Dentro de nuestro interés por recorrernos o descubrir todas las montañas o rincones montañosos de nuestra tierra Alicante, Jesús Santana me habló de una de las sierras más al norte de la provincia, que justo su cima y ella misma hacia frontera con Valencia; y las ganas que tenía de visitarla y de subirla.
Además esta misma sierra tenía una formación orográfica en su lado este, que era la más importante, técnica o famosa de la provincia: una cresta con pasos de Vº o VIº, larga, que comienza casi en la base de la sierra, desde el fondo de Barranquet de l’Aigua, y llega hasta la rocosa cima más alta de la sierra. Es de las pocas crestas señaladas y mencionadas en los mapas geográficos físicos por su importancia, espectacularidad y relevancia… hablamos de la Sierra del Benicadell y su Cresta. Que cierra por el norte la comarca de El Comtat en Alicante y por el sur la Vall d’Albaida en Valencia.
Aunque no tocaremos la Cresta del Benicadell, organizamos una actividad para subir hasta su cima por un recorrido señalizado por el P.R. CV-184, cogeremos parte del recorrido señalizado, no entero, en el que participaran muchos compañeros del Centro Excursionista Almoradí y otros amigos simpatizantes como alguno de Orihuela. Para ello nos acercamos hasta la población de Gaianes, en El Comtat, cogiendo un desvío en las cercanías de Mur d’Alcoi hacia el este, saliendo a la plana de esta comarca, La Plana de Trevadell, y como si nos quisiéramos meter en el estrechamiento de un valle que vemos al fondo de este llano… como si fuéramos en busca de Lorcha y su cercana montaña La Safor; pero parándonos justamente en el primer pueblo que nos encontramos después de salir de la autovía: Gaianes.
En Gaianes preferimos coger una calle y virar hacia el norte en busca de la Ermita de San Francisco de Paula, la cual queda entre la sierra y Gaianes. Aparcamos en las inmediaciones de la ermita y hacemos la primera parada y foto del recorrido, ya que el trayecto en coche ha sido largo. El día es soleado y caluroso para la época que estamos, como es este febrero del 2.005, vamos de manga corta. La sierra que observamos desde aquí y es la que vamos recorrer, la descubrimos muy árida, descarnada y rocosa, con campos o bancales de secano aterrazados, arriba de los mismos una ladera inclinada pero casi desnuda de arbolado, y arriba de ella una magnífica barrera o muro rocoso, una pared continua e infranqueable que hace a la sierra, a esta montaña, espectacular y especial… podemos darnos una idea de cómo podría ser su cresta, su cresta bicéfala o viperina, la cual ya vimos a lo lejos mientras subíamos a La Safor.
En busca de un paso en esa pared, en ese muro, debemos ir, subir, para cabalgarnos sobre su cima. Un bosquecillo o pinada rodea el lugar de la ermita, del blanco edificio. Más arriba nos encontraremos otras pequeñas pinadas de árboles repoblados. Da la sensación de que esta sierra ha sufrido incendios, como muchas de nuestras montañas. Debemos seguir las marcas del P.R. CV-184, no dejaremos de seguirlas en ningún momento. Y las marcas siguen el mismo camino que hemos cogido para subir a la ermita desde Gaianes, que sigue por detrás de ella hacia el norte, montaña arriba, recto por lo que parece ser una pequeña loma o brazo de la misma sierra que baja perpendicular a ella, casi inapreciable. Es un camino de herradura que nos subirá teniendo enfrente el espectacular muro rocoso, esa pared continua y sobresaliente de la sierra.
El camino cruza otra pista asfaltada perpendicular que sigue el perfil de la sierra, paralela a su orientación. La cruzamos y nuestro camino sigue al otro lado. Cuando dejamos atrás una pequeña pinada, y a la derecha un edificio que parece una balsa o depósito de agua cerrado. Nuestro camino a seguir también se asfalta, pero el asfalto solo durará unos metros, y comienza a subir la sierra con un zigzag… en la siguiente curva dejaremos lo que parece ser otro depósito a la izquierda. Seguimos el camino con su zigzag superando el desnivel, que cada vez es más evidente, montaña arriba. Detrás nuestro las vistas poco a poco se van ampliando, magnificando, el llano de la Plana de Trevadell habitada por pueblos como Muro de Alcoy, y cercada por sierras como la magnífica y bella Mariola, que será nuestro faro más cercano, con unas vistas impresionantes hacia ella desde esta montaña, mirando hacia el este, sureste.
Llega un momento que el camino hace un giro cambiado de dirección y desapareciendo sus zigzags, de subir en dirección norte, ahora cambia a noreste, es aquí cuando a los pocos pasos descubrimos una ancha y bien marcada senda a la izquierda que quiere subir montaña arriba sin dejar la dirección norte. También el P.R. CV-128 sigue por aquí, entonces dejamos el camino para ahora seguir por senda, por una pelada ladera montaña arriba, y casi recto.
Esta senda pasa por el paraje de la Cova Negra, pero me parece que no hicimos mucho caso al lugar. Sigue subiendo y se interna en la sierra con más pendiente, en busca de la base de esa increíble pared y muro que hemos tenido siempre arriba y que recorre toda la sierra. La ladera está aterrazada, no sé si por antiguos y pequeños bancales de agricultura o para que las aguas torrenciales no bajen a toda velocidad devastadoras por la pelada ladera.
Justo antes de toparnos con las paredes altas y majestuosas del Benicadell, la senda ha hecho otros zigzags para llegar a ellas, pero observamos que hay otras sendas paralelas casi pegadas que son más rectas. Hay que seguir la senda más cómoda de subida y las marcas del P.R. para no destrozar un terreno algo árido y fácil de erosionar. Llegados a un punto la senda gira a la izquierda hacia el oeste, no hemos dejado de subir y coger altura, para buscar un paso entre el muro de roca, entre la pared, que nos suba al cordal cimero de la sierra, y así lo hacemos.
Llegamos al cordal cimero donde ya podemos ver o intuir la otra vertiente, la norte, más verde y menos árida, y otra comarca, la Vall d’Albaida. La senda hace otro giro como evitando la parte final y minúscula de la pared, del escarpe de la sierra, donde se encuentra otra cueva, la Cova dels Pilarets, y gira hacia el norte buscando otra senda que sigue la sierra por toda su cima en su misma orientación y dirección de oeste a este. La cogemos hacia la derecha y oeste, ya al otro lado de la pequeña cresta o escarpe rocoso de la parte más alta del cordal cimero. Ahora iremos en busca de su punto más alto, la cima del Benicadell. El cual, si hemos vuelto la mirada antes de llegar a este colladito o paso para volcar a la otra vertiente de la sierra, la hemos tenido a nuestra espalda como un torreón rocoso y sobresaliente entre las paredes y muros de la sierra. Espectacular.
Al poco tiempo de seguir esta senda casi en la cima de la sierra pero más bien por la vertiente norte, hacemos una parada en una antigua construcción muy extendida por las sierras más altas de Alicante: una Cava o Pozo de Nieve. Paramos para curiosear y hacer fotos. Ya estamos a más de 1.000 metros de altura. El paisaje y aspecto de la sierra ha cambiado, en el lado de umbría, a pesar de que los incendios también habrán hecho su mella, hay más verdor y vegetación en un clima menos árido y más Mediterráneo. Ahora hay más pinadas y pinos que intentan abrirse camino en su vida en esta montaña, matorrales sanos de carrasca y con un verdor más vivo.
Dejamos el Pozo de Nieve que conserva su techo y todo, para seguir la senda hacia el este, noreste. A la izquierda aparece una senda de bajada también severamente marcada, no le hacemos caso. No debemos bajarnos de la altura a la que nos encontramos y seguir en dirección a la cima de la misma.
Llegamos a una especie de ondulación o collado de la sierra, y por fin el perfil de la misma nos deja ver y descubrir el recorrido que queda, de la senda bien encaramara e incrustada al terreno, de la subida al punto más alto del Benicadell. Con un zigzag metido en la única ladera sin paredes o roca vertical, encrespada de la misma, y marcada por dos vertientes a cada lado, de esas mismas paredes y escarpes verticales rocosos… porque por el lado norte, también aparecen otros muros, otras paredes quizás menos extensas o llamativas que las del lado sur, cosa que tampoco podemos comprobar en este recorrido. Hacemos fotos. Ha sido como descubrir un tesoro, “Allá arriba queda el buscado pico de Benicadell”.
Y así es, seguimos la senda, las marcas del P.R. con el destino y recorrido ya fijado por la mirada, montaña arriba, en zigzag. Arriba del mismo, después de haber cogido altura, comprobamos que la montaña, el pico o punto más alto del Benicadell, es un promontorio rocoso, una punta roma rocosa y casi pequeña en comparación con el resto de escarpes y perfiles rocosos de la sierra, pero que se alarga hacia el este, como buscando el final de la Cresta que lleva su nombre y que le queda al este.
Una vez arriba, es un pasillo de roca con abismos a ambos lados, con escarpes rocosos casi verticales a ambos lados, como si se tratara de una cresta que han quitado la sierra de sus puntas y hayan dejado dicho pasillo por el que poder pasar sin necesidad de acercarse a los precipicios. Excepcional. Ya vemos la cima del Benicadell al fondo de dicho pasillo o paso rocoso cimero, el pilón del eje geodésico así nos lo atestigua. La senda es ancha, casi como un camino de herradura antes de comenzar a tocar la fría y gris roca nuestros pies. Es una ruta muy recorrida y querida por los montañeros y lugareños, señalada y marcada. No tiene pérdida.
Y con un resplandeciente sol pero con algo más de fresco, ya nos ponemos manga larga, paramos en la cima del Benicadell a 1.104 metros de altura. Estamos en la rocosa cima del Benicadell, hacemos fotos al paisaje. Nos sorprende y reconocemos la espléndida y majestuosa Sierra Mariola, al sureste, con El Montcabrer con una forma extraña desde aquí; también las vistas hacia el este, con el alto macizo de La Safor sobre la Vall de Perputxent que es el final de la Plana de Trevadell si seguimos el curso del famoso Río Serpis… incluso a la derecha y muy al fondo de La Safor descubrimos una escarpada y pequeña montaña pero con un perfil de promontorio con lados verticales, más al fondo que otras pequeñas montañitas que quedan delante de aquella… es el Montgó, la última montaña de Alicante hacia el este antes de que el Mar Mediterráneo lo engulla todo. Fantástico.
Después de descansar y admirar el rocoso y aireado lugar, las vistas y objetivo conseguido, decidimos bajar del pico en busca del coche. También descubrimos que es una montaña muy visitada y paseada por muchos montañeros y excursionistas, pero sobre todo vienen del lado norte, de las poblaciones y sendas, caminos, que vienen de la Vall d’Albaida, desde Beniatjar, Salem, Otos… incluso hay un grupo de una asociación excursionista que han venido con más de 50 o 100 personas. Increíble.
Comenzamos a bajar. Lo que no veíamos a la subida, por que quedaba a nuestra espalda, ahora lo tenemos delante. Y me fijo en la forma del resto de la sierra hacia el oeste, desde la cima del Benicadell: se distingue perfectamente las dos vertientes de la sierra separada por unas laderas empinadas y algunas crestas, barreras o muros rocosos que desde este punto se ven de lado, y no de frente, cogiendo la orientación de la sierra… me recuerda las vistas desde la cima del Cantón, esa loma de La Colorá enfilada con las dos vertientes como el lomo de un animal gigantesco, ancestral y antediluviano. Fantástico. Además observo las diferentes terrazas de las diferentes formaciones rocosas, esos muritos que parecen se superponen en la vertiente sur, menos en la vertiente norte.
Deshacemos la ruta recorrida. Es un recorrido lineal, no hacemos ni circular ni nos desviamos. Bajamos de la cima y seguimos la senda por el lado de umbría en busca de aquel Pozo de Nieve. Pero lo podemos evitar pasando algo más debajo de él, por una senda que lo circunvala pero que es la misma marcada y señalada. Llegamos al collado al otro lado de los escarpes rocosos y giramos a la izquierda, en busca de la vertiente sur de solana, y también seguimos las marcas de P.R. CV-184, igual que a la subida, pero ahora en busca de Gaianes y la Ermita de San Francisco de Paula.
Volvemos a rodear las bases de esas torres, de las paredes, de los escarpes rocosos verticales que forman ese formidable muro. Al tiempo las dejamos a la espalda mientras bajamos rápidamente por aquella senda y camino hasta llegar al aparcamiento cercano a la Ermita de San Francisco de Paula, acabando aquí la actividad y visita a la Sierra de Benicadell. Es una pena que esta ha sido la única vez que pisé esta montaña, pero tiene formidables recorridos y escondites, perfiles y caminos para visitarla más de una vez, más de una excursión; sobre todo el recorrido que pasa por la base del comienzo de la famosa Cresta de Benicadell, que como la parte más técnica de la de Bernia, no he llegado a acercarme o admirarlas de cerca… aunque no tenga equipo ni cuerpo para éstas tan exigentes. Valdría la pena repetir; sin dejarse engañar por el carácter árido de su cara sur, esconde lugares y sitios originales y únicos, como su forma escarpada de lisa y vertical roca que forma esos muros con sus excepcionales perfiles y extensión.