A mitad de madrugada, acabábamos de dormirnos como aquel de que dice, por fin hemos cogido el sueño agradablemente como hemos podido, es cuando Rodrigo nos despierta para decirnos que veamos con él el espectáculo del Tungurahua, la brillante e incandescente lava saliendo del cráter y bajando ladera abajo; que realmente debía de ser una imagen increíble y grandiosa. Pero el sueño y cansancio pueden más, y nos tomamos la llamada de Rodrigo como un episodio más de nuestros sueños… no sé si el americano, que parecía estaba más descansado o aclimatado, se había levantado para acompañar a Rodrigo en la observación del volcán. Ni si quiera sabíamos si por fin se había despejado y ya se veía el nocturno y oscuro paisaje, supongo que sí, si no, Rodrigo no nos hubiera avisado.
En el suelo he dormido regular. Amanece y Rodrigo nos despierta sobre las 6:30 diciendo que está despejado, y que se ven de maravilla todas las montañas y volcanes que rodean a ésta. El Igualata a 4.360 mts. esta en una estratégica posición en el centro de este universo montañero. Subimos abrigados a su cumbre (5 minutos) y nos maravillamos, el Tungurahua emite un hongo de cenizas y todo tiembla. Justo al amanecer salimos de los sacos y nos vestimos para admirar el paisaje. Esta vez sí que nos levantamos, nos hemos perdido el espectáculo nocturno y no queremos perdernos el espectáculo del amanecer, ya habíamos dormido bastante para estar más descansados.
Las nubes han desaparecido o se han quedado casi a ras del terreno por debajo de las montañas, formando un formidable “mar de nubes” y dejando las montañas con sus cimas y faldas completamente al descubierto. Subimos a la cima del Igualata que está justo arriba del cuartelillo, y como dice Jesús, en 5 minutos llegamos a sus 4.432 mts. de altura, y desde aquí el increíble y fascinante paisaje. Estamos en uno de los centros de la columna vertebral de la cordillera andina que cruza todo Ecuador y haciendo un giro de 360º admiramos, reconocemos y nos asombramos con todas las montañas, volcanes que nos rodean, contando parte de la alineación de esos mismos volcanes hacia el norte, formando dos o tres hileras de montañas, volcanes que se pierden en el horizonte hacia el norte.
Nos quedamos ensimismados mirando al Volcán Tungurahua. Lo tenemos al este. Es increíble. Es una montaña en forma de cono perfecto, con la típica forma de volcán, en el que una pequeña y casi inapreciable fumarola de humo negro sale de su parte más alta o incluso de uno de sus lados, más que del cráter cimero. Rodrigo exclama que se ha abierto otro agujero o cráter en la ladera norte, antes de llegar a la cima o cráter cimero, mirando a Baños, que es por donde sale la lava y el humo. Es precioso y asombroso a la vez. Poco a poco comienza o intenta salir el sol casi por detrás de este volcán, entre las nubes bajas blancas y algodonosas, y ese difuminado humo negro que llegado a cierta altura comienza su camino con los vientos del Oriente hacia el oeste.
El paisaje es emocionante y escalofriante a la vez. No podemos ver la lava brillante con la luz del día caer por las laderas del volcán, pero contemplamos esa salida de humo desde la parte más alta del mismo Tungurahua. Llega un momento que, por un motivo sobrenatural, mientras estoy admirando el resto del paisaje, me giro rápido a mirar de nuevo el Tungurahua, como si una fuerza sobrenatural, paranormal, me dijese que mirase de nuevo esta montaña. Al segundo de girarme para verlo perfectamente, de repente y seguidamente aparece, como si fuera una película de cine mudo, una extraordinaria y gigantesca columna de humo denso y muy negro, gris oscuro que sale a gran velocidad y muy alto desde el cráter del Tungurahua hacia el cielo, recto hacia arriba. Es como el disparo de un cañón gigantesco, enorme, hacia el cielo, saliendo la gigantesca nube de cenizas, polvo, humo oscuro, negro gris, subiendo a una velocidad también increíble, y formándose una nube de cenizas tan grande o más, como la misma montaña, el mismo volcán pero hacia arriba. La nube piroclástica tenía más altura y era más grande que la forma cónica del propio volcán, pensando que el Tungurahua tenía una altura de poco más de cinco mil metros. Pero todo se veía sin sonido, sin escuchar nada. Pacería una ilusión. Un espejismo vivo… pero no, era real, muy real, y alucinante, emocionante, sorprendente y casi amenazador, horroroso. Las Fuerzas de la Naturaleza, de la Tierra en todo su esplendor, con toda su magnitud. Nos dejó con los ojos abiertos como platos, inmóviles, casi en shock. Pensé en hacer fotos, pero mientras hubiera cogido la cámara y hubiera apuntado al objetivo me podía haber perdido parte del espectáculo, con lo que prefería que se quedará en la película de mi retina, de mi cabeza, y ahora que escribo esto, pasados 14 años, el recuerdo es muy vivo y emocionante, sin perder ni un solo detalle.
Al poco tiempo de admirar la explosión, la erupción del Tungurahua con esa gigantesca columna densa opaca de humo y nubes de cenizas, el aire comienza a rugir y el suelo a temblar, no sé si había pasado 1 minuto, menos o poco más; el terremoto creado por la erupción del Tungurahua llegaba hasta donde estábamos nosotros, a la vez que el fuerte sonido, rugido, de la propia erupción… ¡Es real! Con el terremoto, el temblor de tierra y la llegada del mismo rugido del volcán con el retraso natural propio del sonido en llegar hasta nuestros oídos, sentimos que la película muda se ha convertido en un paisaje o secuencia real de la Naturaleza, y eso nos hace estremecernos, casi asustarnos, emocionarnos… nunca habíamos visto erupcionar, explotar de esa manera a un volcán en vivo y en directo, y el paisaje, esta primera vez, era espeluznante, amenazador, escalofriante pero a la vez emocionante, magnífico, sobrecogedor, impresionante, soberbio.
Al cabo de pocos minutos la nube piroclástica se va dispersando y alargándose en busca del oeste del país, y es cuando por fin puedo dejar de mirar unos instantes para hacerle una foto con el sol naciendo por detrás de algunas nubes algodonosas a la espalda del atronador y explosivo volcán. Hay que decir que efectivamente la cima del Igualata es el lugar o uno de los lugares elevados, miradores de altura, mejor ubicados para ver este espectáculo de creación y destrucción de la Tierra, de la Naturaleza. Estos 4.432 metros son el lugar perfecto y a la distancia idónea para aún sorprendernos y no perdernos nada del espectáculo de la erupción del Tungurahua en todo su apogeo, y a la vez librarnos, estar a salvo de su furia y peligrosidad. Fascinante, impresionante… por unos instantes o momentos nos quedamos mirando al volcán por si en los minutos siguientes nos vuelve a sorprender con otra erupción, explosión igual… pero al final no hubo más en los minutos siguientes, pero el volcán no dejaba de estar muy activo y violento. Al menos una vez en la vida tendríamos que ver erupcionar un volcán del tipo del Tungurahua, nos daríamos cuenta de muchas cosas en relación entre el ser humano y la Tierra, sensaciones y emociones. Una escena sobrecogedora del gran teatro y obra de la vida de esta maravillosa Tierra, nuestro fascinante y amenazador planeta.
Allá lejos se ve el humo del Reventador al noreste de Quito (que fue el último en erupcionar). Cotopaxi es un cono perfecto y precioso. Se ven el Chimborazo y el Carihuayrazo, Iliniza, Corazón (Cotopaxi), Antisana. Altar… es un espectáculo ver emerger del mar de nubes a todos esos colosos gigantescos. Estábamos en la parte sur del centro de lo que el famoso geógrafo y naturalista berlinés Humboldt llamó La Avenida de Los Volcanes: Alexander Von Humboldt fue un explorador, geógrafo y naturalista que se desplazó entre los S. XVIII y XIX hasta las costas, tierras, montañas y selvas de estas regiones para explorarlas, cartografiarlas, estudiarlas… subiendo varios de estos volcanes, montañas, y descubriendo así que la Cordillera de Los Andes en Ecuador no forma un seguimiento de sierras, montañas con valles profundos, gargantas, si no que los Andes en Ecuador forman varias hileras de montañas independientes solamente unidas por depresiones intermontañosas, de terreno casi llano, pequeños altiplanos ondulados de pastos y terrenos nada escarpados. Se dio cuenta de que había un pasillo, un corredor, que entre una hilera y otra de montañas se ubicaban las principales (o se ubicarían) ciudades de Ecuador: Quito, Latacunga, Ambato, Riobamba, y que esas montañas eran todas volcanes; con lo que este explorador muy querido en el país con varias referencias, monumentos, estatuas a lo largo de las ciudades y lugares de Ecuador, como en Quito, como ya descubriremos, a este corredor, pasillo, lo llamo La Avenida de Los Volcanes.
Al sur tenemos el Altar, con esa alpina forma como de circo glaciar (sin serlo) en forma de C abierta a un lado y con todos sus cimas picudas, puntiagudas y escarpadas (como ya he descrito). Precioso. Detrás de éste tendría que quedar el Sangay, invisible desde aquí. Al oeste el Chimborazo, alto y ondulado, y el Carihuayrazo; al norte se distingue, entre los demás volcanes ya nombrados por Jesús, el impresionante Cotopaxi, aún en la lejanía parece como un perfecto cono, con esa forma reconocible e inconfundible de un volcán, pero puntiaguda y alta, bastante alta, cruzando varios niveles de nubes como si fuera imposible que las nubes alcanzasen su cima, alta, que se inca en el cielo como si arañara y cortara el horizonte. ¡Allá arriba queremos subir! Precioso paisaje.
Tras el paseo, la panorámica y las fotos entramos en el puesto militar a desayunar y a despedirnos de Aníbal y Luis (que están aquí en un turno de 8 días). Luis es guía de la selva, espeleólogo, adiestrador de perros, excombatiente de la guerra con Perú que acabó en 1.995. 8 de sus once hermanos y hermanas están trabajando en España, y los tres que quedan aquí son policías y militares. Nos hacemos una foto con ellos para inmortalizar el encuentro. Aunque sale muy movida y no la enseño. Echaremos de menos la compañía y siempre conversación del gran Luis Zárate, aunque su recuerdo será imperturbable y nos quedará para siempre en nuestra memoria.
El habitual desayuno de yogurt, cereales, mate de coca, fruta, pan, queso, mermelada etc. Rodrigo se baja antes y rápido porque hoy va a comprar árboles para el grupo inglés de estudiantes y tienen que ir aun al vivero a comprarlas. Nosotros bajamos con Julio.
Ayer tardamos 3 horas en subir, quizás fuimos demasiado rápidos, hoy tardamos aproximadamente el mismo tiempo en bajar, pues hacemos un pequeño rodeo y hemos de llegar caminando hasta la misma posada de Urbina. La bajada la hacemos muy tranquilamente y contentos, alegres después del formidable espectáculo del Tungurahua del que hemos sido protagonistas. En la misma bajada comienzo una charla y conversación con mi inglés de la Vega Baja sobre las actividades, viajes, montañismo, países, lugares… con Jenny. Realmente no sé si llegaba a entenderme algo, parece que sí, pero la verdad es que yo mismo descubría las faltas lingüísticas que tenía, intentando expresar lo que quería decir. Pero en estas actividades y viajes, hacemos amigos y conversamos con aquellos con lo que tenemos la complicidad del viaje, de la actividad, las emociones… aunque no hablemos el mismo idioma, nos hacemos entender lo que queremos y necesitamos expresar. Siempre es enriquecedor y agradable.
Mientras bajamos podemos admirar el paisaje ya que ayer el tiempo o la atmósfera no era la idónea para contemplarlo. También hacemos que salga el joven Julio a las fotos ya que vamos cogiendo confianza con él, como un miembro más del equipo que nos acompañará en muchas de las actividades.
El Carihuayrazo y el Chimborazo serán los protagonistas de las fotos, o del fondo de las fotos mientras bajamos en busca de Urbina. El Carihuayrazo aparece como una montaña de base ancha pero que se va estrechando a medida que coge altura de forma que se verticaliza con pendientes escarpadas acabadas en sus picos en punta, con apariencia muy agreste y espectacular, más parecido a un pico alpino que no a un deshecho estratovolcán. Precioso.
Por otro lado, el grande y alto Chimborazo aparece con el mismo perfil que se ve desde Urbina pero con una apariencia más grandiosa y solemne, enorme, ya que desde esta altura vemos mejor el paisaje al ampliarse por la altura, como un balcón o mirador a estas montañas.
Poco más abajo Jesús me pide hacerle una foto al pasar por una zona de vegetación autóctona. Unas especies que estaban entre las de la selva y las de las húmedas costas pacíficas, pero nacidas en alturas donde se supone que la vegetación decide no vivir. Plantas parecidas al palmito alicantino pero con una flor gigante que le sale del centro de la planta como un tallo grueso por encima de la planta. Curioso. Como decía Jesús, la lava, las cenizas de los volcanes que lo arrasan y lo destruyen todo, después hacen que los suelos donde se depositan sean los más fértiles de la Tierra. Recorriendo grandes pastizales para el ganado, una de las mayores fuentes de ingresos para los lugareños.
Llegamos sobre las 11:15 h. con sol y llenos de ceniza. Nos duchamos, a las 13 nos ofrecen una sopa y una cerveza como almuerzo (nombre que aquí se da a la comida). Luego tiempo libre para jugar a los dardos, escribir o leer. Además de los dos americanos hoy compartimos mesa con dos franceses (País Vasco francés) que hablan bien castellano. Nos preguntan sobre nuestros planes y la posibilidad de hacer ellos el Chimborazo y nos cuentan su estancia de 4 días en la Selva en Tena. Luego se van con Julio a dar un paseo a caballo. Llegan unos guiris a comer. Sobre las 14:30 llega Rodrigo de la compra.
Hacemos tiempo como podemos leyendo en el sofá. Joaquín se echa una siestecita. Luego leemos junto al fuego y hablamos con Rodrigo para el trekking de mañana, finalmente si nos encuentra guía iremos al Carihuayrazo. Descartado El Altar, Rodrigo nos quiere organizar otra actividad de aclimatación para subir al cercano Carihuayrazo, ya mencionado y descrito en varias ocasiones, y visto desde el Igualata, e incluso desde las puertas de la Estación de Urbina.
Por la altura o la cercanía de la montaña en un principio no me pareció una opción buena de aclimatación, ya que se supone que la siguiente montaña sería uno de nuestros objetivos: el Cotopaxi, que sería casi 900 metros más alto que la cima del Carihuayrazo, con lo que me parecía no sería la montaña o actividad más idónea por sus características y altura. Jesús pensaba en otras montañas, otros volcanes como los Ilinizas, Antisana, más altos y espectaculares, pero más alejados y posiblemente más complicados en logística y tiempo. Pero por otro lado pensaba que si Rodrigo creía que podía ser una buena actividad de aclimatación, entonces no lo pondría en duda y seguiría lo que nuestro buen amigo había organizado para nosotros.
De todas formas El Altar solo son 300 metros mas alto que el Carihuayrazo, que era el que pretendíamos subir en un principio. Aunque por otro lado cuanto más altura pudiéramos coger, mejor… estrategias y planificaciones para el éxito de nuestros objetivos. Es como una partida de ajedrez, una partida de Risk, debemos aprovechar todos los peones y ejércitos, hacer una buena jugada y ganar la partida.
No sé si en esta ocasión llegamos a hablar con Rodrigo de si el Carihuayrazo no era lo suficientemente alto para coger esa altura necesaria para aclimatarnos y poder hacer el Cotopaxi y Chimborazo sin problemas. Pero él nos decía que estaba bien, no hacía falta irse a otras montañas más altas y largas en su aproximación y actividad. Con lo que no hablamos más después de su confirmación y confiamos en su experiencia. No nos iría mal, seguro…
Luego entran y salen turistas que se toman un canelazo, te con licor de caña. Incluso para un autobús de americanos. Observamos alucinados. Una indígena lava ropa a mano, sin importarle ni el viento ni la temperatura del agua. La Estación de Urbina tiene en ocasiones mucho movimiento de turistas y viajeros, pero otras el lugar parece abandonado de solitario que se queda. Estos días somos unos observadores de la cantidad y tipo de visitantes que entran y salen, pasan alguna noche o solo paran a tomarse esa dulce, caliente y fuerte bebida que es el canelazo; que como su nombre indica, sabe a canela y su alcohol entra muy bien cuando hace frio como en estas altas zonas de Ecuador. Está muy bueno.
A la hora de la cena llega el grupo de ingleses estudiantes (la mayoría chicas), sobre los 17 años con sus dos profesores y sus tres guías. La mesa grande es para ellos y nosotros compartimos una pequeñita con los dos americanos, Jenny y Robby. Rodrigo fue al velorio del padre de uno de sus empleados.