Nos levantamos y hacemos el ritual de cada día; hacer la mochila, desayunar y despedirnos. Esta noche he abierto la ventana, el ventanuco del techo, hacia calor con todo cerrado. Pero el Luis la ha cerrado después cuando el frio se colaba por fin del exterior. La pareja de guiris sigue en sus literas y otros han salido más temprano. Hay una niña muy pequeña que anda sola por los alrededores del refugio, y una de las guardas está muy embarazada. Este refugio es una gran familia. Es un lugar con una atmósfera agradable, simpática, con buena armonía y alegría… hasta la chica (que no es la embarazada) que nos ha servido el desayuno es muy simpática después… el espectáculo de los atardeceres contagia a aquellos que los contemplan. Maravilloso.
Hoy no quiero ir muy lento por que se supone que hará mal tiempo a mitad del día, y estaría bien estar cerca del final de Etapa cuando caiga la esperada lluvia. O bien coger un taxi en Valdeón si la cosa se pone muy mal. A pesar de que el día ha amanecido soleado y muy bueno… con menos calor, bastante menos calor.
Sobre las 08:20 hrs. salimos del refugio, alegres y entusiasmados después de despedirnos de la fenomenal familia del Refugio de Collado Jermoso. La senda de bajada sale desde casi la parte más baja del refugio hacia el abismo, desde casi una de las mesas más bajas. Y comienza a bajar en zigzag para salvar un desnivel formidable. Yo voy en cabeza y sigo las marcas o la misma senda excavada en la ladera casi vertical rocosa o pedregosa. No hay pérdida.
La idea es bajar del Refugio de Collado Jermoso en el mismo Macizo Urriellu o Central a Cordiñanes, a Posada de Valdeón, Soto de Valdeón y volver al Macizo de Cornión u Occidental, subir al Refugio de Vegabaño y acabar en Soto de Sajambre… será una etapa larga pero increíble. De momento una fuerte bajada con un fuerte desnivel, de 2.046 mts. a 850 mts., 1.200 metros en menos de 3 Km. en línea recta. Exagerado.
Al principio la bajada es casi recta por una ancha canal y rápida, voy esperando a los compañeros en la bajada. Nos metemos por ciertos sitios más abruptos en los que tenemos que usar las manos, y adelantamos a un par de montañeros que van más lentos, uno de ellos parece que va con miedo o respeto según que sitios. Y al cruzar el barranco hacia la derecha sigue la senda sin bajar directo y como haciendo una travesía en diagonal. Estamos en lo que llaman la Travesía del Congosto pasando del barranco que bajaba del mismo refugio, El Argayón hacia la Canal Jonda, o mejor dicho al otro lado del cauce de la misma. Hasta un collado, mirador y cruce de recorridos. El Collado Solano (1.617 mts.), desde el que vemos por fin hacia el valle de Valdeón y donde aparece un cartelito señalizador de recorridos. No hay pérdida. Seguimos las marcas blancas y amarillas del P.R.-16.
Nos hemos encontrado más gente que sube y solo estos dos que bajaban. Muchos de estos son runners o intentos de runners. Suben a buena marcha, sin mochila o peso, o una mochilita que ni se ve. Suponemos que es para hacer un recorrido en el que en este día vuelvan al lugar de partida. Un grupo que nos encontramos en el Collado Solano y ya los oíamos charlar desde hace 15 minutos, son runners veteranos de edad casi avanzada. Nos saludamos y nos dicen que se preparan para una carrera de montaña que dentro de poco se celebra por aquí (o se celebraba sin pandemia), cuyo nombre no recuerdo ¡Tanto correr!
El paisaje de los alrededores del Collado Solano es espectacular: un trocito de la escarpada montaña de Picos de Europa con sus torres, agujas, pasos verticales, precipicios, paredes rocosas… y con las vistas al fondo del verde e inconfundible valle de Valdeón, y al otro lado del mismo otro murallón con sus torres, verticalidades, montañas… el Macizo Occidental o de Cornión. Las nubes mañaneras asolan la Peña Santa y Torre Bermeja en el nombrado macizo, como si quisieran abrazarlas pero sin estrangularlas, nubes que con el calor del sol mientras avanza el día, se irán disipando. Al igual que la magnífica y fotogénica Torre Friero, que será nuestro faro y protagonistas en las fotos de esta bajada hasta el hayedo de la Canal de l’Asotín… sin olvidarnos de los escarpes que se elevan sobre nuestras cabezas a medida que descendemos altura, con las paredes de la Torre Jermoso y la original e inconfundible también, más alta y elegante, medio escondida, Torre de Peñalba. Soberbio y precioso.
Desde el Collado Solano volvemos a bajar por una canal paralela a la Jonda que nos dejará en poco tiempo al semi llano del fondo de la Canal de l’Asotín. En cuanto puedo bajo corriendo a pesar del peso de la mochila, el cuerpo y las piernas me lo piden. El verde falso llano es la Vega de l’Asotín, en cuyos lares se aproximan otros grupos esta vez ya no de runners si no de excursionistas. Seguimos el P.R. hacia el oeste hacia la entrada o salida del valle que forma la Canal de l’Asotín, y en poco tiempo atravesamos el estupendo hayedo que queda aquí como aislado. Intento recordar los lugares del hayedo por el que pasé hace 13 años, pero no recuerdo mucho, no se parece a pesar de que no ha cambiado. Bellos y curiosos rincones que forman los ejemplares siempre en estos hayedos, pequeños pero ancestrales. Fotos.
Recuerdo aquella parada en el hayedo para comer algo. Los ánimos no eran muy buenos y amigables con mi compañera en aquel momento. Pero el hayedo lo recuerdo incluso más espectacular y precioso que ahora que lo atravieso de nuevo por la misma senda… supongo que por la falta de lluvia menos verde o intenso. No es normal tantos días sin lluvia y con este calor en este clima atlántico.
Entre los 1.250 mts. y los 1.100 mts. atravesamos parte del hayedo y salimos de él por la izquierda en busca de los escarpes y verticales paredes entre el Cueto Calderón y la Peña del Pornacho. A veces la senda parece excavada en la roca como si fuera un medio túnel con una de sus paredes inexistente que da al exterior. Al otro lado el vacío, un precipicio. Más gente pasa por estas encrucijada en las que a veces cuando se cruzan dos personas, la que queda más al exterior queda a merced de los vértigos y vistas al abismo. Eso sí, abajo, delante de nosotros ya se van abriendo y nos vamos acercando al valle de Valdeón, en el que ya vamos viendo las casitas de Cordiñanes.
Antes de coger la senda vertical que nos deja en el mismo Cordiñanes, en la ancha senda ahora, excavada o perfilada, han instalado una larga cadena o cable de acero por si la roca resbala no caer. Una pareja de escaladores, montañeros comienzan a subir justo este tramo, y nosotros ya estamos a 10 o 15 minutos del pueblo. El calor aquí abajo se va acentuando, también nos acercamos al mediodía. Atrás dejamos los escarpes, agujas de roca, paredes y abruptos y verticales rincones de esta parte de Picos, para llegar al fondo del ondulado, suave y tranquilo pero civilizado valle de Valdeón.
Después de la senda llegamos a un camino y éste nos deriva en las primeras casas de Cordiñanes donde hay carteles informativos, una fuente y mesas, bancos de madera para sentarnos. Nos paramos aquí para almorzar. Ya hemos acabado la primera parte de esta etapa. Son las 11:35. Cobertura. Mensajes. Y el sol, el calor de la baja altura. Después de comer la idea era seguir por un camino, un recorrido que nos llevaría a Posada de Valdeón sin tocar la carretera. Pero empezando desde el cercano Mirador del Tombo. Como un ritual, una costumbre o promesa, deja de bajar, a muy pocos metros del pueblo, el Mirador del Tombo. Siguiendo las indicaciones del Alpina y de los cartelitos seguimos por un camino paralelo al río, río abajo, hasta cruzar por un puente a la carretera y a la construcción del Mirador del Tombo. Recuerdo que he estado aquí. Sitio turístico obligado de Picos de Europa. Foto de grupo. No hay nadie. Solo una pareja que busca una vía ferrata cercana, y dos chicas francesas que nos hacen la foto. Son las 12:20.
Creo descubrir el albergue medio vacío donde pasamos alguna noche nada más bajar de Collado Jermoso hace 13 años. Creo que era el largo edificio como un hotel robusto y con muchas ventanas que nos quedaba a la izquierda de la calle de bajada, de la carreterilla que cruza por en medio del pueblo. Pero no estoy seguro. No hay muchas más casas o lugares donde hospedarse a primera vista en Cordiñanes. Era acogedor y salvador. Y también raro que en mitad de agosto estuviera tan vacío un albergue tan bien ubicado y formidable en medio del valle de Valdeón. Tuvimos suerte.
Efectivamente el Mirador del Tombo, no sé si por que leí algo sobre su construcción o situación, o lo ví en alguno de aquellos programas de tv como Al Filo de Lo Imposible, que se me quedó como un lugar de observación, admiración y cariño hacia los Picos de Europa, hacia esas montañas, y por tanto un sitio por el que hay que pasar, nada más por compartir dicho sentimiento con estas espectaculares y magníficas montañas. Una especie de muestra de respeto y admiración hacia ellas… un rebeco preside el lugar, como representando el equilibrio ecológico y biodiversidad del lugar que debemos respetar y conservar.
Desde aquí debemos seguir las indicaciones del P.R., el 3, que sale del Mirador del Tombo hacia arriba, valle arriba, sur, a la derecha y oeste del río y carretera, por un camino hacia la población de Posada de Valdeón. Aunque los primeros pasos del recorrido son por senda y poco inclinada, después de cruzar dos veces la carretera, desemboca en un camino girando a la izquierda, que seguimos sin desviarnos hacia el sur, hacia Posada de Valdeón.
No tiene pérdida. Caminamos tranquilos bajo un sol no tan tremendo como en días anteriores en un cielo con pocas nubes. Pero en un cruce a las puertas del pueblo al que queremos llegar, debemos de seguir por el camino de la derecha. No se ven indicaciones aquí y puede ser perdedor. Mientras hemos encontrado carteles de información del lugar, el camino, turístico-cultural. El camino o recorrido nos debe dejar al otro lado, en la otra punta del pueblo. Viéndolo o dejándolo a mano izquierda al principio.
Una vez en el centro de Posada de Valdeón buscamos un sitio donde poder comer. Vicente conoce alguno, pero éste no nos puede servir. Al final acabamos en una especie de terraza o patio exterior de un hotel de fachada blanca que parece la “Casa Cuartel” de la Guardia Civil o de un destacamento cuartel militar (igual en un pasado sí lo fue) aquí, sobre las 13:30 nos pedimos unos bocadillos, bebidas, vamos al baño, vemos las olimpiadas y descansamos poco más de una hora.
La población, al menos la parte que nosotros visitamos no tiene mucho de especial. Algún hórreo antiguo de madera aparece mientras caminamos por una de sus calles. Llegamos al centro del pueblo donde Vicente nos lleva hasta el nombrado restaurante que no nos puede servir. Casonas rústicas pero no demasiado vistosas, más bien normales.
Sobre las 14:30 pagamos los bocadillos y bebidas y decidimos ponernos en marcha. El mal tiempo no llega, hay nubes pero no tapan el sol, y hace el típico calorcillo de verano, no el de días atrás por suerte. Salimos por unas calles en busca de la carreterilla que sale en busca de Soto de Valdeón. Luis se queda mirando la final de Balonmano. Y ya se reunirá con nosotros en el camino al pueblecillo. Al poco de salir por la carretera, un camino arreglado o asfaltado a la derecha nos llevaría por el viejo camino señalado con el P.R.-12. Un bonito y corto camino entre los dos pueblos que pasaba entre casas, hoteles y árboles altos que daban sombra al caminante.
Una pareja me pregunta hacia donde ir para recorrerse Picos de Europa hacia Arenas de Cabrales o hacia el norte. Son sudamericanos pero se conocieron en Alemania. Muy simpáticos y guapo, guapa. No conocen nada del lugar ni saben que ver ni por donde ir. No tienen mapa. Y me preguntan a mí al ver como observo mi Alpina, el recorrido que nos queda, por donde debemos ir. Les doy indicaciones, les informo por donde ir y lo que ver. Me parece increíble que aún haya parejas o gente que se recorran el mundo en plan mochilero, en plan “vámonos a ver qué pasa”, sin mapas ni coche ni moto… solo sus piernas, sus mochilas, la gente con la que se encuentran y el transporte público. Increíble, admirable, fantástico.
Dejamos atrás las vistas y paisaje que rodea Posada de Valdeón y de las que hemos ido disfrutando desde el recorrido que comenzaba en el Mirador de Tombo: las altas paredes, torres, agujas, enormes montañas que se elevan excepcionalmente hacia el noreste y norte. Precioso. Increíble. Impresionante ¡De allá arriba venimos! Murallas de rocas, canales imposibles y desniveles desmesurados. Alta montaña, media montaña salvaje, abrupta y desafiante. Se distingue perfectamente las partes de las montañas que separa la Canal de l’Asotín por las que hemos bajado. Parecen castillos, fortalezas de gigantes para gigantes. Excepcional. Soberbio. Espectacular. Asombroso. Fotos y fotos, y miradas de admiración y asombro… ahora van quedando a nuestra espalda saliendo hacia Soto de Valdeón, el macizo central o Urriellu. De nuevo volvemos al sur del macizo occidental, de Cornión, aunque la Peña Santa y Torre Bermeja antes vistas y admiradas mientras bajábamos por de la Canal de l’Asotín, quedaban ahora invisibles a nuestra derecha y arriba… alguna pared de Torre Bermeja y las murallas que la forman, se llegan a ver una pequeña parte casi escondida y sobre nosotros, alejada de nuestra visión.
Poco antes de entrar en Soto de Valdeón esperamos a Luis y a Vicente que ha ido a por él (después de ver el final del balonmano). Son las 15:00 hrs. cuando atravesamos el pueblecito de este a oeste por la calle principal y a pesar de ser más pequeño que Posada, tiene más encanto. Un hotel y sus casas bien adornadas, arregladas, acogedoras nos da esa impresión. Bonito pueblo.
Ciertamente Soto es más entrañable, acogedor, temático… sus hoteles, hostales o casas rurales son antiguos edificios, antiguas casas reformadas y habilitadas para ello, preciosas y asombrosas. Una de ellas tiene la parte baja de un viejo hórreo reformado, como si fuera un porche donde los huéspedes se relajan en los sofás, sillones y asientos para exterior, con luces colgando entre un verde excepcional de su césped y suelo. Fantástico. Pero hay más casas, alguna iglesia, privadas, antiguas pero igualmente arregladas, reformadas, preciosas. Soto de Valdeón merece más la pena de visitar que el propio Posada, al menos por la parte que nosotros hemos visitado y conocido. De hace 13 años seguro que llegamos a pasar por alguna de estas localidades, pero sí que no recuerdo nada de nada. Ni tengo fotos.
No subimos hacia el norte siguiendo el mismo P.R.-12, si no que lo seguimos hacia el oeste por un camino fácil que va paralelo al rio que viene de las alturas y bosques que quedan al oeste, frontera con las alturas y selvas, hayedos de Vegabaño. Es el río o riachuelo que baja o viene del Arroyo Argoya. La idea es seguir este camino sin dejar de ir paralelos al riachuelo o cauce del valle, girar hacia el norte dejando el oeste, hasta llegar a unas casas, casas con el mismo nombre que el arroyo: Argoya (según Alpina).
El sol desaparece bajo un manto espeso de nubes ¿lloverá por fin? A medida que caminamos por el camino nos vamos adentrando en un paisaje hermoso, precioso de selvas espesas, hayedos excepcionales y nada de civilización. El Mirador del Tombo se encontraba a unos 810 mts., Posada y Soto de Valdeón entre los 920 mts. de altura y debemos subir ahora a los 1.565 mts. para llegar a los 1.320 mts. del Refugio de Vegabaño y a los 900 mts. de nuestro objetivo final de la Etapa y Travesía: Soto de Sajambre. Con lo que el punto más bajo de la Etapa en el Mirador del Tombo viniendo del Refugio Collado Jermoso a 2.046 mts. Extraordinario.
De nuevo me asombro con el paisaje: hacia el sur, oeste, laderas inmensas de bosques, selvas, todo verde, frondosas, ancestrales, formidables. Parece que no tienen fin y que no tienen espacio para los huecos o calvas, todo es bosque, hayedo, desde las laderas más bajas y llanas, hasta sus cimas donde no habitan otra cosa que árboles, hayas. Es magnífico. No hay caminos que los atraviesen, que los cicatricen, es todo un manto increíble y sano de verdor y selva de este magnífico y vivo hayedo. Parece que no lo ha tocado la mano del hombre, al menos no demasiado, parece intacto, impertérrito, antiguo, salvaje pero formidable… el bosque por el que caperucita roja se puede encontrar con el lobo feroz perfectamente.
Nos reunimos todos en esta parte del camino donde aparecen algunos tejados entre las altas hierbas y prados olvidados, ya que nos habíamos separado en varios grupos de parejas subiendo por este camino. El paisaje es precioso, selvático, muy boscoso. Debemos girar hacia el oeste para buscar un collado allá arriba. El Collao Escobaloso, con esos 1.565 mts. nombrados. En un principio por un viejo camino en desuso que se internará hacia el oeste por el frondoso y precioso vallecillo con un hayedo fabuloso y precioso.
Al principio el acenso es leve pero poco a poco se va empinando el camino por en medio del frondoso y bello hayedo. Fotos y admiración por el increíble y cuidado bosque. Incluso en los últimos metros aprieto el paso, y junto con Joaquín Junior llegamos los primeros al despejado collado, al que parecía no llegábamos nunca. Antes nos hemos tropezado con gente que bajaba en bici de montaña, aunque la senda era en ocasiones tan estrecha que no cabíamos ni nosotros, por los altos matorrales mientras cruzábamos el Arroyo Rebellada. En sí, iban con la bici cargada al hombro y esperando que pasáramos nosotros.
Nos reunimos todos en la cima despejada de árboles del collado, y ya proseguimos al otro lado por la senda que sigue en dirección a Vegabaño siguiendo hacia el oeste, noroeste, cruzando otro pequeño prado y después de nuevo el gran hayedo de los vivos alrededores del refugio y el lugar de Vegabaño.
La senda es larguita. Atravesamos un hayedo por el que no nos encontramos a nadie, salvo un grupo que parecen de una empresa de guías o de trekking ya que cada participante parece de su padre y su madre. Van en dirección contraria, hacia el collado desde Vegabaño. Salimos del collado hacia el refugio sobre las 17:15 y llegamos al mismo refugio donde hace ocho (siete) días salimos, sobre las 18:00 hrs.
Antes nos hemos topado con curiosos ejemplares de hayas que, a pesar de su sequedad de estos días, les caían líquenes de las ramas como si fueran rincones de los Envergadles a Florida o de las lagunas de Luisiana. Extraordinario, Fabuloso. La senda deriva en un camino, y éste camino aparece por la parte de atrás del refugio. Varios carteles indicadores así nos avisan. En uno de ellos nos indican como subir al Pico Jairo, al sur de Vegabaño.
La subida al Collao Escobaloso es por una senda sin que aparezca otra o un cruce con otros recorridos para despistarnos, parece única atravesando espacios y lugares de un hayedo precioso y fotogénico. Una vez cruzado el nombrado collado y ya en bajada en dirección a Vegabaño, seguimos por la misma senda que hace un pequeño giro pero con la intención de seguir en dirección norte, noroeste a la vez que intenta descender poco a poco, atravesando el espléndido bosque con sus árboles altos, gruesos y longevos plagados de líquenes. Esta senda, después de cruzar un arroyo, deriva en un camino que gira hacia la derecha y abajo, cruzando otras partes magníficas y preciosas de estos hayedos, para volver a girar más adelante a la izquierda, norte y en bajada, en busca ya de las cercanías del Refugio de Vegabaño; llegando a éste, siguiendo las indicaciones y carteles que lo anuncian (al igual que otros lugares y recorridos) por el lado contrario o parte de atrás, a la que llegamos por primera vez subiendo de Soto de Sajambre.
A veces el camino o senda antes de llegar al collado, no se ve marcado en el terreno por la gran cantidad de hojarasca que hay en el suelo, pero se intuye su forma y hueco, perfil, en la ladera. Tanto ir por el camino como por la senda antes del collado, el hayedo y sus magníficos ejemplares ofrecen formas majestuosas y llamativas, típicas de estupendos y bien conservados bosques, respetados, queridos. Es verdaderamente un privilegio poder disfrutar y atravesar estos lugares, y felicito a los lugareños por su buena labor a la hora de cuidarlos.
Estamos poco tiempo en el refugio. Preguntamos por las camisetas de Anillo de Picos, y en pocos minutos salimos por el camino por el que llegamos al refugio hace siete días, en busca de pueblo de Soto de Sajambre donde dejamos el coche. Al final el tiempo nos vuelve a respetar y las nubes que querían cubrir todo el cielo comienzan a disiparse. No llovería. A medida que deshacemos el camino de subida del primer día y comenzamos a bajar altura, notamos como el calor del día va en aumento. Ese calor húmedo. Pero como ya son entre las 18 y las 19:00 hrs. no es tan sofocante.
Atravesamos de nuevo el hayedo por el camino, pero encontramos unas sendas que son atajos para quitarnos las curvas de la pista y así disfrutar más del precioso hayedo. Más abajo se acaba el bosque y aparecen pequeños huertos con plantaciones regados por agua de aspersores… a falta de lluvia. Y sobre las 19:00 hrs. bajando por el incómodo camino lleno de piedras sueltas y romas, llegamos al pueblo de Soto de Sajambre donde una fuente nada más entrar al pueblo a la derecha, llenará nuestras cantimploras y bocas por última vez del agua de Picos de Europa.
Pasamos junto a un bar con terraza con un edificio antiguo, restaurado, rústico y sencillo, en el que nos sentamos a bebernos una botella de sidra casera antes de bajar a los coches, acabando aquí la preciosa travesía.
Finaliza así, bajando después por la angosta carreterilla hasta Oseja de Sajambre, donde cenamos en un restaurante del pueblo a modo de celebración y éxito de la aventura, este recorrido fabuloso y excepcional por los macizos, picos y pueblos, lugares, de Picos de Europa. Me lo he pasado en grande, con grandes amigos y compañeros que tienen un nivel digno de grandes montañeros. Me he divertido y he podido quitarme la espinita del TorreCerredo… es como si tuviera ganas todos estos años de visitar y hacer montaña en Picos de Europa, y hubiera saciado esa necesidad de un solo golpe, de una sola vez, en una sola actividad y travesía. Fabuloso… aunque el clima no mostrara su parte original en estas montañas, el buen tiempo hizo que nuestros objetivos se cumplieran sin problemas… salvo por que casi me entra una insolación y lipotimia en la subida al ansiado e ironizado Bulnes…
Precioso, enérgico y majestuoso, así como místico, verde y legendarios Picos de Europa. Montañas inolvidables, agrestes y admirables. Y con la mejor compañía que podía tener: intrépidos y resistentes montañeros, compañeros, amigos. Merece la pena volver una y otra vez… cada pequeño rincón, desde los atardeceres de Collado Jermoso hasta la cima del TorreCerredo, es un espectáculo de la Naturaleza único e irrepetible, en estos impresionantes Picos de Europa.