Después de la aventura este pasado invierno por el Desierto Blanco de Sierra Nevada y no haber podido conseguir nuestro objetivo, al menos, una cima como el Veleta por ejemplo… decidimos, el mismo grupo menos Miguel Ángel “Mendoza”, salir el mismo año pero en mitad del otoño cuando igual ya había caído la primera nevada en esta enorme sierra, en busca de dichos objetivos y desafío, intentando no dejar nada para al azar o la improvisación. Intentando planear mejor la actividad y adelantarnos a los imprevistos… vamos, que no queríamos que nos pasase como este marzo pasado…
La idea, una vez hecho el Veleta por mí y habiendo oteado el horizonte de la vieja y enorme Sierra Nevada, era hacer una actividad en la que intentaríamos subir las dos cimas más altas de la misma: el Veleta y el Mulhacén. Durmiendo aparte en él, actualmente desaparecido, Refugio de Rioseco o Félix Méndez, el refugio a más altura de la Península Ibérica y puede que de todo el sur de Europa también. La idea sería subir a Sierra Nevada de noche, madrugada y dormir la noche de viernes en La Fuente, junto a la carretera de subida a la Estación de Esquí, a Pradollano. El sábado subir a Pradollano, aparcar el coche, y salir caminando con todo el mochilón y equipación, en busca de la cima del Veleta. Subir el Veleta y bajar al refugio. Al otro día, domingo, salir del refugio en busca del Mulhacén, hacer su cima y volver a La Carihuela bordeando la cima del Veleta de nuevo, para bajar al punto de partida, Pradollano.
Era una actividad muy común entre los más veteranos del Centro Excursionista Almoradí y de los montañeros de Formentera: las dos cimas de Sierra Nevada en un fin de semana. Aún recuerdo la anécdota y comentarios de El Cano cuando pasaron aquella Nochevieja en el Refugio Félix Méndez… tenía ganas de visitar el refugio y sentir las mismas sensaciones de libertad, amistad y alegría en un entorno tan único y especial como estos 3.010 metros de Sierra Nevada, a caballo entre el Veleta y el Mulhacén… pero esta actividad la íbamos a hacer sin la experiencia de los “mayores”, de los veteranos… solos los tres mosqueteros, jóvenes y con ganas de encontrar nuevas cimas, nuevas aventuras, a más de tres mil metros.
A mediados de octubre ya había caído el primer temporal en las cimas de Sierra Nevada. Ya había hecho frío y la temperatura había bajado lo suficiente como para que nevara y precipitara a menos de 2.500 metros. Entonces aprovechamos el puente del 1 de noviembre para acercarnos, de nuevo con el Golf de Jesús López, en busca de esa gran Sierra Nevada… la tercera vez que la visito este año; y esta seguro que es la definitiva para hacer esas grandes cimas.
Una vez pasada la noche en La Fuente con los sacos y cena, siempre fría pero tranquila la noche, recogemos los bártulos y subimos hasta Pradollano, en la zona de siempre, para comenzar el recorrido de ascensión al Veleta. Había nieve, pero en manchas, neveritos, se había derretido mucha a causa de que después del temporal de octubre no siguió la temperatura baja y el aspecto de la sierra era como de primavera: la nieve fundiéndose por el calor, quedando solo los ventisqueros y sitios más resguardados… así estaría hasta el próximo temporal de nieve y frio.
Partimos con los mochilones para realizar el mismo recorrido que hace unos meses, el pasado mes de junio, cuando hice mi primer Veleta… del grupo yo era el que más conocía la sierra por esa y otras actividades en Sierra Nevada, además por mi experiencia en estudiar y preparar las actividades de alta o media montaña. La orientación, interpretación de los mapas e imaginación espacial, es importante para dicha preparación, estudio, de la actividad de montaña; y es algo que parece domino o aparento dominar, como algo innato en mi… curioso.
El día es muy soleado y casi caluroso, para la altura y fecha en las que estamos. Pasamos por el monumento de la Virgen de Las Nieves y nos hacemos las fotos de partida, de comienzo de la actividad… Monín, nuestro escalador, y Jesús López se enfilan a las piedras como si estuvieran en un budler, risas y buen rollo, la actividad comienza bien.
La subida es más lenta que hace unos meses, ya que llevamos los mochilones con la comida y ropa para pasar la noche y el tiempo necesario por estas alturas, con el paso de los años y experiencia el tema del peso y los mochilones, se irían limando… pero costó. Arriba de la pista vemos aquella caseta, la cabañita que nos indica que ya podemos dejar de caminar por el terreno asfaltado para girar arriba y a la izquierda en busca de la cima del Veleta. Y así lo hacemos.
Ya estamos en la cima del Veleta, a 3.398 mts. El paisaje, de nuevo, precioso y altivo, es una peculiar vista de la alta montaña, quizás diferente a la de Pirineos, Cordillera Cantábrica, Gredos… pero auténtica y con personalidad, donde las suaves lomas se mezclan con crestas y picos puntiagudos casi a la misma altura y como en un laberinto de rincones y lugares en la ancha y extensa cima de la alta Sierra Nevada. Nos hemos topado con un grupo de parapentistas que están aprovechando las alturas y corrientes de Sierra Nevada y más concretamente de las laderas del Veleta, para realizar su actividad, y de tanto en tanto en el cielo aparecen alguna de estas “aves”, torpes y lentas que nos sobrevuelan. Incluso hemos estado cerca de uno de ellos viendo como despliega el parapente y preparara su equipación para, después de una leve carrera, salir volando por estos cielos. Fotos con el fondo de Las Yeguas, Cartujo, Tajos de La Virgen… en la que la nieve caída hace pocos días y ya medio derretida, le da una autentica y original vista de fondo a estos deportes y actividades. Nos fijamos en la zona de Las Yeguas, hace casi 9 meses nos hundíamos bajo una gran cantidad de nieve polvo, recién caída, imposible de avanzar, de llegar a ningún lado… ahora todo parece más controlado y tranquilo… ¿será así siempre la alta montaña? O ¿la hacemos nosotros así de difícil al no controlar o conocer sus condiciones?…
Antes de bajarnos del Veleta, las fotos de rigor, de cima e individuales. Jesús López quiere que le haga una foto en esta su primera cima del Veleta. A Monín creo que le da lo mismo, ya sale en el centro en la foto de grupo de cima. Allá al fondo vemos el Mulhacén, alto, alargado, con su cara norte cortada, abrupta, difícil, espectacular… allá debemos de subir mañana. La nieve es menos abundante cuanto más al este, hay más nieve en la zona de Las Yeguas hasta las vertientes norte del Cartujo.
Bajamos en dirección a La Carihuela, y una vez aquí ya comienza el camino y ruta no pisada pero nada desconocida… seguimos la pista, el camino, a más altura de la Península Ibérica y sur de Europa, al otro lado de La Carihuela y mirando hacia el sur, pasamos de una vertiente a otra de la sierra, de la más trillada, explotada y visitada, así como aburrida, a la menos transitada (solo por montañeros) y explotada… a excepción de este camino o pista que la cruza como una gigantesca cicatriz. Nuevo paisaje, nuevas montañas, nuevos retos…
Ahora seguimos dicha pista que comienza a bajar haciendo algunas curvas en zigzag. En una de ellas, la primera o segunda mirando al este, bajo la vertiente sur escarpada, vertical, de la cima del Veleta, sale otro camino menos transitado pero ancho. Decido seguir por éste, ya que parece evita las curvas, el zigzag de la pista principal y quiere salir a un punto bajo los picos Veletas y Cerro de Los Machos. Esperemos.
El camino se encarama a los pocos escarpes y perfiles más verticales de esta ladera, esta parte sur del Veleta. Se estrecha. Se va estrechando hasta convertirse en un camino estrecho. Hasta que se corta. Llegados a un punto el caminito parece cortarse sobre una pared sin posibilidad de seguir. Aparece una senda que sigue el perfil de la montaña hasta pasar por una pared rocosa con pocos agarres para las manos. Una especie de paso de pocos metros, pero en el que los pies ven metidos en una repisa cada vez más estrecha, mientras cruzas una pancha de la roca que te impide ver dónde poner los pies y tampoco hay mucho agarre para las manos, es más de equilibrio, y por otro lado echas el cuerpo peligrosamente para atrás por el peso de la mochila, con la intranquilidad de sentir la gravedad que te tira hacia abajo y atrás… Pero el paso es corto. Enseguida estamos al otro lado donde sigue la senda más ancha encaramada a la roca con una bajada escalonada hasta un sitio menos escabroso o escarpado.
En un principio no lo sabíamos, pero éste era el famoso Paso de Los Machos. Supongo que por que consideraban que solo los “machotes” pasaban por aquí. Desde este paso bajamos de nuevo a la pista o camino principal (no hay otro) girando de nuevo hacia el este, hacia la izquierda, como si fuéramos en busca del Mulhacén.
Al poco tiempo el camino pasa junto a una especie de pared cortada, como de paso con la roca cortada, como si se hubieran abierto paso las excavadoras para hacer el camino en este paso: es la zona más al norte de los Raspones de Rioseco, y justo al otro lado se abre otra especie de valle, de hueco a la derecha. A la izquierda siempre hemos tenido la parte más alta, como cresta o loma cimera, de Sierra Nevada… sin olvidar la subida o estribaciones sur del Cerro de Los Machos y al seguido Collado del Lobo. Esta cresta cimera en la misma columna vertebral de Sierra Nevada son los Crestones de Rioseco, límite, divisoria de las vertientes norte y sur de Sierra Nevada. Llegan desde el mismo Cerro de Los Machos y Collado del Lobo, hasta las inmediaciones del Puntal de La Caldera… al sur de éstos y una vez cruzada la “puerta” en el camino de los Raspones de Rioseco (no confundirlos con los Crestones), descubrimos la zona de Rioseco y sus lagunas… y junto a una de sus lagunas, la más grande, el fantástico y robusto Refugio Félix Méndez.
Los Raspones de Rioseco, que sí es una verdadera y escarpada cresta de piquitos, gendarmes y paredes rocosas, alargadas con una orientación de norte a sur (perpendicular a la normal en la sierra que es de este-oeste), quedan al oeste de la Laguna de Rioseco. Separan al valle que cae desde la cara sur del Veleta hacia el Valle de Capileira, del valle u olla de Rioseco, que al final y hacia el sur también converge con éste en el Valle de Capileira. Magníficas rocas… parecen sacadas de una cresta alpina y trasladada roca a roca a Sierra Nevada, como un Belén montañero… Aparecen, mientras bajamos y nos acercamos al refugio, unas estrías en las rocas, en sus paredes, son como corredores, grietas que recorren los muros y que pueden hacer de las delicias de algunos montañeros y algún que otro susto si caes por ellas después de superarlas…
Para llegar al Refugio Félix Méndez que ya lo vemos allá abajo a la derecha, solo tenemos que seguir la pista hasta un cruce, y seguir otro camino que llega hasta casi sus muros, a la derecha. Ciertamente el lugar es excepcional: a orillas de una preciosa laguna de alta montaña, casi a la sombra de los escarpados y fotogénicos Raspones de Rioseco, y casi a medio camino entre el Veleta y Mulhacén, a unos 3.010 mts. de altitud… pero tiene los días contados: lo echarán abajo y construirán otro a más baja altura, el de Poqueira, por las nuevas normas del futuro Parque Nacional de Sierra Nevada, no puede haber refugios guardados a tanta altura… algunos años después volveré a pasar una noche junto a la Laguna de Rioseco, sin restos ni vestigios del antiguo y querido Refugio Félix Méndez, en la travesía Integral de Sierra Nevada. Fantástico lugar.
No recuerdo mucho el Refugio Félix Méndez. Era un edificio recio de grandes muros y de aspecto algo rudo compaginado con un intento de ser acogedor. Fue la única noche que pasé antes de su derribo… en la siguiente visita a Sierra Nevada, 3 años después, el Refugio Félix Méndez ya no existirá y nos hospedaríamos en el nuevo Refugio de Poqueira.
Al otro día toca salir en busca del gigante de la Península Ibérica, la cima más alta del sur de Europa y toda Sierra Nevada: el Mulhacén. El camino es bien sencillo: deshacemos la subida hasta la pista principal o camino que cruza toda esta parte alta de Sierra Nevada, y la seguimos en el mismo sentido que ayer, hacia la derecha. El camino hará un giro salvando todo el perfil de la montaña que parece quiere rodear sin saltarla, es la Loma Pelada. En su parte más al sur de dicha loma y del camino, existe un refugio vivac con apariencia diferente a los refugios vivacs que se reparten por pocos lugares de Sierra Nevada, como el de La Carihuela, el de La Caldera… des el Refugio de Villavientos; a partir de aquí el camino hace un giro y buscará de nuevo el norte o noreste para internarse de nuevo en otra especie de olla, la de La Caldera.
Seguimos el camino y al tiempo observamos como nos vamos internando en dicha olla con el protagonismo de otra laguna en el centro de la misma, y de un pico escarpado cerrándole el paso por el norte: la Laguna de La Caldera y el Pico de La Caldera… y más a la derecha una alta y larga loma nada escarpada pero alta; la ladera oeste del Mulhacén ¡Por ahí tenemos que subir!
Y así es. Llegados a las cercanías de La Caldera descubrimos otro refugio vivac calcado al de La Carihuela: el refugio de La Caldera, cerca, la nombrada laguna y su altivo y picudo pico, al cual para llegar a él hay que alejarse algo del camino. Pero la pista sigue haciendo dos curvitas y rodeando otra pequeña lagunita alejada del circo de La Caldera. Una vez llegados a este sitio, hay varios caminitos o sendas que salen del camino: una se dirige al noreste para cruzar y bajar por la otra vertiente a la base de la cara norte del Mulhacén por el Collado del Ciervo, la otra se dirige más al oeste directamente y es la que nos sube por la ladera del Mulhacén hasta su cima. Esta última sin nieve es un sendero muy marcado y pisado. No hay pérdida. Además de ser el único recorrido que desde aquí nos suba a lo más alto de la sierra, a la cima del Mulhacén. Y así hacemos.
Vamos cargados con los mochilones. Hemos preferido llevarlo todo para después a la vuelta no pasar de nuevo por el refugio. Y la subida fácil por la larga loma del Mulhacén, se hace esforzada. Hace un día excelente de sol y visibilidad, y a la nieve sigue siendo un artículo de decoración en esta alta Sierra Nevada. Un día y paisaje magnífico.
Ya estamos en la cima del Mulhacén a 3.479 mts. de altura. El techo de la Península Ibérica y del sur de Europa (no me canso de repetirlo). Estamos alegres y contentos. Descansamos. Hago algunas fotos, entre ellas la de cumbre de los 3 compañeros que otro montañero, de los muchos que visitan la cima, nos hace. Miramos hacia la cara norte: escarpada, impresionante, desafiante… con esos corredores entre las rocas verticales y laberintos de escondites y repisas. Y más abajo la pequeña (desde aquí) Laguna de La Mosca. Me atrae y atemoriza a la vez. Alguna vez la tengo que hacer… ya ví la experiencia y reportaje del Cano y otros compañeros que sí la hicieron no hace mucho tiempo, pero aún no tengo ni su experiencia ni su fortaleza. Sencillamente impresionante: es como contemplar una obra maestra de la Naturaleza, un monumento… la cara norte del Mulhacén… más hacia el este quedaba el pico Alcazaba, el cual toda su vertiente sur era suave y nada abrupta comparada con su barrera y pared de la cara norte. Entre éste y la cima del Mulhacén un rincón, un circo, uno de esos grandes huecos, ollas, que se forma por erosión glaciar: Siete Lagunas. Un lugar que tendré que visitar, espero, dentro de poco, ya que parece un verdadero paraíso de lagunas y rincones rocosos entre los dos gigantes de la sierra: el Mulhacén y el Alcazaba.
Mientras ya nos despedíamos de la cima (la más alta que había hecho hasta la fecha, y así sería durante unos cuatro años y medio), mirábamos el recorrido a realizar ahora: un paisaje de un color rojizo oxidado, marrón e incluso amarillo de las rocas y piedras de estas pizarras metamórficas, con las pinceladas blancas de esa nieve prematura que vuelve a fundirse a pesar de ir camino del invierno. Precioso, altivo… Sierra Nevada puede ser hermosa en condiciones invernales, con su alta montaña, y sus perfiles de lugares tranquilos, lomas suaves pero en pendiente, contrastadas con esas pequeñas crestas y escarpes, hacen de ella un rincón singular de este Mundo. Allá queda el Veleta, al otro lado del mismo está el collado de La Carihuela. Tenemos que bajar de estos 3.479 mts. para bajar a los 3.050 aproximadamente y volver a subir a 3.210 mts. de La Carihuela y después bajar finalmente a los 2.500 mts. de Pradollano… se ve lejos… nos ponemos los mochilones y mientras mis compañeros ya comienzan a descender desandando el camino realizado para llegar a esta cima, les hago alguna poca foto con el fondo de este paisaje de fábula.
Realmente aparece el Veleta allá en medio, detrás de la suave loma de la cima del Cerro de Los Machos, como la punta, la proa de un magnífico y voluptuoso galeón, pero sin sirena decorativa bajo su palo, el bauprés, ese mascarón de proa. Se ve perfectamente como hace esquina de vertientes y en el centro de dicha esquina la culminación, punta del pico, su cima: al lado derecho la pared de la escarpada vertiente noreste, a la izquierda la vertiente sur, también algo escarpada y con sus paretitas y partes agrestes (como el cruzado por nosotros del Paso de Los Machos), pero no tanto como su magnífica cara noreste, el Corral del Veleta, surcado por el Canuto del Veleta, ese increíble corredor que llega hasta el collado o punto que une el Veleta con el Cerro de Los Machos, y que luego hasta la cima del Veleta es solo una escalada de 3º grado… precioso y desafiante. Parece que no pero Sierra Nevada también es un magnífico terreno para la aventura de la alta montaña, nuestra Cordillera en miniatura.
Bajamos hasta la pista, el camino, e intentamos deshacerlo hasta la zona de La Caldera. Pero llegados a un punto les digo a los compañeros que para qué íbamos a dar toda la vuelta por la pista, pasando por el Refugio de Villavientos, si podíamos cruzar por en medio solo subiendo un poco de desnivel… internándonos por La Caldera. La laguna de La Caldera se veía preciosa, transparente, en sus aguas reflejaba el azul del cielo y las blancas nieves de la montaña que la rodeaba. Aunque incrustada en una especie de circo rocoso entre el Puntal de La Caldera y la Loma Pelada, la idea era acercarnos a sus orillas por una especie de senda o recorrido que se podía apreciar, y subir, bordeándola por su orilla norte, mientras cogemos altura y por un paso entre las rocas, las paredes de este circo. Dejamos a la derecha las cada vez más verticales pendientes del Puntal de La Caldera, mientras subimos a la cima de Loma Pelada.
Parecía que era poco desnivel, pero nos ha costado algo. Al llegar a la cima entre lo más alto de Loma Pelada y el Puntal de La Caldera, nos paramos para descansar y admirar. A un lado la efigie del Mulhacén con su magnífica y temeraria cara norte, al otro el Veleta, poco más cerca, con los Raspones de Rioseco allá abajo y el Cerro de Los Machos hermanado al Veleta como siameses inseparables. Bajo los Raspones la zona de la Laguna de Rioseco, con el conjunto de otras lagunitas, y el robusto Refugio Félix Méndez en una de sus orillas como una roca más del paisaje. Precioso.
Después del descanso hay que seguir caminando en busca de La Carihuela. Al levantarse Jesús López casi cae de espaldas por el peso de la mochila, la pendiente del terreno y las pocas fuerzas para aguantar ya la gravedad… Bajamos al camino esta vez al otro lado de Loma Pelada, siempre en dirección oeste, por el lado contrario al que hemos subido. Al sur nos habremos dejado la curva (que no sé si nos hemos ahorrado tiempo… por el esfuerzo de subir. Al menos el recorrido y paisaje ha valido la pena) y el Refugio de Villavientos, al otro lado de la Punta de Loma Pelada. Y ahora ya en el camino, lo seguimos hacia el oeste, como ya he dicho, en dirección a la base del Veleta. A nuestra izquierda quedará toda la preciosa y fantástica olla de Rioseco, con su laguna, los Raspones… el refugio… será la última vez que lo vea abierto y en pie.
Pasado aquel paso entre el valle de Rioseco y el del sur del Veleta, justo cuando los Raspones de Rioseco conectan o se unen con los Crestones, hacemos un descanso. Estos mochilones nos están matando ¡De verdad hace falta tanto peso para dos días! Monín nos hace una foto, sentados Jesús López y yo a la vera del camino, detrás de nosotros los Raspones de Rioseco, desde este lado no se ven tan agrestes ni espectaculares; y al fondo los dos gigantes: Mulhacén y Alcazaba. Observamos como una línea blanca y recta corta casi un poco por debajo del horizonte, o parte más alta de la montaña en ocasiones, y otras a mitad de altas y suaves lomas: es la pista y camino que cruza las cimas de este lado de Sierra Nevada desde Pradollano a Capileira, y que nosotros hemos seguido.
Después del merecido descanso toca subir por la misma pista hasta La Carihuela. Esta vez dejaremos de lado el Paso de Los Machos, que por cierto, ya nunca más crucé. Hacemos las curvas en zigzag de la pista en subida hasta dicho collado, pasando junto al Refugio Vivac de La Carihuela, y ya desde aquí todo es bajada hasta Pradollano. Haciendo el mismo camino de siempre que se hace para bajar de La Carihuela a Pradollano y descrito en mi primera subida al Veleta. Desde la misma Carihuela, una mirada a los escarpes y picos de la parte oeste de la sierra: parecen agrestes estos Tajos de La Virgen… y al fondo se asoma el Cartujo. Parece ser que esta parte de la sierra recibe más los frentes cargados de nieve, ya que parece siempre es más abundante aquí el blanco meteoro…
Una vez hemos llegado al punto de partida de ayer en Pradollano, nos desequipamos para bajar en dirección al pueblo, intentando no perdernos por las calles de Granada, como el invierno pasado. Ha sido mi primera vez que piso la cima del mítico y famoso Mulhacén. Nombre que se le da al techo de la Península Ibérica y al sur de Europa (no me canso de repetirlo, de nuevo). No será la última vez que lo suba, pero su cara norte me impactó: escarpada, altiva, desafiante, temeraria… ¿algún subiré por ahí? Sería una gran ilusión y un gran salto o paso para mi carrera montañera. Todo a su tiempo. Mientras disfruto de haber realizado una de las actividades y ascensiones más llamativas y espectaculares del sur peninsular. Ya le tenía ganas. Ahora ya soy un “experimentado” en Sierra Nevada… volveremos.