Ya hace más de 14 años que realizamos esta expedición, este viaje, estas ascensiones, esta aventura, pero ya iba siendo hora de comenzar a escribirla, ya que cuanto más tiempo pasase, más difícil es recordar muchos de aquellos momentos o detalles de la expedición, aunque también debo de decir que muchos de ellos son Inolvidables, imposibles de olvidar.
Para ello comenzaré a escribir la aventura si acaso por lo más difícil, el principio, que siempre me ha ido dando vueltas por la cabeza, el comenzar de cada expedición u objetivo de la empresa, es siempre lo más difícil de explicar, el por qué, los preparativos, la información… ya que el relato en sí no tiene más que transmitir lo vivido, como una vieja guía y descripción de los lugares, pero creo que ya se acerca la hora de dar una explicación al sentido y prólogo de la aventura.
Con lo que entre mis fieles recuerdos de las anécdotas principales, el Cuaderno de Viaje de mi fiel amigo y compañero de grandes montañas, Jesús Santana, y mis recuerdos a veces borrosos por el tiempo, por la singularidad del momento o por la importancia del mismo quedado en el lugar menos apropiado de mi cerebro para después ser recordado o descrito, os escribiré este diario, estos relatos, sobre la aventura de la Expedición a Ecuador 2.006, contando aquello ya escrito y bien recordado, las anécdotas inolvidables y aquellas que igual el tiempo ha distorsionado entre la realidad y lo que creo que ocurrió, intentando ser lo más fidedigno a lo acontecido, a lo vivido, a lo experimentado. Seguramente me dejaré algún detalle y otros no serán exactos, pero intentaré transmitir la esencia de lo que fue esta increíble y única experiencia de nuestra primera Expedición, primer viaje a los Andes, a América.
Sin duda esta expedición fue un antes y un después en nuestras vidas, ya no solamente montañeras si no personales, al menos en mi caso; la expedición del año siguiente también, la de Bolivia 2.007, pero fue como “una extensión” de esta extraordinaria vivencia en las montañas y tierras ecuatorianas. Fue un hito en mi vida, un punto de inflexión en muchos aspectos, que quizás no en el mismo momento nos hiciera mella en nuestras mentes y cuerpos, pero si lo pudo ir haciendo a lo largo de los meses o años siguientes. Pero debo decir que fue un viaje y experiencia extraordinaria, de aquellas muy difícil de repetir, tanto en lo bueno como en lo malo, algo de lo que No arrepentirse, pero también algo imposible que se pueda volver a Repetir.
Los Andes. Sudamérica.
Desde mediados de la década de los años 90 esos viejos montañeros del Centro Excursionista Almoradí y simpatizantes, amigos, de los pueblos cercanos, de alrededor, no paraban de salir, si tenían que hacer alguna expedición, a la Cordillera Andina desde Venezuela hasta Argentina o Chile. Desde aquel equipo del Grupo de Formentera de Segura, llegara a la cima del Aconcagua por allá por el año 1.991, invierno del 1.992, con Miguel Ángel y José Antonio Ballester como héroes que coronaron sus 6.962 mts., en los años sucesivos los viajes a países y montañas andinas se sucedieron.
Eran las montañas escogidas si querías subir montañas de más de 5.000 o 6.000 metros, ya que los países cumplían las características o condiciones ideales para ser nuestro objetivo: eran países baratos y hablaban castellano, por lo que nos podíamos entender con las gentes y guías sin tener que aprender el inglés. Aparte muchas de esas montañas era semisalvajes, no estaban tan masificadas o explotadas como los Alpes o nuestros Pirineos, ya que la pobreza de aquellos países hacen que tengan menos turismo de interior y peores infraestructuras… con lo que fue y es el destino perfecto para pasar 15, 20 días o un mes, una aventura fenomenal y extraordinaria en montañas alucinantes, enormes, altas y casi salvajes… también tiene otro aliciente, según el país que se escoja (Perú, Bolivia, Ecuador…) y es el hacer una visita a la extraordinaria, mágica y majestuosa Selva Amazónica, una vez acabada la aventura en las altas, heladas y solitarias montañas de los Andes.
Después de haber ascendido nuestro primer cincomil, el Elbrus, en el verano del 2.003, ya iba siendo hora de ir escogiendo otras montañas más elevadas, no demasiado más exigentes o de características parecidas… No volveríamos al Cáucaso, a Rusia, eso lo tenía yo muy claro, con lo que si no queríamos ir al centro de África o a las cordilleras Himaláyicas, nuestro siguiente objetivo para subir otro cincomil era Sudamérica, y si hablamos de un seismil, el destino de Sudamérica estaba mucho más claro.
En un principio por la situación personal, económica y laboral, solo Jesús Santana y yo nos aventuramos a organizar esta expedición. Esperamos a que dichas situaciones fueran las idóneas y estables. Nuestro inseparable compañero y montañero Quique Segura e Infi (su actual mujer y prima de Jesús Santana), se lo estuvieron pensando ya que su situación no estaba tan clara como la nuestra. Ya teníamos afianzados nuestros gastos de pisos, casas, con los ingresos en nuestros trabajos, más seguros en estos últimos años, con lo que sí nos podíamos permitir el enorme gasto (siempre nos parecerá enorme) de volar a Sudamérica y estar 20 días en un país del nuevo continente con todos los gastos que eso conlleva. Ya iba siendo hora de preparar una buena expedición (sin despreciar los buenos momentos y montañas de Los Alpes… pero los Alpes quizás por su proximidad, no parece tan “Expedición”, además de los altos costes de Francia o Suiza) … total que Sudamérica tenía todas las cartas para que nuestra próxima expedición se dirigiera a la cordillera más alta y espectacular que alberga.
Pero… ¡¿Dónde ir? ¿A qué país ir? ¿Qué montañas subir?!
Descartando las más altas montañas de la cordillera que están en la frontera entre Chile y Argentina (Aconcagua, Ojos del Salado…), la idea se gestaba entre los países de Bolivia, Perú y Ecuador, donde existían picos de más de cinco y seis mil metros; curiosamente en Ecuador solo tenían una montaña que superaba esos seis mil metros. Por otro lado, ya que nos “iniciábamos” en la alta montaña andina, debíamos escoger unas montañas las más asequibles posibles, o cómodas, dentro de sus posibilidades, pero con altura y resonancia mediática, o sea, que fueran famosas y desafiantes. Entonces encontré la premisa o condición de “hacer las montañas más altas de cada país”, con lo que el objetivo cambiaba de forma que intentaríamos hacer la montaña más alta del país andino al que fuéramos… poco a poco se iba cerrando el círculo.
Había otra premisa, otra condición, la experiencia de nuestros compañeros que ya estuvieran allí, que ya hubieran visitado los mismos lugares, subido las mismas montañas… con lo que nos “asesoraron” dos personas para ello: Javier Berenguer, José Antonio Ballester, Manolet… El primero ya había hecho muchos viajes, y más que haría, a los Andes en diferentes países, pero no hacía mucho que habían estado en Ecuador, o el año anterior a nosotros o hace dos. Y es entonces cuando nos cuenta su experiencia y relación con la empresa de un hombre con nombre de Descubridor o Antiguo Conquistador: Rodrigo Donoso, y la empresa Alta Montaña, con ellos se habían acercado y casi subido a la cima del explosivo volcán Tungurahua, de cinco mil y pocos metros de altura, pero en aquellos años un volcán muy, muy activo (recuerdo la foto o relato de Paco Martínez “Kulata” cuando llegó a la cima de esta montaña cuando el volcán no había despertado). Nos dio muy buenas referencias y nos dio muy buenas vibraciones.
El otro compañero que nos habló del país al que podíamos ir como el primero de una serie de expediciones por los Andes, o como el primero de puerta de entrada a este tipo de viajes, tenía que ser Ecuador; y el que nos lo dijo fue José Antonio Ballester: por alguna razón Ballester se enteró de nuestras ganas de ir a Sudamérica, o puede que ya lo hubiéramos hablado con Javi y ya estuviéramos medio decididos en ir a Ecuador y fue entonces cuando Ballester nos aconsejó. Fui a su casa y nos pasó una vieja proyección de diapositivas con su proyector y todo, de esas de los años 90, de las fotos que hicieron en esa expedición a Ecuador. Uno de sus principales objetivos fue hacer la montaña más alta del país y el único seismil: el Chimborazo; y nos narró mientras veíamos las diapositivas sus experiencias y éxitos conseguidos. El Chimborazo era una montaña dura, alta y peligrosa; no peligrosa porque fuera muy técnica si no por los numerosos y abundantes desprendimientos que sufre una parte de la montaña, que es la de subida, en cuanto el sol comienza a romper los cristales de hielo que une las pequeñas piedras o rocas de su inestable terreno volcánico. El Chimborazo es un pseudovolcán, un volcán muy antiguo que ya ha perdido su forma de volcán, por la erosión y paso del tiempo.
Curiosamente esa fue la única vez que amigos y compañeros del Centro Excursionista Almoradí y amigos montañeros del entorno, intentaron la cima del Chimborazo… ahora no recuerdo si Ballester llegó a su cima, yo apostaría a que sí, sin embargo un aliento de energía y anhelo crecía en mi interior: era subir una cima de más de seis metros y de las famosas, principales de la cordillera andina, pero virgen por parte de estos compañeros… el Chimborazo reunía esos condicionantes, con lo que puede que Ballester no llegara a la cima de tan indómita montaña… habría que preguntarle de nuevo hoy…
Y a la vez el sincero consejo de la experiencia del mismo Ballester, que dijo unas palabras parecidas a estas: “si queréis ir a los Andes, el mejor comienzo es por Ecuador”. Ya que las montañas no eran tan salvajes, eran altas pero con infraestructura, refugios, hoteles, en sitios cómodos, fácil de llegar, que hacía la subida de estas montañas lo más parecida a las europeas con las preparaciones y comodidad que tienen en su infraestructura… cosa que será más difícil de encontrar en los demás países andinos mencionados, con cordales más salvajes y peores infraestructuras… curiosamente las montañas de Ecuador tienen una disposición por las que, entre ellas, discurren las comunicaciones del país, hay poblaciones, ciudades, pueblos; no son montañas unidas por murallas de sierras infranqueables, son montañas solitarias de fácil acceso a su base. Magnífico.
Ya habíamos escogido: Ecuador, y sus dos cimas más altas del país: Chimborazo y Cotopaxi.
A Jesús también le atraía y fascinaba la idea de poder subir aquel que fue el volcán activo más alto del mundo (quitándole ese apremio el Ojos del Salado), y poder subir hasta su cráter y admirar el congelado, helado y enorme agujero de casi un kilómetro de diámetro a casi seis mil metros de altura… estoy hablando del mágico y extraordinario Cotopaxi. El cual hace no tantos años le estimaban una altura superior a esos seis mil metros, en la época de César Pérez de Tudela…
A partir de entonces comenzarían los preparativos del viaje, de la expedición, Javi nos dio las reseñas de la empresa de Rodrigo Donoso y comenzamos a hablar con él por mail, el cual nos preparó un calendario de actividades, de aclimatación, que al final salió un poco “sobre la marcha” con Base en la simpática Estación y Posada de Urbina… palabra que me hacía recordar incorregiblemente a aquellas montañas sorianas, los Picos de Urbión. Pero el vuelo y el traslado de Quito a Urbina, iría a cargo nuestro. Mientras le adelantamos por transferencia la reserva y algunos pagos de lo que nos iba a costar la estancia, actividades, guías… allí le pagaríamos el resto.
Mi empresa me da un premio por el trabajo del año anterior, y les pido que me pague el viaje de avión de España a Ecuador. No hay problema. Ya tenemos el pasaporte de viaje a Rusia, tenemos que vacunarnos contra aquellas enfermedades extintas o desaparecidas en Europa, pero que en la selva amazónica de Ecuador, sigue existiendo, como la fiebre amarilla, malaria, paludismo… recuerdo el ver las instrucciones y efectos secundarios de algunos de estas vacunas, con unos efectos secundarios que casi nos daba más miedo que la propia enfermedad.
Y sí, queríamos ver la Selva Amazónica en Ecuador. No se puede viajar a Sudamérica sin haber pasado alguna noche en esa increíble, extensa, magnífica, mística, formidable, fantástica, salvaje, viva y excepcional Selva Amazónica. Al menos pasar 3 o 5 días en ella después de hacer las grandes montañas. Manolet, Javi… nos explicaron lugares “turísticos” que se podían visitar en la Selva Amazónica de Ecuador, como la zona de Puyo… pero con Rodrigo solo hemos contratado el subir a las grandes montañas, la selva ya la contrataríamos allí. Jesús estaba emocionado: el Cotopaxi y la Selva Amazónica ¡¡Fantástico!!
Javi nos indicó un sitio para quedarnos a dormir la primera noche y puede que la última también en Quito al bajar o antes de subir al avión. No era un hotel tal y como conocemos como es un hotel, si no una especie de hostal, albergue con un restaurante, en la zona de Quito más bohemia, más hippy, donde los trotamundos, corremundos, en su mayoría occidentales, deambulan por sus calles, locales, bares… allí lo llaman Gringolandia supongo que por que está lleno de visitantes, esos turistas occidentales, norteamericanos o europeos sobre todo del índole mencionado. Barato y con un ambiente cómplice, común, encantador, entre iguales, exploradores, viajantes modernos, vagabundos de las montañas, como nosotros. Recuerdo a Zaida exclamar de alegría y nostalgia al describir o recordar el tiempo que pasó en El Cafecito en Quito, la vez que estuvieron en Ecuador en su última expedición.
Nos hacemos las maletas, mochilas, bidón… recogemos un bidón azul del Centro Excursionista Almoradí para meter el equipo y material de alta montaña: hierros, tienda de campaña, botas de expedición, bastones… después llevábamos una mochila de travesía y una maleta o bolsa cada uno, y, como no, la mochila de ataque. O sea que íbamos muy cargados para ser solo dos personas. Javi nos dio consejos de como ordenar y meter las cosas, el material en el bidón, ya que con los hierros se podría desgarrar, rajar o romper algo. La verdad es que me preocupaba más que el material no llegara, que el que llegara tocado. Ya contaba historias Manolet y otros amigos de que siempre había alguna maleta, macuto, mochila… que se perdía en estos viajes transatlánticos. Era casi como una costumbre, una tradición de las compañías áreas.
Las fechas escogidas serán desde mitad de julio hasta principios de agosto. Los aviones o viajes en avión son más baratos si la ida y vuelta son en meses diferentes. Con lo que saldríamos el 13 de julio y volveríamos el 3 de agosto… si no pasa nada… En un principio cogemos un avión en El Altet hacia Madrid de Iberia, y una vez en Madrid un vuelo directo a Quito con la compañía Air Madrid… compañía que cinco o seis meses después de nuestro viaje, quebró dejando a muchos ecuatorianos con el billete pagado y sin poder volar y sin que les devuelvan el dinero, poco antes de Navidad de ese año 2.006. Curioso.
Parece que ya lo tenemos todo preparado y listos, ahora solo queda que llegue el día para coger el avión y Jesús Santana y yo comenzar la Expedición de Nuestra Vida… nadie podía pensar lo que íbamos a vivir en este viaje, comenzando por la primera noche en Quito… Para relataros el viaje he copiado el Cuaderno de Viaje que Jesús Santana escribió en el mismo momento de acontecerse. Que me disculpe Jesús Santana y los lectores si me equivoco en algo o interpreto alguna palabra, frase o anécdota mal y distinta al significado que Jesús le quería dar. Mi intención es copiar literalmente lo escrito y expresar el mismo significado que Jesús Santana le quiso dar… Su escrito aparecerá en azul…