Aún era un niño cuando escuchaba a mis padres y personas mayores, familiares, como siempre decían que el agua potable que salían por los grifos de casa, y así suponía yo que del resto del pueblo o incluso de parte de la Vega Baja, era de agua del Taibilla. En un principio quizás era pequeño no entendía que quería decir que era agua del Taibilla, e incluso si me interesaba preguntando tampoco tenía una respuesta que me satisfaciera o que viera coherente, correcta, o más bien una respuesta para escabullirse, para que dejara de preguntar.
Pasó mucho tiempo después cuando fui descubriendo de dónde venía eso de que el agua era del Taibilla; Taibilla, como habéis descubierto es el nombre de un río y de un embalse. Y más adelante, mientras mi carrera montañera y geográfica iba evolucionando, avanzando, enriqueciéndose, descubrí el Valle del Nerpio, la localidad albaceteña más al sur de su provincia, metido entre el conjunto de montañas entre Murcia al este con el Revolcadores, Sierra de Moratalla, y Jaén al oeste con el gran número de serrezuelas, montes y rincones de la amplia y extensa Sierra de Segura.
Y justo al sur del Valle del Nerpio o más bien cerrándolo por su sur, y rodeándolo en parte con sus brazos y cordales, queda la Sierra de Taibilla, notable y sobresaliente, no tan extensa como la Sierra de Segura pero sí la más alta y enérgica que el resto de sierras albaceteñas y murcianas, incluso alberga la cima más alta de la provincia de Albacete, superando los dos mil metros y casi llegando a los dos mil cien metros: la Sierra de Las Cabras. Montañas y sierras muy cerca de la frontera con la provincia de Granada al sur, con la conocida y muy visitada Puebla de Don Fabrique como la población granadina más próxima. La recordaremos por ser “la población base” cada vez que nos acercamos a La Sagra.
Y hablando de La Sagra, llama la atención estas montañas, esta sierra, vista desde su cima. Ya que desde ésta y mirando hacia el este, noreste, vemos el seguimiento de las formaciones montañosas como la Sierra de Guillimona que salen del norte de la misma Sagra y siguen hacia el este, noreste: se apreciaban dos montañas bastante diferenciadas al otro lado del altiplano, del llano entre Murcia, Almería y Granada en su sur, es la misma Sierra de Taibilla o de Las Cabras, y detrás el redondeado con forma de macizo Revolcadores en Murcia. Era la vista más fotografiada y reconocible desde esta cima… lo podréis comprobar viendo las fotografías hechas desde su cima, descritas en el relato de ascensión a La Sagra.
Pero el grupo de montañas o sierras al sur del Valle de Nerpio no solo es la Sierra de Taibilla, de hecho la Sierra de Taibilla quedaría al este haciendo frontera con Murcia, y se mezclaría o uniría a la Sierra de Las Cabras, siguiendo sus cordales y brazos hacia el oeste, de forma que Las Cabras, al ser la cima más alta, es la montaña que más sobresale, la más prominente y vistosa del paisaje. Más al oeste y siendo el seguimiento del Guillimona, tenemos la Sierra de La Hoya del Espino, más baja, menos prominente y más “atacada” por el toque humano, con caminos, bancales y terrenos más modificados por el hombre, pero es la formación que cierra el Valle del Nerpio por el suroeste y por lo tanto más cerca al límite de la provincia de Jaén, como ya he mencionado… lo único es que no es llamativa, no es visible ni reconocible, no tiene la altitud ni el perfil para ser identificada como un objetivo a visitar o ascender… hay otra más al oeste incluso más pequeña que está en la misma frontera de provincias, la Sierra de Huebras, que queda justo al otro lado de la carretera que une Nerpio (Albacete) con la carretera que de Santiago de La Espada (Jaén) comunica con La Puebla de Don Fadrique (Granada).
Aunque realmente son dos nombres de sierras, es una sola formación, la Sierra de Las Cabras-Taibilla, a la que yo mismo (sin más criterio que mi propia percepción y sentido) llamo Sierra de Taibilla… ¡Ha por cierto! El Río Taibilla, afluente del Río Segura, que forma el Embalse de Taibilla, pasa por Nerpio, cruza todo el valle que lleva el nombre del pueblo… nace en esta sierra, que también lleva su nombre: Taibilla. Este será el relato de la única visita que hicimos a esta sierra y a su cima, el Alto de La Cabras, La Atalaya, el techo de Albacete… y con todo esta información, ya sé de dónde venía el agua que salía por los grifos de casa… aunque realmente dudo que actualmente venga de allí… a pesar de que efectivamente existe un canal de trasvase de agua que sale desde el mismo Embalse de Taibilla recorriendo casi paralelo el curso de éste y otros ríos…
La primera vez que visité este lugar lo hice con mis amigos de siempre, de salir, juergas, instituto… alquilamos una casa rural preciosa en el campo cerca de Cañada de La Cruz, pueblecito pedanía de Moratalla, a las faldas sur del Revolcadores, donde lo pasamos muy bien… a pesar de que el dueño de la casa estaba convencido de que “le íbamos a destrozar la casa” a ser un grupo numerosos de chicos con ganas de pasárselo bien, y se nos presentó una noche a la 1 de la madrugada “a reparar la nevera de la casa”. Cretino.
Como siempre impulsaba a mis amigos “no montañeros” a hacer algo de montaña, alguna excursión, y una tarde salimos en busca de la alta loma y pico de la Peña de Moratalla, a la que le faltan unos 30 metros llegar a los 2.000 de altura. Recuerdo que cogimos un camino que seguía hacia el norte en busca de la Sierra de Taibilla, que derivó en otro justo en las puertas de un gran cortijo abandonado y medio en ruinas (El Mosquito), y desde aquí seguimos el mismo camino principal que en general seguía hacia el norte cogiendo altura, con sus curvas y repechos, mientras se hacía con el perfil de la montaña. Hasta llegar a un collado a unos 1.800 metros, a partir del cual ya comienza a bajar al otro lado de la montaña, y es aquí cuando giramos a la derecha y arriba, hacia el este ladera arriba, para que en menos de 200 metros llegáramos a la cima de la Peña de Moratalla (1.968 mts.). De todos los amigos que salieron acompañándome, solo Víctor Manuel Zamora llegó a la cima conmigo, el cual llamó a su madre desde allí para decirle que “estaba en el monte con el Terri”. En la bajada, que fue deshaciendo el camino, nos cogió al atardecer y las sombras de la noche que comenzaban a caer y hacerse más evidentes; y al pasar por las paredes derruidas del Cortijo El Mosquito, un escalofrío recorrió nuestro cuerpo: por culpa a las sombras las ruinas de la gran casa se habían convertido en “guarida de sombras y seres de la noche”, del que si hubiéramos oído un crujido, hubiéramos salido corriendo “pies para que os quiero”… pero no oímos nada y sí una pequeña historia de cimas y montaña que contar al resto de amigos.
Pocos años después con mis nuevos amigos de montañas Jesús Santana, Quique e Infi, salimos el invierno del 2.005 hacia este lugar; ya nos decidimos de dejar de subir tanta Sagra y visitar más las interesantes montañas de su alrededor, y ésta para Jesús tenía especial relevancia por ser el techo de Albacete, y lo quería para su colección de “techos de España”. Con lo que el 15 de enero de ese año salimos camino de Caravaca de La Cruz y antes de llegar a salir de la provincia de Murcia, nos desviamos en busca de la simpática población de Cañada de La Cruz. Desde aquí cogemos un camino que sale por su oeste, por la que llaman Camino Rural Fuente de La Carrasca que coge una dirección oeste, como queriendo rodear la sierra por sus laderas sur que ya nos irán quedando enfrente, la misma Sierra de Taibilla; a nuestra derecha y casi atrás, al norte de Cañada de La Cruz habremos dejado otra alta montaña, el techo de Murcia: el Revolcadores.
Llega un momento que la pista llega a un cruce, a la derecha sigue el camino que llaman De Los Calarejos, menos usado. Puede ser que la pista ahora esté asfaltada o cementada, la que llaman Camino Rural Fuente de La Carrasca, que sigue hacia la izquierda y oeste, pero el camino que sale a la derecha y hacia el norte justo en una doble curva, no, sigue siendo de tierra. Giramos por este camino, De Los Calarejos, pero enseguida buscamos sitio para aparcar el coche, ya que queremos entrar en la sierra caminando desde el llano, viéndola venir poco a poco. La pista, que ahora puede ser que esté asfaltada, sigue hacia el oeste en busca de la aldea de La Fuente de La Carrasca, que es otro punto para subir a lo más alto de la Sierra de Las Cabras; bordeando por el llano al sur y alejada de las faldas de la sierra; por ello el nombre del Camino Rural Fuente de La Carrasca.
El día es soleado pero frío, como toca. Las nieves ya habían tocado y caído en esta zona de la península días antes, aunque el sol había fundido toda aquella que no estuviera oculta o escondida entre las zonas de umbrías de la sierra, entre las zonas boscosas. Salimos de los coches y seguimos el camino acercándonos a la sierra, que se yergue al frente con su porte de gran sierra mediterránea de interior, como continental, por el clima más frio y menos árido pero con esos toques mediterráneos inconfundibles. La idea es entrar en la sierra por la apertura de la montaña, hueco o vallecillo que vemos enfrente. Si tuviéramos que distinguir las montañas que tenemos enfrente, a la derecha quedaría la Sierra de Taibilla, y a la izquierda la parte este de la Sierra de Las Cabras. Pero son la misma sierra, la misma formación… a todo el conjunto ya he decidido llamarla Sierra de Taibilla, pero con la parte donde está la zona más alta, que llamaremos Sierra de Las Cabras.
Nos saldrá un camino a la derecha y más adelante otro a la izquierda. No les hacemos caso, nosotros recto hacia el noroeste. Además, justo el segundo camino que nos sale a la izquierda está junto al arruinado y ya mencionado Cortijo de El Mosquito… que recuerdos. Las paredes inacabadas y las estériles ventanas nos llaman la atención… debió de ser una gran construcción, un gran edificio esta casa. El fondo del barranco se nos queda a la derecha, mientras seguimos este camino principal, a la vez que comienza a coger algo de altura, y nos vamos adentrando en la montaña, en la sierra, el barranco, el hueco, se convierte en vallecillo y las laderas boscosas o más peladas, según la orientación de las mismas, se nos van acercando. Y por fin descubrimos la nieve, entre las sombras de las laderas de umbría, entre los pinos de los bosques que estaban ocultos al otro lado, del lado por el que venimos.
Seguimos el camino que poco más adelante hace un giro, una curva, deja la dirección noroeste para seguir hacia el noreste, y dejando a la izquierda otro vallecillo entre las laderas y lomas de la sierra. Poco más adelante nos quedan las ruinas de otra casita, esta vez más pequeña, es el Cortijo del Mosquito de Arriba. Normalmente todas las rutas que se quieren acercar al Alto de Las Cabras desde este lado de la sierra comienzan junto a esta casa, que llaman la del Mosquito, y justo aquí el camino comienza a girar siguiendo la forma y perfil del vallecillo, del barranco, el cual no hemos dejado de tener a la derecha.
La nieve hace acto de presencia en nuestros pies, y el camino se vuelve blanco al cruzar esta zona de umbría y bosque. Al tiempo el camino cruza un puente en una curva algo cerrada, por aquí aparece otro camino de herradura o ancha senda a la izquierda que parece se quiere internar en la sierra por otro vallecillo. Dejamos el camino principal para coger este camino de herradura hacia la izquierda y oeste. La nieve en el fondo de este vallecillo sigue siendo bastante abundante, y el bosque importante. A los pocos metros nos encontramos una senda o camino de herradura a la izquierda. Por esta será por donde bajemos; mientras seguimos el simpático y nevado camino por el fondo del barranco hacia el noroeste, donde metros adelante y después de brincar del barranco que nos quedaba a la izquierda, a otro paralelo al otro lado de un cordal montañoso, vemos, ahora sí, el desvío a la izquierda para coger una senda hacia el oeste por el fondo del nuevo barranquito. Dejamos el caminito y barranco con dirección noroeste, sureste, para coger este que va de este a oeste. La idea es coger esta senda que al tiempo comenzará a subir por la ladera de solana del barranco, del vallecillo, en donde el bosque aparecerá con ejemplares más dispersos y la nieve irá desapareciendo al ser una zona más tocada por el sol.
La dirección que ahora llevaremos es siempre oeste, por la parte alta de la sierra, al menos buscando la parte alta, aunque no siempre tocando la cima de la montaña. Ahora a la derecha y norte aparecerán una serie de montañas y peñascos rocosos que hacen las delicias de nuestras cámaras, visten la montaña con más espectacularidad y le dan un toque más escarpado al paisaje. Como El Cacarines; cima que se puede visitar desde el recorrido que estamos haciendo, ya que estamos subiendo al collado o cordal que une el mismo pico al norte con el resto del cordal cimero de Las Cabras, al sur. Entonces aquí tendremos a la derecha y norte El Cacarines y a la izquierda y sur, el cordal que tenemos que seguir por su umbría, hacia el oeste. Pero nosotros dejaremos atrás estos peñascos y muelas que quedan al norte, solamente tenidas en cuenta para hacerles fotos.
Nos paramos para descansar y almorzar; justo con vistas al Cacarines, en el collado del cordal mencionado. Volvemos a caminar por el lado de umbría de la montaña, pero con la rocosa cima no muy lejos a nuestra izquierda. Ya nos encontramos en plena Sierra de Las Cabras. Las nombradas rocosas cimas que dejamos a nuestra izquierda, les falta poco para llegar a los 2.000 metros. Ahora aparece de nuevo la nieve, junto a una senda por una parte más rocosa, pero a la vez boscosa, en dirección oeste y encaramándonos en un momento determinado a la roca, comenzamos a coger altura, sin perder la senda marcada en la tierra y con sus hitos. Al fondo vemos uno de los picos más altos de la sierra que comparte cima con La Atalaya, queda como al final de este cordal cimero de la sierra; es el Alto de Las Cabras. Vamos en dirección a esta cima.
Llega un momento en que la senda sube a la parte más alta de esta montaña, un espacio casi llano, casi horizontal totalmente rocoso, pedregoso, sin un árbol, un amplio altiplano que deja el paisaje libre de obstáculos. Pero no dejamos de seguir hacia el oeste. A nuestra espalda quedara una muela volcada, más espectacular o preciosa si cabe desde la distancia, El Cacarines.
Caminando por este altiplano o meseta rocosa, llegamos a un punto de roca, un paso con una pequeña trepada o destrepada entre rocas casi verticales caracterizadas por tener un pino en medio de todo el roquedo. Es emocionante, pero nada difícil y sí entretenido. Le da su toque divertido a esta ascensión al techo de Albacete. Y después de superar esta pequeña pero obligada barrera rocosa, desde su parte más alta, solo tenemos que seguir caminando hacia el oeste, donde ya, caminando algunos minutos más, llegamos a la cima del Alto de Las Cabras.
El Techo de Albacete en la Sierra de Las Cabras lo forma una amplia cima, rocosa, pedregosa, con muy poco espacio para la vida vegetal, pero también como si fuera una especie de meseta kárstica fría y casi desolada. Este altiplano es como si fuera la confluencia de dos cordales montañosos paralelos, que se unen en el centro de estos y en su parte más alta creando este imperfecto altiplano a más de 2.050 metros de altura, entre uno y el otro. Al norte quedaría el cordal cuya cima es el Alto de Las Cabras con 2.081 metros de altura; y al sur de ésta, al otro lado del altiplano, está la cima del cordal sur, que al igual que el anterior, tiene su parte más alta en esta zona: La Atalaya, de 2.083 mts. Curiosamente el Techo de Albacete y el punto más alto de la Sierra de Las Cabras-Taibilla, no es el Alto de Las Cabras, si no su hermano del sur La Atalaya. Resumiendo, se podría decir que la cima de esta sierra es una meseta con el Alto de Las Cabras al norte y La Atalaya al sur, con todo un amplio llano rocoso que une o separa estas cimas y los valles de los barrancos a cada lado, a este y oeste, los mismos barrancos que separan los cordales mencionados. Este es el Techo de Albacete.
Descansamos en la rocosa cima del Alto de Las Cabras, un alto hito de piedra así lo atestigua; hoy día creo que hay un pilón o eje geodésico. Comemos algo, es cerca o mediodía, y para postres las sobras de los duces de Navidad; como marca mi tradición montañera, con lo que comparto una redonda torta de chocolate que hace las delicias y risas de mis amigos y compañeros de montañas. El tiempo se mantiene estable con nubes altas y neblinas en el horizonte; pero con el frío normal del invierno en la alta montaña continental mediterránea. La nieve se ha quedado oculta en los rincones sombríos del bosque y de la sierra, y aquí arriba, como en las zonas de solana, ya la ha fundido el incesante sol.
Pero debemos de hacer la otra cima, la más alta por dos metros, de la Sierra de Las Cabras, La Atalaya. Con lo que seguimos caminando por la cima de la sierra, por este altiplano o meseta ya mencionada, hacia el sur, y llegando al final del altiplano giramos hacia el este pocos pasos para subir a la cima de La Atalaya. Estamos a 2.083 metros. Las vistas desde aquí son excepcionales, sobre todo si miramos hacia esa montaña alta, elegante, casi monstruosa y espectacular mirando al suroeste, sobresale y llama la atención comparada con el resto de montañas, estén más alejadas o cercanas, y desde la cima de ella, fue cuando por primera vez me fijé en las cimas de la Sierra de Taibilla-Las Cabras… hablo de La Sagra… excepcional.
El día se ha aguantado pero ya es hora de volver al coche, ya tenemos hechas las cimas de la Sierra de Las Cabras, el punto más alto de Albacete. La vuelta es sencilla, es desandar el camino, lo recorrido, hasta un punto en el que giraremos para bajar por otro valle, por otro barranco, el primero que vimos a la izquierda cuando dejamos la pista principal y cogimos el caminito que se internaba sierra arriba hacia el oeste…
Volvemos a la cima del Alto de Las Cabras, seguimos hacia el este y destrepamos o trepamos el paso rocoso con ese pino en medio erguido casi milagrosamente, seguimos hacia el este desandando el camino, ahora lo hacemos por ese otro altiplano rocoso en que ahora tenemos enfrente El Cacarines, que a la subida habíamos dejado a nuestra espalda. Justo cuando llegamos a las inmediaciones del collado entre las alturas de Las Cabras y El Cacarines, después de sobrepasar esa zona, debemos de estar atentos ya que será cuando dejaremos de desandar lo recorrido en la subida para girar al sureste en busca de otra bajada, de otro barranco, como ya he nombrado antes, paralelo al barranco por el que hemos subido y llegado hasta este collado o cordal, pero más al sur. Giramos a la derecha levemente. Justo antes de que el suave altiplano rocoso acabe convirtiéndose en un cordal o brazo, seguimiento de la misma sierra hacia el este.
Hay muchos barrancos y vallecillos de éstos por aquí, es casi un laberinto entre las sierras de Las Cabras y la de Taibilla. Da la sensación de que se abre un hueco entre las montañas a un lado y otro, bajando de nuevo en dirección al fondo del vallecillo, del barranco, donde el bosque vuelve a aparecer. Mientras comenzamos la bajada al barraco reconoceremos que vamos por buen camino por que enfrente algo a la derecha, veremos una montaña la cual el bosque le llega hasta la cima, y parece que tiene varias alturas; son los Cerros del Mosquito. Bajo ellos al otro lado, en sus laderas este, se encuentran las inmediaciones de los cortijos del Mosquito.
La senda baja poco a poco hasta el fondo de barranco, la nieve de nuevo, abundante aquí abajo escondida del sol y acogida por la humedad y las sombras, aparece de nuevo en un paisaje salvaje de montaña mediterránea continental, de interior, con el bosque y los perfiles solitarios, inhabitados. Una vez abajo la nieve marca una especie de camino de herradura o ancha senda que sigue por lo más hondo hasta la salida del barranco, del vallecillo.
Las sombras del atardecer comienzan a ganar terreno, por suerte el tiempo no ha empeorado. Salimos del barranco al camino que seguía hacia el noroeste en cuyo punto habíamos dicho “por aquí saldremos a la bajada”. Aquí ya solo tenemos que seguir, girar a la derecha y ya desandar el camino que derivará en el Camino Rural de Los Calarejos, el cual lo seguiremos hacia la derecha y bajando hacia el sureste, pasando por las ruinas de las casas y cortijos de Mosquito, como a la subida, saliendo de la sierra hasta llegar al punto donde habíamos dejado el coche.
Acaba aquí la única y excepcional visita que le he hecho al Techo de Albacete, a la Sierra de Taibilla y a las alturas de a Sierra de Las Cabras, montañas solitarias, casi parameras, casi salvajes, con la altura, el frio y la tranquilidad de estas tierras como tarjeta de visita, en la encrucijada de provincias y sobresalientes del altiplano del sureste peninsular. Roca, bosques y terrenos esteparios con claros síntomas de clima mediterráneo continental, donde la roca caliza parece granito coloreado y los espacios son enormes y poco habitados. Precioso y magnífico.