Desayuno a las 07:30, salida a las 08:00 y poco. La etapa de hoy dice Vicente que es la más dura del Anillo de Picos. Día muy bueno, muy soleado. Los huéspedes del refugio también se levantan temprano, a la misma hora que nosotros. Utilizan el baño e incluso uno de ellos se queda encerrado y Joaquín Murcia le ayudaría a salir. Desayunamos cada grupo en una mesa diferente, sin mezclarnos.
Del Refugio de Vegabaño salimos en busca de la alta montaña del macizo occidental o de Cornión, con vistas a la Peña Santa y a la Torre Bermeja. Seguimos por prados y hayedos fabulosos cogiendo altura rápidamente y visitando al Roblón, el tronco de un gran roble. No sé si es Vicente o Luis el que nos dice que la senda o el recorrido pasa paralelo o pegado a un riachuelo que queda justo al norte y abajo del refugio, en medio de Vegabaño. Debemos retroceder lo caminado ayer por el camino hasta el refugio, pero solo unos pocos pasos, para girar a la derecha en busca del fondo de la vega, siguiendo las vallas, hasta cruzarnos con el nombrado riachuelo. Aquí ya vemos el primer poste indicador, y giramos, siguiendo sus indicaciones, hacia la derecha de nuevo, en dirección este. Aunque enseguida deja el curso del riachuelo, el cual gira hacia el norte y abajo, mientras que las marcas y senda que seguimos seguirán hacia el este internándose en el bosque y, poco más adelante, cruzar otro riachuelo: el nacimiento del Río Dobra. Hasta toparnos con el nombrado rio, el recorrido es semi horizontal, a partir de que lo cruzamos, al otro lado de su orilla, el recorrido y senda comienza a empinarse por en medio del hayedo y robledal, cogiendo una pendiente más pronunciada… al poco pasamos junto al Roblón.
Más arriba salimos del bosque al despejado monte y comenzamos a admirar el limpio y espectacular paisaje de la montaña cantábrica. Nos subimos a una loma y al otro lado descubrimos una larga muralla de paredes y roca. Por entre medio de ellas tenemos que pasar. Son los Picos del Viento al oeste de la Torre Bermeja. Toda esta pared y alta montaña rocosa, queda al este justo del Refugio de Vegabaño. A nuestra espalda y al oeste ha quedado una montaña maciza, rocosa y como solitaria, la Peña Beza.
El día es soleado pero aún no hace calor por lo temprano. Arriba de la loma descansamos junto a un poste con carteles indicadores de recorridos, nos encontramos en lo que llaman la Collada de Salambré a 1.693 mts. Realmente son dos collados. Al otro lado queda un vallecillo donde bajo éste se encuentra el Refugio del Frade, y arriba de él un pasillo entre las paredes, las escarpadas y rocosas montañas entre los Picos del Viento a la izquierda y las estribaciones de la Torre Bermeja a la derecha: es la subida por la Canal de Perro hasta el Collado del Burro. La senda es clara y fácil a pesar de la apariencia del terreno. Antes de afrontar esta subida fácil entre paredes y escarpes rocosos, hemos pasado el famoso Collado del Frade, anunciado con otro cartelito de color verde. Un hueco entre los escarpes en una ladera menos vertical de la montaña, nos da paso por la Canal del Perro.
Hacemos un desnivel de subida de 800 mts. entre el refugio y el Collado del Burro a 2.132 mts., pasando por una especia de collados y cruces de otros recorridos, como el Collau del Frade a unos 1.750 mts.
Hace muy buen tiempo. Estamos fuertes y subimos bien en 2,5 horas llegamos al Collado del Burro. Del Collado del Burro ya no subimos más y seguimos sorteando rocas, hoyos rocosos, en busca de la base de la Peña Santa donde se encuentra el Refugio de Vega Huerta a unos 2.000 metros. La senda se pierde por la dura y lisa roca madre del lugar, caminando por lo más alto de esta parte de la montaña, con un subibaja buscando los mejores sitios entre la roca para pasar, pero siempre hacia el norte, hacia la monstruosa y desafiante pared de la Peña Santa que ahora tendremos enfrente como faro en medio de una mar rizada, para acabar bajando levemente haciendo un giro a la derecha, hasta una espacio verde, el único verde del lugar, donde se encuentra una pequeñita casita toda de piedra: el Refugio de Vega Huerta.
Refugio pequeño sin guardas con una fuente al otro lado de la roca como abrevadero. Paramos a comer. Día increíble. Hay gente, montañeros, pero no excesiva. Fotos al lugar; sobre todo a la monstruosa pared de la Peña Santa… ¿por dónde se subirá? Todas sus vías de ascenso son de escalada. Sigo recordando a malas penas aquel número de la revista Desnivel que hablaba de ella.
Salimos en busca del siguiente refugio, el de Vegarredonda. Pasamos por zonas de subibaja rodeando el macizo por el lado oeste, dejando la Peña Santa a nuestra derecha y espalda. La idea es ir de collado en collado rodeando los Jous: rodeamos la Aguja del Corpus Christi, Horcado Jou de La Poza (2.109 mts.), Fuente Prieta, Collau Les Merines (2.035 mts.) y de aquí bajar al Refugio de Vegarredonda.
Peña Santa se nos ofrece como un perfecto murallón, un castillo inexpugnable de rectas, líneas e incluso desplomadas paredes calizas. Cuya torre de homenaje queda en el centro del murallón, de la pared, y va descendiendo a cada lado, este y oeste, escalonadamente. Es impresionante. A su cima le quedan 4 metros para llegar a los 2.600 metros.
Antes de llegar al Refugio de Vega Huerta descubro la cima del TorreCerredo al fondo, al otro lado del valle del Cares, a la derecha y este, inconfundible y altivo. A nuestra derecha y este descubriremos por primera vez las alturas de los picos más altos del macizo central o de Urriellu de los Picos de Europa. Me paro a intentar identificar sus picos. Intento descubrir nuestro objetivo en unos días. Solo se ven o fotografío los picos que rodean el Jou de Los Cabrones (que queda al otro lado, bajo ellos) y advierto el singular perfil del TorreCerredo, no solamente porque es la montaña más alta que vemos, sino porque su forma es como si su cima esté cortada por la mitad y no acabe puntiaguda, al contrario que el resto de picos, como si tuviera una pequeña meseta algo inclinada y recta que hiciera de cumbre. Formidable. Delante y al norte de ella otro pico poco más bajo pero esta vez sí puntiagudo, escarpado y espectacular, como una pirámide de lados verticales que acaban en un alto vértice: es el Pico de Los Cabrones. Parece el hermano pequeño y rebelde del TorreCerredo.
El día es muy bueno, muy soleado y casi cálido. No aparecerá ninguna nube. Seguimos marcas amarillas casi naranjas, que serán de muy buena ayuda en este laberinto de subibajas. Grupos de gente vienen del Refugio de Vegarredonda, de aquella dirección, realmente estamos haciendo el Anillo de Picos al revés, igual que sucedió en la Alta Ruta de Los Perdidos.
Desde el Refugio de Vega Huerta sale otra senda marcada en el pradillo herboso, por tanto bien definida y distinguida, casi desde el mismo sitio por el que entraba la que traíamos de Vegabaño, que sigue hacia el norte los pocos primeros pasos, para girar hacia el noroeste, llevando esta dirección en general hasta rodear el Jou de Las Pozas. Además observamos que viene gente de por allí siguiendo esta senda, como describo, siguen esta senda viniendo del sitio al que queremos ir nosotros. Al final hay que rodear por su base lo que llaman la Aguja Corpus Christi, que más que una aguja es una pared cilíndrica bajo la cual hace una especie de collado, y cuya cima no es relevante y es el final de un cordal crestudo o más bien una muralla rocosa con paredes y verticalidades que baja hacia el suroeste del lado oeste de la misma cima de la Peña Santa. Por en medio de este cordal o muralla rocosa está El Gato, otra cimita, pico o aguja.
Es curioso pero mirando esta parte de la montaña, la base de esta Aguja Corpus Christi, casi no se distinguen las paredes y montañas rocosas que quedan justo detrás, y que no forman parte de este cordal. Hay que mirar bien pues, incluso en las fotos, da la sensación de que el cordal rocoso sigue hacia el suroeste sin el corte que sería el colladito por el que tenemos que pasar. Las paredes y montañas que se ven detrás es la Garita Cimera, la Torre de la Cabra Blanca, Los Estribos… que quedan a la izquierda y oeste de la Horcada Jou de Las Pozas, sitio por el que tenemos que pasar.
Al doblar o rodear la base de la Aguja del Corpus Christi y poco más arriba de ella, la del Gato (cuyo perfil de minino no llegamos a reconocer) se abre una excepcional ventana con vistas al impresionante Horcada Jou de Las Pozas de 2.109 mts., por el que tendremos que pasar como si fuera una enorme y profunda oquedad entre paredes, agujas y torres infranqueables. Precioso y espectacular. Antes he descubierto, asomándome en un mirador, el lejano y pequeño Refugio de Vegabaño entre el precioso hayedo. Hay que separarse cuatro pasos hacia el abismo desde el colladito para poder observar con todas sus vistas y amplitud, la zona de Vegabaño tan verde y boscosa.
Para llegar a la Horcada cruzamos algunos neveros y canchales, y bajando de éste en busca de otro paso de montaña, hacemos algún destrepe fácil siguiendo las marcas amarillas. Aquí puede ser un poco perdedor, justo al otro lado de la Horcada Jou de Las Pozas: da la sensación de que tenemos que subir un poco por la roca madre hacia la derecha del collado, para después bajar, y poco más abajo otro giro a la derecha nos mete en una canal fácil (más fácil de subir que de bajar), que nos dejará en el camino fácil y definido que rodea el Jou de Las Pozas. Hay que estar atento y mirar bien por donde van las marcas amarillas siguiéndolas siempre, ya que es el camino. Incluso si tenemos que girar 90º y subir por sitios que pensamos a priori que no hay que pasar.
Esta parte que estamos atravesando de los Picos de Europa es impresionante y alucinante: paredes, torres, agujas… da la sensación de que estamos en un laberinto de montañas, paredes infranqueables, rectas y totalmente verticales, y hay que caminar por los pocos pasos que hay entre ellas. Me deja boquiabierto. Da la sensación de estar recorriendo lugares lejanos de otras montañas como las Dolomitas o Canadá, pero no, son los Picos de Europa de la Cordillera Cantábrica en España. Asombroso.
El siguiente collado al otro lado del Jou de Las Pozas no tiene nombre en el Alpina, y queda al noreste. Subiéndolo descubrimos una pareja que baja de él, y al cruzarnos, vemos que el hombre va desnudo completamente. Comentarios y risas al juntarnos después por ver quien se ha dado cuenta y quién no. Yo comentaba que le veía las piernas y me decía que pantalones más cortos lleva, pero al acercarnos un poco mas veía que no era los pantalones lo que veía bajo la cintura, bajo el cinto de la mochila.
Cruzando este collado sin nombre seguimos al norte hasta toparnos con otra pared de la montaña y una gran oquedad o nicho, bajo éste está la Fuente Prieta. Seguimos en esa dirección. A la derecha queda toda la montaña y a la izquierda las profundidades de los valles bajo ella. Este recorrido parece que estamos bordeando la alta montaña por el lado oeste, dejando las agujas, torres y paredes a nuestra derecha y este, como ya comentaba. Con lo que mientras bordeamos la base de La Torrezuela y giramos al norte, tenemos esta sensación. Mirando hacia nuestra izquierda vemos algunos fondos de los verdes valles y el horizonte casi sin obstáculos.
Paramos en las cercanías de Fuente Prieta. Hay tiendas montadas y un recorrido que viene del este y baja de un alto collado de las montañas (La Jorcada de Santa María), por el que baja una pareja de montañeros. Oímos voces. Mientras nos acercamos a este lugar, nos impresiona y llama la atención la forma de la montaña: el enorme nicho en medio de la pared desplomada, lisa, recta y vertical, cuya dirección es la que tomamos para acercarnos a Fuente Prieta. No tiene pérdida. Y siempre, a pesar de que el recorrido en esta parte es evidente, seguir las marcas amarillas o las sendas pisadas… no sé si por aquí nos cruzamos con algún pasito ayudado con algún cordino; pero sería muy fácil.
Ya a la izquierda y como queriéndose salir del macizo montañoso, queda otro piquito distinguible curioso y solitario al que llaman El Requexón. Éste será también el protagonista en la siguiente parte del recorrido, ya que lo tendremos siempre a la vista mientras nos acercamos al último collado que nos bajará hasta las cercanías del Refugio de Vegarredonda: Les Merines.
El lugar de tierra verde y herbosa delata que aquí hay agua que no se cuela por la porosa roca caliza de la montaña, es la zona de la Fuente Prieta. Un pequeño caño con un leve chorrito de agua, nos indica la situación exacta de la fuente, poco más abajo de la senda, a la izquierda. Arriba de nosotros, mirando hacia el este otras grandes paredes, agujas y torres, otro espectacular paisaje de alta montaña cantábrica, con sus pasos y horcadas; cabe destacar las cercanías de la Torre de Santa María o la Torre de La Jorcada entre otras alturas. Impresionante. Parece mentira que por allí hayan pasos y recorridos sin tener que utilizar la cuerda o la escalada, pero como en la Sierra de Callosa, cuanto más vertical y abrupto, más caminos hacen o encuentran.
Comemos algo, descansamos. Después reemprendemos la marcha para salvar el último collado o paso para bajar por fin a Vegarredonda: Collada Les Merines (2.035 mts.). Subiendo levemente de Fuente Prieta y pasando por unas cuevas “habitadas” en busca del nombrado collado muy bien definido también, ya que a su izquierda se queda la torre del Requexón. Curiosamente unas cuevas que parecen profundas y bien definidas, quedan justo al pie de la senda nada más subir de Fuente Prieta y a los pocos pasos del cruce de recorridos del que sale la nombrada subida que nos llevaría en busca de la Torre de Santa María por la Jorcada de Santa María. Hay gente, montañeros que se protegen del sol, a la sombra de sus profundidades; hablan y ríen. Parecen maquis que se refugian del ejército nacional fascista. Debe de ser un punto habitual donde pernoctan o tienen base los montañeros que visitan esta parte de Picos de Europa; igual que la tienda acampada cerca de la fuente.
Al llegar al collado ya vemos la parte norte en caída, en bajada del macizo occidental de los Picos, la alta montaña queda a nuestra espalda y derecha, al este,… incluso descubrimos una de los Lagos de Covadonga, el de La Ercina, y casitas más cercanas allá abajo, entre el lago y nuestra ubicación, de la que una de ellas es el Refugio de Vegarredonda.
Ya no hay tanta roca. Desde hace un tiempo la senda es muy clara, y ahora desde el Collado Les Merines hacia el norte y abajo, es un zigzag que salva un importante desnivel.
Una vez salvado el desnivel, el zigzag acaba y la senda gira a la derecha, sorteando una magnífica montaña y pared bien parecida a la formada del Naranjo de Bulnes, con lo que le llamamos el Pequeño Naranjo de Bulnes, pero cuyo nombre es Porru Llobu. Mientras hemos ido bajando, las torres, agujas y picos que le siguen al Requexón, han sido los protagonistas de nuestra bajada; quedando a nuestra espalda una vez estamos cerca del Porru Llobu.
Al fondo de un vallecillo entre rocoso y algo de verde, aparecen dos construcciones, el blanco y pequeño Refugio de Vegarredonda Viejo, y el nuevo con su tejado rojizo y más grande. La senda que seguimos, después de cruzar la base del Pequeño Naranjo de Bulnes, llega a un cruce. Seguimos a la izquierda, norte y abajo para internarnos en el nombrado vallecillo en bajada que nos dejará en el Refugio de Vegarredonda (1.410 mts.). Si seguimos recto sin girar, seguiríamos otro recorrido que sube por el Collau La Fragua y que bordea las montañas que hemos dejado a nuestra derecha, pero por el otro lado de ellas, en busca del Jou Santu, cuyo gran hueco o agujero une las montañas más altas de este macizo occidental o de Cornión, como la alta Peña Santa por su cara norte (contraria a la cara que mira a Vega Huerta), o la Torre de Santa María por su lado sureste.
Aparecen algunas nubes, pero nada amenazadoras, al contrario, esperanzadoras de quitarnos el sol y el calor, pero pocas. En el horizonte, hacia el norte, bajando de la montaña, las nubes son más abundantes y van formando ese típico mar de nubes que se agarra a la costa cantábrica e intenta avanzar tierra adentro hasta donde las alturas le dejan. Este mar de nubes no desaparecerá de nuestra vista cada vez que cojamos altura y podamos girar muestra mirada hacia el norte, y no tengamos obstáculos para admirar el horizonte.
Son cerca de las 16:30 horas cuando llegamos a él. En el Refugio de Vegabaño nos comentaron la guarda “jefa” del Refugio de Vegabaño, que esta etapa era entre 10 y 8 horas, y contando las paradas la hemos hecho en 8,20 horas.
El edificio está cerrado a la gente. Hasta las 6 o 7 de la tarde no abre, pero pedimos cervezas reponedoras y nos estiramos en la verde hierba de los alrededores buscando la sombra tan anhelada.
El guarda es un poco antipático. Nos pide la documentación. Luis no se la da hasta que nos deje entrar en el refugio. Un hombre se acerca a la puerta del refugio y al nombrado guarda y le pide ayuda y consejo de alguna ruta a seguir por allí, y la respuesta fue algo así como “…hoy es que no tengo muchas ganas de dar indicaciones…”. Indignante.
Finalmente nos hospeda en una casita enfrente al edificio del refugio donde solo hay habitaciones, pero para cenar y desayunar, en el edificio principal. Hay duchas. Los compañeros se duchan, yo espero a otro día. Hay muchas camas y literas corridas, aunque solo compartiremos habitación (ya que esta casita solo hace de habitación separada de la construcción principal, como si fuera una ampliación externa de ésta) con una parejita de jóvenes de cuerpos atléticos y esculturales, trabajados. Parece que entre todos ocupamos menos de la mitad de la capacidad real de la habitación, casa.
2 perros guardan el refugio junto con el nombrado guarda (joven) y una mujer de mediana edad. Y dos caballos que usan para subir y bajar la carga desde la cercanía de los Lagos hasta el mismo refugio. Éstos les da por acercarse a la puerta principal del refugio como esperando que les den de comer, mientras que uno de los perros les ladra y molesta por detrás, casi mordiéndole las pezuñas, haciendo un gesto el caballo al levantar un poco la pata para darle una coz pero sin llegar a realizar esta acción. La guarda nos dice que se conocen desde que el perrillo era un cachorrito y no le llegará a dar la coz; pero que a otro perro ya más grande que no se conocían tanto, sí le llegó a dar una coz que lo dejó malherido y casi muerto. Ese perro ya no estaba en el refugio. Curioso.
En un momento de la tarde, una de las vacas que pastan por los alrededores, se metió en el recinto del refugio y fue perseguida por el nombrado perro… No había visto a una vaca correr tanto, es un peligro si te topas con ella con ese peso y esa velocidad. Pasaron en el espacio entre las dos construcciones.
Al atardecer subimos a una roca junto al refugio para ver como se pone el sol en el mar, o de nubes o de agua, y esta será la tónica en cada refugio: disfrutar del atardecer, de la puesta de sol. Después, una vez el sol ya está al otro lado del Mundo, aparece la luna por el lado contrario, sobre el refugio. Encantador. La etapa de mañana será más corta y llevadera, con lo que no organizamos un estricto planteamiento en el recorrido; solo pasar por los Lagos de Covadonga.