Otra de las magníficas sierras o montañas alicantinas que me faltaba por visitar, ascender o reconocer, era la espectacular Sierra de Bèrnia. Una sierra muy tenida en cuenta en la historia, y en el entorno social del entorno o habitantes, visitantes que a lo largo de la misma historia, se han acercado hasta ella y se siguen acercando, con diferentes objetivos o necesidades. Con lo que me da a entender de que esta montaña es algo más especial y singular que las de su entorno.
Bèrnia ya estaba muy lejos de esos 100 km. a la redonda (o 50 km.) que mi primo Miguel ángel González había ideado para subir las montañas dentro de este radio o circunferencia con centro en nuestro pueblo Almoradí, así que es gracias a mis nuevos compañeros de montañas alicantinos que me llevaron por sus escarpados rincones, cimas y curiosidades, que la descubrí.
Ver, observar y contemplar la Sierra de Bèrnia desde la lejanía, según el punto donde se la vislumbre, ya que por su forma y perfil, podemos admirar una afilada y enorme cima encrespada, escarpada y vertical, con paredes por todos lados, dándole un aspecto perfecto de torre, de gigantesca torre de homenaje en un castillo vertical y con una muralla larga y vertical, invisible desde este punto… “el Cervino de Alicante”, como dijo mi buen amigo Jesús Santana; o bien podemos descubrir una larga y recortada cresta, arriba de una rocosa y vertical muralla, con torres y cortados, en la que la torre más alta es la propia cima de Bèrnia. Debajo en ambos casos, de una ladera ondulada que se escarpa o verticaliza más o menos según la parte, a la altura, en la que quede… como un geógrafo dijo en una ocasión, la Sierra de Bèrnia tiene forma de “galeón volcado”, con la recortada y larga quilla hacia arriba. Espectacular.
La sierra también está cargada de historia y ha sido testigo a lo largo de estos siglos de la transformación y trasiego de los hombres por estas tierras… un reducto de dicha historia o trasiego es el antiguo fuerte en forma de ciudadela ubicado en su ladera suroeste, como mirando a todo el valle entre Altea y Callosa d’en Sarrià. Construido para evitar los ataques berberiscos, de aquellos piratas y corsarios que inundaban el Mar Mediterráneo venidos de algunos puntos de la costa africana o de Asia… aún quedan algo de sus arcos y estancias, aunque el monumento de principios del S.XVI está en un estado que no parece demasiado protegido para su conservación… es el Fort de Bèrnia.
También tiene una curiosidad geológica que no es muy común en las montañas, pero no única, y sí muy singular y llamativa: existe una cueva que hace de túnel de más de 200 metros, que comunica la cara norte de la sierra con la cara sur. Al tener la Sierra de Bèrnia una orientación, formación y alineación de este a oeste, recta, en línea, y como el murallón de la sierra ayuda a ver una perfecta raya, línea, en su forma; una cueva en perpendicular a dicha formación resulta que cruza toda la sierra recta también. En la parte norte comienza como un pequeño túnel, y al otro lado del mismo, se va ensanchando poco a poco, y se abre como una gran cueva con una abertura de muchos metros de ancho y alto, en la cara sur, mirando hacia el valle de Altea, su bahía y las formidables sierras y montañas al otro lado de este espacio lleno de urbanizaciones. Es espectacular y emocionante casi arrastrarte por ella para salir a un espacio más abierto y a una altura que ofrece un perfecto y encantador balcón hacia unas vistas fantásticas.
Pero la Sierra de Bèrnia presenta otra característica espectacular y formidable, y es su larga y rocosa cresta, que desde casi las inmediaciones del túnel de la autopista, que la separa de la Serra d’Oltá, llega hasta su cima con decenas o cientos de metros de cresta, primero como un espolón, como un pilar, y después como la larga cresta cimera toda escarpada, llena de torres, agujas, paredes, mellas, cortes… e incluso con algunos puntos de envidiable dificultad, con pasos que no bajan del IIIº y el uso obligado de cuerda, material y técnicas de escalada… ¡Fantástica!… solo la cresta de otra sierra se puede comparar con ella en lo que se refiere a dificultad y espectacularidad: el Benicadell. Aunque otras escarpadas montañas con sus crestas y escarpes que tenemos repartidas por la geografía alicantina no quedan muy por debajo y sí son destacables y nada despreciables, como son las de la Sierra de Callosa, La Segària, Els Castellets, Cabal…
Pero ya está bien de hablar de la fabulosa sierra y vamos a describir un recorrido que hicimos en la primavera del 2.004. No era mi primera visita a Bèrnia, ya que Jesús Santana me trajo por primera vez realizando una subida desde las urbanizaciones de la ladera sur de la misma, hacia el Fort de Bèrnia y su cima; pero descubrimos Cases de Bèrnia al norte, sin esos bosques de hormigón y gente por todos lados que afean y destrozan el paisaje, y decidimos que desde Cases de Bèrnia saldrían nuestras próximas y mayorías de visitas y recorridos por esta estupenda y formidable sierra.
Para llegar a Cases de Bèrnia seguimos por la autopista saliéndonos en la salida de Benissa. Desde aquí buscaremos una carreterilla que cruce por arriba con un puente la misma autopista como queriendo recular dirigiéndonos en general en dirección sur, suroeste… al final la carreterilla nos dejará o pasará junto a unas casitas con las impresionantes y cercanas vistas al sur de la larga y encrespada Sierra de Bèrnia. Es Cases de Bèrnia. Aquí dejamos el coche y emprendemos la marcha entre el camino asfaltado y camino de tierra, hacia el sur. Por aquí pasa el P.R. CV-7, que junto con el P.R. del Cabeçó d’Or, son de los primeros P.R. que se crearon en la Comunidad Valenciana. Justo en Cases de Bèrnia se bifurca el camino con el P.R. que lo señala por cada parte que se bifurca: hacia la derecha y suroeste nos lleva hacia el Coll de l’Orenga y Fort de Bèrnia, y hacia la izquierda y sureste se dirige hacia la Font de Bèrnia, también llamada de Cabanes. Esta última dirección será la que cogeremos.
El día es muy bueno y soleado, no hace frío ni fresco aquí al norte de la Sierra de Bèrnia. Delante y poco a poco a la izquierda irá quedando el murallón, las escarpadas vertientes, laderas y roquedos de la fabulosa sierra, a la que nos dirigimos como en diagonal, pero en su dirección, a su encuentro. Del asfalto pasamos al camino de tierra, camino que se agarra a la ladera ondulada y que se dirige a un punto de la montaña.
Seguimos este camino principal siguiendo el nombrado P.R. CV-7, sin hacer caso a otros caminos que nos puedan salir al paso y que se dirigen a casas, construcciones y campos cercanos. Pero llega un punto que llegamos a la Font de Bèrnia y aquí dejaremos el camino para seguir por una senda que sigue la misma dirección hacia el sureste, pero esta vez comenzaremos a ascender las enfiladas laderas de la sierra. En la misma fuente dejaremos a la izquierda otro camino y P.R., el CV-436, que se dirige a Pinos sin adentrarse en la sierra, más bien se aleja de ella.
Esta senda nos subirá poco a poco por la ladera de la Sierra de Bèrnia en diagonal y hacia el sur, sureste, sin dejar de seguir las marcas del P.R. CV-7 hasta que los escarpes de la misma sierra eviten que avancemos, junto a un rincón de umbría de la misma. Un rincón donde la senda se tranquiliza y deja de cruzar la sierra. Justo en este punto descubrimos una cuevecilla, un agujero en los escarpes y paredes de la sierra… es la entrada al Forat de Bèrnia de 233 metros de largo que atraviesa de una vertiente a otra la formidable sierra. Cuando entras, en un principio se estrecha casi claustrofóbicamente, y casi que tienes que ir agachado en un punto concreto, encogido, pero una vez salvado este paso, la cueva, el túnel de origen natural, comienza a ensancharse y a convertirse en una magnífica y enorme cueva que mira, como una gigantesca ventana de metros de altura, hacia el sur, en la vertiente sur de la sierra, en la vertiente contraria a la que hemos entrado, con vistas al urbanizado y reconocido valle de Altea, su bahía, con las preciosas montañas de la Sierra Gelada, Puig Campana, Ponoch, Cabal, Aitana… al otro lado de este valle de casas y huertos, que se va estrechando a medida que se adentra tierra adentro.
Es un lugar muy visitado por su espectacularidad, con esas hiedras que cuelgan en la enorme boca de la cueva y por el amplio espacio a la sombra de la caverna. Siempre es recomendable pararse y disfrutar no tan solo de las vistas desde el lugar, si no del lugar también, de la peculiar y enorme cueva que atraviesa la sierra como un túnel como si estuviera hecho adrede…
Pero tenemos que seguir, ahora por la otra vertiente de la sierra, seguimos viendo las marcas del P.R. CV-7 que parece ahora gira y sigue perpendicular a las laderas sur, más secas, de la sierra, pero paralela a la cresta, alineación de la sierra, en dirección oeste, noroeste quedándose ahora los escarpes, roquedos, torres y su alargada cresta, arriba a la derecha. Vamos en dirección al Fort de Bèrnia, la famosa y antes nombrada ciudadela, fortificación, castillo.
Esta senda cruza a cierta altura las laderas de la sierra teniendo perfecta percepción de dicha altura. Detrás queda la punta rocosa, escarpada y encrespada de la sierra, antes de pasar a ser la Sierra d’Oltá, viéndose perfectamente los muros rocosos, espolones y paredones verticales de la parte más alta de la sierra hacia el este, hacia el mar. Pasamos junto a un curioso y bello ejemplar de encina, sana y enorme, que en esta vertiente pedregosa, árida y casi estéril, da la sensación de que sea como un oasis en medio del temeroso desierto. Fabuloso.
La senda bien marcada y señalizada, parece que quiere ir subiendo altura por las laderas de la sierra; y en un punto de su largo recorrido, vemos como otra senda sube ladera arriba a la derecha en busca de los escarpes cimeros de la sierra, y más concretamente de un collado en medio de dicha cresta rocosa cimera, por el que se puede pasar al otro lado de la sierra, a la otra vertiente, como con el Forat de Bèrnia, pero sin meterse en ninguna cueva, solo subir hasta la alturas de la montaña. Es el Portitxol… antes de llegar a la entrada del Forat de Bèrnia y después de la Font de Bèrnia, nos habremos topado con la misma senda que sube al Portitxol, pero por el otro lado de la sierra, por la vertiente norte… lo habremos dejado a nuestra derecha también en dicha subida o recorrido.
Desde el Portitxol se puede seguir la cresta cimera de la sierra hacia el oeste hasta llegar a la cumbre o punto más alto de la Sierra de Bèrnia. Esta ruta es preciosa y muy montañera, creo que la llegué a hacer una vez con mis compañeros alicantinos Jesús y Quique que me llevaron por esta parte fácil de la cresta de Bèrnia… fácil pero emocionante, no apta para personas con vértigo o miedo a los pasos y alturas rocosas de las montañas, con precipicios y abismos a sus pies… pero no tiene nada que ver con el resto de la cresta cimera hacia el este, larga e interesante, que baja hasta las inmediaciones de la Sierra d’Oltá arriba del túnel de la autopista. Con esos pasos de II y IIIº de escalada.
Pero nosotros no dejamos las marcas del P.R. CV-7 que ahora hace un giro y baja hasta un cruce de recorridos y sendas en esta soleada ladera de la Sierra de Bèrnia: hacia abajo e izquierda bajamos a la Font del Runar y un recorrido del mismo P.R. que baja hasta los caminos y calles de las urbanizaciones cercanas en esta parte de la montaña, por la senda que llaman Camí de Les Revoltes… por cierto, muy castigada por estas invasoras construcciones en la parte baja y casi media, de las laderas, vertiente sur, de la montaña… creo que mi primera visita y ascenso a Bèrnia fue por aquí, por el Camí de Les Revoltes, desde la urbanización Alhama Springs de Altea. Una de las muchas urbanizaciones que invaden y devoran la falda sur de la sierra… Pero nosotros ahora seguimos la misma dirección, no la dejamos, hacia el oeste, noroeste, y poco a poco la ladera de la sierra se hace menos vertical, inclinada, hasta llegar a una curiosa construcción en ruinas pasada una fuente, la Font del Fort: son las ruinosas paredes en forma de estrella del Fort de Bèrnia. Paramos y descansamos unos minutos aquí.
El Fort de Bèrnia se encuentra ubicado a unos 800 metros de altitud al suroeste de la cima de la Sierra de Bèrnia que ya se encuentra muy cerca, queda allá arriba, arriba del Fort de Bèrnia, y casi que hemos cruzado su vertical para llegar hasta la ruinosa ciudadela. Al otro lado de las laderas casi poco verticales donde se encuentra el Fort de Bèrnia, se levanta un suave collado y una aguja vertical e imponente, estamos en el Planiol. Descansamos un poco. Contemplamos las ruinas y caídas paredes de lo que fue el extraño castillo… parece mentira, intentamos imaginar los cañones del fuerte apuntando a la costa, a la tierra, al pasillo y huertos de Altea, cuando lo piratas berberiscos se acercaban y amenazaban el lugar con saqueos y destrucción desde las playas y puertos costeros… curioso.
Después de este descanso y comer algo, toca ya subir a la cima y punto más alto de Bèrnia. Pero la subida final y directa a la cima de Bèrnia no se hace desde el Coll de l’Orenga ni desde el Planiol, si no desde las inmediaciones del mismo Fort de Bèrnia, con una senda que busca las alturas de la sierra, su parte más al oeste de la misma, y sube vertical y esforzada dejando atrás las marcas de P.R. No tiene pérdida.
Hay algún momento en la senda que se encrespa y casi tienes que usar las manos, pero se le da más emoción y vigor al ascenso de esta espectacular sierra. Ya casi en la cima de la misma, solo tenemos que girar hacia el este, siguiendo toda la cima, hasta el abultado peñón que la gobierna, y solo tiene este paso fácil por el lado en la que la abordamos, ofreciendo un paisaje espectacular y agreste. Pero no tiene dificultad ahora. Con paso firme y cogiendo altura por estas inclinadas vertientes del Bèrnia, llegamos a los 1.126 mts. de su cima.
Desde la cima podemos contemplar el increíble paisaje que nos ofrece este perfecto mirador, animado por una cima o sierra tan escarpada y puntiaguda en su parte más alta. Aunque la cumbre, el pico de Bèrnia, no tiene nada de escarpado ni difícil, es una roca plana y con algo de extensión, si observamos el seguimiento de la sierra hacia el este, podemos descubrir los diferentes lomos rocosos, torres, escarpes verticales… que conforman el seguimiento de la misma sierra y su cresta… incluso al fondo, una vez acabada la sierra y su cresta, observamos otro peñón, otra roca alejada y como solitaria en medio de esta formación cimera abrupta y rocosa, es el famoso y excepcional Peñón d’Ifach; que aunque no se ve desde aquí como suspendido en el mar, se observa con toda su magnificencia y soberbia, esos paredones verticales. Precioso.
Eso sí, a un lado y otro de estos escarpes, límites de la sierra, la recortada y violada costa alicantina, masificada pero peculiar y sinigual; con el mar como máximo protagonista con su monótona y sosegada sintonía de formas y calma.
El día es increíblemente soleado, como muchos en Alicante, y lo aprovecho para hacernos fotos de cima, de grupo, al paisaje y a mi persona… tampoco puedo dejar de lado las vistas hacia las montañas que bajan de Sierra Aitana hacia el mar, con la misma Sierra Aitana vista de lado, como un pequeño pero alto lomo ondulado de animal gigante, de dinosaurio, que al no verse de frente, si no de lado, parece ser otra sierra, otro monte; y desde ésta hacia la derecha las magníficas y recortadas montañas de Los Almasseres, Cabal, Ponoch, y el Puig Campana haciendo de hermano mayor de todos.
Ya decidimos bajar. Para realizar la vuelta completa, o esta vuelta completa por la Sierra de Bèrnia, debemos bajar desandando la senda hasta las ruinas del Fort de Bèrnia. No habrá pérdida ni descuido en perderla, ya que no hay otra que seguir, por lo escarpado del terreno y de las vertientes que nos rodean de la misma Sierra de Bèrnia. Una vez en el Fort de Bèrnia de nuevo, en lugar de seguir desandando lo caminado, la idea es rodear este trozo, esta parte de la sierra, y aparecer en Cases de Bèrnia por el otro camino opuesto al que hemos comenzado a caminar, y para ello de nuevo seguimos el P.R. CV-7 pero en dirección noroeste, norte, desde que salimos de las inmediaciones de la ciudadela.
Debemos subir el antes nombrado Coll de l’Orenga a 819 mts., collado que une la parte más alta y extensa de la sierra con el peñón puntiagudo o aguja que nos quedaba enclavado al oeste, que en realidad es una lisa y extensa pared de roca según desde donde la miremos. No hacemos caso a una bajada que nos sale a la izquierda y que desciende la montaña precipitada y rápidamente por un P.R. CV-48, nosotros no dejamos de seguir este P.R. CV-7.
Realmente después de sobrepasar el Coll de l’Orenga, las vistas sobre esta aguja, peñón, que se ha convertido en una vertical pared, extensa y formidable, son espectaculares, propias de montañas calizas de altura o renombre. Justo esta parte, antes de llegar a otro colladito sin nombre, nos estamos recorriendo la parta oeste, la más oeste de Bèrnia; pero al cruzar el siguiente colladito dejaremos de caminar hacia el norte, viendo las cercanías y escarpadas vertientes del valle del Río Algar allá abajo, y giraremos hacia el este ya por otro camino de tierra, largo, que va girando poco a poco hacia el noreste, en busca de Cases de Bèrnia y del comienzo de nuestra marcha, llegando por el lado opuesto al que partimos. Y para ello poco a poco también iremos bajando altura haciendo algún ancho y corto zigzag o curvita en la sierra, en esta ya ladera norte de Bèrnia… eso sí, no dejamos tampoco de seguir las marcas del P.R. CV-7, con lo que no nos podemos perder.
Ya casi en una parte más llana y casi como alejados de la montaña, de la sierra, observamos alguna casa en medio de sus huertos de secano, de almendros sobre todo, como medio escondida pero muy plácida, entre pocas encinas, almendros y altos pinos… imagen bucólica en la ladera y parte norte de la Sierra de Bèrnia para acabar un magnífico y bello recorrido por una de las sierras más impresionantes, escarpadas y sobresalientes de la costa Alicantina… como muchas otras. Sin embargo es especial, es singular y espectacular, es nuestro Cervino alicantino, según de qué lado la veas en la lejanía, y ese “galeón volcado” con la quilla mirando hacia arriba y las bodegas repletas de clima Mediterráneo, de tierra alicantina… no puedes dejar de enamorarte y ensimismarte con su figura si pasas cerca de ella, como desde la autopista y cercanías de Altea; y si eres montañero, no subirla y disfrutarla, sí que podría ser hasta pecado.