Otra visita a la verde y extraordinaria montaña del Montseny. Esta vez sería visitar la cima o lugar más cercana al lugar donde vivo o a la zona donde vivo y que aún no había visitado, a pesar de la cercanía. Es conocida y tradicional la subida o romería a Sant Elies en la zona de Vilamajor, Cànoves… donde, y como indica su nombre, se ha construido una ermita que reza a este santo.
Comparado con el resto de montañas o cimas alrededor de Sant Elies, no es una cima alta o que despunte: detrás de ella le sigue toda la cuerda que sube al Turó de Samon y más detrás al Suï. Nosotros esta vez solo haremos un “paseo matinal” y subiremos a esta cima justo desde la falda de la montaña, cuando ya comienzan las laderas boscosas de encinares a empinarse y a coger pendiente hacia lo más alto.
Para ello el pasado domingo 29 de septiembre, salimos de Sant Pere de Vilamajor hacia la montaña por una pista asfaltada que después se convertiría en camino de tierra o pista, y que justamente siguiendo esta pista con sus curvas y remontes, podíamos llegar hasta la misma cima sin tocar pie en tierra. Pero nosotros pasaremos o descubriremos lugares que no se pueden ver desde el coche. Un P.R. sale de la misma población y te sube, pasando por rincones y masías de la zona, del vallecillo, hasta la misma cima también: el PR-139. Que será el que nosotros sigamos.
A pesar de que dicho recorrido se puede comenzar en la misma población, decido acercarnos un poco más con el coche esta vez, y así tener más cercana la ladera de la montaña, por si nos faltara tiempo y no pudiéramos estar al mediodía en casa. Con lo que salimos de Sant Pere de Vilamajor en dirección a Sant Elies por dicha pista, hasta un punto, que en el Alpina viene señalado como Can Vidal, una gran casa escondida entre vallas y arboleda, con la puerta de entrada al otro lado, mirando a la montaña. Estamos en el Veïnat de Canyes, ya que la Riera de Canyes baja por el fondo de este valle.
Dejamos el coche justo en un rincón en la parte de atrás de Can Vidal, que es la primera que nos encontramos en coche mientras subimos por la pista. Por suerte en la misma pista se alzan letreros y carteles con los nombres de los lugares, rincones y casas, que habitan el lugar, con lo que el conocer o saber por dónde ir, se hace más práctico y rápido.
Hace un sol de justicia, parece que aún estemos en verano o que no se haya acabado esta estación. El calor puede ser la nota predominante de esta actividad, aunque en altura, el frescor de la montaña se hará más notable. Salimos del coche caminando hacia la puerta de la masía de Can Vidal, y una vez aquí giramos en el próximo cruce hacia la izquierda buscando el fondo del vallecillo del Veïnat de Canyes, Cruzando claro está la Riera de Canyes en el fondo del mismo. Seguidamente aparecen varias masías y casas, al otro lado de la riera, del vallecillo, y alguna de ellas ya se encuentran justo en el comienzo de la ladera de la montaña, en sus mismas faldas… a la vez también oímos muchos ladridos de muchos perros que vienen del mismo sitio… y es que una de estas masías es un refugio para perros abandonados. Estamos hablando de Can Perera de Canyes, y casi pegada, Can Mongo. Nada más cruzar la riera está Can Cortina y Can Sants Pasqual, desde aquí la pista gira hacia el norte buscando Can Perera y las faldas de la montaña. También aquí descubrimos las marcas y pintadas del nombrado P.R.-139 que es el que seguiremos ahora y no dejaremos en casi todo el recorrido.
El recorrido por el vallecillo también es plácido y precioso, con el verdor característico de estos húmedos valles que rodean las montañas del Montseny, y las aguas frescas y notables que bajan por las rieras dando vida a los campos de labor o de pastura de estos lugares.
Al pasar por la casa de Can Perera nos damos cuenta de que existe un parking donde dejar el coche. El parking es para los coches que se acercan al refugio de perros, yendo la gente allí a sacarlos y pasearlos por la zona. Quizás la próxima vez deje el coche aquí mismo… Entre Can Perera a la derecha y Can Mongo a la izquierda, sigue el camino señalado por el P.R.-139, hasta la parte de atrás de ambas construcciones. Justo donde el P.R. deja el camino y se interna por un campo de pastura hacia la montaña por una sendilla. Hay una puerta metálica sin cerrar pero con un muelle para que puedas abrir, empujar, y cerrarse sola para que no se escapen los animales al otro lado. Esta senda en pocos metros cruza un sitio precioso por donde cruza la Riera de Canyes, entre árboles de alto porte suspendidos sobre el agua que baja por la riera. Un bonito rincón que nuestra amiga Montse, vecina del pueblo cercano, no conocía a pesar de las veces que había subido a esta montaña.
Un puentecillo cruza la riera y seguidamente una ancha senda con algo de zigzag que luego se hace más horizontal, sigue por toda la parte baja de la ladera boscosa de encinas y matorrales. En ocasiones dicha senda se encajona en el terreno como si hubiera excavado un surco de más de 2 metros de altura. Igual nos encontramos con otras sendas más verticales que salen de esta, pero nosotros debemos de seguir las marcas del P.R. hasta que dicha senda acaba en una pista. Por esta pista pasan coches y es transitada; es la misma pista que nosotros hemos seguido en coche desde Sant Pere y que ahora comienza a subir por la ladera de la montaña. Ahora las indicaciones del P.R. siguen por la pista girando hacia la izquierda y arriba. Siempre tendremos que seguir las indicaciones de los carteles en dirección a Sant Elies.
El recorrido del P.R. a veces dejará el camino y seguirá por alguna senda que acorte el camino de subida por la pista. Hay que estar atentos e ir observando las marcas y señales en los bordes de la pista. También podremos encontrar sencillas que acortan las curvas de subida de la pista. Éstas no están marcadas pero se pueden utilizar si se cree conveniente y no erosionan o maltrechan la montaña. Todo el recorrido se realiza en medio de un estupendo encinar con ejemplares sanos y exuberantes.
Al poco rato en la pista nos salimos de nuevo a la izquierda para seguir por la senda del P.R. y evitar una gran curva o recorrido alejado de la subida, que hace la misma pista. La senda sale de nuevo a la nombrada pista poco más arriba justo casi en otra curva en la que se yerguen enormes y formidables ejemplares de encinas enormes y protegidas. Estamos en las inmediaciones de Can Planell, una masía en medio de la ladera del Montseny rodeada por imponentes ejemplares de encinas y otros árboles que yo diría que alguno podría ser monumental. Un rincón y lugar precioso.
A partir de aquí seguimos la pista hacia arriba, con sus zigzags y curvas, sorteado del desnivel de la ladera. Si no vemos marcas de P.R., eso quiere decir que debemos seguir la pista, que la pista es el recorrido. De vez en cuando en alguna curva o cruce de la misma, observaremos alguna marca para seguir dicho P.R. Poco más arriba, ya hemos cogido altura, descubrimos en una curva de la pista un cruce con un cartel que nos indica el desvío para visitar la Font de Borrell. Incluso te pone los metros que hay de distancia del cruce hasta el lugar… más de medio kilómetro. Seguimos entonces esta otra pista más horizontal que no coge altura para llegar hasta la nombrada Font de Borrell.
La pista sigue cortando la ladera boscosa de la montaña en busca de la fuente, sin coger altura, hasta llegar a un cruce con una senda a la izquierda en medio de exuberantes encinas, que baja en pocos metros hasta la misma Font de Borrell: en un murito construido en la ladera de la montaña, sale un cañito con un chorrillo de agua. Después del verano que no ha llovido mucho, casi no sale agua como normalmente lo hace. El agüita se sale del abrevadero y baja por el terreno del bosque, el estupendo encinar.
Debemos seguir. Y lo hacemos esta vez, en lugar de desandar la pista hasta llegar al punto en donde nos hemos desviado, cogemos otra pista que queda pocos metros más arriba de ésta en la misma ladera de la montaña y en la vertical de la Font de Borrell. Incluso en poco metros más a la izquierda según sales de la fuente a la pista, te encuentras con una curva y el cruce de pistas. Subimos a la pista de arriba y giramos a la derecha, pista, camino, arriba, como buscando la dirección que seguíamos antes de desviarnos para visitar la Font de Borrell.
Seguimos la pista hacia arriba y este, hasta encontrar una zona sin arbolado, despejado de bosque, de encinas, con una especie de rincón más llano poco más adelante a la derecha, y en la que aparece un poste indicador del recorrido del P.R.-139, que deja la pista y sigue ladera arriba hacia la izquierda por una sendilla estrecha pero bien marcada. Estamos en una especie de loma a dos vertientes de la montaña, con lo que las vistas y terreno se agrandan, y más ahora que no tenemos bosque o encinas que nos tapen el paisaje. Dicha senda sigue recta hacia arriba sin descanso ni tregua, a Anna le costará más seguir el ritmo de Montse y mío, que por fin podemos subir con esfuerzo y buen ritmo, para que no todo sea un “paseo” por la montaña.
No nos encontramos con mucha gente en la montaña, pero sí algunas parejas de runnings que suben por esta senda en busca de la cima de Sant Elies. La senda sube derecha sin error de equivocación, no hay otras sendas que se crucen con las que te puedas equivocar. Más arriba el terreno se allana, es menos empinado. Da la sensación de que lleguemos a la parte más alta de la montaña, a la cima… pero aún quedan unos cuantos metros.
Salimos de nuevo a la pista. Aquella pista que en origen habíamos dejado el coche y que subía en zigzag a Sant Elies. Seguimos pista arriba. Cerca, a pocos metros, a la derecha de la pista descubrimos una maravillosa y perfecta encina, que a la vez está marcada en el P.R.-139 como si fuera un árbol monumental o antiguo, y así parece ser: es la Alzina Rodona. Rodona por su perfecta forma redondeada en su copa, preciosa, altiva y enorme. Vale la pena acercarse y hacerle, hacerse fotos con tan magnífico ejemplar.
Más arriba la pista ya está llegando a la cima. En algún momento cogemos otra senda para atajar curvas de la misma pista, pero poco más arriba el terreno se allana claramente y llegamos a un cruce de caminos, de pistas, con una cadena en uno de ellos. Desde aquí ya vemos a nuestra derecha y al otro lado del valle las vistas sobre el macizo del Turó de l’Home, con todo el valle de Montseny abajo. El recorrido que tenemos que seguir, aún marcado por marcas del P.R., sigue por la pista de arriba recto, al otro lado de la cadena. Y ya cuando la cima boscosa de Sant Elies queda a la izquierda, al otro lado del promontorio cimero y boscoso, como detrás, siguiendo la pista a pocos metros, llegamos a una pequeña construcción, a una ermita: Sant Elies. Ya estamos en la cima.
La pequeña ermita de Sant Elies queda como en un colladito en la propia cima de Sant Elies, detrás queda el Coll de Sant Elies y el resto de la carena, cordal, que sube por la montaña en busca del Turó de Samon, ya subido en otra excursión. Después de curiosear por los alrededores de la ermita, almorzamos en la senda que nos lleva a la cimita, a la sombra de las encinas y mirando hacia la ermita. Después del descanso y almuerzo, seguiremos esa misma sendilla para, en poquísimos metros, llegar a la cima de Sant Elies a 1.001 metros de altura, donde una torre de vigilancia de incendios preside la altura. Fotos de cima y curiosear la cima. Vistas hacia el resto de la comarca que queda al sur, al norte queda el bosque cimero de encinas, ermita de Sant Elies y resto de la montaña del Montseny, invisible por el nombrado bosque.
Para bajar de la cima de Sant Elies, en lugar de volver para atrás y coger el camino por el que hemos subido, por el momento y desde esta cimita, bajamos por el encinar enfrente y al sur, bajando por la ladera boscosa que queda delante, en busca, eso sí, de la pista nombrada que cruza esta ladera sur de la montaña. Es un trozo de bosque, de encinar, precioso de ejemplares bonitos que forman rincones hermosos en esta parte de la montaña.
Una vez llegados a la pista, solo tenemos que deshacer lo caminado para volver al coche, con algunas excepciones: al deshacer el P.R.-139, tenemos que bajar por aquella senda directa en medio de la ladera a dos vertientes de la montaña, pelada de vegetación… pues bien, debajo de ella (ahora), cuando damos con la pista de nuevo, no debemos de girar a la derecha, noroeste, si no que tenemos que ver algo más a la izquierda las marcas que dejan la pista, no siguen la pista, y se internan enfrente y sur, por un camino en un semillano sin vegetación arbórea, que llama Plan Saperera. A la derecha y oeste habrá quedado la zona de la Font de Borrell por la que ya no pasaremos.
Abajo del caminito y recorrido marcado, desemboca de nuevo en la pista. Nosotros nos debemos de dar cuenta y seguir las marcas del P.R. por la pista o por las sendas de bajada por las que discurra el recorrido. En un momento determinado llegamos al cruce para ir a la Font de Borrell, seguiremos por la pista que baja y deja a nuestra espalda dicho camino hacia la fuente. El resto es seguir la pista o marcas de P.R. desandando el recorrido ya realizado a la subida.
Más abajo volvemos a pasar por la zona a la vera de la pista de aquellos estupendos, grandes y altos ejemplares de encinas y árboles, cercanos a Can Planell. Fotos y admiración. Pero llegados a un punto en la zona de Terra Blanca donde la pista bajaba de repente en dos curvas en un lugar donde la tierra, el mineral, es blanquecino (de ahí el nombre), ya no seguimos el P.R.-139, el cual sería girar en un punto de la pista a la derecha en busca de la casa donde ladran muchos perros, Can Parera de Canyes, por la senda; para seguir por la pista sin salirnos de ésta, la principal, hacia el sur y abajo, hasta dar con el coche al otro lado de la masía de Can Vidal… si dejamos el coche en el parking de Can Parera, entonces sí que tendremos que seguir el P.R. y desandar por la senda que cruza la ladera como al principio de la actividad, para llegar hasta la parte de atrás de la nombrada casa, y seguidamente al coche.
Es un recorrido fácil y visitado en el que al final y aunque parezca que no, se sube un desnivel notable, para que solo sea una cima de mil metros de altura. Es el comienzo del macizo del Pla de La Calma del Montseny, siguiendo el cordal por detrás de Sant Elies nos encontramos con el Turó de Samon, El Suï, y ya el Pla de La Calma. Nos encontramos con excepcionales ejemplares cuidados y censados para su protección. También pasamos por lugares de singular belleza como estos encinares de las laderas del Montseny. Puede ser un buen lugar de entrenamiento y esparcimiento con unas vistas hacia las comarcas del Vallés excepcionales y completas.