Otra fantástica salida de un día o una mañana por Sierra Aitana sería subir hasta sus cimas o la zona de las simas que queda entre la cima de los radares y antenas de Aitana y la cima del Penya Alta, cruzando el famoso paso Pas de La Rabosa: un estrecho paso entre lisas y verticales rocas que cruza medio trepando medio brazos en cruz apoyándonos para aupar el cuerpo entre las paredes y salir a la parte de arriba de la sierra.
En este invierno del 2.004 la nieve aún no ha hecho acto de presencia en las montañas alicantinas, en Aitana, y los días son soleados y casi primaverales… tardará en caer la nieve este año. Con lo que a mitad de febrero el subir hasta la Font del Partagat desde Benifato se puede hacer en coche, dejándolo en el aparcamiento de la misma área recreativa.
Esta vez, en este soleado y nada frio día de invierno, me acompañan o mejor dicho, yo acompaño a mi buen amigo Jesús Santana y a su hermana María Aurora, ya que será mi viejo compañero de montañas el que me guíe por esta ruta o recorrido por esta, poco conocida por mí, Sierra Aitana.
El camino a escoger es el mismo ya realizado en las anteriores visitas invernales a la montaña, cuando visitamos las nieves de Sierra Aitana en invierno. Debemos de salir de La Font del Partagat en busca de la cima de Aitana donde alberga esos radares y antenas que lo afean y horrorizan la visión, siguiendo las huellas o marcas del P.R. CV-20 y 21. El mismo recorrido por caminos y sendas pero esta vez sin nieve. Salimos de la Font del Partagat hacia las laderas de la montaña teniendo en frente las paredes y escarpes norte de Aitana en dirección sur y arriba, para al poco girar hacia la derecha y oeste como intentando bordearlas y buscar una subida factible entre estas paredes que nos quedarán a la izquierda.
Pero llega un momento que dejamos de recorrer los P.R. y a la vez dejamos de seguir el recorrido antes nombrado de Sierra Aitana invernal, justo en el momento en que giramos hacia la izquierda y sur en busca del bosquecillo de abetos, en lugar de seguir en dirección a ellos, hacemos el giro más largo, más cerrado, por una ancha senda que en lugar de seguir hacia el sur directamente (como en los recorridos ya descritos) gira hacia el sureste, como queriendo ir hacia las paredes pero no directamente… casi en diagonal a ellas, pero poco a poco buscando una brecha entre esos verticales escarpes…
Nada más girar por esta ancha senda nos encontramos con la Font de La Forata, a dos pasos: una especie de abrevadero con varios “pisos” o filas de caños, los cuales unos caen sobre los de abajo, formando una “cascadita” de “abrevaderos” o recipientes alargados donde acumulan o retienen el agua; sobre todo usado para el ganado, donde un agua fresca, transparente e inagotable, cae haciendo las delicias de los acalorados rebaños o animalillos que se acercan a ellos, incluyendo los montañeros o domingueros que han podido llegar hasta este punto de Sierra Aitana.
La terminología de Forata viene dada por el espectacular agujero, forat, que tiene una parte de la roca de los escarpes y paredes de la cara norte del Aitana por estos lares, la cual forma una ventana y un arco de roca en ella, pudiendo las aves pasar a través de este agujero, de este forat, de un lado al otro de la pared, de esta roca que sobresale, como muchas otras, de la alineación rocosa de la cara norte escarpada de Aitana. Fascinante.
Entre la Font de La Forata y el Pas de La Rabosa podremos descubrir y contemplar este agujero capricho de la Naturaleza, curiosidad de roca calcárea erosionada por el viento, la lluvia y tal vez por los movimientos sísmicos o de dureza de la propia roca calcárea. Porque eso sí, gracias al magnífico día en que ni una niebla ni nubes nos impide la vista y visión del escarpado y abrupto, así como desafiante perfil de las paredes y verticalidades de Aitana, podemos descubrir un increíble paisaje de paredes, rocas, escarpes calcáreos, precipicios, grietas, simas, brechas, nichos… toda una serie de elementos decorativos en las montañas que sufren una erosión por viento, lluvia… un paisaje casi desolador y a la vez gigantesco, desafiante, por el que te imaginas cualquier paso, escalada, trepada en cualquiera de esos recovecos de la roca. Magnífico.
La senda se dirige en diagonal hacia un punto de las paredes, dejando el muro de las mismas que recorre toda la cara norte de Sierra Aitana a la derecha. Y a la vez vamos cogiendo altura, buscando un sitio por donde atravesar estas paredes. Al fondo o casi enfrente nuestro, vemos, entre los farallones y lugares de estos muros, la altura y pico del Penya Alta con esa forma casi triangular, sobresaliente sobre la muralla desgastada y molida de las paredes de la sierra. La idea es llegar a su cima, después de sobrepasar el Pas de La Rabosa para llegar a la cumbre de Aitana.
El día sigue bastante soleado y bueno, y mucha gente, montañeros, grupos, colectivos, curiosos y algún que otro dominguero valiente, llenan los escondrijos, lugares y rincones de Aitana en esta mañana. No dejamos de cruzarnos o de ver gente por donde vamos, sobre todo en las cercanías de la Font del Partagat, y entre dicho lugar y las paredes de la montaña, pasando por los sitios que recorren los P.R… sin embargo, en otros puntos de la sierra, ésta queda solitaria y olvidada ante la ausencia de las masas, quitando algunos montañeros como nosotros que intentamos preocuparnos en no dejar espacio de cada sierra sin visitar.
La senda poco a poco se encarama a las paredes y parece encontrar un sitio, una brecha, la cual parece romper el esquema de paredes, muros infranqueables, como si fuera el punto débil de una muralla en una ciudad medieval, la cual atacar para poder derribarla y entrar en ella para conquistarla. Curioso. Poco a poco los pasos se convierten en escalones entre las rocas y las paredes de la montaña, y la senda o mejor dicho, recorrido, a partir de cierto momento rocoso, nos hará enfilarnos por esta brecha con dos placas lisas de paredes a cada lado, intentando apoyarnos cada mano en cada placa, para subir y avanzar en la ascensión o progreso del recorrido. Arriba de este paso, de la brecha, el camino o ruta se hace más llevadero, dejándonos enseguida, entre rocas cortadas, lisas y verticales, en la cima de la sierra, en un punto estratégico junto o muy cerca de las Simas de Aitana o Partagat, y dejando la alta cima del Aitana arriba sin tocar ni casi vislumbrar.
Esta brecha es el Pas de La Rabosa. Cruza la roca y escarpes roquedos verticales, de un lado de la montaña a la cima de la misma, desde la parte norte, superando el muro de paredes y precipicios… es curioso ya que desde la lejanía no se aprecia este muro de paredes y escarpes verticales que recorre la parte más alta de Aitana, desde su cima más alta, hasta el otro lado de la Penya Alta; ya que tal es la amplitud y extensión de la misma, que no es apreciable, comida o absorbida por sus extensas y largas laderas… pero una vez que te acercas a la Font del Partagat y cercanías, y puedes contemplar, observar esas enormes paredes y muros, te das cuenta de la belleza y grandiosidad del lugar.
El Pas de La Rabosa nos deja justo en mitad de los llanos y trozos de terreno repartidos o separados por enormes grietas como si la montaña fuera un enorme glaciar que se estuviera desgajando en seracs a medida que desciende entre las paredes y laderas: son las nombradas Simas de Aitana o Partagat. Hay gente y grupos repartidos por este lugar disfrutando del día y del paisaje, con el encanto de la formidable y curiosa formación caliza.
Y ya en el camino o anchas sendas de la cima, giramos hacia la izquierda, este, dejando lo más alto de Aitana con sus radares y antenas a nuestra espalda. Aún queda recorrernos algunos tramos y lugares dominados por estas grietas en la montaña, por estos resquebrajamientos de la montaña, por estas simas, pero ya hemos cogido dirección a la cima del Penya Alta. A partir de ahora seguiremos el mismo recorrido descrito en aquel relato sobre el invierno en Sierra Aitana, justo en el momento en que pasamos por las simas para subir el Penya Alta, y después la bajada del pico hasta la Font del Partagat donde hemos dejado el coche… pero ahora sin nieve. No hay pérdida.
Son impresionantes estos cortes, estas vistas de las paredes y precipicios, roca madre cortada a pico. Magnífico y soberbio. Un paisaje y una formación que no deja dudas a su grandeza y singularidad. A medida que cogemos altura subiendo al Penya Alta y miramos hacia atrás, hacia la cima del Aitana y los lugares donde se agrieta, se rompe la montaña con esas simas, el paisaje es espectacular… e incluso una vez llegamos a la cima del Penya Alta, dicho paisaje se agranda y enaltece, gracias al buen día que, aunque sin nieve, nos ofrece una magnífica visibilidad sobre el resto de la sierra.
Una vez en la cima del Penya Alta a 1.505 mts. de altitud podemos admirar las montañas y sierras de alrededor, sobre todo las que rodean la Vall de Guadalest al norte, pero nos impresiona más el paisaje hacia el sur con la nublada y altiva cima, inconfundible, del Puig Campana, como un solitario gigante en medio de la campiña y el mar, con esa mella entre escarpes y paredes rocosas cimeras. A su izquierda descubrimos varias afiladas alineaciones de crestas y rocas, una detrás de otra, son los escarpes del Ponoch y el Cabal, vistas desde aquí no tienen la apariencia escarpada y vertical que si los miras desde alguno de sus lados, pero aun así preciosos y reconocibles.
María Aurora nos hace una foto de cima a Jesús y a mí, para celebrar el éxito del día y de la actividad. Las nubes que invadían la cima del Puig Campana poco a poco desaparecen descubriendo la increíble y titánica torre que parece ser la montaña del Puig Campana. El día es magnífico, soleado y con buena visibilidad, aunque parados aquí arriba la temperatura baja algo más por las fechas en las que estamos y hay que abrigarse algo.
Debemos de bajar ya de la montaña y volver al coche. Realizamos el mismo recorrido, como ya he comentado, descrito en el invierno en Sierra Aitana: bajamos por la ladera contraria a la subida, mirando hacia las cimas del Alt de Tagarina, hacia el este, y una vez abajo giramos hacia la izquierda y norte, para bajar por el pedregal, canchal, runar; metiéndonos por el huequecillo o escondite entre las paredes que miran al norte y por las que se cuela una senda que baja entre estos escarpes y que acaba en las inmediaciones de esos pedregales. Acabamos los pedregales, runares, y seguimos por el camino en busca de la Font de Partagat que queda abajo metido en ese hueco entre las paredes y laderas de Sierra Aitana.
Acabamos así una bonita y extraordinaria excursión, visita, recorrido por el techo de Alicante, la excepcional Sierra Aitana. La visión y contemplación de esos muros y simas en la cima y vertiente norte de la sierra han quedado impresionadas en mi memoria, preciosas y espectaculares grietas, huecos y trozos de montaña que parecen resquebrajarse y como queriendo desplomarse precipicio, ladera abajo. Pero aún quedan más rutas y rincones por descubrir y admirar, sin olvidar los ya encontrados y descritos…