Volvemos a Andorra, de nuevo a la preciosa y fabulosa Vall d’Incles donde ya estuvimos hace unos años en aquel intento de hacer la subida al Pic d’Escobes invernal y que se quedó en la subida por una pala, ancho corredor, en las cercanías o laderas norte del Pic de la Tosa de Juclar. A pesar de no realizar lo planeado y tener que improvisar (como muchas veces pasa en la alta montaña) ante las condiciones de nuestro objetivo y lo planeado, el lugar y paisaje me impactó y asombró por su belleza y espectacularidad. Teniendo incluso una de las mejores fotos a un atardecer que he hecho a lo largo de mi vida de fotógrafo aficionado de montaña.
Pero no es invierno, si no finales de primavera cuando decidimos acercarnos a este increíble y lejano valle arrinconado en una esquina del mapa geográfico andorrano. La idea que tiene Eva es hacer el Pic d’Escobes pero por la cresta que le viene por el sur, suroeste, desde el Pic del Siscaró. Ya han hecho este pico en alguna otra ocasión por otros puntos y valles, y este recorrido le atraía y gustaba.
Aunque este fin de semana no es el idóneo por el mal tiempo, para hacer crestas y tocar roca mojada, montañas cubiertas de nieblas… pero hay que intentarlo. Esta vez no hace falta dejar el coche en Soldeu (al comienzo del valle) como ya hicimos en aquella primera visita a la Vall d’Incles, si no que podemos avanzar por la carreterilla que sigue el lecho o suaves laderas del mismo valle, valle adentro, la cual recorrimos caminando sobre nieve aquel invierno, y a la que llegamos hasta una barrera y parking en el Pont de La Baladosa.
Llegamos sábado por la tarde con la idea de pasar la noche por allí, y mañana realizar la actividad partiendo de aquí. Josep Gallemí tiene una Quechua de esas que las tiras al aire y se montan solas para pasar noches junto al coche o cerca de él. No sabemos si aguantará la lluvia que está llegando y por cuya razón no usaré la funda de vivac y me meteré en la tienda junto con el Gallemí. Paco y Eva pasan la noche en su coche preparado (como es la moda) para pasar la noche en su parte trasera. Explorando el lugar un cartel nos indica específicamente que no se puede acampar aquí, pero solo pasaremos la noche junto al coche. Hay una casa con un porche muy a la vista donde estaríamos resguardados de la lluvia en caso de hacer vivac, pero hay que saltar el muro y entrar en una propiedad privada, no está a pie del camino… también hay una caseta de información turística; la Vall d’Incles es muy visitada en verano. De hecho en verano tampoco se puede subir en coche hasta este punto, si no que tienes que coger un bus o un “habanero” (trenecito de carretera turístico para enseñar lugares o ciudades) en Soldeu para que te dejen aquí. Está bien. Hay que cuidar la montaña de las aglomeraciones.
Después de pasar una noche de lluvia sin mojarnos dentro de una Quechua de bajo coste, partimos temprano camino arriba por la Vall d’Incles. Hace mal tiempo, todo el cielo está nublado, hace fresco y amenaza lluvia, aunque no precipita por suerte. No sé si podremos hacer la cresta o la montaña con la roca mojada.
Seguimos el camino que sube valle arriba y que ya hicimos en Vall d’Incles y Tosa de Juclar, ancho y bien marcado por un precioso y verde lugar empañado algo por el gris y oscuro cielo. Las nubes cubren las cimas, las montañas; tendremos que atravesarlas allá arriba. Hasta que llegamos al famoso cruce de recorridos y valles: dos postes con dos cartelitos cada uno. A la izquierda seguiríamos Vall d’Incles arriba en busca del Refugio de Juclar, como ya hicimos en aquella visita invernal a este valle, y si giramos a la derecha cogeremos una senda y recorrido nuevo para mí, hacia El Siscaró, otro valle, otro lugar y rincón en estas magníficas montañas justo al suroeste del lugar del refugio y Estanys de Juclar. Cogemos este último recorrido.
El camino se convierte en senda y esta senda se interna girando hacia el sureste por un vallecillo muy cerca y paralelo al riachuelo que sigue por el centro del mismo, entre pinos y verdor poco tocados por las manos del hombre. Un sitio bonito. Subimos por este vallecillo de esta manera hasta una especie de llano o circo sin arboledas y con una casita en un lado, a la derecha, es el Refugio de Siscaró, giramos a la derecha cruzando el riachuelo por esta parte antes de caer o precipitarse valle abajo. Un cartel de madera nos informa muy escuetamente de donde estamos y donde podemos ir.
El sitio es bonito, es como un circo o semicirco con varias terrazas donde hay o no, lagos de montaña, con algo de pinos, roca, verdes esplanadas… Llegamos al Refugio de Siscaró que se ubica a unos 2.150 mts. Hay una pareja de amigas que han pasado la noche aquí. Es un refugio libre doble con un muro de piedra de paredes. Curioseamos unos minutos por dentro. Descasamos unos minutos y seguimos al poco rato. Alguno de los compañeros se conocen el camino, no es la primera vez que cruzan este terreno con o sin nieve. La idea ahora es coger una sendilla poco marcada que sube hacia la montaña girando al este y que sale justo por detrás del refugio, internándose en un hueco entre montañas.
El tiempo no empeora, parece que quiere despejarse, vemos huecos entre las nubes de color azul, y mientras subimos esta empinada ladera, echamos la vista atrás y abajo, y descubrimos un verde paisaje del llano del Siscaró. Precioso. Llega un momento que cruzamos el riachuelo para dejarlo a nuestra derecha y, como ya había pronosticado, nos internamos entre las nieblas y nubes de las alturas, a la vez que giramos hacia el noreste. Vamos en busca de un collado, de un puerto de montaña, la Portella de Siscaró. Un paso que queda entre el Pic del Siscaró al norte y la alta Tossa del Cap de Siscaró poco más alejada al sur.
Atravesamos una pequeña zona mas horizontal entre montañas invisibles por la niebla pero agrestes y rocosas, al menos las del lado izquierdo. El no ver toda su figura hace que te imagines grandes muros inexpugnables de roca, paredes y abruptos escarpes. Por aquí hay unas pequeñas balsas que no llegan a ser lagos de alta montaña, las llaman las Basses del Siscaró. Al otro lado de ellas se abre una cresta que aparece o desaparece según las nubes nos lo permiten, hacia ella debemos ir por una ladera empinada pero por una senda marcada. Ciertamente es que la sendilla o recorrido estaba bien marcada en el terreno.
Una vez subimos esta empinada senda que hace zigzag y busca el sitio menos empinado para llegar a la parte más alta de la montaña, de la cresta que queda arriba, llegamos a lo que parecía le Portella de Siscaró a unos 2.549 mts… aunque a la derecha aparece un sitio en mitad de la seudocresta a más baja altura que este, pero igual no es más fácil de llegar que éste mismo.
Aquí arriba estoy desorientado, no tengo mapa, no miro la brújula, Paco conoce la cresta y sabe donde estamos. Las nieblas y nubes siguen invadiendo el lugar, estas alturas y la visibilidad es nula. Creo estar en un sitio pero es otro… ¡Estoy perdiendo facultades! O es que he dejado de estudiarme ya los mapas cuando salgo…
Después de un debate sobre el lugar en el que estamos, giramos hacia el norte e izquierda para comenzar a ascender por la escarpada cresta o lugar muy vertical de las que cuyas rocas nos ayudan a empujar el cuerpo pendiente arriba. Voy el primero intentando descubrir las huellas dejadas por otros para proseguir el recorrido. El terreno es sensiblemente más escarpado y vertical, si resbalamos no habrá nada que nos pare en la caída. Llegado a un punto parece que el recorrido me dice de no siga montaña arriba si no que gire a la derecha en busca de otro punto en otra cresta. El Pic de Siscaró queda arriba entre las dos crestas. El paso para llegar a la otra cresta no es largo, en cuatro pasos llegamos a lo que sería la cresta del Siscaró que nos llevaría hacia el norte hasta el Pic d’Escobes. Es como si hubiéramos rodeado al base del Pic del Siscaró por su lado este. Estamos justo en la frontera entre Andorra y Francia; hemos pasado por Francia para ir de una cresta a otra.
Cuando estamos todos reunimos en mitad de las nubes que hacen no veamos nada, en la cresta de roca mojada y pasos resbaladizos, debatimos como subir al Pic del Siscaró. Nos queda justo al oeste y arriba, si seguimos hacia el noreste por la misma cresta, en dirección contraria, iríamos hacia el Pic d’Escobes. Al final encabezo la subida, que realmente son pocos pasos, hasta la cima del Pic del Siscaró. El resto de compañeros me siguen, dejando las mochilas en la cresta, en el lugar del debate, ya que debemos pasar de nuevo por allí para seguir toda la cresta en dirección al nombrado Escobes.
Estamos poco tiempo en el nublado y tapado Pic del Siscaró a 2.637 mts. Fotos. Curiosamente no es el pico más alto de la zona, y los que lo rodean son más altos y prominentes, pero tiene un renombre y fama que le hace ser objetivo de actividades, ascensos y da nombre a los lugares cercanos por los que hemos pasado. Interesante. Tememos que el tiempo empeore y comience a llover, entonces si que podríamos tener un problema para seguir por, a primera vista, una cresta de roca resbaladiza y algo escarpada, pero sin grado. Volvemos al punto donde salimos a la cresta y proseguimos por la misma hacia el norte en busca de otros escarpes y picos entre el que bajamos y el Pic d’Escobes. Uno de éstos es el Cilindro d’Escobes… por desgracia solo podremos intuirlos por culpa de la niebla y nubes.
La cresta es interesante, tiene puntos de roca encrespada pero también recorrido por terreno menos rocoso, pero sí empinado y vertical si seguimos la ladera hacia un lado u otro. No es una cresta difícil y sí entretenida, bonita de recorrer, de cruzar… solo que la nula visibilidad la hace más misteriosa, oculta y menos atractiva para disfrutar de un paisaje de alta montaña… por suerte no llueve, no precipita.
Llegados a un punto en el que creemos estamos delante del Cilindro d’Escobes por su forma y escarpadísimo perfil, decidimos que la cresta o los pasos de roca serán más peligrosos aquí, y con la roca mojada, húmeda por la luvia de anoche, el no salir el sol y las nubes que no la secan, presumimos que sería peligrosa… además de que no vemos nada, no sabríamos a donde nos dirigiríamos y nos podríamos equivocar de recorrido. Antes de llegar a este punto me he fijado en una loma o suave ladera a la izquierda (aunque vertical), por la que se podía bajar sin dificultad, una bajada de escape de la cresta, incluso me ha parecido ver hitos que nos ayudarían a bajar… pero no, intentamos girar a la derecha en el punto descrito como final de nuestro recorrido por la cresta y buscar el camino en busca de los Estanys de Juclar.
Pensamos que puede haber un recorrido que baje hacia el Estany Segón, en el que se encuentra, de los dos Estanys de Juclar, el más cercano al circo y base del Pic d’Escobes, el que se encuentra más al oeste. Pero la bajada hay que buscarla. Encontramos hitos o pensamos que los vemos que nos llevan a un punto a la derecha, hasta llegar a un sitio que no se podía avanzar por paredes de roca. Giramos y seguimos hacia la izquierda… damos pasos de ciego de un lado para otro en definitiva, cruzamos neveros, pasos de roca, laderas pedregosa, saltamos resaltes, terrazas… hasta que se nos enciende la lucecita y decidimos atravesar toda la ladera por debajo de la cresta que hemos hecho, más por debajo pero en sentido contrario, hasta llegar aun punto en el que un corredor o pala vertical de nieve vieja, nos bajaría hasta el llano del fondo del valle, justo al norte del Pic del Siscaró.
Al norte del Pic del Siscaró se abre un pequeño circo con el centro casi horizontal, cuyo valle baja sin ser vertical, hasta el paso entre los dos Estanys de Juclar. La pala o corredor nevado es bastante empinado y la nieve vieja dura, no llevamos piolet ni crampones, con lo que después de intentar rapeles con la cuerda y observar durante muchos minutos la bajada peligrosa y arriesgada, decidimos seguir la línea de la ladera hasta unos metros bajo la nombrada cresta, donde la ladera, girando a la derecha y abajo, ya nos permite bajar sin peligro por la pala herbosa pero que sigue siendo empinada, hasta la parte baja y centrada del pequeño circo. Miro hacia arriba y observo al cresta que hemos hecho y el, aún nublado, Pic del Siscaró, cuya cima no se ve pero se le distinguen agujas y perfiles rocosos, escarpados y verticales… fabuloso. Dejaremos esa visión a nuestra espalda para seguir por el fondo del vallecillo hacia el norte y abajo, casi monte a través, en busca del istmo que une los dos lagos de alta montaña, cruzando por donde podamos, una y otra vez, el riachuelo que baja en la misma dirección.
Y por fin llegamos cerca de las orillas de los Estanys de Juclar y descubrimos la senda o recorrido que pasa por en medio de ellos. Seguimos por donde podemos para coger la senda que pasa por los estanys y se dirige al Refugio de Juclar… tramo en el que también nos encontramos pasos escarpados. Y una vez en la senda, seguirla hacia el oeste como queriendo salir de valle; después de acercarnos lo máximo a las cercanías y orillas de estos lagos de alta montaña.
Este recorrido ya lo hemos hecho, al menos en parte y sobre un buen manto de nieve, aquel invierno que visité por primera vez esta preciosa Vall d’Incles, hasta llegar al Refugio de Juclar. Antes de llegar a las puertas del refugio comenzamos a ver a mas excursionistas o montañeros que visitan estos lugares; desde el Refugio de Siscaró que no hemos visto a nadie en la montaña… aunque es normal ya que íbamos por terreno nada o muy poco pisado.
Nos sentamos en las mesas de piedra en las puertas del refugio a comer algo. Ahora sale el sol y hace buen tiempo, aunque las nubes no se despegan de las cimas de las montañas. La bajada del mismo está descrita en aquella primera visita a la Vall d’Incles, ya que realizamos el mismo recorrido entre el refugio y el Pont de La Baladosa. No hay pérdida, es el recorrido por el fondo del valle, sin desvíos y valle abajo, paralelo al río que también lo sigue. Sin dejar de admirar aquellas cascadas que aparecen en mitad de la bajada, y que estaban muy nevadas aquel invierno; y comenzando a encontrar a mas gente, más domingueros, a medida que nos aceramos al parking; en unas barbacoas y espacios junto a un vistoso puente que cruza el río… hay que destacar que la bajada del refugio es siguiendo las marcas y senda del G.R., cosa que en invierno no hicimos y aparecimos por otro lado, más hacia el sur… igual era el recorrido de invierno con nieve.
Y de esta manera acabamos otra magnífica actividad, aventura de alta montaña en las preciosas y escarpadas montañas del Pirineo de Andorra; con la inmejorable compañía de, ya viejos, montañeros y compañeros de muchas montañas; con un tiempo que no ha acompañado pero que ha tenido su encanto, y de nuevo con el desafío de volver para de nuevo intentar el ascenso del Pic d’Escobes, y quien sabe si más objetivos y desafíos en este precioso y magnífico rincón de los Pirineos.