Según el año cuando acaba la temporada de esquí en Sierra Nevada, aún queda mucha nieve los primeros días o semanas entre finales de abril y mayo. Si ese año ha sido abundante en nieves, las condiciones primaverales de la sierra pueden ser igual de buenas que a finales de invierno pero con más luz, con más sol, y si además las temperaturas son aceptablemente frías, podremos disfrutar de una actividad perfecta de alta montaña en la soledad que se merece la sierra.
Es por ello por lo que salimos el puente del 1 de mayo del 2.002 Isa, Tomás y yo con una tienda iglú para acampar a mitad de camino entre Pradollano, la Hoya de La Mora y el alto refugio de Elorrieta. La idea es subir al Elorrieta, el mismo camino que hicimos en aquella mi primera salida a Sierra Nevada, pero parando a mitad de camino para acampar y pasar dos noches. Con lo que entre Tomás y yo llevaremos el peso de la Ferrino con faldón especial para alta montaña hasta el punto donde queramos acampar. La actividad me vendrá muy bien como entrenamiento para este verano atacar el Mont Blanc; pisar nieve, acampar en la alta montaña y llevar peso en el mochilón con la comida, la tienda y equipación. Es una pena que mis compañeros de expedición de este verano no puedan venir, Jesús Santana y Quique Segura.
El tiempo no iba a ser malo pero tampoco increíble los tres días, solo el último día el cielo se encapotará algo pero nada preocupante, nubes altas que lo afean un poco. Pero los primeros dos días serían excepcionales, muy buenos, como suelen ser muy habituales en esta magnífica Sierra Nevada.
Salimos de Almoradí con mi coche Daewoo en dirección a Sierra Nevada circundando la misma ciudad de Granada, buscando la estación de esquí en las alturas de le sierra; pasando la noche en la famosa y habitual fuente, casi en la orilla de la carretera, antes de llegar al cruce que nos sube a Pradollano, a la Hoya de La Mora. Aquí no montamos la tienda, sino que hacemos vivac con el saco y la funda de vivac entre los pinos pegados a la misma fuente. Me he traído dos sacos de dormir, el Coleman Bambusa de verano y el Diamir Nanga Parbat de plumas. Aquí saco el primero más fino para no tener que deshacer la mochila para sacar el de plumas.
Al otro día me levando helado, mis compañeros han pasado buena noche, el saco Bambusa no me ha abrigado y he pasado frío. “Si ese saco es papel de fumar” me dice Tomás. Con la luz del día contemplo y observo Sierra Nevada con las vistas que nos ofrece desde aquí: parece que en altura, a partir de unos 2.500 metros, la nieve aún es abundante; el Veleta se yergue a la izquierda del paisaje altivo y blanco, como un presagio de la buena actividad que tendremos. Magnífica. Desayunamos y salimos en busca del aparcamiento cerca del albergue juvenil para coger la pista, el camino, la dirección, en busca del Elorrieta. El recorrido es el mismo que en aquella salida de hace 9 años e igual a todas las salidas o actividades que desde Pradollano se quiera subir hasta el alto Refugio Elorrieta. Pero hoy es un gozo cruzar toda la zona de las pistas de esquí, Borreguiles, sus caminos, todo lleno de nieve, aún una abundante y fría nieve, y sin nadie, ni un alma, ningún esquiador, solo nosotros y la enorme sierra.
Yo voy delante. Llevo una buena marcha. No quiero ir más lento o al paso de Tomás al que le sigue justo detrás Isa. Necesito coger fuerza y resistencia para este verano, ese gran ataque a la montaña más alta de los Alpes. Hago fotos. El paisaje es casi fantasmagórico con esos edificios inactivos, cerrados de la estación de esquí, pero con abundante nieve en sus alrededores como si la temporada de esquí no hubiera acabado aunque no hubiera ningún esquiador “por alguna razón paranormal” …
Una vez hemos dejado las fantasmagóricas y solitarias pistas de esquí y subimos hasta el colladito que nos lleva, al otro lado, hasta la zona de la Laguna de Las Yeguas, dejando a la derecha en la misma loma del collado que separa las pistas de la estación de esquí de la nombrada zona de la laguna que nos lleva a los curiosos y característicos edificios del observatorio astronómico. Pues justo al otro lado, mirando a la Laguna de Las Yeguas, giramos a la derecha pocos pasos separados del recorrido habitual a Elorrieta, para montar la tienda en una zona sin nieve que parece un camino o terraza. El lugar es estratégico y casi a mitad, más o menos, del recorrido o ascensión al Elorrieta desde Pradollano, a más de 2.850 metros de altura, y con vistas hacia el enorme espacio, paisaje, laderas y perfiles de las vertientes y caras norte de Los Tajos de La Virgen, Elorrieta, Cartujo… precioso.
Es cierto que donde habíamos ubicado el campamento, montado la tienda, tenía unas magníficas vistas hacia toda la muralla y alturas de parte de la Sierra Nevada occidental; al menos desde las inmediaciones o comienzos de Los Tajos de La Virgen más pegados a La Carihuela, a la bajada del Veleta, hasta las vertientes norte de la montaña del Cartujo, pasando por toda la cresta o cima de la sierra entre la que se encuentra el alto del Elorrieta. Una vez llegados a la montaña del Cartujo, la columna vertebral de la sierra da un giro y en lugar de buscar el oeste, busca el suroeste hasta llegar al Caballo, esta última parte ya no se vislumbra desde nuestra ubicación ya que quedaría como detrás del Cartujo. Pero eso sí, esta parte de Sierra Nevada cuya zona más alta ronda entre los tres mil ciento cincuenta y los tres mil doscientos metros, está excepcionalmente nevada y escarpada, con vertientes y laderas verticales, y algún que otro escarpado espolón o roquedo. Cabe destacar El Fraile, antes de llegar a la zona de Elorrieta, es una roca vertical, picuda con forma de fraile ya que aparenta una capucha puntiaguda la parte de arriba, y a la vez recuerda a un moái de la Isla de Pascua. Excepcional.
Al otro día con menos peso y saliendo sin prisa, debemos seguir el recorrido hasta las alturas del Refugio Elorrieta. Circundamos la Laguna de Las Yeguas con sus aguas aún semi congeladas y comenzamos a coger en diagonal la traza que nos lleva al paso para coger la subida directa al Refugio Elorrieta. Seguimos el recorrido habitual y vía normal ya nombrada y realizada hace 9 años. No hay pérdida. Lo único es que en lugar de circundar y girar a la vez que seguimos los perfiles de la ladera, subo directamente hasta la cima de Elorrieta después del paso de los escalones de hielo y repisa, llegando a lo más alto sin pasar por las paredes del refugio, como si llegara al tejado del refugio por su parte de atrás, norte, desde la parte más alta de la sierra, de la montaña…
Pero seguimos y bajamos hasta la puerta y muros del abandonado refugio. Estamos a 3.187 mts. de altitud, el día es fabuloso pero frío, soleado, muy bueno. Sacamos comida para almorzar. Nos hacemos fotos, y estamos unos minutos, un tiempo admirando el paisaje, la montaña, la blanca y fabulosa Sierra Nevada. No nos hemos topado con nadie, o al menos parece que está muy solitaria.
Mirando hacia el oeste y abajo descubrimos el hueco del alargado alto Valle de Lanjarón, el cual separa, bajo de nosotros, las cimas de Elorrieta, Tajos de La Virgen y el alejado Pico del Tajo de Los Machos, del cordal o cadena más al oeste que une el Cartujo al norte con el Caballo al suroeste, con unos picos intermedios sin nombre que podría tener un reconocimiento por su voluptuosidad y diferenciación, pero que no algún motivo ni tienen nombre ni importancia… yo mismo estaría dispuesto a poner nombre a estos picos o pico que queda entre la montaña del Cartujo y apéndice del Caballo… aunque creo les llaman los Tajos Altos.
Después de descansar me decido. Tomás e Isa se quedan poco rato más en la cima del Elorrieta y luego deshacen el camino hasta el campamento, hasta la tienda, pero yo quiero hacer la nunca pisada por mí cima del Cartujo, la cual queda casi enfrente de nosotros y casi al mismo nivel, se baja muy poco hasta encontrar el cordal o cresta que une la montaña del Elorrieta con ésta. Una larga y monótona así como fácil ladera de nieve separa la cima en la que nos encontramos de la subida al Cartujo, con lo que la ascensión y recorrido, además de ser evidente, es fácil. Solo hay que seguir caminando y subir por sus rocas y pocos escarpes hasta la cima.
Con lo que me despido de Isa y Tomás y bajo la fácil y larga ladera nevada en busca de la parte más alta del suave alto Valle de Lanjarón y del cordal que une el Cartujo con la montaña en la que me encuentro, siguiendo hacia el noroeste y abajo, girando poco a poco hacia el oeste, hasta pisar el cordal cimero que une las montañas. Fácil y muy evidente, pero como pasa en la alta montaña, parece que está ahí, pero hay que caminar algunos pasos más de lo que creemos.
Una vez llego al cordal que une la montaña de Elorrieta con la del Cartujo, solo tengo que seguir la loma cimera que a la vez separa las vertientes norte de la sur, la sur ocupada por la parte final y más alta del alto Valle de Lanjarón, hacia el oeste, hacia la cima del Cartujo, hasta llegar a la parte más alta que quede mientras camino y asciendo por la nieve y alguna roca. No tiene pérdida.
Y una vez llego al punto más alto, reconocible porque para seguir por el cordal cimero de la sierra tengo que girar hacia el sur, suroeste a la vez que tengo que descender altura, me hago la foto de cima y contemplo el paisaje. Estoy solo en la cima del Cartujo a 3.150 mts. de altura. Aquí, como ya he mencionado, la sierra hace un giro dejando la dirección oeste para seguir hacia el sur, suroeste, en lo que se refiere a la columna vertebral de la misma.
Siguiendo la mencionada columna de la sierra hacia su fin en su parte más occidental, llegamos al último tresmil de la misma, el Caballo, el cual descubro su perfil y forma reconocible desde la cima del Cartujo, justo detrás o al otro lado del piquito sin nombre que queda en medio de los dos. Siempre me ha recordado al Agudo visto desde el sur, desde la huerta de la Vega Baja, por su forma como de medio volcán y como redondeado, pero mucho más grande y alto claro.
El día sigue inmejorable, magnífico, pero frio. Una vez observado el lugar celebrado la cima de este nuevo pico en solitario, decido volver a la tienda, al campamento arriba de la Laguna de Las Yeguas y bajo el cordal del Observatorio astronómico. El recorrido es fácil y evidente: solo tengo que desandar parte del camino realizado al bajar de Elorrieta, pero antes de comenzar a subir hacia el antiguo y abandonado refugio, giro hacia el este, noreste, siguiendo la loma cimera que une las dos montañas ya mencionadas, y subir al punto donde dejamos las huellas antes de girar para subir a la cima del Elorrieta. Cruzar aquel paso muchas veces helado, congelado con hielo, como si fuera un escalón o escalones sobre la vertical pendiente nevada, ya descrita en aquella primera subida al Elorrieta hace 9 años. Y una vez cruzado dicho paso y ya en las inclinadas vertientes de la parte final o de unión entre la loma del Elorrieta y Los Tajos de La Virgen, casi debajo de El Fraile pero a más baja altura, desandamos la traza atravesando en diagonal dichas laderas a la vez que perdemos altura y buscamos las orillas o las inmediaciones de la Laguna de Las Yeguas.
Y una vez en la traza o senda en la nieve que une Las Yeguas con Elorrieta, la sigo en dirección a la estación de esquí, desandando lo caminado o ascendido esta mañana, llegando pronto, no demasiado tarde a la tienda, al campamento para reunirme con Tomás e Isa que hace un tiempo que ya descansan junto a la tienda.
Pasamos otra noche y al día siguiente, con nubes altas pero nada amenazadoras, desmontamos el campamento, nos hacemos los mochilones y emprendemos el camino de bajada, desandando el recorrido realizado hace dos días para llegar hasta aquí, cruzando la fantasmagórica y aún con mucha nieve estación de esquí, con sus edificios sin esquiadores o turistas que nos molestes o se crucen con nosotros.
Llegando al coche y cogiéndolo para salir hacia Almoradí, acabamos así está tranquila pero bien avenida aventura por la solitaria, fría y primaveral Sierra Nevada. A la vez me llevo otro tresmil de la sierra al bolsillo, el Cartujo, fácil pero imprescindible, casi el tresmil o el segundo tresmil más occidental de Sierra Nevada… ¿Ya estaré preparado para subir el Mont Blanc? Según con comentario de Tomás pocos días después de acabar la actividad y viendo mi marcha, resistencia y progresión en la misma ascensión, actividad… “estoy preparado para subir dos Mont Blanc” … espero que así sea, pero no hay que dejar de entrenarse, persistir y visualizar el llegar a la cima de esta gran montaña.
En el puente de diciembre del mismo año, un año con muchos viajes y actividades en esta gran Sierra Nevada, decidimos volver a la zona de nuevo con condiciones de alta montaña y nieve abundante. Esta vez somos más gente y la idea ya no es dormir a mitad de camino entre Pradollano y Elorrieta, sino como ya hicimos hace casi 10 años, dormir en el mismo Refugio Elorrieta a 3.187 mts. de altura, para desde esa base intentar subir los picos de más tres mil metros más occidentales de nuestra Sierra Nevada: el Cartujo y Caballo.
La estación de esquí está abierta y a pleno rendimiento, a pesar de que en el puente del 9, 12 de octubre no había mucha nieve en las alturas de la sierra cuando fuimos a 7 Lagunas para ascender el Alcazaba, en esos dos meses de diferencia varios frentes o borrascas han pasado dejando un paisaje bien nevado y unas condiciones magníficas para el esquí y la alta montaña. Aunque por suerte en este puente de diciembre no nos pasará ninguna de estas borrascas o frentes, y tendremos unos días inmejorables de sol y frio a la vez.
Salimos desde el lugar habitual en Pradollano, en la Hoya de La Mora en dirección al Elorrieta pasando por la Laguna de Las Yeguas, pero antes por Borreguiles y por algunas pistas de la misma estación de esquí. El camino a seguir, el recorrido, será exactamente el mismo en aquella primera salida y visita al alto Elorrieta; descansando para tomar algo a mitad del recorrido, casi en las orillas o inmediaciones de la Laguna de Las Yeguas, una vez pasado Borreguiles y las pistas de esquí… aunque me parece que nos queda por cruzar otra pista nueva que abrieron, y pasa cerca de la laguna… el negocio de la estación de esquí no entiende de límites o fronteras.
En este viaje hay gente nueva, nuevos iniciados a la alta montaña y al montañismo que ya hicieron sus pinitos con otros clubes o en otros lugares. Uno de ellos es el fabuloso granadino Julio, del que ya os hablo en aquella salida invernal al Perdiguero en el Pirineo de Huesca, realizada en el mismo invierno pocos meses después. Somos un buen y numeroso grupo. Nos llevamos también alguna tienda de alta montaña iglú por si tenemos que montarla fuera del refugio si está muy abarrotado… o dentro si las condiciones interiores no son muy aceptables como ya comprobamos después… Y a pesar del día magnífico y soleado, la alta montaña puede ser traicionera, no es un paseo… en algún paso determinado puede hacértelas pasar “canutas”.
Justo ya en la travesía diagonal por debajo de los crestones, escarpes y cimas de Los Tajos de La Virgen, justo en su comienzo cuando la pendiente es bastante inclinada y comienza a ser bastante impresionable. El hielo en esta zona de sombra en la cara norte de la sierra siempre hace acto de presencia, teniéndonos que poner siempre los crampones y realizar la travesía con cuidado hasta llegar al paso de esos escalones con aquella repisa o balcón, a partir del cual ya hay un giro de la ruta dirigiéndonos hacia la cima de la, ahora más suave pero aún inclinada, ladera del Elorrieta.
Julio no tenía crampones y yo mismo le dejé los viejos que tenía de correa para poder realizar la actividad. Dichos crampones no los tenía ajustados al tamaño de la bota a causa de que sus oxidados tornillos ya no se podían mover, con lo que ajustar, cerrar o abrir los crampones era imposible. Todo era el mismo hierro. Con lo que Julio se los tuvo que poner sin ajustárselos… no sé si Julio ya tenía experiencia en este tipo de actividad y material anteriormente, con nosotros no recuerdo que lo iniciáramos, salvo en este viaje. Pero él nos seguía a buen paso seguro y determinado.
De repente oigo gritar a Miguel Ángel Gomis “¡¡¿Dónde vas chico?!!, ¡¡Párate, párate…!! Y ladera abajo veo como un muñeco de tamaño natural cae a toda velocidad por la inclinada ladera de la sierra, montaña abajo sin posibilidad de poder pararse. La escena duró pocos segundos en la que ví como Julio caía de manera incontrolada como si bajase por un tobogán sin protecciones de un parque de atracciones acuático gigante, de decenas de metros, hacia abajo, abajo con una velocidad espeluznante… se podía abrir la cabeza fácilmente… una pierna para arriba, un brazo para arriba, un giro del cuerpo, un salto, otro… era un verdadero muñeco a expensas de lo que la montaña quisiera hacer con él, sin control, ladera nevada abajo. Los momentos fueron impactantes, latentes y escalofriantes… hasta que la montaña quiso parar la caída libre de Julio.
Bastantes metros más abajo cuando la ladera dejaba de ser un peligroso tobogán sin fin, y la nieve estaba más blanda, una gran roca paró, de forma amortiguada, la caída y velocidad del bólido en el que se había convertido Julio. Por suerte la roca tenía nieve por el lado en el que impactó, con menos fuerza, Julio, e hizo de parapeto como hacen el final o parte más baja de los toboganes de los parques para contrarrestar la inclinación y salir disparado fuera del mismo… Julio no salió disparado con la roca, sino que se frenó en seco. Al cabo de pocos minutos vemos reincorporarse el cuerpo de Julio el cual nos decía que estaba bien… ¡¡Qué susto se debe de haber llevado el pobre!!
El grupito que iba con Julio, al ver que éste estaba bien, siguió el recorrido hacia el paso y el Elorrieta. Otro grupito que íbamos más retrasados o en la retaguardia, llegamos al punto donde tenía que aparecer Julio y lo esperamos. Julio tenía que subir toda la ladera por la que había caído, tenía que remontarla hasta donde estaba el camino, la traza, hasta casi el mismo punto donde se había resbalado y caído. Entonces le esperamos allí. Sin prisa. Poco a poco. El susto ya nos ha quitado las prisas y ahora lo importante es llegar sin nervios ni miedos, pensando en Julio, al cual lo tendremos que ayudar y acompañar al Refugio Elorrieta.
Al cabo de unos minutos llega Julio hasta el punto donde estamos de la traza o ruta de subida al Refugio Elorrieta. Le preguntamos como está, qué ha pasado… ha tropezado por culpa de los crampones y se ha caído sin poder pararse… a partir de ahora, después de que se haya relajado y descansado, partimos acompañándolo como si tuviera escolta, guardaespaldas: yo iba pegado a él, pero en el lado de la caída, por el lado de la pendiente, y David iba detrás vigilando los pasos (no sé si en algún momento pasó delante…). Yo mismo le dije de ir así ya que en la parte que se había caído no era la más inclinada o peligrosa de la subida, del recorrido, teníamos que cruzar aquel paso, aquellos escalones de hielo en la zona de la ladera con más inclinación y vertical de la ascensión.
Julio se asustó algo más cuando tuvimos que cruzar el nombrado paso, pero no pasó nada, llevamos mucho cuidado, mis crampones se clavaban a pocos centímetros paralelos a sus crampones… al final todo fue bien… aunque Julio nos tenía preparada “otra sorpresa” … Fuimos los últimos en llegar al Refugio Elorrieta pero sin pasar más contratiempos ni accidentes. La sierra y el paisaje, igual que hace casi 10 años, es increíble y precioso. Hay más gente, montañeros en el interior de refugio que pasaran la noche con nosotros, nos tenemos que repartir sus frías y húmedas estancias. Decidimos montar la tienda dentro del cuarto contiguo al de la entrada para estar más resguardados y no pasar tanto frío; tenemos que recordar que el refugio estaba abierto y no se podía cerrar, en diciembre a casi tres mil doscientos metros de altura, el frío podría ser glaciar e intenso.
En mitad de la madrugada antes de que amaneciera, por fin habíamos cogido el sueño no hace mucho, comienza a sonar una musiquita incesante, que duraba unos minutos, se apagaba, y al cabo de otros pocos minutos comenzaba la misma de nuevo. Una y otra vez, una y otra vez… sin parar, durante un tiempo que a mí me pareció eterno pero que seguramente duró hasta que se hizo de día, hasta que comenzó a amanecer. No sabía de donde veía la musiquita, ni idea. Tampoco nadie se levantó o reconoció la musiquita para de alguna manera intentar pararla, apagarla. Pero no ocurría nada. La musiquita no me dejaba dormir. Intenté hacerme con ella, habituarme a ella para poder dormir, pero era imposible. No había manera de dormir y la musiquita no paraba de sonar… ¡¡Qué rabia!!
A la hora de despertarnos para desayunar y espabilarnos un poco, Julio se levanta y se acerca al lugar de donde salía la musiquita. Era su reloj, y la musiquita la alarma que tenía él para despertarse entre semana para trabajar… ¡¡Lo mato!!… por suerte lo quitó y a la siguiente noche pudimos dormir plácidamente sin más musiquitas ni despertadores ni ruidos que nos despertarse.
Cuando el sol ya está algo alto e ilumina bien la sierra y el paisaje, hago alguna foto desde la puerta del refugio o desde la loma poco más delante del refugio: el protagonista del objetivo de mi cámara es el cordal que sigue desde la alta loma del Elorrieta hasta el Pico del Tajo de Los Machos, el hueco perfecto del alto Valle de Lanjarón y parte de su oscura bajada hacia el sur, separando la loma antes mencionada del cordal o loma que une el Cartujo con el Caballo. Precioso y blanco, muy nevado. En esta imagen está reflejado el recorrido que haremos en este día hasta los confines occidentales de Sierra Nevada… y la actividad del día no era otra cosa que hacer dichos picos y la loma cimera que los une, a más de tres mil metros de altura, los más occidentales de Sierra Nevada… los tresmiles del ocaso, ya que el sol se ponía detrás de ellos, y detrás de ellos, ya no había nada más alto: el Cartujo y el Caballo. De nuevo un día frio, pero soleado, muy bueno, despejado, magnífico, ideal para subir tresmiles en Sierra Nevada.
Y para ello solo teníamos que seguir los pasos que dí y he descrito anteriormente para ir del Refugio Elorrieta hasta la cima del Cartujo. Nada difícil pero una actividad interesante. Salimos todo el grupo en busca de la loma cimera que unen las dos montañas, de la que salimos y a la que nos dirigimos. Y una vez llegados a la rocosa y entretenida pero muy fácil loma que sube al Cartujo, cogerla en dirección a su cima. Igual que en mi anterior descripción. Sin variación. Hago fotos de la subida; fotos que no había hecho en mi primera subida al Cartujo. El lugar y paisaje es muy montañero. Y en no mucho tiempo, llegamos a la fácil cima del Cartujo, a 3.150 mts.
La cima del Cartujo solo lo indican cuatro piedras como su fuera un hito gigante, medio enterrado por la nieve. Nos hacemos fotos de cima Miguel Ángel y yo, y aprovecho para admirar el paisaje… nunca había visto las cimas más altas de Sierra Nevada, Veleta (sobre todo) y Mulhacén desde esta perspectiva, desde los picos del ocaso. El Veleta parece un gigante puntiagudo de suave y continua ladera vertical pero sin distracciones, contratiempos ni escarpes, aburrida pero implacable; del Mulhacén solo se ve la punta y parte de su loma sur justo por detrás de la suave loma (desde esta perspectiva) donde está ubicado el Refugio Elorrieta.
Una vez ya recreados con la cima del Cartujo, decidimos seguir más allá, la loma cimera que queda entre el Cartujo y el Caballo es muy evidente y entretenida, pero a primera vista nada difícil, es solo seguir la cumbre de la sierra saliendo del Cartujo hacia el suroeste. Es la que llaman Loma Mediana y los picos o escarpes sin nombre en forma de torre o aguja, los llaman los Tajos Altos… esto queda a mitad de camino entre el Cartujo y el Caballo, poco más cerca del Caballo. Pero desde la misma cima del Cartujo mirando hacia el lejano pero asequible Caballo, la Loma Mediana se le ve continua, evidente y fácil, es solo seguir por ella, por la parte más alta de la sierra entre los dos picos, sin desviarnos por ninguna de sus laderas o pendientes a cada lado, hasta llegar a la base del Caballo, a un collado de poco menos de 2.900 metros. Casi todo el recorrido lo haremos por encima de los tresmil metros, y también atravesaremos espacios abiertos llanos, que ahora están con mucha nieve, y que se ocultan charcas o lagunillas de altura, pequeñas, bajo ellos… a pesar de que las lagunillas con nombre en el lugar quedan más metidas en el alto Valle de Lanjarón a poca menos altura que la cima de este cordal cimero.
Nos paramos a comer algo bajando del Cartujo. Tenemos la aguja de lo que puede ser uno de los Tajos Altos a tocar, éstos no llegan a los tres mil metros, pero son torres de roca con formas escarpadas y vertical. Dan gana de subirlos. Como ya he nombrado en alguna de las actividades por Sierra Nevada, esta parte de la sierra más occidental, por algún motivo recoge más precipitación de los frentes atlánticos o lluviosos que vienen de este océano, desgastándose a medida que siguen la sierra de oeste a este, siendo menos activos en la parte más oriental y frenando con su altura y orografía, el que la humedad precipitada en la sierra, llegue al oriente, formándose las zonas y regiones más áridas y desérticas de Almería… pero la abundancia de nieve desde Elorrieta hasta el Caballo es casi el doble o mucho mayor que en el resto de Sierra Nevada ahora, y la travesía entre estos dos picos, Cartujo y Caballo, se hace en un paisaje y condiciones invernales que se podría equiparar a un paisaje de los Alpes o altas cordilleras en invierno… fantástico… también estas condiciones pueden ser un inconveniente y contratiempo a la hora de avanzar en la marcha, por la cantidad de nieve si tenemos que abrir huella… no recuerdo que fuese muy duro en esa marcha.
Hay compañeros que van más rápido y se han adelantado justo cuando estamos llegando al punto más bajo entre el Caballo y el Cartujo. Hago una foto a la montaña llamada Caballo que ahora la tengo justo enfrente. Es bonita. Con ese perfil de volcán sin cráter medio volcado a un lado. Su cima es redondeada pero no demasiado extensa, al contrario que la cima del Cartujo que aparece como un piquito pero sobre una llana y extensa meseta. Bajo las paredes y escarpes norte del Caballo, aparece una especie de hoya, de hondonada, hueco, presidido por lo que parece es un lago de alta montaña todo nevado y redondeado: es la Laguna del Caballo… es como si fuera el cráter del volcán antes nombrado, que se le ha caído de la cima a un lado… Y en una orilla del mismo, en una loma sobresaliente fuera de posibles peligrosos aludes, una pequeña casita, un refugio vivac, el Refugio del Caballo. La misma construcción que el Refugio vivac de La Carihuela o La Caldera… todo eso nos da una imagen bastante alpina: una cima con su laguna y su refugio en la base; y todo muy, muy nevado. Hermoso.
Llegamos al collado después del cual subiremos al pico Caballo, dejando las laderas nevadas y vertientes donde quedan el nombrado refugio y laguna a la izquierda. Nunca dejando las alturas de la sierra, siempre yendo por lo más alto o cerca de lo más alto de la Loma Mediana. Y después de una pala algo empinada y final, de pocos cien metros, llegamos a los 3.011 metros de la cima del Caballo. El tresmil más occidental de Sierra Nevada. Aquí sí que hay un pilón o eje geodésico, y más gente, montañeros que han venido aquí a visitar su cima, ya que hay un largo camino por todo el Valle de Lanjarón que queda bajo el pico hacia el este, por el que se puede llegar a esta cima o lugares de la sierra.
Me hago la foto de cima junto al pilón del Caballo, con las excepcionales vistas hacia el resto de cimas de Sierra Nevada: desde aquí mirando hacia el noreste, este, podemos ver el gran hueco o grieta, cada vez más escarpado e hiriente en la sierra, del alto Valle de Lanjarón, que va perdiendo altura a medida que baja su curso hacia el sur, suroeste, justo por debajo de este pico; arriba del alto Valle de Lanjarón vemos los dos cordales que separa el valle: a la izquierda la Loma Mediana con el Cartujo como pico más alto al final y más alejado, en la misma; a la derecha la loma del Elorrieta, Tajos de La Virgen que acaba en la olvidada y nunca ascendida cima del Pico del Tajo de Los Machos, más cerca de mi vista y al sur de la loma del Elorrieta; y detrás de esta loma, toda la cima de Sierra Nevada asomándose desde el Alcazaba, reconocible piquito escarpado, el Mulhacén, ahora con todo su esplendor, e incluso las Crestones de Rio Seco que unen el Mulhacén con el Veleta, o su pico siamés, el Cerro de Los Machos; con esa figura antes descrita del Veleta con esa cima puntiaguda y aburrida loma sin entretenimientos… justo detrás de la alejada cima de los Tajos de La Virgen, aledaña al Refugio Elorrieta, que por cierto, se veía muy alejada desde aquí…
El día seguía muy bueno y excepcional de sol, buen tiempo pero frio, aunque al mediodía no hacía tanto. Hacia Las Alpujarras, al sur, como era habitual, se había formado un mar de nubes inofensivo y encantador, para hacer bonito en este paisaje de la alta montaña del sur de la península ibérica. Pero ya era hora de volver al Refugio Elorrieta para pasar la siguiente noche, sin alarmas ni musiquillas (espero)… realmente no recuerdo ni tengo pruebas fotográficas de como volvimos a la loma del Elorrieta, pero me parece que hicimos un recorrido parecido al que realizamos en la Integral de Sierra Nevada para ir del Elorrieta al Caballo, pero esta vez de subida en lugar de bajada, o sea, valle arriba hasta la cima de la loma del Elorrieta. Claro está con nieve y otras condiciones que seguramente desviarían en algún tramo la subida por el lateral del valle en busca de la parte más alta y seguidamente la loma que nos sube al Elorrieta y que lo separa del Cartujo. En dirección noreste pero sin llegar a tocar el fondo del valle hasta no haber llegado a su parte más alta y menos escarpada, para cruzarlo en dirección al alto del Elorrieta que quedaba a la derecha según subías por el mismo valle. Si no la alternativa es deshacer lo recorrido por las cimas de la sierra volviendo al Cartujo, y del Cartujo al Elorrieta.
Y la Laguna del Caballo con su refugio vivac, quedaban de camino. Pasamos y observamos el lugar, el frío y solitario refugio. Ciertamente parecía ser la zona más olvidada y alejada de toda Sierra Nevada, de todos los lugares y alturas de la sierra en los que habíamos estado… no todos los montañeros que visitaban Sierra Nevada venían aquí, al culo de la sierra, a los picos del ocaso de Sierra Nevada. A la vez que quedaba algo alejada de aproximaciones y acercamientos a este lugar y montaña: Lanjarón quedaba más alejado y a más baja altura si lo comparamos con la Laguna Hondera de 7 Lagunas; desde Nigüelas, en la parte oeste y baja de esta zona occidental de la sierra, ya nombrada y recorrida en su Integral… aún quedaba más lejos y con más desnivel; y para llegar desde Elorrieta o desde Pradollano, ya habréis podido comprobar su también lejanía y travesía; el lugar parecía el más solitario y olvidado de la sierra, menos por los trabajos y acciones en el pasado que con la construcción de un camino y refugio de Elorrieta, se convirtió en uno de los lugares más pisados de la alta Sierra Nevada… con lo que el pico Caballo y sus cercanías, se convertían en el culo de Sierra Nevada, el tresmil más occidental, pero también el más largo y tedioso de llegar hasta él. Fantástico y curioso. Los picos del ocaso de Sierra Nevada.
Una vez ya hemos llegado al Refugio Elorrieta, solo cabe cenar y esperar al atardecer, al ocaso, para disfrutar de estas vistas y paisaje, cuando el sol cambia de color las nieves de blancas azuladas a rojizas anaranjadas, mientras el astro rey se va escondiendo por detrás de la Loma Mediana cerca del Cartujo. Excepcional, encantador y único. Recuerdos y descripciones exactas que en aquella subida primeriza hace casi 10 años a este mismo lugar, refugio de Sierra Nevada: Elorrieta… da la sensación de que las maravillas de este paisaje con el ocaso del día no han cambiado y son eternas, perfectas, preciosas, somos nosotros los que cambiamos, envejecemos y nos llenamos de experiencias en esta vida. Sierra Nevada única, preciosa y altiva, ojalá no cambien nunca y sus inviernos nos llenen en abundancia con ese blanco meteoro que le da tanta vida y belleza, y estos momentos sean eternos, mágicos y maravillosos.
Esa noche dormí muy bien, no como la noche de bajada del Mont Blanc pero no hubo despertador ni musiquita que me despertara en la madrugada. Y al otro día tocaba bajar, desandar el camino de subida ya recorrido tantas veces entre Pradollano y el Refugio Elorrieta… pero esta vez sin que Julio se cayera ladera abajo sin control ni poder pararse. Miguel Ángel junto con otro compañero han encontrado otro camino de escape y bajan directos desde un punto de la traza, siendo cazados por mi cámara en esta acción. De nuevo pasando por las pistas de la estación de esquí, es como si volviéramos a la realidad, a despertar, después de un lindo y precioso sueño. El bullicio, la gente, la civilización, nos da una bofetada en la espalda y nos recuerda como está gran parte del Mundo… por suerte aún podemos recorrer lugares impresionantes de solitaria y salvaje alta montaña al alcance de no tantos… Y como siempre Sierra Nevada, nuestra pequeña cordillera, preciosa, altiva y espectacular. No dejar de visitarla y ascender a sus tresmiles, como éstos de su ocaso, los más occidentales; solitarios pero imprescindibles. Fantásticos.