de picos de la cresta es excepcional: delante en primer plano y termino la espectacular y desafiante cresta que va del Comaloforno al Besiberri Sur: impresionante, ¡Por ahí hay que pasar! Al otro lado la factible pirámide de roca del Besiberri Sur, le sigue el bicéfalo Besiberri del Mig, que hasta hace nada era un tres mil del Pirineo, ahora se ha quedado a 2 metros de esos tres mil metros. Y detrás la esculpida y desafiante pirámide o más bien fortaleza del Besiberri Norte, impresionante y espectacular como siempre, lo veas desde lo veas, escarpada, infranqueable, altiva… una foto preciosa de los Besiberris, un día increíble y espectacular, un paisaje digno de dioses de roca y viento. Inolvidable y magníficas las vistas, el paisaje, el soberbio macizo, cresta, de Los Besiberris.
Llegan al fin José, Eva y Josechu a la cima. Parece que se le ha pasado todo a José y está como si no le hubiera pasado nada. Foto de grupo en la cima del Comaloforno, a 3.029 mts. Comemos algo. Seguimos disfrutando del paisaje, de las vistas. Pero no podemos perder mucho tiempo, aún nos queda cresta hacia el Besiberri Sur. Las palabras de David Soriano resuenan en mi cabeza, cuando tenía que hablar o describir la cresta cuando hicieron el Comaloforno desde la cima del Besiberri Sur… bueno ¡Vamos a ver!
Salimos por el mismo sitio por el que hemos subido. Y deshacemos casi todo el camino por la vertiente oeste antes de subirnos a la cresta. No cogemos directamente la cresta desde al Comaloforno, si no que tenemos que deshacer el camino hasta la parte más alta de la pendiente inclinada de roca viva, arriba de la estrecha canal, que nos obligaba a girar a la derecha y sur, en busca de las pendientes rocosas y oeste del Comaloforno.
También podemos seguir los hitos, algunos perdidos y otros fáciles de ver en este mar de piedras y pendientes rocosas, escarpadas, pero a partir de que ya seguimos la cresta y recorrido nuevo hacia el norte en busca del Besiberri Sur, tenemos que seguir los hitos por esta perdedora cresta, y los recuerdos de Josechu y Eva. En resumen: en un principio mientras la cresta no es excesivamente puntiaguda y encrespada, vamos casi por el filo, pero a la hora de driblar dos empinados y verticales gendarmes, agujas, una de ellas con doble cima y dos paredes en cada extremo, muy reconocida en la distancia, tendremos que virar por la izquierda, oeste, y seguir los hitos o zonas más asequibles, evidentes, bajo esa zona de escarpada cresta.
Al final es bastante entretenida pero no tan peligrosa como lo pintaba David Soriano. Quizás por qué con la edad, los desafíos se convierten en retos, en objetivos a vencer… aunque tengo que recordar que David Soriano estuvo mucho tiempo sin cruzar el Paso de Mahoma porque le parecía muy peligroso… Aun no sé si lo ha cruzado ya… El recorrido pasa por balcones, escarpes, con piedra suelta y agarrado a la roca madre también. Bajamos, subimos por chimeneas, sin llegar a montar en la parte más alta de la cresta. Llegamos a un paso de IIº+ o IIIº (me pareció a mí) en el que tenemos que bajar, destrepar por un paso de roca madre que comenzaba a ponerse vertical mientras bajamos, y a mitad de bajada, girar al este como buscando el filo o columna de la cresta, también por presas y agarres en la misma roca madre. Un paso interesante y divertido. Yo creo que el más técnico de este recorrido por la cresta.
Ya quedando más cerca de la base de Besiberri Sur, subimos por otro pasillo en la roca bajo agujas y rocas verticales, para montar en el filo de la cresta justo enfrente y al sur del nombrado pico. Pero solo pocos metros… ya estamos subiendo al Besiberri Sur ¡Cresta conseguida! Cruzamos por este paso y una vez al otro lado de la cresta, bajo el pico, en lugar de afrontarlo de frente, giramos ya en sus laderas rocosas, a la izquierda en busca de sus laderas oeste menos verticales pero rocosas. Y aquí, si queremos, coger el camino normal de subida (a pocos metros por debajo de la cima del pico) que viene del Coll d’Avellaners. Y ya estamos en la cima del Besiberri Sur, a 3.024 mts. de altura. Solo 5 metros más bajo que su hermano de cresta Comaloforno. Son los dos picos más altos del macizo o montañas de Los Besiberris.
Alegría y entusiasmo. Ya he subido el ansiado Comaloforno, he hecho la cresta que lo separa del Besiberri Sur, “tan desafiante” con la percepción que tenía de ella. Sin cuerda ni material, solo con un casco por si te golpeas la cabeza con la roca mientras buscas agarres en las paredes, en esos pasos vigilados por agujas y rocas verticales… pero magnífica y preciosa, con estupendas vistas a las verticalidades bajo nuestros pies, campos y pendientes de roca, piedras y rocas sueltas que a veces se mantienen en la ladera inclinada casi que por pura magia. Acompañados por un día envidiable y privilegiado, de sol, nada de viento y una magnífica visibilidad. Es recomendable; repetiremos algún día… ya recordaré por donde pasar ahora…
Hay mucha más gente aquí, más grupos que han subido a este fácil Besiberri Sur. Nos hacen la foto de grupo, les hacemos fotos. Algunos con un equipamiento claramente dudoso, en calzado y ropa… ¡algún día pasará algo gordo! Estamos contentos, muy contentos, la actividad está saliendo a pedir de boca. Hago fotos a mi compañeros, y luego ellos a mí, con el fondo del Comaloforno y la cresta superada. Unas vistas e imagen fantásticas y bastante alpinas. El pico Comaloforno da la impresión de que le falte la parte más alta de la mesa o pequeña meseta que es su cima; parece como si un gigante le hubiera cortado con un hacha la parte “puntiaguda de arriba” y hubiera dejado como parte más alta, el tajo de la misma… como si le hubieran cortado al cabeza y el cuello, con su tajo, y fuera la parte más alta del cuerpo. Aun así con unos perfiles y aspecto muy desafiante y atractivos, con paredes de roca viva y vertical rodeándolo por todos lados. Bajo la mesa del pico, otra mesa más larga que le sirve de apoyo o pedestal, de características similares, roca viva rodeada de paredes, escarpes, rocas sueltas, acanaladuras, casi totalmente vertical… a primera vista, casi inexpugnable.
Pero también hago fotos a otras montañas que observo alrededor de este otro magnífico mirador como es la cima del Besiberri Sur: a parte de las montañas más altas de los Montes Malditos, Maladeta, al otro lado, vertiente este, justo a la misma latitud pero al otro lado del alto Valle de Boí, donde está el Pantà de Cavallers, se yergue con gran desnivel otro alto y solitario tres mil de la zona: el Punta Alta de Comalesbienes o Punta Alta. Con ese conjunto de puntas o cimas aparentemente casi a la misma altura, pero solo una de ellas es la más alta. Precioso. Mirando más hacia el noreste las montañas al norte del P.N. de Aigüestortes como el Montardo d’Aran, esbelto y formidable, una punta rodeada de escarpes y verticales vertientes también diferenciada del resto o de las montañas de alrededor. Y distingo las agujas y picos de Travessani, muy cerca del Refugio Ventosa i Calvell… y como no, al norte, el resto de los Besiberris destacado el relegado Besiberri de Mig en primer plano con sus dos puntas, montaña aún no conquistada por mí; y detrás de ésta muy destacada el desafiante e inconquistable Besiberri Norte, magnifica torre y pirámide puntiaguda, llena de escarpes, rocas, que hacen de esta montaña un laberinto de laderas rocosas, caóticas y aparentemente peligrosas, con vertientes verticales de roca madre y chimeneas encajonadas en ella, que le dan un aspecto fiero, hermoso y muy alpino… es si cabe la montaña más bonita y escarpada, casi como difícil de ascender con cierta altura, de las que abarca mi vista… más allá, detrás del Aneto, el Pico Maldito, gracias al zum de mi cámara, también presenta un aspecto como de cuerno, elegante y desafiante. Hermosas montañas pirenaicas.
Ya es hora de bajar. Tenemos por delante toda la bajada hasta el coche, pasando por el Estany Gelat donde hemos dejado escondidas las tiendas, sacos y demás ropa que no nos hemos subido a hacer el Comaloforno y su cresta. Por suerte el tiempo sigue siendo excelente. Sigue subiendo o llegando gente a la cima del Besiberri Sur y cuando nos giramos para bajar hacia el Coll d’Avellaners, hacia el oeste, por la vía fácil y normal, observamos mirando a la cima del Comaloforno que otro grupito está en ella yaciéndola. Y entonces te das cuenta de las formas y perfil de la misma, de su característica y personalidad, al poder compararla con aquellos que están recorriendo su cima como hormigas gigantes en un tronco del árbol de fuego. Interesante. Realmente el Comaloforno, como lo es el Besiberri Norte, son cimas singulares y muy atractivas de subir y conquistar.
Como ya he descrito, giramos hacia el oeste en busca del Coll d’Avellaners. La senda de bajada a veces perdida o surcada por demasiados hitos, pueden hacerte perder el camino correcto, pero no la dirección: siempre hacia abajo, e incluso virando al noroeste y casi viendo la vertiente noreste del pico que tan bien se ve desde la subida del Estany o Valle de Besiberri al noroeste del pico. Fácil y casi rápido.
Una vez en el Coll d’Avellaners, a 2.885 mts., tenemos dos opciones, norte o sur, nosotros giramos hacia la izquierda y sur en busca de los estanys por los que cruzamos ayer, Gémenes y Gelats. No tiene pérdida, ya que es intentar seguir el recorrido cerca de las laderas bajo los contrafuertes de la cresta recorrida allá arriba y a la izquierda, y del Comaloforno, y también cerca del fondo del vallecillo, intentando seguir unos hitos dispersos y un recorrido casi nada marcado. A nuestra izquierda quedará el cono de derrubios por el que hemos subido al Comaloforno, y poco más abajo las marcas e hitos del recorrido son más reconocibles y estables. Poco más abajo, saliendo del vallecillo y abriéndose el paisaje a la derecha hacia los huecos de los Estanys Gelats, buscamos la mejor bajada o recorrido, para llegar hasta el punto donde habíamos dejado las cosas muy cerca de las orillas del Estany Gelat de en medio.
Llegamos al sitio, un pequeño descanso, recuperar los sacos, tiendas, material escondido entre las rocas y cuevecillas de las grandes piedras como si fueran el tesoro de Ali Ba Ba. Rehacemos las mochilas, comemos y bebemos algo, para todo seguido emprender la bajada hasta el coche. El recorrido que ahora hacemos es el mismo de ayer pero al revés, de bajada. Pasando casi por los mismos sitios y sendas que recorren los Estanys Gémenes o sus cercanías. No hay pérdida… no hay pérdida hasta llegar al final de Estany Gémene de Baix.
Una vez llegados al balcón del Estany Gémene de Baix sobre el Valle de Llubriqueto, algunos cogen una senda más cerca del rio que baja de él y otros cogemos otra algo más arriba, pero no son las sendas correctas, de hecho parecen más bien terreno pisado por cabras, ganado o por la gente curiosa y turistas que merodean en verano el lugar. La senda verdadera del recorrido correcto está a más altura por la ladera de la izquierda (según bajas), más arriba de la invasión de matorrales, arbustos, que apenas dejan pasar nada entre ellos, junto a las orillas y cercanías del Estany. El caso es que estas sendas, una vez cruzado al otro lado, ya en la vertiente del valle, se pierden en su vertical y boscosa ladera. Al final caminamos casi monte a través buscando la senda o recorrido bueno… lo encontramos algo más a la izquierda y arriba, más hacia el este, cruzándonos con los hitos y senda marcada en el terreno, observando como venía de un punto más alto de la ladera que baja al lago de alta montaña.
La cuestión es que al final cogemos el recorrido guiado por hitos entre grandes rocas a veces, sendas verticales y rincones escarpados de la ya ladera boscosa y rocosa del Valle de Llubriqueto. Justo la misma por la que subimos desde el puentecillo en el fondo del valle que cruzaba el río, Barranco de Llubriqueto, en busca de los Estanys Gémenes.
Y una vez junto al puentecillo, un merecido descanso, disfrutar del momento, del día, del agua, del precioso paraíso de la alta montaña en verano, en los meses cálidos y frescos del año. Llenamos las cantimploras y nos refrescamos con la cristalina agua del barranco. El calor aprieta acercándose al mediodía. El recorrido que queda hasta el coche ya es solo de bajada por la senda que se interna en el bosque, y una vez llegados a la ladera del Valle de Boi, gira a la izquierda y en leve bajada con algunos zigzags, dirección norte, como buscando el fondo del valle y el puente que cruza la carreterilla que sube a Cavallers, pero sin bajar de golpe y recto. Bonitos rincones en la frescura del frondoso bosque en estas riveras o laderas el Noguera de Tor.
Una vez llegados al coche, aún tenemos tiempo de cambiarnos y bajar a Barruera a tomar una cerveza antes de regresar a casa. Hay que celebrar el éxito de la actividad, la subida al Comaloforno y la “temida” cresta entre éste y el Besiberri Sur que no ha sido tanto pero sí extraordinaria y emocionante. Perfiles perfectos para hacerlos con nieve y hielo. Roca indómita de cimas conocidas, visitadas y admiradas por los montañeros que llegan para recorrérselas y conquistarlas. Ha sido una actividad redonda, especial y magnífica. Habría que repetirla. No me importaría. Como siempre los valles que rodean al P.N. de Aigüestortes, excepcionales y preciosos.