Esta vez por iniciativa mía, el Centro Excursionista Almoradí cambia los paisajes del Pirineo en su viaje habitual de Semana Santa, por los de otra cordillera del norte, no tan alta pero espectacular y mística: la Cordillera Cantábrica. Más concretamente los espectaculares y famosos Picos de Europa. Hace ya años, nueve para ser exactos, ya pisamos esta cordillera con otro viaje del Centro Excursionista Almoradí en Semana Santa: nos acercamos a los valles de Somiedo en Asturias y a la montaña del Peña Ubiña desde León. Ya iba siendo hora de repetir cordillera, aunque en diferente lugar.
A Roberto Sala le costó buscar y encontrar un albergue lo suficientemente grande y que no estuviera lleno para todo el grupo. Al final lo encontró y fue un auténtico acierto y descubrimiento: fue en La Hermida. La Hermida se encuentra en la provincia de Cantabria dentro del encajado valle, garganta, que lleva su nombre y que separa el Macizo Oriental de los Picos de Europa o de Andara, del resto de montañas cántabras hacia el este: el Desfiladero de La Hermida.
Los Picos de Europa por su cercanía al Mar Cantábrico y por su altura, como el resto de la cordillera, tienen unos desniveles tales que los ríos que nacen en estas montañas tienen muy poco recorrido hasta su desembocadura con lo que la inclinación de su recorrido hacen que erosionen con mucha más “violencia”, creando impresionantes cañones, profundos y encajados, infranqueables, por los que pasan ríos de aguas abundantes e incluso en muchos de sus tramos, de aguas bravas.; los ríos que salen en las mismas montañas pero hacia el sur, hacia el Duero o el Ebro son menos violentos con el terreno al tener más recorrido.
Por ello los Picos de Europa con sus tres macizos, se diferencian y separan de resto de montañas del resto de la cordillera y entre ellos, gracias a espectaculares y profundos cauces de ríos que forman cañones y gargantas como la del famoso Cares, con paredes y desniveles que se acercan o superan los mil metros. Impresionante. Por este desfiladero transcurre el Río Deba, y una carretera que comunica el místico y legendario Valle de Liébana con el mar, la costa cántabra, comenzando por la población de Panes, puerta del Desfiladero de La Hermida. Sencillamente espectacular y magnífico. Pero no solo el lugar era impresionante y precioso, si no que el mismo local, el mismo albergue, era un sitio acogedor y muy bien acondicionado. Lo pasamos muy bien allí.
Pero como en otros viajes de semana santa, los participantes se separarían entre los que queríamos hacer alta montaña y el resto. Los compañeros que íbamos a hacer alta montaña y por cercanía a La Hermida, a la vez que nos facilitaría coger altura fácilmente, nos acercaríamos a Fuente Dé para coger el famoso telecabina y subir a El Cable. Desde El Cable y por fáciles caminos, seguiríamos hasta las proximidades de un refugio plantado en medio del Macizo Central o de Urriellu, el más alto de los tres macizos de los Picos de Europa, el Refugio de Cabaña Verónica; montar el campamento, hacer alguna cima con condiciones invernales, alrededor habían algunas cimas pero la más asequible pensábamos que podría ser el Pico Tesorero, al tercer día o cuarto, según el tiempo y objetivos, queríamos bajar por otro camino que no fuera el telecabina pero que bajara hasta Fuente Dé.
Llegamos por la mañana del jueves santo 8 de abril al mismo Fuente Dé. El tiempo no era muy bueno pero no precipitaba. Las nubes abordaban las alturas de las montañas, casi tapando la abundante nieve que quedaba en ellas, que incluso bajaba ladera abajo por debajo de las mismas paredes y a poca distancia y desnivel del lugar. Y delante de nosotros se abría un enorme y extraordinario circo, el circo de Fuente Dé: una formación de paredes y escarpes verticales casi infranqueables que en pocos metros salvaban muchos otros metros de desnivel, en forma de semicírculo típico de los circos de formación glaciar. Comenzamos a comprobar que los Picos de Europa eran altas y escarpadas montañas, torres, verticalidades abruptas que se convierten en un laberinto de paredes, crestas, agujas, realmente muy impresionantes, que, aunque no llegaban a los tres mil metros como en los Pirineos, eran igual o más espectaculares que muchas partes de esa cordillera, siendo la tercera formación montañosa en altura de la península después de Sierra Nevada y los mismos Pirineos… un nuevo paraíso montañero.
Después cogimos las mochilas, nos equipamos con el material de invierno, las tiendas, la comida… dispuestos a pasar 3 o 4 días en la alta montaña invernal, que mirando hacia arriba con esa nieve y el tiempo tapado, serian unas buenas condiciones invernales con todos sus ingredientes… sin pensar o prever lo que pasaría mañana… Nos acercamos a las taquillas y edificio del telecabina en el mismo Fuente Dé.
Enseguida todo el grupo cogemos el telecabina y vamos subiendo de Fuente Dé a El Cable. El telecabina supera un desnivel de casi 800 metros de desnivel: desde los 1.078 metros de Fuente Dé hasta los 1.834 metros de El Cable. Increíble. Primer encontronazo con los fuertes desniveles de Picos de Europa; siempre que visite estas escarpadas y puntiagudas montañas, me encontraré con estos fuertes desniveles en pocos metros. Nos hemos repartido las tiendas por parejas o tríos, y yo comparto tienda con el buen amigo y afable, tranquilo compañero Antonio Manzanera, tan buen tío como alto. Nos quedamos impresionados: el telecabina se pierde entre las nubes como una mariposa de alas rojas, pequeñita y frágil entre las enormes paredes y escarpes del circo. Somos unas 13 personas los escogidos para realizar esta actividad de alta montaña, que cargados con los mochilones, subimos telecabina arriba en busca de El Cable… Recuerdo la expresión de Tomás Martínez que no pudo venirse con nosotros para realizar la actividad de alta montaña, ya que su actual pareja había venido al viaje y no era montañera… “¿alguien se quiere quedar con mi novia? ¿Quién se quiere quedar con mi novia?”, para poder venirse con nosotros para realizar la actividad de alta montaña… como podéis suponer esa relación no duró mucho…
Este telecabina no se construyó para el turismo, para que los visitantes de estas montañas pudieran observar y descubrir las alturas y montañas más arriba de estas paredes del Circo de Fuente Dé. La realidad es que más arriba de la paredes y repartidos por los diferentes rincones de estas montañas, había varias minas como Sal del Pozo Minero y las Minas de Altaiz, comunicadas con El Cable por caminos que ahora utilizaremos nosotros para subir a Cabaña Verónica. Por aquí bajaban el mineral hasta el fondo del valle, donde se supone ya lo cargaban en camiones y otros medios para su transporte hacia sus lugares de destino.
Llegamos a las alturas de El Cable y salimos del telecabina. Nos reunimos para comenzar la marcha hacia Cabaña Verónica. Estamos en medio de las nubes. No vemos nada. Está todo blanco y gris entre las nubes y la nieve. Hay abundante nieve pero no tanta como para no caminar por ella con firmeza y sin hundirnos. No vemos el paisaje por el mal tiempo, pero los caminos excavados en la roca, en el terreno, son fáciles de distinguir y seguir. Son caminos anchos por donde podían circular (y seguramente aún podrían circular) vehículos motores como camiones para acercarse a las minas.
Realmente el camino o recorrido desde El Cable hasta Cabaña Verónica no tiene pérdida, una parte es camino transitable descrito antes y el resto ancha senda que queda ahora bajo el blanco meteoro. Salimos entonces de El Cable por un camino nevado pero reconocible hacia el norte, como buscando los pilares sur de la formidable Peña Olvidada ahora invisible ante nuestros ojos. Pero a los pocos metros, no muchos pasos más desde El Cable, nos encontramos con una bifurcación: si seguimos a la derecha iríamos a los Puertos de Áliva, que no quedan muy lejos, pero nosotros giramos a la izquierda. Los escarpes de la Peña Olvidada son los que separan ambos recorridos, como si cada uno fuera a una punta de estas montañas.
Seguimos por el camino de la izquierda que justo pasa por debajo de los escarpes y paredes del lado oeste de Peña Olvidada y Peña Vieja detrás de ésta… pero sin verlas por las nubes. Un mal tiempo que nos acompañará toda la jornada. Por suerte no precipitará. En un momento determinado el camino hace un giro muy cerrado para seguir la dirección norte y seguir hacia el sur, como rodeando el hueco que nos quedaba a la izquierda, lo que llamaban Hoyos de Lloroza. La zona de esta curva la llaman La Vueltona. Pero nosotros en esta curva saldremos del camino sin perder la misma dirección norte, noroeste, por debajo de los escarpes que quedan a la derecha. Poco antes de llegar a La Vueltona descubrimos el paisaje: sin seguir el camino nos internamos por unos escarpes que hacen como de collado para salir de la zona de los Hoyos de Lloroza a la de Hoyo Sin Tierra, sin dejar la dirección noroeste y teniendo enfrente las paredes de Los Horcados Rojos que quedan justo detrás y poco más al oeste que Peña Vieja.
En los alrededores de La Vueltona paramos a comer algo y descansar. Vamos equipados con los “trajes de alta montaña” aunque no precipita y parece que poco a poco las nubes se quieren ir retirando, y el formidable y magnífico paisaje de alta montaña nevado comienza a descubrirse… precioso, impresionante. El Pico de San Carlos, Torre del Hoyo Oscuro, y otros más cubiertos, los picos más altos de la zona, la Torre Blanca y la Torre del Llambrión, todo si mirábamos hacia el sur y oeste. Justo al otro lado del Hoyo Sin Tierra.
Los hoyos o Jous en Picos de Europa son huecos, agujeros gigantescos en forma de valle redondo, circular, hondos, profundos, causado por la fuerte erosión del agua, de las abundantes lluvias, ayudadas seguramente por la antigua erosión glaciar en estas empinadas y verticales montañas calizas, muy fácilmente erosionables por el agua de lluvia y otros elementos. En cualquier otro lugar en el fondo de estos huecos, de estos gigantescos agujeros en forma de valle circular, tendría perfectos, anchos y profundos lagos de alta montaña… pero no, no hay agua en estas montañas, todas las aguas que caen de lluvia son increíblemente filtradas por las rocas y surgen en afloraciones que forman más abajo los ríos y riachuelos, pero en estas montañas, a estas alturas, no se queda el agua, no hay ni rastro de agua, por mucho que llueva.
El camino o traza que seguimos, es seguida también por otros grupos y excursionistas. Van y vienen como si fuera un paseo entre Cabaña Verónica y El Cable; y así es sin peso, sin mochilón. Con lo cual seguimos la traza en la nieve bien marcada… cuando llega un momento en que llegamos a una especie de cruce de recorridos justo en una especie de collado a unos 2.270 metros, después de que la traza haya girado de noroeste a oeste y cogiendo altura se haya acercado más las paredes y verticalidades de los Horcados Rojos que quedaban justo arriba de nosotros a la derecha. A nuestra espalda observamos las paredes de Peña Vieja, formidable y sobresaliente, pero con la cima cubierta e invisible aún.
A la izquierda y sur ha quedado el Hoyo Sin Tierra, el cual vamos rodeando con nuestro recorrido. En el colladito nombrado si seguimos hacia el norte nos dirigiríamos hacia la Vega de Urriellu, Bulnes y su Naranjo, pero nosotros giramos hacia el sur, suroeste, subiendo pocos metros por una loma ya muy nevada hace tiempo en esta zona, hasta que nos topamos con una extraña y metálica construcción, como una capsula, una pequeña cúpula, o parte de un barco de guerra, redondeada y pequeña, con ventanas ojos de buey y una puerta con pasillo arqueado y cerrado… es Cabaña Verónica. Auténtica y sublime “artefacto” que hace de refugio. Ya estamos a 2.325 mts. de altura.
Pocos metros detrás de Cabaña Verónica, como siguiendo el camino hacia el oeste subiendo por una suave loma, vemos una explanada cómoda y con buenas vistas sobre la zona en la que estamos y decidimos montar el campamento aquí. Hay de 30 a 40 ctmos. de nieve, y debemos hacer muros y cavar un poco en la nieve para montar las tiendas iglús en esos huecos. Las vistas son impresionantes, y más ahora por la tarde que ha salido el sol y sus rayos tocan las cimas que nos quedan al sur despejándose el cielo sobre ellas. Es la Torre del Hoyo Oscuro, el Pico de San Carlos… y justo al otro lado hacia el este y noreste, la montaña más próxima con mejor vista desde nuestra ubicación, los magníficos Horcados Rojos: unas paredes verticales y resquebrajadas, agrietadas pero desafiantes, altas, altivas, acabadas en picos y encrespados pináculos, alguna aguja y una cima estrecha y rocosa… fabulosa y preciosa imagen de la alta montaña en Picos de Europa.
El resto de la tarde, del día, después montar las tiendas y acomodarnos, merodeamos por el lugar esperando la hora de la cena. Hablando con mi compañero de tienda, Antonio Manzanera, le digo que el tiempo estaba mejorando, que ha ido mejorando a lo largo del día, y mañana será un magnífico día para realizar la ascensión al pico escogido… curiosamente estábamos en la misma ladera de subida al Pico Tesorero, seguramente sería nuestro objetivo. Estábamos solo a poco más de 200 metros de desnivel de su cima. Nos vamos a dormir con la esperanza del buen día que hará mañana…
Pero a mitad del sueño, a mitad de la noche, nos despierta un silbido, un ruido, un sonido que nos es familiar… estamos inmersos en una formidable ventisca de nieve y fuerte viento. Intercambiamos palabras entre El Mansa y yo, nos volvemos a dormir, la tienda aguantará, y cuando amanezca y salga el sol el tiempo mejorará… pero no fue así. La ventisca por la mañana seguía con mucha fuerza e intensidad. Salimos de las tiendas para revisarlas, para hablar con el resto de compañeros y ver que hacemos, y la nieve caía en horizontal azotada por un fuerte viento, la cual si te tocaba en la cara podía hacerte daño, esos impactos de hielo como perdigones congelados en la cara… no se veía nada, todo era blanco u oscuro, invisible. Al final al ver que el temporal no aflojaba, decidimos abortar la actividad y volver a El Cable poco a poco deshaciendo el camino de ayer… si volvíamos por el otro camino pensado o ideado que no habíamos pisado antes y no conocíamos, podría ser peligroso ya que con la ventisca podríamos fácilmente perdernos.
Una vez todos reunidos, con el campamento desmontado y las mochilas a la espalda, salimos en busca de Cabaña Verónica. Foto de recuerdo junto al pequeñito, singular y muy curioso refugio. Realmente la ventisca la tomamos con alegría y jolgorio, como un regalo de la madre naturaleza, una belleza a la que no estamos acostumbrados observar en nuestra cálida tierra. Y sin problemas deshacemos el camino de ayer para volver a El Cable y bajar a Fuente Dé. Exactamente como ayer pero en dirección opuesta. Curiosamente la ventisca solo castigaba la zona donde estábamos acampados; más abajo, junto al refugio, el viento había amainado bastante, aunque seguía con rachas fuertes y la nevada aún era severa e intensa… ya en El Cable la ventisca se había convertido en una abundante nevada sin más consecuencias. Curioso
Llegamos a El Cable sin problemas, rápido, y de aquí cogemos el vertiginoso telecabina para bajar a Fuente Dé… y aquí se acaba mi primera incursión por la alta montaña de Picos de Europa, y realmente me quedé muy impresionado por las montañas, torres y escarpes, por ese paisaje increíble de alta montaña caliza que el tiempo nos dejó ver por una tarde. La vista hacia los Horcados Rojos fue espectacular y preciosa, asombrosa, impresionante… pusimos la foto en un cartel del Centro Excursionista Almoradí que anunciaba alguna actividad, donde salía nuestro campamento nevado y los Horcados Rojos de fondo despejados, y alguien dijo que si estábamos en el Himalaya… realmente precioso y asombroso. Pero no sería mi única visita “a Picos”, además que aún me quedan otras más por hacer. Son unas montañas especiales, atrayentes, espectaculares, místicas y míticas.