Esta noche ha hecho más frio de lo habitual y ha precipitado a la vez. Al levantarnos y ver el paisaje, vemos que el Chimborazo y el Carihuayrazo están despejados, pero en un día que en España calificaríamos de invierno, con nubes altas que impiden al sol calentar e incluso ser visible, pero que deja las figuras montañosas perfectamente reconocibles, eso sí, con una capa de nieve nueva caída a partir de unos cuatro mil a cuatro mil doscientos metros, dándoles un nuevo, vivo y frio aspecto.
Hoy tenemos que ir a los refugios de la cara sur del Cotopaxi: aparcar junto al Refugio de la cara sur y subir hasta el campo alto, para mañana hacer nuestra segunda intentona a la cima de este espectacular volcán activo. Pero me parece que el tiempo por ahora no acompaña. Si aquí ha nevado un poco a esa altura, entonces justo en el recorrido entre los dos refugios nos encontraremos con dicha nieve. Pero eso no es lo preocupante, lo que nos puede preocupar es que ese mal tiempo siga hoy y mañana.
El que haga mal tiempo hoy en la subida, recorrido al campo alto, creo que no tendría importancia, es fácil y nada perdedor y vamos preparados para una actividad nevando. Pero si mañana persiste el mal tiempo y de nuevo hace Viento Blanco, peligrará nuestra ascensión a la cima del Cotopaxi. Normalmente en estas situaciones soy optimista: pienso que si los días anteriores al día de ataque hace mal tiempo, quiere decir que el buen tiempo vendrá el día de la subida… porque al revés también sucede… No perdamos la esperanza, hemos llegado a la cima del Chimborazo, podemos llegar a la cima del Cotopaxi… la tenemos a tocar.
A las 9 h. llega Rodrigo con el guía Manuel y cuando tenemos la mochila lista cargamos la camioneta y nos vamos al Cotopaxi. Delfín también viene (a ver cuál es el camino para otras ocasiones). Esta salida es gratis debido al fiasco de la otra intentona (nos retiramos a 5.700 metros, a 1 h. de la cima, porque grietas y seracs nos cortaban el paso. Como dijo Rodrigo no pagaríamos nada por esta actividad, haciéndose responsable, su empresa, del fracaso de la anterior intentona (menos mal que aguantamos el frío y el Viento Blanco sin decir “vamos para abajo” porque podría haber sido una prueba para ser los responsables, o nosotros o el mal tiempo, de no llegar a la cima, y entonces la empresa de Rodrigo, el mismo Rodrigo, no se haría responsable… pero creo que no hubiera ido así, esto no es el Elbrus ni Rodrigo es la “simpática” Helena. Los esfuerzos de Rodrigo y sus guías por aclimatarnos y hacer las actividades tienen el objetivo de que podamos llegar a las cimas de las montañas planeadas, no hacer un falso intento y cobrarnos si sobrepasamos cierta altitud (como pasaba en el Elbrus, aunque por suerte llegamos a su cima sin bajarnos por la altura o el sobreesfuerzo). Rodrigo es honrado y transparente.
El viaje es largo, 1 h. 30 minutos de panamericana con su loco tráfico cruzando Mocha, Salcedo, Ambato, Latacunga y Lasso, y luego 1 h. por camino de tierra tortuoso y bacheado, primero entre eucaliptos y luego por el precioso y florido páramo.
Dejamos el coche a 4.000 metros en el Refugio de la cara sur. Comienza a llover y va aumentando por lo que vamos retrasando la partida al campo alto; hasta descartarla del todo. No tiene sentido subir a mojar todo el equipo y a pasar frio.
Hablamos con Rodrigo. Vemos que llueve sin cesar y con cierta intensidad y Rodrigo nos dice que esperaremos a que pare la lluvia para subir al campo alto, que subiendo con lluvia para que se moje el equipo, podría ser perjudicial para el ataque a cima de mañana. Con esto supuse que sus equipos no estaban preparados para soportar mal tiempo mientras se realiza la actividad… pero también había que subir la comida y utensilios, aparte de los que ya había en el campo alto, para cocinar. Con lo que, como dije en otro relato, las condiciones de nuestras actividades deben de ser las mejores para poder tener mayor probabilidad de éxito en las ascensiones a las cimas de estas montañas, y esto no solo es por nosotros, también por todo el equipo, el grupo. Un solo fallo, incomodidad, pondría en peligro la actividad; con lo que la decisión de Rodrigo es muy comprensible… esperaremos.
Hoy me tomaré dos píldoras de Fortasec por la mañana y dos por la tarde. Es un medicamento fuerte para parar la diarrea, y la para. Mi diarrea es de las fuertes pero no preocupante como tal. Espero que no me deshidrate en el ascenso al Cotopaxi, ya que me afectarían mucho más los efectos de la altura. Mañana me tomaré las mismas dosis, si veo que va perfecto para este día. Nuestro nuevo guía, Manuel, es alto como Delfín pero tiene un cuerpo o complexión más atlética. Tiene pinta de hacer estas cosas muy a menudo y con los ojos cerrados. Eso nos irá bien para no equivocarnos y llegar con éxito a la cima de este enorme volcán. También, como el resto, es de etnia quechua, pero con la altura y forma de un occidental, más que el propio Delfín.
Pasamos la tarde, leyendo, jugando al michigan y esperando a que escampe sin suerte. Cenamos y nos vamos a dormir con la idea de que se abrirá esta noche y podremos intentar el Cotopaxi desde aquí, y hacer 1.900 metros de desnivel, toda una barbaridad.
Deambulamos por el refugio, por el comedor, hacemos fotos en el exterior, junto a las acertadas cristaleras de los ventanales del comedor, para atestiguar la lluvia y mal tiempo que hace este día. Sigue sin haber nadie, ningún otro cliente que no seamos nosotros mismos. Delfín, Manuel, Rodrigo, Jesús y yo, Julio no viene hoy con nosotros. El dueño de la instalación y conjunto turístico también está con nosotros este día.
Charlamos antes de irnos a dormir con Rodrigo, y éste con el dueño del refugio. Entre otras cosas Rodrigo le pregunta si conoce a alguien que haya subido a la cima del Cotopaxi desde aquí; éste le reconoce que no sabe ni conoce de nadie que lo haya hecho o lo haya intentado. Y esto lo pregunta por que no llegaremos hoy al campo alto por el mal tiempo que no cesa; unos metros más arriba esta lluvia es nieve. Con lo que hemos decidido salir desde este mismo Refugio de la cara sur del Cotopaxi a 3.990 metros, hacia la cima sur del Cotopaxi a 5.880 metros, en una sola tirada… casi 1.900 metros de desnivel en una gran montaña…
Un desnivel increíble de hacer de una sola vez en una gran montaña. Siempre se aconseja que como mínimo este desnivel se haga en dos partes o dos días si estás bien aclimatado, y aun así, para dos días, es un desnivel excesivo; por la gran diferencias de altura y la apropiada aclimatación de nuestro cuerpo a ésta, ya que no es la misma cantidad de oxígeno a 4.000 metros que a 6.000 metros.
En un principio cuando oigo al dueño del refugio decir que no conoce a nadie que haya hecho la cima del Cotopaxi directamente desde aquí, me estremezco, me preocupo, entra en mí un desasosiego. Pero eso al principio de escucharlo ya que después lo pienso bien y me hago fuerte en mi aptitud. Hablo con Jesús que también está preocupado. Le digo que mejor no piense en lo que han dicho, que solo hay que pensar en que mañana saldremos hacia la cima del Cotopaxi e iremos paso a paso, nunca hay que pensar en que “es mucho desnivel y no llegaremos, que la altura y el sobreesfuerzo podrán con nosotros”. No hay que pensar en eso. Hay que pensar que si nadie ha llegado nunca a la cima o la ha intentado desde aquí, pues que nosotros seremos los primeros. No hay que pensar en que “no podremos hacerlo” antes de, si quiera, comenzar la marcha. Que nuestra cabeza no sea la que nos diga “que no podemos subir”, que sea la misma montaña y sus condiciones… además tenemos la buena aclimatación de haber subido hace dos días a 400 metros más alto que la cima del Cotopaxi, al Chimborazo, y no estamos cansados ni abatidos, con lo que no hay excusa. Podemos hacerlo. Pero no hay que verlo como un reto, como un desafío, simplemente hay que salir e ir paso tras paso, un paseo, un entretenimiento, quitarnos presión y caminar como autómatas que no conocen las circunstancias, características o penalidades, éstas ya vendrán sin llamarlas, si es que han de venir. Así nos vamos a dormir…
Suena el reloj a las 23 h., desayunamos (algo más que otras veces, aspirinita, cargamos la mochila y salimos sin demasiado frío, ya que no hace viento, aunque estamos pisando nieve. Antes de salir, otra vez el largo ritual de calentamiento de Rodrigo. Esa danza con los giros de cintura y oscilación de los brazos de espalda a pecho, de pecho a espalda, como dejándolos muertos y moviéndolos al compás del giro. En medio de la casi oscuridad en un rincón del solitario comedor del complejo.
Es la segunda vez en nuestra vida montañera y actual, que salimos tan temprano; que incluso nos despertamos y levantamos antes de que acabe el día. Parece que ya no hace mal tiempo. La primera más temprano fue hace dos días al levantarnos para subir a las cimas del Chimborazo. Salimos en busca del campo alto por el recorrido habitual ya realizado hace unos días y a unos 4.300 o 4.400 metros ya estamos pisando nieve. Pero salimos fuertes y seguros de nosotros mismos, por estas laderas oscuras y desérticas por la negror de la noche cerrada. No pienso en el desnivel, no pienso en que vamos a hacer algo que nadie ha hecho, iremos paso a paso, firmes e ilusionados.