El Refugio de Vegarredonda se encuentra como en los límites de la alta montaña de Picos, pero sin salir de sus dominios, ya que dicho refugio hacia el norte en dirección a los Lagos de Covadonga el terreno se suaviza, con suaves lomas, prados, valles, y ya en los Lagos de Covadonga hacia el norte acaban los límites del macizo occidental o de Cornión. Pero sin dejar de tener ese característico terreno calizo, de rocas entre los verdes prados, que dominan estas montañas
En esta etapa haremos de este refugio al de Vega de Ario como si rodeáramos los Picos de sur (Vegabaño), oeste (Vegarredonda) y norte (Vega de Ario) pero pasando por los famosos Lagos de Covadonga.
Dice Vicente que el bajar y pasar por los Lagos de Covadonga es el mismo tiempo, se tarda lo mismo, que atravesar la montaña en línea recta hacia Vega de Ario. Ya que el laberinto de collados, pasos y bordear paredes o jous es más perdedor y entretenido. Algo parecido a la etapa de ayer. Realmente de esta manera sería más “montañera” la etapa, pero nos perderíamos el pasar y visitar los turísticos Lagos de Covadonga. Pero me hace ilusión ver los Lagos de Covadonga y pongo todo mi empeño en que pasemos por allí.
Después del desayuno en la casa principal del refugio y de hacer las mochilas, salimos por la senda que sale por detrás del edificio para girar y bajar dando la espalda a la puerta del mismo. Es una senda ancha, ya no hay marcas amarillas, no hay pérdida.
El día es fabuloso, otra vez, con un sol increíble y sin una nube en todo el recorrido.
Bajamos dejando a nuestra espalda el Refugio de Vegarredonda y las alturas del macizo de Cornión, por un valle cada vez más verde y menos rocoso. Son las 08:30 horas pasadas. El recorrido de hoy no será tan largo ni duro como el de ayer. De 5 a 6 horas prevé Vicente.
La senda ancha que va bajando comienza a meterse de nuevo en hayedos y zonas más boscosas, y en un momento que cruza el río del valle por el que hemos bajado paralelos, de ancho que es, se convierte en camino y llegamos a un parking. Es el río Redemuña. Y a partir del parking el camino se convierte en pista. El recorrido sin pérdida que sigue por el fondo de este vallecillo sigue como hacía el noroeste, hasta las curvas antes de llegar al nombrado parking. Después de aquí y en el cruce siguiente a éste, donde podemos girar hacia el Mirador del Rey o hacia la Vega de Enol, el recorrido gira hacia el este, norte y noreste, hasta el primer lago de Covadonga. El recorrido no tiene pérdida.
Casi todo el recorrido lo hacemos entre verdes prados y rincones libres de arboledas, bosques, solo atravesamos un pequeño tramo por entre un hayedo antes de llegar al parking, cuando la senda ya es camino, y hemos cruzado del vallecillo que baja del Refugio de Vegarredonda, al del Río Redemuña paralelo a este pero más a la derecha, al norte.
Ya aparece más gente, domingueros, turistas de Covadonga y Picos, también excursionistas, estamos más cerca de los Lagos. A la izquierda encontramos un camino que se dirige al Mirador del Rey. Nos acercamos. No es para tanto. Quizás sí para domingueros y urbanitas. Del refugio al parking hemos seguido el P.R.-5. A partir de aquí es seguir la pista que gira a la derecha y este por suaves terrenos de pastos y casitas, y al cabo de otro tiempo gira al norte en busca del primer lago: el Lago de Enol.
Antes de llegar al primer lago hemos cruzado la verde y ancha Vega de Enol, donde se haya la Ermita del Buen Pastor a la derecha del camino, y el Refugio Vega de Enol a la izquierda. Un edificio rústico, coqueto y acogedor, donde vemos gente que se prepara para salir a hacer sus actividades. El recorrido aquí es tranquilo y casi horizontal, aburrido por la ancha pista pero interesante y bonito por el paisaje abierto de prados y pastos que estamos cruzando, con esas casitas repartidas (alguna de ellas incluso con gente y coche aparcado en la puerta) por estos verdes y ondulados paisajes, limitados por rocosas lomas poco más altas y escarpadas. Es la Vega La Cueva y seguida la de Enol.
Llegamos a las orillas del Lago de Enol entre los 1.050 y los 1.100 metros. Es ancho de verdes orillas pero tumultuosas de turistas y curiosos. 1 autobús sube y baja por su carreterilla, gente, algunos coches… pues es bonito. Lo bordeamos siguiendo las marcas de 1 P.R., el 2, para tocar lo mínimo la pista y la carretera rodeando su orilla oeste y norte, por la izquierda nada más llegar a las orillas del mismo, como si quisiéramos subir al Collau Les Veleres, por donde aparece la carretera que sube hasta los lagos, pero girando por la senda que aparece al poco tiempo por la derecha y que baja de nuevo a las orillas del lago.
Justo en el lado contrario al que aparecemos, en el cruce entre la carretera y un pasillo para que la gente que ascendiendo algo sube para luego bajar al otro gran lago de Covadonga, el de La Ercina, decidimos llegar a este último y comer en él, en sus orillas. Lo descubrimos porque está lleno de gente que sube y baja por él. Fácilmente reconocible.
Es un ancho pasillo construido de piedras y cemento con decenas o casi cientos de curiosos y turistas, que pasan de un lago al otro. Desde arriba de la loma que los separa, el paisaje es precioso. Bajando al Lago de La Ercina nos encontramos con anchos prados junto a su orilla norte y un bar. Aquí acabaría la carretera que sube a los Lagos de Covadonga. Compran Coca-Cola y otros refrescos y nos refugiamos del tumulto de la gente en las orillas este, cerca de la senda que ya comienza a subir cerca de esa orilla en busca del Refugio Vega de Ario. Justo en el punto del bar o donde acaba la carretera sale o pasa un G.R. que atraviesa el macizo occidental o de Cornión por su lado norte y va a parar o pasa por la Garganta del Cares al otro lado del mismo. Nosotros no iremos por aquí, ya que no pasa ni sube al Refugio Vega de Ario.
Comemos y nos relajamos casi en la misma orilla del Lago de La Ercina, a la sombra por que el sol pega al mediodía. Y después un intento de siesta en el verde césped con vistas a las tranquilas aguas del lago. Son pasadas las 11:30 cuando nos paramos a descansar y a hacer ese almuerzo-comida, y no llega a ser las 13:00 horas cuando reemprendemos la marcha hacia el Refugio de Vega de Ario. Las vistas del paisaje me resultan cercanas y reconocibles, es la típica postal de los Lagos de Covadonga, de los Picos de Europa, con el azul lago, el verde de sus orillas, la pincelada de bosque más verde, hayedo sobre él, y al fondo la roca vertical y gris de la Torre de Santa María y los escarpes, agujas y otros picos y torres que nos dicen que la alta montaña de picos se queda allá lejos, espectacular, emocionante y precioso… ahora recuerdo aquellas fotos de mi Atlas de España, que se me quedaron en el recuerdo y en el alma, con ganas, algún día de mi vida, de verlo en vivo y en directo, de visitar y disfrutar del lugar. Ya está.
La senda ancha que luego se convierte en un tamaño normal, sale desde el norte del Lago de La Ercina, se acerca a su orilla noreste y sube en dirección sureste. Según Vicente el recorrido no son muchas horas y tiene dos subidas pronunciadas notables, al principio hasta llegar al Cueye Las Bobias (1.293 mts.) y la subida al valle Las Campizas, la subida del Cabrital. Y aún nos quedará recorrido hasta el Collau del Jitu, a unos 1.650 mts., que ya nos bajará al Refugio Vega de Ario. La senda es clara e inconfundible, además es un P.R., el 4, con lo que podemos seguir las marcas blancas y amarillas.
No hay mucha gente haciendo este recorrido, la muchedumbre se ha quedado en los lagos. Comenzamos con este extraño sol omnipresente subiendo al Cueye Las Bobias (1.293 mts.), aquí bajamos levemente a un prado y vega con una casita en nuestro recorrido y mucho ganado. Precioso rincón. Incluso la casita tiene un gallinero en alto y está habitada. Son Las Bobias. Precioso. Antes hemos dejado los Lagos de Covadonga y sus bonitos rincones. Al fondo, en un punto del recorrido en las inmediaciones del Cueye Las Bobias, descubrimos al fondo en frente las cimas de los picos más altos del macizo central, solo se asoman sus puntas. Los fotografiamos. Es una especie de obsesión, es como decir “allá debemos subir algún día que otro de esta travesía” … y se ve tan alto, lejano y escarpado, que representa el mayor desafío de la misma travesía. Inconfundible TorreCerredo, con sus picos que lo circundan a un lado y otro, como el Pico de Los Cabrones a su izquierda. Impresionante.
Después la senda baja un poco para prepararse por la pedregosa ladera del otro lado, lado contrario al que llegamos, para comenzar la subida, primero empinada y luego alargada del Cabrital para subir e internarnos en el estrecho y pedregoso valle Las Campizas.
Aquí el sol del mediodía pega fuerte. Falta agua. Es un aviso. Esfuerzo, montaña y sol castigados del mediodía puede hacerme mal. De hecho me llega a tocar un poco. A Vicente le gusta, lo soporta bien, cuanto más calor mejor. A mi mucho calor me mata. Me quedo el último, no quiere esforzarme yendo de los primeros ya que no tengo mucha agua en la cantimplora y no pararemos a recoger agua, si la hubiera, en esta subida, hasta llegar al refugio. Pero aun así, después de coger al grupo al final o mitad de la subida del Cabrital, noto la deshidratación y la molesta insolación. Incluso en un momento del recorrido dejamos a la derecha un abrevadero de ganado en el que parece no sale agua ya, pero ni nos acercamos, subimos sin prisa pero sin pausa. Aunque a muchos de mis compañeros no les afecta este sol y calor… por suerte estamos cogiendo altura, si fuera al revés, bajar altura, el calor sería más intenso e insoportable.
Dejando los verdes rincones de Las Bobias con sus prados y bosquecillos, llegamos a un punto donde el horizonte se abre, cerca o en el Collau del Jitu (1.650 mts.). Al otro lado aparecen de nuevo las alturas, paredes, torres, agujas, precipicios del macizo central o Urriellu, con el TorreCerredo y su singular e inequívoca cima lo más alto. Excepcional. Le digo a Joaquín Junior que a esa cima debemos subir… parece tan lejana y escarpada… Aquí aparece el macizo central o Urriellu más claro y magnífico, con todos sus picos y rincones de altura. La imagen es mucho más grande y amplia que desde el Cueye Las Bobias
Luis nos deleita con su GPS informándonos que hay varias rutas o una doble ruta en todas las etapas que haremos, entre ellas, esta. Y comenzamos a apodarle el “doble ruta”. Éste decide subir una cimita que nos queda a la izquierda y norte desde el Collau del Jitu: Cabeza La Forma (1.717 mts.). Deja la mochila y en poco tiempo está en la cima. Yo estoy cansado, deshidratado y con calor, y prefiero bajar al refugio que ya lo tenemos cerca. Solo hay que cruzar al otro lado del collado y girar a la izquierda y norte para en 10 o 15 minutos, llegar a él. Bajando del collado ya se ve, a un lado de la hoya que forma la Vega de Ario, de roca y poca hierba.
El Refugio Vega de Ario está a 1.630 mts. Hay muchas vacas, ganado alrededor, y una formidable valla de madera que lo resguarda de que esas vacas no se metan en el refugio.
La Vega de Ario parece una hoya de laderas ondulados pero mezclada entre la roca con fuerte erosión cárstica y el verde prado o trocitos de hierba que intenta salir entre roca y roca. Desierto de árboles, todo roca, da una apariencia estéril, desolada, como la alta montaña caliza pero de suaves formas, pero con la verde pincelada de los pastos agobiados por la gran cantidad de vacas, ganado, que se acercan al refugio esperando que una mano caritativa les de agua, ya que tienen el abrevadero vacío. Si no fuera por las alturas que rodean la vega, la hoya, al sureste del refugio, como el Cabeza El Covu y la Cabeza del Verde, tendría unas vistas al macizo central o Urriellu impresionante… para ello tenemos que subir, o a estos cimas o acercarnos a la salida de la Canal de Trea (como haremos mañana) para tener de nuevo esas vistas.
Hay poca gente. Muy poca por el momento. Reconocemos al grupo de 3 que siempre ha ido por delante de nosotros compuesto por dos chicas y un chico, una de ellas se llama Rita, que desde que salimos del Refugio de Vegabaño han ido haciendo las mismas etapas o al menos han parado en los mismos refugios. El “trio de Rita”.
Hay poca agua. El abrevadero de las vacas está vacío, y hay un chorrillo de agua que cae de una fuente cercana. Allí cogemos agua. Cuando no llueve mucho en Picos las fuentes que están a más altura se secan rápido, ya que la roca es muy porosa. No hay agua en las alturas de Picos.
El refugio lo guardan 3 personas: un simpático rubio de ojos azules de origen francés (que curiosamente duerme en una casa al otro lado de la Vega), una andaluza y la guarda principal, que nos raciona al máximo el pan, el bizcocho… a la hora de cenar o desayunar… parece un bien tan escaso que pedírtelo y dejártelo “debería ser castigado”, como un pecado. El guarda francés es muy amable y simpático. Nos sentamos en unas mesas con bancos de madera afuera del refugio y a la sombra de sus toldos para tomarnos unas pintas de cerveza excelente.
¡Hay ducha! Con uno de esos extraños bidones del Decathlón llenos de agua y que utilizas como un depósito de fumigadora, sale agua por una manguera y alcachofa para ducharte en un estrecho recinto atrás del refugio junto al baño. Viene muy bien la ducha.
He hecho fotos y videos a los picos del macizo central. Hay unas vistas increíbles. Incluso me ha parecido ver en un momento determinado Collado Jermoso, pero desde el Refugio Vega de Ario no se ve esa parte. Son pasadas las 15:30 horas cuando llegamos al refugio. A partir de entonces poco a poco va llegando más gente. Una pareja que está corriendo todo el día y ha salido de Sotres “¡Exagerado!”. Ella parece un poco estirada, él es más callado. La chica habla de las lentejas tan buenas que una vez le pusieron cuando estuvo una vez aquí, en Vega de Ario, que si harán lentejas esta vez… curiosamente esta noche tuvimos lentejas para cenar; grupitos de gente, muchos de ellos gente joven muy educada… y un numeroso grupo de adolescentes guiado por un monitor, que todos se paran en la fuente deshidratados, y han subido por donde nosotros bajaremos mañana: por la Canal de Trea desde la Garganta del Cares ¡Increíble!
Resulta que es un colegio católico y todos los niños, un monitor que es un cura, sube al grupo y duermen en vivac detrás del refugio. Después de coger y beber agua, se desplazarán a una inclinada colina bajo las rocas detrás del mismo refugio, donde, en filas y grupitos, extenderán sus esterillas preparados para pasar la noche. Un vivac total, sin tienda. Observamos impertérritos como celebra una misa con los chavales, vestido con el traje blanco de los curas que dan misa (la sotana litúrgica) ¡Exagerado! Nos hace gracia. Ironizamos. Nos cuenta la guarda del refugio que todos los años suben aquí los niños de este colegio, y que un año se equivocaron de camino o recorrido en la misma Canal de Trea y que se perdieron unos cuantos; tuvieron que llamar a emergencias para rescatarlos.
Después de cenar lentejas la guarda de refugio nos dice que podemos subir al montecillo atrás del refugio para ver el precioso atardecer que se vislumbra desde las alturas. Hay una pequeña antena. Hacemos caso y casi todos o todos los del refugio y los de fuera también, se suben a los riscos y laderas rocosas al norte del refugio a esperar a que el sol se oculte detrás del mar, de nubes o agua, mientras se vuelve rojizo y sale la luna al otro lado sobre el refugio y el resto de picos al sur del mismo que se ven de este macizo occidental. Aprovechamos para charlar, reírnos y ver como el día se acaba y colorean las montañas de los Picos de Europa. Un espectáculo precioso, único e irrepetible.
Es hora de dormir. Tenemos una habitación para nosotros solos, y un montañero solitario. Luis cierra la ventana, tiene esa manía en los refugios, pero el montañero solitario se levanta para volver a abrirla, más que por el calor que podemos pasar con todo cerrado, por el tema de la pandemia, que esté todo aireado. Ocupamos dos o tres sitios de colchones de estas literas corridas por persona, al menos entre Luis y yo. Es penoso por el momento que vive el mundo, pero genial para nosotros que estamos a nuestras anchas.
En la etapa de mañana por fin visitaremos el famoso pueblo de Bulnes, y ya nos iremos acercando a las faldas y desafío del TorreCerredo… la travesía se está convirtiendo en una magnífica aventura en la que a medida que van pasando las etapas y los días, se hace más emocionante… ¡¿podremos subir a pico más alto de Picos de Europa?! ¡¿llegará el mal tiempo y nos lo impedirá?! ¿Qué pasará…? Nos vamos acercando al corazón de la travesía y aventura.