Mi amigo Vicente Molina quería hacer una escapada este invierno al Pirineo y me pidió que le organizara alguna excursión o actividad invernal de alta montaña por nuestra maravillosa cordillera. No vendría solo, mi amigo Roberto lo acompañarían saliendo de Formentera y Almoradí hasta las inmediaciones de la cordillera. Tendrían unos cuatro días y en estos días le tenía que organizar la actividad… yo solo tendría los dos días del fin de semana, con lo que nos tendríamos que organizar.
Teníamos días y éstos eran muy buenos, poco frío y con mucha nieve en altura pero poca a media altura en el Pirineo a mitad de este febrero, con lo que el subir un tresmil podría ser ideal en este tiempo y condiciones. Con lo que le comenté de subir un tresmil el cual me faltaba y que no había subido ni en verano ni en invierno, y que anteriormente, en años para atrás, intenté ascender en invernal… Pensé en el Pico de Vallibierna, desde el nuevo Refugio de Cap de LLauset. Podría ser una actividad perfecta para este invierno.
La ruta de ascensión al Pico de Vallibierna desde el Refugio de Cap de LLauset es más fácil y corta en verano, con lo que en invierno y con las condiciones mencionadas, podría ser una actividad fenomenal, más o menos asequible para subir y bajar hasta la presa del Estany de LLauset donde se suele dejar el coche… aunque en invierno el camino de ascenso hasta el Estany de LLauset puede estar cerrado por la nieve. Con lo que Vicente miró las diferentes subidas invernales al nombrado refugio, aunque más bien estuvieran ideadas para esquiadores.
Dos caminos o rutas se pueden seguir por dos valles diferentes que confluyen en el ancho Valle d’Anglios, anterior al sitio donde se ubica el Refugio de Cap de LLauset, si no subes por el camino que viene del Estany de LLauset, pero sales del Valle de Barrabés o la zona de Aneto, Vilaller… Son los recorridos de acercamiento y aproximación al Refugio de Cap de LLauset de invierno. Uno es más peligroso que el otro por los aludes. Son por los valles de Salenques y Riueno; poco más al norte del camino que sube hasta la presa del Estany de LLauset. Vicente me pasa la información de estas dos rutas y tenemos que escoger cual seguir, ya que a parte de la subida al Pico de Vallibierna, Vicente y Roberto querían hacer alguna ruta de aproximación que le diera más aliciente a la actividad de este fin de semana.
Más o menos conozco el camino por el Valle de Salenques hacia el Valle d’Anglios, ya que una semana santa de hace unos años, intentamos hacer una travesía invernal con la idea de pasar varios días en esta zona; cruzándola para llegar a Benasque por el valle de Vallibierna… tuvimos que hacer noche en mitad del valle antes del Refugio d’Anglios, y caminando al otro día sin peso llegamos a éste y nos volvimos… mucha y blanda nieve ese año… Y este invierno por suerte o mala suerte, las temperaturas tan altas a baja o media altura, han derretido la nieve desde los 2.000 metros hacia abajo en pleno febrero… incluso en según qué zonas del Pirineo, a más altura. Pero de 2.100 o 2.200 metros hacia arriba, la nieve puede llegar al medio metro o metro de altura y acumulada, más. Increíble. Con lo que la mejor opción por conocida, vistosa y nada peligrosa con estas condiciones, era subir por el Valle de Salenques, Valle d’Anglios hasta el Refugio de Cap de LLauset… “nada peligrosa” este año, porque de los dos valles nombrados o rutas de invierno para llegar al Refugio de Cap de LLauset, esta es la ruta más peligrosa por aludes en un invierno frio y nevoso.
Con lo que ya estaba todo programado. Se apuntaron más amigos a la actividad y al final fuimos un buen grupo de montañeros que queríamos ascender el Pico de Vallibierna, pero solo nosotros tres, Vicente, Roberto y yo, haríamos el día anterior la ruta de aproximación desde las orillas de la carretera a Viella, hasta las puertas del mencionado refugio. Así que el día antes pasamos la noche en una casa rural de Vilaller que alquilaron esa noche para que mañana sin el viaje en coche, no se me hiciera muy larga y cansada la actividad, y al día siguiente temprano, sábado 22, saldríamos en coche hasta el extraño y alargado parking de la carretera nacional que queda a la derecha, justo antes de la cola del Embalse de Senet, para coger la senda, un G.R. en el Pont de Salenques y adentrarnos así a la izquierda y oeste, en el Valle de Salenques comenzando nuestra ruta y actividad del fin de semana.
Dejamos el solitario coche en el parking y cruzamos la carretera buscando el riachuelo, el rio que baja cerca por la izquierda y se une, al otro lado de la carretera, con el Embalse de Senet. Justo en el punto donde se cruzan ambos accidentes geográficos, está el Pont de Salenques y un cartel indicador de recorridos. A partir de aquí dejamos la civilización y sus modificaciones del terreno, de la tierra, a nuestra espalda y nos adentramos por su final en el Valle de Salenques, valle arriba en dirección oeste. Estamos en el G.R.-11. Descubrimos un poste indicador: valle adentro iremos en dirección a los Estanys d’Anglios y Refugio de Cap de LLauset. No hay perdida. Nos dice que tenemos 7’6 Km. y 4 horas para llegar a nuestro objetivo, el Refugio de Cap de LLauset. Ya sabéis que son tiempos para recorridos en verano.
Salenques os sonará de aquella famosa cresta que desde la parte norte sube picuda y encrespada en busca de la cima del Margalida, convirtiéndose en una de las crestas más espectaculares y famosas del Pirineo. También el nombre del pico y collado junto a la cresta; pues justo el río y valle que sale de esta zona hacia el este, sureste, surcando y separando las montañas de este el macizo más alto del Pirineo, de los Montes Malditos, en busca del Valle de Barrabés y el Embalse de Senet, lleva su nombre: Salenques.
En un principio la senda es ancha y muy marcada entre un hayedo frondoso pero de ejemplares con ramas raquíticas, desnudas de hojas, como toca en esta época del año. Seguramente en verano o primavera tiene que ser un bosque, un hayedo extraordinario, ya que tiene toda la pinta. Mientras subimos tenemos el caudaloso, ruidoso y simpático río de Salenques a la derecha. Precioso.
Al comienzo del valle no pisamos nieve, pero unos metros más adelante, la nieve comienza a hacer acto de presencia y ya no dejaremos de pisarla hasta mañana por la tarde. Valle arriba con la nieve ya por arriba de los tobillos, salimos del bosque y nos encontramos con una planicie y cerca un poste indicador de recorridos. Ya estamos en el cruce de valles, de direcciones. El lugar hace una especie de Y, los dos palos de arriba es el seguimiento del Valle de Salenques hacia su cresta, su pico, su collado, y el otro palo es el que nos sube a Valle d’Anglios. Según el mapa la Y está tumbada, con el palo largo tocando el Valle de Barrabés, el palo corto de abajo (sur) es el Valle d’Anglios, y el palo de arriba (norte) el largo seguimiento del Valle de Salenques. Giramos pues a partir de este punto de oeste hacia el suroeste y con una ascensión notable… hasta ahora hemos ido cogiendo altura, pero en esta parte para colarnos en el Valle d’Anglios, tenemos que subir por una ladera entre bosques y laderas desnudas bastante inclinadas.
La ancha senda que seguíamos como la del principio del valle, ahora casi no sabemos por donde sigue medio escondida entre la nieve, los pinos del bosque (las hayas se han quedado más abajo), y algunos escarpes, perfiles de la empinada ladera. Aunque sigue siendo el G.R.-11. Pero poco más arriba, el paisaje se ensancha, la nieve en algunos puntos nos llega a mitad de la espinilla, el bosque, la vegetación desaparece y el recorrido entra en una especie de canal, de vallecillo con las paredes más bajas, que nos dejará, siguiéndolo, en el ancho valle de ibones y lagos de montaña, de Anglios. Pero antes hemos disfrutado de un magnífico y reconocible paisaje que queda a nuestra espalda: abajo el hueco del Valle de Salenques, y al final de su recorrido, al otro lado del Valle de Barrabés, el estrecho Valle de Besiberri rodeado de los gigantes de roca con el mismo nombre… Magnífico. Cojo mi cámara y acerco el formidable y escarpado Besiberri Norte. Precioso y soberbio.
Justo en la entrada en esta ancha canal horizontal, cambiamos de dirección de suroeste a oeste de nuevo. El desnivel salvado entre el fondo del Valle de Salenques, en el cruce, hasta este punto, es importante. Al final de esta ancha canal horizontal, salimos al ancho Valle d’Anglios, donde las grandes, blancas y congeladas, nevadas lagunas, protagonizan este gigantesco hueco. Y en medio de estas lagunas, una pequeña cabaña bien plantada y forrada de madera, pequeña pero muy cuca y acogedora en una noche de ventisca, seguro.
Delante de nosotros el paisaje ya es todo blanco, blanco. Hemos pasado por restos de aludes, de “purgas”, justo en la empinada ladera que nos ha subida aquí arriba, dejando el Valle de Salenques abajo. Ya tiene que haber nieve casi hasta la rodilla, pero por suerte la nieve está dura y podemos caminar por ella sin hundirnos. Ya estamos a más de 2.200 metros de altura cuando llegamos a las orillas del Estany Gran, el primero de los lagos de alta montaña de este ancho y alto Valle d’Anglios. El paisaje es precioso. El día es soleado, nada caluroso, pero tampoco excesivamente frío, y con una visibilidad encomiable. Las vistas son idílicas, como lo es el día. Un cielo azul precioso y unas montañas blancas que nos anuncian la abundante nieve que albergan, menos por sus rocosos y verticales escarpes que se libran del blanco meteoro.
Cruzamos por en medio del ibón, del Estany Gran de los lagos de Anglios; en dirección a la orilla contraria, recto, donde en una alargada y poco más alta loma, se sitúa la nombrada cabaña de madera, que, a pesar de su pequeñez, resalta a lo lejos como un bulto marrón en medio del blanco paisaje. Precioso. La espesura del hielo o de la nieve en la superficie del ibón, es gruesa, y al cruzar por la dura y estable superficie, no se notaba rotura o crujido alguno. Estaba muy firme. Extraordinario.
Una vez subidos los pocos pasos hasta las puertas del refugio, nos paramos a comer algo. Ya estamos a 2.250 metros. Me vienen a la mente los recuerdos de aquella fracasada actividad en la que el punto más alejado de la marcha, aquella semana santa, fue precisamente esta cabaña, este refugio, observando sus alrededores con esos espacios nevados gigantescos de esta alta montaña pirenaica que, junto con la abundante y blanda nieve, nos echó para atrás para proseguir, algún día más, hasta llegar a Benasque… Recuerdos ¿Nostalgia?… ¿Quién iba a pensar que en otra actividad, al cabo de los años, iba a cruzar por fin este valle? Memorable.
La puerta del pequeño refugio está abierta. Lo vemos por dentro. Está muy bien cuidado. Nos sentamos en la puerta para almorzar y descansar un poco. El lugar es increíble, muy nevado, que con el día tan bueno que hace, nos da una imagen de postal. Además con la soledad que hay en la montaña, no nos hemos encontrado con nadie en el recorrido, solo una pareja de esquiadores que descubrimos como dos hormiguitas perdidos en una empinada ladera nevada al otro lado del ancho valle, al otro lado de las orillas de este lago helado. Parece vienen de la Collada d’Anglios o del otro recorrido de aproximación invernal al Refugio de Cap de LLauset, del Valle de Riueno. Ya que los dos valles, por el que venimos y éste de Riueno, coinciden en este gran ensanchamiento de la montaña del Valle d’Anglios.
Veinte minutos después de comer algo y hacer fotos, reemprendemos la marcha hacia el Refugio de Cap de LLauset. Seguimos una especie de huella de esquíes que desde la cabaña se dirigen por la parte más alta entre los huecos de los ibones d’Anglios en busca de internarnos en las inmediaciones de la montaña que vemos al fondo, justo hacia el oeste. Con lo que la dirección que cogemos es totalmente oeste, entre las heladas y blancas lagunas, en busca de un estrecho valle que nos dejará la montaña y sus estribaciones del Pic de La Solana de LLauset, a la izquierda… no tiene pérdida.
La nieve está muy bien a pesar de que ya el sol comienza a calentar. Tenemos puestos los crampones ya que bajo los diez centímetros de nieve blanda, escalfada por el astro rey, hay nieve dura y puede que hasta congelada, con lo que puede ser accidentado según por los perfiles del lugar por donde pasemos.
Al cabo de poco tiempo se nos queda una barrera montañosa a nuestra izquierda, que son las estribaciones este del Pic de La Solana de LLauset como ya había vaticinado; y tendremos enfrente un collado muy bien definido que antes, desde el Refugio d’Anglios, no se veía, es el Collet dels Estanyets. Entonces habremos dejado a nuestra espalda toda la zona de las tres lagunas d’Anglios, habremos pasado entre el Estany Roi y el de l’Aubaga, girando a partir de aquí hacia el noroeste, y delante, bajo el collado, aún tenemos que pasar por los mismos Estanyets d’Anglios: un ibón tan alargado como el mismo vallecillo que debemos cruzar. Por estos lares de la montaña podemos seguir las huellas de los esquiadores por un lateral de la nevada ladera, o seguir por el plano y curioso fondo del valle, pisando de nuevo la firme y congelada superficie del Estanyets d’Anglios.
La subida de nuevo se hace empinada hacia este Collet dels Estanyets. Pero la pala es clara, larga y sin pérdida. Mientras subimos dejamos a nuestra espalda todo el paisaje del Valle d’Anglios con sus ibones, sus estanys, en un paisaje nevado de alta montaña de postal, precioso. Abajo queda el casi invisible y alargado Estanyets d’Anglios. Vicente que va delante, es el primero que llega a la parte más alta de la pala, al Collet dels Estanyets a 2.524 mts. Al otro lado, descubrimos más montañas muy nevadas, entre ellas, al fondo entre escarpes y piquitos, la forma de la cima vista desde el este, de nuestro objetivo de mañana y la montaña más alta de la zona (sin contar hacia el norte el Russell y su cadena de cimas hasta el Aneto…), el Pico de Vallibierna. Y a nuestros pies, bajo medio metro de nieve, el cartel indicador de recorridos del G.R. Hemos estado siguiendo el recorrido del mismo G.R.-11 aunque con sus marcas invisibles bajo la nieve. El Refugio de Cap de LLauset nos queda allá abajo, a medio kilómetro, al otro lado del colladito. Hemos comenzado la marcha a unos 1.400 metros en la carretera que sube al Túnel de Viella; y ahora estamos a 2.524 mts., en siete kilómetros. Ahora toca bajar al refugio que aún está a bastante altura: 2.425 mts., solo cien metros allá abajo, metido, empotrado entre los escarpes y escondites del valle de LLauset, Botornàs.
Nos acercamos a una especie de balcón, de mirador, a pocos metros hacia el oeste; y desde aquí descubrimos los plateados tejados chapados del Refugio de Cap de LLauset allá abajo, y justo en línea, recto hacia el oeste, la montaña con las dos cimas del Vallibierna: el Pico del Vallibierna a la izquierda y más alto, unido en una cresta rocosa hacia el norte del mismo, a la derecha, con la Tuqueta de Muidors. Fantástico paisaje de la alta montaña invernal pirenaica; precioso.
Y ya toca bajar al refugio. Por el lado contrario por el que hemos subido al Collet dels Estanyets, olvidándonos del Valle d’Anglios y sus bellos lagos de alta montaña. Hay huella de esquíes que bajan en dirección al refugio. Las seguimos. No tiene perdida, una vez has visualizado la ubicación del mismo, solo hace falta bajar ladera abajo hasta él. En esta parte parece que hay más nieve: el valle es más cerrado, profundo y alto, con lo que la nieve se puede conservar más, y se acumula de forma más notable. En la fácil bajada por la abundante nieve, observamos que se queda una gran esplanada muy nevada a la derecha: es el Estany de Cap de LLauset. Bello.
Llegamos al Refugio de Cap de LLauset, ubicado en el ramal del valle de LLauset que sube hacia el Coll de Vallibierna, a 2.425 mts. Hemos tardado justo esas 4 horas contando el descanso. El día sigue siendo increíble, soleado y templado, el sol no molesta pero no hace un calor anormal. Damos la vuelta al refugio y entramos por la escalera y plataforma que queda entre los dos edificios. Es una construcción muy nueva con materiales y revestimientos para mantener el sol y calor del día. Todo plateado con ventanas rectangulares. Es mi primera visita y uso de este refugio. Es muy cómodo y práctico, como todos estos nuevos refugios de montaña… recuerdo el de Bachimaña.
Aquí nos unimos el resto de compañeros, Luis, Dolors, Paco, Josep, Eva, Israel, y Josetxu que llegará más tarde. Nos adjudican habitación con ducha, y cenamos en el cómodo comedor. El sitio está muy bien acondicionado, como se nota que es nuevo y bien instalado. Hay quien dice no le ve utilidad al refugio en el lugar donde está ubicado, pero vemos a decenas de esquiadores que pasan la noche aquí después de recorrerse las altas montañas nevadas de este macizo de los Montes Malditos, a caballo entre Benasque, Valle de Arán y Pirineo Catalán, a caballo entre el Pirineo francés y el español… puede ser que sí sea un punto estratégico, a pesar de la fácil llegada desde le presa del Estany de LLauset.
Al otro día intentamos madrugar, y aún con las sombras de la pasada noche, después de desayunar, salimos del refugio ya todo el grupo reunido en busca de la cima del Pico de Vallibierna. El día va amaneciendo tan bueno como el anterior, ni una nube, ni el normal frío que debería de hacer. Los esquiadores también salen en busca de sus recorridos con dos líneas rayadas en la nieve, pero curiosamente también hay más gente, algunas parejas, que como nosotros prescinde de los esquíes, caminan con raquetas, y siguen las huellas de los viejos recorridos en verano para llegar a sus destinos.
Salimos en dirección al Coll de Vallibierna, por el lado norte del refugio como queriendo llegar al final de este ramal del valle de LLauset, y bajando en busca del lecho del mismo. Justo al llegar a la parte más baja mientras bajábamos en diagonal, giramos dejando la dirección norte para proseguir hacia el oeste, comenzando a subir justo después de descubrir los típicos y asiduos carteles y postes indicadores de recorridos, que te dicen como llegar al Pico de Vallibierna, Coll de Vallibierna o al mismo valle de Vallibierna. Ya los he visto en más de una ocasión, la última un septiembre para subir al pico Russell.
Entonces solo hay que subir por la ladera que mira al oeste, cogiendo una huella entre pisadas, raquetas, esquíes… (parece muy visitada esta parte del recorrido en invierno) en busca de la parte más alta de la misma. La nieve es muy abundante en según qué zonas: de medio metro a entre medio y un metro acumulado, y el paisaje, que poco a poco se va iluminando por el amanecer y el fantástico sol de invierno, se va agrandando y magnificando. La alta montaña invernal de los Pirineos es fenomenal. Atrás dejamos el metálico y plateado Refugio de Cap de LLauset, ahora vamos a la confluencia o cruce de recorridos entre la subida al Coll de Vallibierna y a la ascensión del Pico de Vallibierna. Primero hay que ir hacia el collado para girar a la izquierda en un punto intermedio, para ir en busca de éste.
Llevamos puestos los crampones pero no toda la nieve está durilla, hay zonas de nieve blanda, pero seguimos las huellas para no tener que meter el pie en algún agujero entre la nieve. Una vez ya hemos salvado la escarpada pendiente para coger la ancha canal o vallecillo en dirección al Coll de Vallibierna, dejamos de ver el refugio, pero a cambio, y a medida que vamos ascendiendo por la pendiente nevada, dejamos a nuestra espalda el Collet dels Estanyets, collado por el que pasamos ayer para bajar al Refugio de Cap de LLauset, enmarcado a la derecha y sur por el cónico Pico de La Solana de LLauset, y a la izquierda, norte, por el más grueso Pic de La Solana d’Anglios.
Poco más arriba llegamos al punto donde nos debemos de desviar hacia la izquierda, siguiendo hacia el oeste, la misma dirección que llevábamos. Estamos junto al semienterrado poste indicador que nos dice por dónde ir si queremos ir al Pico de Vallibierna o al Coll de Vallibierna. Si hubiéramos querido seguir al Coll de Vallibierna, el vallecillo gira de oeste a noroeste, alejándose del otro vallecillo que nos llevará al pico. En este punto descansamos y reagrupamos… ya comienza a iluminar y calentarnos el sol.
Una vez reagrupados y descansado un poco, reemprendemos el camino hacia el Pico de Vallibierna por este vallecillo que no tiene nombre o le llaman de Coma Arnau. En un principio no subimos mucha altura, o lo hacemos poco a poco, para llegar hasta los lados u orillas de los ibones de alta montaña que habitan el fondo del mismo. Justo al llegar casi a las orillas del Estany Xelat, giramos a la derecha y arriba, buscando las laderas algo empinadas y escarpadas, pero nada serio, que circundan y rodean dicho laguito.
Abro camino yo mismo. Luis duda de si ir por este lado de la montaña, o al menos tan alto (ya que la ladera coge altura casi por un montecillo al norte del estany), ya que asegura que en verano el camino va por la ladera contraria. Realmente es terreno nuevo para mí y salvo el mapa de Alpina (que no lo estoy viendo) no sabría decir por dónde va la senda o recorrido, sencillamente estoy siguiendo huellas de esquí porque me parece más cómodo y práctico… aunque después mirando el Alpina descubro que el recorrido si va por la parte que nosotros pisamos. Al fondo descubrimos la forma del Pico de Vallibierna; ya la habíamos visto a lo lejos casi desde el mismo desvío. Tiene una pala nevada que acaba en una altura rocosa, y una cresta a la derecha y norte que acaba en otro piquito rocoso al que llaman Tuqueta de Muidors, que no llega a los tres mil metros. Aunque desde el desvío solo veíamos la alejada y casi inapreciable pala nevada del pico; es desde las orillas del Estany Xelat que observamos mejor su forma y este piquito al norte. Y descubrimos que hay un numeroso grupo de esquiadores del ejército que suben al pico en zigzag con sus esquís por la que parece una empinada pala nevada que nos sube hasta la cima del pico. La imagen es curiosa y llamativa. A la izquierda quedan unos roquedos, paredes y contrafuertes de la montaña, antes de llegar a la base de nuestro pico, y que rodean los laguitos. No tienen nombre. Forman parte de la cresta este que desde la cima del Pico de Vallibierna busca la zona de Botornàs y separa las dos lenguas de valles de LLauset: el que va a Cap de LLauset (donde se ubica el refugio) y el que desde el Estany de LLauset sigue recto hasta las faldas sur del Pico de Vallibierna… este último una ruta más directa de subir nuestro objetivo si sales desde la presa del mencionado Estany de LLauset.
Pero el progreso va muy bien y al final llegamos a un punto donde la montaña se ondula como con pequeñas olas en el terreno, después de dejar los huecos de los Estanys de Coma Arnau a la izquierda, abajo y atrás (con el Estany Rodó seguido al Xelat en el mismo hueco pero más al oeste), ya pisamos terreno más horizontal pero con ese pequeño laberinto de lomas onduladas. La idea ahora es girar a la izquierda, como rodeando el hueco de las lagunas, y buscar la base de la empinada pala que nos subirá hasta la cima del Pico de Vallibierna, que nos quedará a la derecha.
Seguimos las huellas o pisadas ya impresas en la nieve por otros montañeros e incluso esquiadores. Hay una que sube directamente sin hacer zigzags, pero nosotros escogeremos la subida de los zigzags hecha por los militares. Una pareja que avanza más rápido que nosotros, con el chico en cabeza, decide aventurarse por las huellas que suben directo. Y a la vez que subimos y ascendemos por esta empinada pala, el paisaje se agranda, descubriendo si miramos hacia la derecha y norte, la formidable cresta de tresmiles entre el pico Russell y el mismo Aneto, que con el buen día que hace y la magnífica visibilidad, parece que están a tiro de piedra, a tocar; nevados y altivos, la imagen es espectacular. Y es cierto que tendremos muy buen tiempo en este día también, sin una nube y con un sol radiante… tenemos que ponernos protector o nos quemará irremediablemente.
Justo cuando ya hemos comenzado la pala empinada que nos lleva a la cima este del Pico de Vallibierna, vemos como los militares, desaparecidos hasta ahora en la propia cima, comienzan a bajar por el mismo zigzag… por lo visto la cima no debe de ser esas rocas que vemos allá arriba, ya que no estaban allí todo ese tiempo… todos bajan más o menos bien, el sargento debe de animar a una militar que cae o baja con más prudencia, lenta… la pala es bastante empinada y un mal control puede desequilibrarte y caer. Por suerte hay abundante nieve y bastante blanda si sales de las huellas, de las pisadas, y una caída no iría más lejos del sitio donde cayeras.
Después de algo de esfuerzo y ascender por una pendiente que casi al final, en la parte más alta, se vuelve más vertical, llegamos a las rocas de arriba. Desde la posición por la que he subido yo tengo que seguir las rocas hacia la izquierda pocos pasos hasta la cima este. Dolors, Luis… me siguen. Y es cuando compruebo que la cumbre del Pico de Vallibierna efectivamente es una cresta cimera, y la parte más alta está al final de la misma, al otro lado de la misma, en el lado oeste. Así pues, mientras el resto de grupo va llegando a este cima este y van descansando o haciéndose a la idea de lo que toca, comenzamos a cruzar la cresta en dirección oeste en busca de la cima.
No es una cresta difícil. De hecho, en verano debe de haber una sendilla, pero tiene las caídas a cada lado, la sur bastante vertical, y la norte, que es el lado por donde más seguimos, algo menos, pero de todas formas con bastante vertiginosidad. Hay tramos fáciles y otros de roca, que entre los pasos en la nieve y la misma roca pelada, debemos progresar casi utilizando las manos también, aunque no tiene grado de dificultad sensible, a la bajada será bastante aérea estas zonas de roca. Aunque llegando a la parte más alta del pico, las dos vertientes se volverán verticales y peligrosas. El pico tiene forma alargada de oeste a este, estando el punto más alto en su parte oeste, pero con pocos metros de diferencia, de desnivel, con el comienzo de la cresta en la parte este.
Pero es todo un lujo con el día que hace poder estas a tres mil metros en pleno invierno con todo el Pirineo nevado a nuestros pies… bueno, todo no, al norte se alza toda la cresta de los tresmiles más altos de los Montes Malditos, si antes la hemos visto hasta el Aneto, ahora sigue hacia el Pico Maldito. Excepcional. Acercándonos ya a la cima, miramos a la izquierda y descubrimos otro pináculo de roca como separado algo de esta montaña, y unido por una cresta roma pelada de nieve y bastante vertical, aunque apenas se aprecia: es la Tuca de Las Culebras, y la cresta que las une es el Paso de Caballo.
Y ya por fin llegamos hasta el amontonamiento de piedras que nos indica que es el punto más alto del Pico de Vallibierna, a 3.056 mts. Realmente la ruta por la crestecilla no es rápida, y el trayecto algo largo, más de lo que esperaba en este pico, pero no es una cresta larga de las habituales en los Pirineos. Poco a poco va llegando el resto del grupo. El día se mantiene increíble. Luminoso y radiante… parece mentira que estemos en invierno. Luis se ha traído su dron y lo vuela (aunque no tenemos que decir nada, ya que es sin permiso). Nos hacemos fotos de cima, de grupo. Las vistas hacia las montañas que van desde el Russell hasta el Maldito, pasando por el Aneto, son increíbles, bellas y soberbias. Cabe destacar el perfil del Aneto, con esas crestecillas, espolones, que desde las bases de las laderas más bajas, se forman y llegan escarpadas y puntiagudas, formando otros picos de más de tres mil metros y agujas, gendarmes, a su paso, como el que viene de la Espalda de Aneto, de la Cresta de Llosas, justo bajo el Aneto visto desde este punto de la cima del Pico de Vallibierna. Imponente.
Vicente ha decidido quedarse en la cima oeste, justo al comienzo de la cresta cimera del Pico de Vallibierna, puede que tenga vértigo o miedo a esta orografía tan escarpada de la montaña. Alguien dice de bajar a la Tuca de Las Culebras. Realmente son pocos pasos bajando del Pico de Vallibierna en dirección a este pico, llegar al comienzo de la cresta del Paso de Caballo, y al otro lado la cimita de la Tuca de Las Culebras. Muchos de los compañeros ya la han subido en verano, y han hecho este recorrido más de una vez entre los dos picos, pero hoy, a pesar de que la roca está limpia y el día tan bueno, parece que los pocos pasos de nieve, casi como una escalera vertical, les echa para atrás. También hubiera sido el camino obligado si hubiéramos decidido bajar por el otro ramal del Valle de LLauset, el que queda justo al sur y base del Pico de Vallibierna y se alarga desde la presa del Estany de LLauset. Ya que sería el único camino de bajada, cruzando el Paso de Caballo, llegando a la cima de la Tuca de Las Culebras y bajando por sus verticales laderas hasta la parte más alta del valle… pero no fue el caso.
Al final después de un buen rato de disfrute y tiempo en la cima del Pico de Vallibierna, no cruzamos a la cima de la Tuca de Las Culebras y decidimos desandar el camino de subida. Justo todo el camino que habíamos hecho lineal desde el Refugio de Cap de LLauset, sería el que hiciéramos de vuelta. Y es a la vuelta cuando nos encontramos con algún fácil y casi aéreo paso de roca en medio de la cresta, ya mencionado antes de cruzarla, pero nada que no se pueda hacer arrastrando el culo y poniendo las palmas de las manos en adherencia.
Una vez hemos cruzado la cresta cimera, llegamos al pináculo oeste donde empieza, o donde comienza la pala inclinada de nieve hasta la base del pico. Allí nos espera Vicente para bajar todo el grupo junto. Yo me he retrasado y voy el último, consiguiendo alguna espectacular foto de la actividad y del grupo en la lejanía por la cresta. En la cima he podido disfrutar de las vistas a otras montañas que, a pesar de la lejanía, se reconocían y fotografiaban fácilmente: el solitario Turbón, Cotiella, el otro gigante del Pirineo: el Posets, junto con su hermano de cima Las Espadas… sobre todo vistas hacia el oeste, sur y norte, ya que hacia el este la misma cresta cimera nos tapaba el paisaje.
Bajamos rápida y alegremente la pala, como aquellos que han hecho una cima con esfuerzo y tienen la adrenalina por las venas del éxito y de la actividad física realizada. Una vez abajo los compañeros siguen el supuesto recorrido que rodea el hueco de los Estanyets de Coma Arnau, está vez más cerca de las orillas del Estany Rodó, por una pala que baja directa a la lagunita, pero yo decido ir en solitario por la orilla contraria, por la orilla sur, cruzando en diagonal o bajando largas palas de nieve entre dura y blanda, pero con acumulaciones importantes en este lado también. Aprovecho para hacerles fotos a los compañeros desde la lejanía, al otro lado de la horizontal superficie del ibón helado y nevado. Pero una vez pasado el Estany Xelat (que es el siguiente a Rodó), nuestros caminos o pisadas se cruzan para seguir todos por el mismo sitio y recorrido de bajada.
Y seguimos desandando el camino realizado por lo que queda el valle de Coma Arnau, después por el vallecillo que sube al Coll de Vallibierna, bajando hasta las orillas del Rio de Cap de LLauset, muy cerca ya del Refugio de Cap de LLauset. Hay quien tiene que pasar por él para recoger ropa que se ha dejado, aunque la bajada es la misma para todos, bajar rio abajo por este valle hacia el sur en busca del Estany del Botornàs. El mismo recorrido de bajada desde el desvío hacia el Vallibierna en el vallecillo de subida al Coll de Vallibierna, ya descrito en anteriores actividades como la subida al pico Russell, o como la intentona a éste también, cuando llegamos hasta los contrafuertes y base del mismo. En busca de la presa del Estany de LLauset.
No hay pérdida. La bajada por el vallecillo del Botornàs también está muy nevada, con este lago de alta montaña totalmente cubierto por la nieve; pero bajando con vistas al grande Estany de LLauset, la nieve comienza a desaparecer, bajando los centímetros acumulados de nieve, y apareciendo calvas. Pero el Estany de LLauset tiene una imagen curiosa, única, bella, con esos trozos de hielo, témpanos separados o juntos, formando un curioso mosaico de hielo y agua. Precioso.
Y por fin llegamos hasta el túnel de la presa del Estany de LLauset, después del recorrido por la orilla del lago a cierta altura, que siempre me ha parecido eterna cuando se trata de acabar una actividad. Echamos la mirada atrás para descubrir la magnífica silueta de la montaña que hemos subido al fondo: el Pico de Vallibierna, con sus perfiles nevados y verticales de roca sin nieve. Precioso. El túnel junto a la presa está cerrado al tránsito rodado, solamente se puede cruzar caminando, y al otro lado, a la entrada del túnel, el parking donde hemos dejado los coches. Una vez aquí nos tienen que bajar hasta la carretera que va a Viella, junto al Embalse de Senet, donde dejamos el coche ayer para comenzar la marcha por el Valle de Salenques y d’Anglios, en busca del Refugio de Cap de LLauset… el día nos sigue dando una atmosfera libre de nubes y mal tiempo, radiante y primaveral. Cualquiera firmaría por volver a tener unos días como estos de nuevo.
De esta manera acabamos una bonita y recomendable actividad de alta montaña, con la aproximación por el Valle d’Anglios al Refugio de Cap de LLauset, y la subida al tresmil más al sur de los Montes Malditos, el Pico de Vallibierna. Pero lo más impresionante de esta actividad han sido los magníficos y casi primaverales días que hemos tenido, irrepetibles y muy buscados, que junto con las condiciones de alta montaña de nieve y su estado, ha hecho que caminar por los helados ibones d’Anglios y la ascensión al Vallibierna, se hayan convertidos en actividades únicas y espero que repetibles. Por cierto, las vistas hacia el resto de los Montes Malditos (Russell, Tempestades, Aneto…), increíble, un mirador al Pirineo incomparable, fantástico, compartido con grandes amigos y compañeros de montaña.