El Centro Excursionista Almoradí allá por mediados de los años 90, decidió realizar actividades con niños de colegios de Almoradí con edades comprendidas entre los 9 y 12 años, con el fin de iniciarles en la montaña, excursiones, acampadas y aquellas actividades que tenían que ver con la aventura y con la naturaleza. Dentro de un ámbito de seguridad y adecuadas para dichas edades, sin olvidar el espíritu aventurero de las actividades montañeras.
Por fin el primer viaje o salida se haría con niños del Colegio Público Canales y Martínez a la Sierra de Crevillente, pasando una noche en el parque de San Cayetano. Pero antes haríamos un recorrido con las mochilas y las pertenencias por parte de la sierra, pero sin que hubiera un gran desnivel o esfuerzo, ya que eran niños que en muchos casos no habían salido a la montaña ni se habían enfrentado a una actividad como esta. También había que decir que en dichas pertenencias no estaría todo lo que debe de llevar un montañero en una travesía… solo era una iniciación… aun así, la forma y objetivo creo que se cumplieron.
Como no podíamos hacer mucho desnivel se optó por que el autobús nos dejara en la parte norte de la sierra, justamente en el camino viejo de Hondón de Los Frailes a Crevillente. Dicho camino lo podemos coger, si salimos de Hondón de Los Frailes hacia el Hondón de Las Nieves, a la derecha en frente, más o menos, de una empresa cementera. Justo la cementera y un desvío hacia la pedanía de El Rebalso quedan a la izquierda y nuestro camino sale en perpendicular a la carretera principal en dirección sur, hacia el corazón de la sierra. En un principio es asfaltado y cabe perfectamente un autobús, pero no debemos olvidar que es un camino o pista asfaltada.
Seguimos la pista dejando un primer cruce y llegando al segundo o, mejor dicho, a una curva, giramos a la izquierda, sin hacer caso a otros caminos que salen a la pista, hasta un rincón cerca o en un cruce de caminos justo enfrente de los muros o los cercanos muros de una gran balsa que recoge y distribuye agua. Igual desde la altura a la que estamos no vemos el agua pero sí la pared que contienen la misma. Estamos cerca del Área de La Costa.
Eran finales de junio o principios de julio de 1.996, el tiempo era muy bueno y caluroso, típico de estas fechas del año, cuando aquí nos deja el autobús y seguimos caminando con todos los niños y los cuatro monitores: Manolo Cano, Jesús, Monín y yo… recuerdo el momento sobre todo por la indumentaria tan peculiar que llevaba el Cano: con unos pantalones más que cortos casi culot, estrechitos, ese sombrero de posguerra, como el que llevaba mi abuelo José, y una camiseta de tirantes blanca… todo un simpático personaje.
El camino es bien sencillo, seguir todo este camino principal hacia el sur y arriba, hacia la montaña, desviándose un poco a la izquierda (según miras la montaña) para bordear las faldas del San Yuri; por que la montaña o faldas boscosas que tenemos enfrente, son las del San Yuri. La idea es seguir este camino principal con sus subidas y curvas, sin desviarnos por ningún otro caminito que se cruce, hasta llegar a la intersección entre el San Yuri y la mole de La Vella. Para ello iremos como rodeando la montaña boscosa del San Yuri por su norte, noreste y este, hasta que nos encontremos enfrente y a la izquierda la mole de La Vella. Entonces dejaremos a nuestra espalda y derecha la montaña del San Yuri y a nuestra izquierda y más próxima nos iremos acercando a la mole o montaña de La Vella. Justo en la intersección o punto más cercano entre las dos montañas, se encuentra a nuestra izquierda y al norte, a la sombre de La Vella, el vallecillo o La Foia, tan bonita y curiosa, culminada por aquella casa y con esas tierras de labor tan fértiles y cuidadas aparentemente… un rincón simpático de la Sierra de Crevillente.
A la vez se nos abre otro vallecillo a nuestra derecha, quedando al sur de la cara sur y más seca del San Yuri. Este barranco es el que seguiremos para ir en busca del parque del Sant Cayetano o Ermita de San Cayetano. Una vez hemos dejado atrás a la izquierda la mole de La Vella, pudiendo ver su perfil sur, suroeste, nos aparece el camino a la derecha que nos llevará hasta dicho sitio: la Ermita de San Cayetano. Y este ya es el recorrido habitual que conecta dicha ermita con la subida a La Vella, ya descrito en El Crevillente. Mi primera montaña.
Los niños no llegaron cansados a la Ermita de San Cayetano y montamos las grandes tiendas canadienses que el Centro Excursionista Almoradí compró en su inauguración hace cinco años, que para los niños eran gigantescas, y por la tarde preparamos otras actividades como tirolinas, rapeles, que El Rojo montó para diversión de los niños (y nosotros) … ¡Se lo pasaron muy bien! Llegada la noche y después de cenar, seguían sin estar cansados. Los monitores ya los abandonamos dejándolos en las tiendas para dormir, mientras nos subimos al tejado de los baños del parque. para hacer vivac, dormir sin tienda y a la intemperie, en una noche poco o nada fría de verano al sur de Alicante, alejados de la, aún algarabía de los niños… ¡Que no se duermen!
Al otro día nos tocaba subir el San Cayetano. El día volvió a ser espléndido, y por el calor que hace al mediodía por estos lares, preferimos subir temprano y bajar con el calor al autobús. Los niños al comienzo traviesos de aquí para allá, pero a medida que tenían que ir subiendo la montaña, los silencios y caras largas iban abundando. Algunos muy cansados de no haber parado desde que bajaron del autobús ayer, se paraban en mitad de la subida y teníamos que animarlos y esperarles. El camino escogido es el habitual de subida al San Cayetano. No hay ninguna pérdida. Una vez todos en la cima, admiramos el paisaje y enseñamos a los niños el sentido de subir montañas, de respetarlas y admirarlas… quizás alguno de ellos, cuando se haga más mayor, siga nuestros pasos… Recuerdo que la subida no fue lo mismo que la bajada para los niños: la subida estaba “chupada” pero en la bajada tuvimos que enseñarles a como frenar el cuerpo, como poner los pies y piernas para ir frenando de lado mientras bajamos la montaña; ya que bajar de frente sin experiencia podría ser peligroso… y así ocurrió: una niña comenzó a correr hacia abajo sin poder pararse y gritando. Por suerte cada monitor nos habíamos puesto en un punto estratégico del recorrido de bajada, sobre todo en las rocas de la cima y en la pala de subida a la misma, antes o después de salir del bosquecillo; y es aquí, en las sendas de la empinada ladera que sube a las rocas de la cima, donde la niña bajaba sin freno y con una cara de miedo terrible viendo que no podía parar y que se daría un gran golpe. Justo caía por el lado donde estaba El Rojo y éste se acerco al lugar de la “trayectoria de colisión” para poder cogerla al vuelo y tirarse los 2 a tierra con la fuerza y velocidad cogida por el cuerpo de la niña al correr ladera abajo… no pasó nada, pero el susto fue grande, sobre todo para la niña. A parte de eso nada destacable más ocurrió.
Ahora desde la cima del Sant Cayetano a 817 mts., teníamos que bajar a un punto donde nos recogería el autobús para traernos a casa, y ese punto era el Puerto del Hondón. La parte más alta de la carretera que une el Hondón de Los Frailes con Albatera. Una vez pasado el susto intentamos bajar en busca de aquel camino que, desde las inmediaciones de las laderas norte del San Cayetano, más tirando para el noroeste, sale en busca de las cercanías de dicho Puerto del Hondón… sería como hacer el recorrido de subida al San Cayetano desde el Puerto del Hondón; ruta ya descrita en los numerosos relatos de Abanilla-Crevillente, justo en la parte a la salida del Puerto del Hondón hacia la cima del San Cayetano.
En esta parte final del recorrido los niños ya parecían más agotados, menos ruidosos, pero contentos y animados. La bajada monte a través, senda y camino hasta el Puerto del Hondón se realizó sin más anécdotas que recuerde. Una vez dentro del autobús y ya bajando hacia Albatera, hacia Almoradí, el silencio, ya por fin… el silencio en el autobús era casi sepulcral… ¡No me lo podía creer! Día y medio para arriba y abajo, casi sin dormir, sin parar… y ahora en el autobús los niños “estaban muertos” de cansancio, no se oía un alma, todos durmiendo o casi, con los ojos cerrados o mirando al infinito por los ventanales del autobús. Será un recuerdo que se me quedó grabado en mi memoria casi a fuego ¡Increíble!
Pero lo mejor es llegar a Almoradí, casi a las puertas del Colegio Canales y Martínez donde esperaban los padres para recoger a los niños. Los niños seguían “muertos” de cansancio y los padres, seguramente artos de la vitalidad, energía de sus niños, se sorprendían enormemente… “¡¿Qué les habéis hecho a los niños?!, ¡¿Cuándo os los lleváis otra vez?!” … dando a parecer por un gran éxito la actividad, no solo para los niños, si no para sus padres que vieron a sus hijos tan cansados y dóciles por tanta actividad.
Este sería la primera actividad, salida, con niños de una serie de eventos programados para éstos de los diferentes colegios de Almoradí, hasta que las condiciones y situaciones hubieran hecho decidir el no proseguir con estas actividades por las complicaciones jurídicas, legales y de denuncia que hubiéramos podido tener en caso de incidencia o accidente por pequeña que hubiera sido. Y a día de hoy, las condiciones han empeorado, con lo que ya casi no se puede organizar ningún evento, actividad o salida a la montaña, de aventura, ni con pequeños ni con mayores…