Cuando comencé a subir montañas con mi primo Miguel Ángel González, tardamos un tiempo en ir al Agudo. De hecho las primera montañas fueron en la primavera del año 1.988, el Crevillente (La Vella), El Cantón y la Peña Gorda. Fue después del verano, en otoño de ese mismo año cuando la única salida que hice con mi primo antes de final de año, fue el Agudo.
Esa salida recuerdo que me costó, me esforcé y cansé, aunque creo que todas las montañas que subí ese año con mi primo me costaron una barbaridad… tanto tiempo sin hacer ejercicio físico y aún no había cogido la costumbre de la montaña. Pero supongo que algo se impregnó en mi espíritu de esa montaña, que junto con una frase que dijo mi primo Miguel Ángel González en una ocasión, parece que algo de esta montaña me caló, y le cogí un cariño especial. Igual era la soledad del entorno, tan alejado de cualquier pueblo medianamente grande, igual ese bosquecillo de su ladera norte, o su porte majestuoso cuando lo divisas en lontananza, en un extremo u otro de la Sierra de Crevillente, que le da un toque esbelto, algo más vertical que las laderas de un volcán, pero casi con la forma de uno; con todos los montecillos y arrugas de la Tierra a su alrededor, lomas, montes, valles, barrancos, laderas… por debajo de su majestuosidad como si fuera el Señor de aquel rincón del Mundo.
“Si algún día me compro una casa en la montaña, será la Casa del Agudo”, frase de mi primo que se me quedó clavada en la memoria (algo parecido); y es que también el altiplano previo al bosque, la pinada y a las laderas de la montaña, donde se encuentra la Casa del Agudo, de viñas, almendros y otros huertos de secano, rodeado de escarpados y más profundos barrancos o de la misma pinada que recorre los rincones y alrededores de otras laderas, lo hacen un lugar curioso, extraordinario… como aquellas mesetas arriba de la selva de Venezuela, de paredes inescalables e inexpugnables, los tepuyes; realmente es un rincón, lugar, privilegiado para el que sepa verlo, disfrutarlo y respetarlo. Y en primavera u otoño, después de caer una buenas generosas lluvias, se llena de verdor y vida, propio de los bellos rincones escondidos entre montañas o alrededor de montañas de esta Península Ibérica de diferentes climas y regiones.
Recuerdo aquel día, la primera vez que subí el Agudo, porque la Casa del Agudo seguía habitada: un señor bastante mayor salía de ella después de haber dejado el ganado, un rebaño de ovejas, en una establo con paredes de piedras, detrás de la misma casa… ¿¡Viven aquí aún!?… fue la única y última vez que vi a ese señor o que la casa estaba habitada, se usaba. También recuerdo aquella Abanilla-Crevillente que no tengo documentada, y que hicimos en dos días, pasando una noche en el interior de la Casa del Agudo, con Samuel, “Cajas”, Venancio… de Montesinos… una extraña noche… la verdad es que pensaba que la casa se nos podría venir abajo en cualquier momento, pero al menos aguantó al lluvia.
Y qué decir de su perfil sur, su cara sur. Hay una notable diferencia entre la cara sur y la norte de esta montaña, no solamente en lo que es la forma y figura, si no en lo que se refiere a vegetación o “clima”, siendo la parte sur mucho más seca, subárida, sin bosques y apenas algún árbol y la disminución del matorral, con un cambio de plantas a otras que aguanten más los terrenos áridos, el calor y la sequía; en la parte norte y alta de la montaña abunda el bosque de pino carrasco y zonas de cultivo que no le dan un aspecto árido… a pesar de que algunos barrancos que miran al sur de alrededor de la montaña, le dan ese toque de aridez… como su vecino Zulum, se puede decir que es una montaña y lugar que lucha por la desertización, dando un aspecto frágil y encantador a su pequeño bosque de la ladera y cara norte.
Pero lo que más nos puede impresionar es su forma, perfil de la montaña, que cambia drásticamente (acompañado del aspecto de la vegetación como ya he indicado antes), pareciendo que sean dos montañas diferentes según de donde la veas: desde los lados parece una enorme efigie cuyas pendientes son casi idénticas, comenzando en la base e inclinándose cada vez más hasta casi la cima donde dicha inclinación es casi vertical; desde el sur se aprecia una gigantesca y enorme pared con una forma especial, me recuerda a cuando aquellas gigantescas ballenas salían del agua como intentando saltar y sacaban toda su pancha a la vez que se arqueaban para volver a meterse en el mar, pero sin aletas. Una enorme grieta u obertura le recorre toda la pared en su centro haciendo el mismo recorrido que los estratos y forma de la pared, recta desde la base y perpendicular al terreno, y a mitad de pared se gira y dobla hacia la izquierda. Se le pueden identificar los estratos en la pared, unos más sobresalientes que otros, que siguen la forma antes detallada de la pared. Pared casi vertical, rocosa y lisa, es como se aprecia desde la autovía entre la salida de Almoradí y Catral, por ejemplo, la misma visión desde otros muchos puntos de la Vega Baja que justo tengan al norte dicha montaña. Después según cuando te acercas desde Los Vives y ver las formas y perfiles de la pared sur del Agudo, ya comienzas a ver vías, subidas, espolones, crestas… y unas enormes ganas de subir esta montaña por esta fácil (o no tan fácil, según por donde te metas) pared sur del Agudo… es como si fuera nuestro “Gran Capitán” de la Vega Baja (con el permiso de La Cruz de La Muela). Fantástica, magnífica y hermosa… en conjunto, un trocito de Cielo en La Tierra.
Pero ya es hora de visitarlo, y los recorridos que he realizado para acercarme a esta montaña y conquistarla, pueden ser varios pero todos se pueden contar con los dedos de una mano. No hay problema. Las primeras veces que lo subí acompañado con mi primo Miguel Ángel (ya he contado cuando fue la primera vez), cogíamos el coche para acercarnos hasta Hondón de Los Frailes… una de las características de esta montaña, como ya he dicho anteriormente, es la lejanía con alguna población grande o mediana… así, las más cercanas son Barbarroja en el norte, en el valle del Hondón, y Los Vives al sur, en la planicie de la Vega Baja, ambas pedanías, aldeas, de Orihuela, y muy cerca de la frontera con Murcia, ya que la frontera entre Alicante y Murcia justo pasa por la cima del Agudo… desde Barbarroja, aparte de que la aldea estaba realmente alejada de la montaña, se hacía muy monótono por un fácil camino en el que se puede ir en coche y cercarnos hasta incluso la Casa de Raimundo. Desde Los Vives el aspecto era diferente, había canteras, terreno subárido y despejado de vegetación que le podría dar su encanto… con lo que mi primo nos acercaba por el camino o pista asfaltada que cruzaba la Sierra de Crevillente y pasaba por la cantera o mina del Cabezo Negro, al oeste del Monte Alto.
Según salimos de Hondón de Los Frailes hacia Barbarroja, El Cantón, Macisvenda, al poco de salir, justo pegada pero antes de la primera curva de la carretera, aparece un camino asfaltado a la derecha que gira casi 180º con respecto a la misma carretera. Seguimos por éste. A los pocos metros un cruce con otros dos caminos casi paralelos y casi en el mismo cruce. Seguimos por el segundo. Y seguimos este camino asfaltado recto, recto hacia el sur y arriba, hacia la parte más alta del mismo en la parte más alta de la cuerda que vemos enfrente. Sabremos que habremos llegado a la parte más alta por que el camino asfaltado hace un giro al este y comienza tener una pendiente en descenso por uno de los valles o barrancos al oeste del Monte Alto. También apreciamos que hemos tenido la mole del Monte Alto casi enfrente a la derecha todo el tiempo… el Agudo aún no lo vemos. Pues en este punto más alto de este camino asfaltado que baja hasta la cantera del Cabezo Negro, dejaremos el coche. A partir de aquí caminaremos…
A partir de aquí el Agudo aún queda lejos y al este. Lo vemos allá lejos la puntita roma de la cima del Agudo, rodeado de un simpático bosque, una pinada, y cuanto la vista más se acerca al punto en el que estás, la arboleda desaparece dejando paso a pendientes, un laberintos de pendientes y barrancos, llenos de matorrales, con algún que otro pino solitario… el contraste entre los bosques y lo terrenos pelados de árboles, le da cierto encanto. Descubrimos un gran tubo que atraviesa el cordal y baja por un barranco haciendo el mismo recorrido que el perfil de la montaña: es el conducto de salmuera, que sale del Cerro de La Sal próximo a Pinoso y llega hasta las lagunas de las Salinas de Torrevieja. Curioso.
Salimos por el camino al oeste que comienza con una subida, pero que será corta, este cordal será de subibajas durante cierto tiempo. Si hubiéramos seguido el camino de tierra hacia el lado contrario, hacia el este, iríamos en dirección al Monte Alto… ¿os suena de algo este recorrido, este camino? Es el mismo camino que pisamos en el Abanilla-Crevillente, con lo que ciertamente haremos parte del Abanilla-Crevillente hasta la cima del Agudo. El mismo recorrido… pero claro, la actividad al Agudo es anterior a nuestros Abanilla-Crevillente.
No dejamos de ir por el camino que más alto o más arriba pasa de este cordal montañoso. Dicho cordal es la parte más alta entre la Casa de Raimundo y el Monte Alto. Y a este cordal le llaman la Sierra de La Murada, pero yo nunca la he nombrado así (igual que nunca he dicho la Sierra de Albatera, para mi es todo la Sierra de Crevillente). Nos encontraremos algunos cruces con otro caminos que salen o se cruzan perpendiculares. Nosotros seguimos por el que está a más altura hasta llegar a un punto después de una bajada, de esos subibajas, en el que nos encontraremos una especie de senda ancha o camino desgajado, a la izquierda. Justo en el momento en que al camino que seguíamos se le une otro más ancho, una pista, por la derecha. Pero el atajo dura poco. Al otro lado de este maltrecho camino, desembocamos en otro camino o pista. Ésta es la pista que viene de Barbarroja.
Al entrar en la pista que viene de Barbarroja, a la derecha, abajo y norte, acabaríamos en el nombrado pueblecillo, pero ahora al sur y delante nuestro tenemos 3 caminos: hay que escoger el de enmedio, la pista, que es la que nos llevará a la Casa del Agudo. A partir de aquí tendremos la parte más alta del terreno a la izquierda, mientras la pista sube en dirección suroeste. Poco más delante nos encontramos con bancales de secano y un camino que sale a la derecha. Lo ignoramos. Seguimos por el principal, ahora entre bancales, y pronto nos topamos con la Casa de Raimundo.
No hay pérdida. La pista pasa junto a la Casa de Raimundo y sigue en dirección sur. Junto en frente de la Casa de Raimundo sale otro camino a la derecha en dirección oeste, no le hacemos caso. Seguimos el principal en dirección sur. Y a partir de aquí, tampoco nos desviaremos por ningún otro camino que nos salga a izquierda o derecha, los cuales se ven son menos principales que por el que estamos caminando nosotros. Bajaremos, subiremos, pasaremos entre bancales, entre pinadas y llega un momento que entre dos bancales, aparece otro camino “casi principal” a la izquierda y este, tampoco lo cogemos… delante ya estamos viendo los grandes árboles que hacen sombra a la Casa del Agudo; pocos metros más de camino a la vez que va haciendo un leve giro y de sur, suroeste, se queda totalmente hacia el suroeste, nos encontramos con unos grandes pinos a la izquierda del camino, y bajo ellos, la Casa del Agudo. Mientras hemos caminado por el camino principal que viene de Barbarroja, en las proximidades, antes y después, de la Casa de Raimundo, hemos tenido la imagen magnífica y singular del Agudo con su bosque de la cara norte. Como un faro o una estrella de Belén, lo hemos seguido buscando sus faldas, sus cercanías… una imagen bella, curiosa, simpática… nos acercamos a ese lugar, ese trocito de cielo en la Tierra… ¿o ya estamos en él?
El buen tiempo que casi siempre ha hecho cuando hemos visitado al Agudo, no deja lugar a describir la climatología del mismo en las diferentes visitas, ya que como muchas montañas del sur de Alicante, el sol es el dominante en cada día… aunque no siempre la buena visibilidad… con esa neblina que parece contaminación y no es otra que el polvo en suspensión característico de los climas subáridos. Los días con viento o claros, a pesar del sol, son excepcionales, únicos e inolvidables, por las increíbles vistas.
De la Casa del Agudo; parada casi obligatoria para muchas de las actividades que cruzan por este sitio camino o viniendo del Agudo, como el Abanilla-Crevillente; ya no nos sale el pastor o el propietario de la casa a recibirnos desde dentro, ni vemos el rebaño guardado en la cuadra con muros de piedras de atrás de la casa… pero queda en el recuerdo que un día estos lares fueron disfrutados, trabajados y vividos por hombres del campo. Recordando la película y libro de El disputado voto del Señor Cayo, de Miguel Delibes… algo en común. La sabiduría y sensatez de la gente que ha vivido del campo toda su vida.
De aquí la pista hace un giro ya en busca del Agudo. Ya lo tenemos ahí delante, más cerca y esbelto. Observamos mejor sus perfiles y una pequeña pared que entre la pinada, asoma por su lado norte. La exuberante pinada colgada en la parte más alta y norte de la montaña, y parte de la rocosa, desnuda y escarpada pared sur, o los límites, lados, de la pared sur… este es el trocito de cielo…
Llega un momento que el camino gira a la izquierda en una curva pronunciada, cambiando de dirección de suroeste a sur, justo enfrente de esta curva aparece un ancho (al principio) y maltrecho, casi destrozado camino a la derecha, que sigue en dirección noroeste. Seguimos este último. A los pocos pasos aparecen hitos de piedra en el lado izquierdo del mismo, señales que nos dicen de abandonar dicho camino para ya por fin internarnos en las sendas y recorridos que nos llevaran por la cara noreste y norte del Agudo hasta su cima. A partir de aquí ya nos olvidamos de los caminos. Si no hubiéramos girado hacia este último camino y hubiéramos seguido el anterior camino que venía de la Casa del Agudo hacia el sur, éste hubiera finalizado en una senda que nos hubiera bajado, por el lado este y sureste de la mole del Agudo, hasta los caminos que nos llevan a Los Vives… lo veremos en el siguiente relato sobre el Agudo.
No hay que dejar de seguir la senda principal. En poco tiempo nos internamos en la pinada, el bosquecillo cuyos sanos árboles impiden que podamos admirar el paisaje más allá de ellos, y poco a poco la senda comienza a girar, mientras sube. Llevaba una dirección aproximada de suroeste y cambia a oeste a la vez que se acerca a una especie de collado en mitad del bosque donde la senda deja de subir y se horizontaliza. Justo en el momento en que la senda gira antes de meterse en el bosquecillo de esa especie de collado, aparece otra senda a la izquierda que también sube, con tremenda inclinación y sitios algo escarpados, hasta la, ya próxima, cima del Agudo. Podemos usar ésta, o podemos seguir por la siguiente senda que nos saldrá a la izquierda casi después de atravesar el nombrado bosquecillo… en él, hay pequeños rincones para sentarse, descansar, en un terreno horizontal entre los sanos pinos del bosquecillo… es un sitio místico y relajado, con fuerza y energía; justo a la vera de la cima del Agudo.
Podemos subir tanto por la primera como por la segunda senda que nos encontremos a la izquierda y sale de la senda principal que pisamos en dirección oeste. Pero yo aconsejo subir por una y bajar por la otra, como queráis. La segunda senda de repente se inclina mucho con la pendiente, en los metros finales hasta la cima del Agudo. Hay tramos que te tienes que agarrar a los jóvenes pinos pero ya de tronco curtido, y otros, después del bosque, en los que tienes que subir en una especie de zigzag por las rocas y pendientes empinadas, escarpadas, del terreno… el colofón para llegar hasta esta cima, un poco de esfuerzo y emoción. Y una vez superado todo eso, en pocos metros, llegamos a la rocosa y extraña cima del Agudo. Una masa de roca alargada como de norte a sur, con sus pequeños matorrales y hierbas; a 725 mts. de altura. Una placa nos informa de donde estamos, lo que vemos y como lo hemos de cuidar… a principios de los 90 dicha placa no existía.
Nos deleitamos con el paisaje. Las vistas hacia el este y oeste son igual de impresionantes que cuando desde los puntos a cada lado del Agudo, lo observamos a él: mirando hacia el oeste y noroeste descubrimos el seguimiento de la Sierra de Crevillente hacia Abanilla, la que llaman Sierra de Abanilla los abanilleros, en el otro extremo dos alturas, una es una punta de roca, la otra, más alta, es un hito rodeado de un bosquecillo, de la pinada, entre éste y el Agudo todo el cordal de subibajas, montecillos, alturas, collados, laderas rocosas, pedregosas con algo de arbolado, al norte de esta cuerda un paisaje de bad-lands, un “paisaje lunar”, la antesala del desierto, como nombrábamos desde la cima del Zulum; al sur del Zulum, los llanos de las huertas, huertos, de la Vega Baja, al fondo, las sierras de La Pila (la más alta), Quibas, Barinas y El Cantón, este último se ve más impresionante al quedar casi al norte del Agudo. Más al fondo, entre Barinas y el Cantón, una alargada y alta sierra: El Carche. Hacia el este el seguimiento de la misma Sierra de Crevillente, con las planicies y bancales de viñas y secano del valle del Hondón, y el pueblo de Hondón de Los Frailes en el centro. Si miramos el seguimiento de la sierra, abajo nos encontramos con el altiplano de la Casa del Agudo y sus bancales, sus lugares; entre éste y el primer pico con el que nos encontraríamos, el Monte Alto, el laberinto de ramblas, barrancos, lomas, pendientes… una vez un amigo intentando hacer el Abanilla-Crevillente, en lugar de ir por donde nosotros ahora hemos ido, el camino explicado para ir al Agudo, bajaron por estos escarpes, este laberinto… tardaron mucho en salir y tuvieron que volver a casa por el enorme tiempo perdido sin acabar la actividad… al fondo le siguen en una imagen curiosa, los tres picos más altos de la Sierra de Crevillente casi juntos, con la gran ladera oeste y subida del San Cayetano, delante.
Hacia el sur también es un buen mirador para observar y describir el gran llano que es la Vega Baja, aunque las zonas cercanas al mar ya no se distinguen a menos que haya muy buena visibilidad, delante justo al sur, podemos distinguir algunos pueblos e identificarlos gracias a tener la Sierra de Callosa como referente, alta, escarpada y magnífica. A su derecha hacia el oeste, le sigue la alargada Sierra de Orihuela. Estupendas.
Para volver podemos coger la senda que no cogimos antes, las dos que subían a la cima desde la senda principal, y bajar por ella hasta la senda principal. Una vez en la senda principal desandar, todo, todo el camino descrito hasta el coche.
Pero la segunda o tercera vez que vine al Agudo con mi primo Miguel Ángel, cambiamos de itinerario: en lugar de subirlo o encararlo desde el lado norte, lo hicimos por el lado sur… pero subiendo por en medio de la pared sur del Agudo. Aunque desgraciadamente solo tengo dos fotos de aquella hazaña, recuerdo algunos momentos y puntos de aquella ascensión.
Realmente al llegar a la base de la pared, no era tan empinada o escarpada como se ve de lejos, o de frente, un efecto óptico que ocurre en todas las montañas. Comenzamos a subir justo por la arruga que hace como de escaleras, de espolón, a la derecha de la gran grieta que recorre la pared de la cara norte. Al principio no parece difícil si no tienes vértigo. No hace falta cuerda ni seguros, ya que la subida no sobrepasa el IIº como mucho y en contados o un punto.
Como sabéis la gran grieta se dobla y gira a la izquierda, dejando la cima más arriba, entonces nos despegamos de este espolón subiendo por alguna pared lisa de nada de metros, la cual todos la superan fácilmente menos yo, que tengo que ser ayudado por mi primo Miguel Ángel mientras me empuja hacia arriba cogiéndome del muslo. Me había quedado atascado. Desde este punto hasta la cima, pocos metros más sin nada o poca dificultad, pero la subida ha sido excepcional y muy emocionante. Curiosamente en esta salida se vinieron personas que desconocía y que luego se convirtieron en compañeros de montañas y del Centro Excursionista Almoradí: Eduardo Rodes, Pepe Díaz; Lola y Paco participaron en algunas de las salidas con mi primo, pero sus ambiciones deportivas fueron por otros derroteros…
Lo curioso de esta formidable y fantástica subida por toda la pared sur del Agudo, por toda esa pancha de la gran ballena saliendo del agua, es que no la he vuelto a hacer, fue mi única vez… es algo de lo que estoy arrepentido y espero resarcirme algún día. Unos amigos bastante tiempo después, Oli y el Rojo, hicieron también la subida al Agudo por la pared de la cara norte, pero por otra vía de escalada clásica, siguiendo un espolón o cresta (supongo que el que cae hacia el suroeste), pero me contaron que lo pasaron mal porque se atascaron en algún punto de no retorno… da la sensación que esta apacible y simpática montaña se puede convertir en traicionera y peligrosa… ¡Me gusta!
Muy pocas veces más subimos el Agudo por Los Vives, pocas, era más bonito llegar a él desde aquella pista asfaltada que salía del Hondón de Los Frailes, dando toda la vuelta a los paisajes y lugares montañosos y singulares de esta parte de la Sierra de Crevillente.
Y después de este recorrido por esta sensacional y extraordinaria montaña, que parece no es nada, un simple pedrusco en mitad de la nada, justo en la frontera de Alicante y Murcia, pero que se convierte en algo especial cuando te toca y lo notas. Preciosos lugares y paisajes para descubrir, disfrutar y guardar, cuidar… para aquellos que lo hayan sentido, un trocito de cielo en la Tierra.
Texto sacado del artículo LAS COMARCAS DE ALICANTE Y SUS MONTAÑAS: LAS SIERRAS DE LOS VALLES DEL VINALOPÓ escrito con el mismo título en el número 6 de la desaparecida revista Centro Verde del Centro Excursionista Almoradí, en julio de 1.994:
SUBIDA AL AGUDO
La subida se efectuará desde Barbarroja. En medio de estas casas y según se llega a de Hondón de Los Frailes, a la izquierda se sube por un camino que se puede hacer en coche o jeep hasta una segunda casa abandonada desde la que se ve perfectamente la mole del Agudo, esta casa se encuentra junto a unos grandes pinos. Desde la Casa del Agudo seguiremos a pie por el mismo camino hacia el bosque de la cara norte de dicho pico. Se cogerá un camino que se cruza a la derecha y hacia arriba pasando después a ser senda que cruza el bosque del Agudo de una vertiente a otra, de este a oeste. Desde el otro extremo del pico se cogerá a la izquierda una empinada senda que nos llevará hasta la cima del Agudo.
Este monte tiene 735 mts. (725 mts.) de altitud y su cima es límite entre Murcia al oeste y Alicante al este, en los términos municipales de Abanilla y Orihuela. Su joven bosque es de pino carrasco que abunda sobre todo en la parte de umbría.