Regreso a uno de los lugares y sierras del Collsacabra que me encanta y que no será la última visita o recorrido que haga en ella: la Serra de Cabrera; con el Pla d’Aiats, el Santuario de Cabrera… sus bosques, sus mesetas, sus cortados… son excepcionales y preciosos, así como sus alrededores, prados, masías… el color verde, el agua y la humedad son las notas predominantes, así como el gris del mineral en las paredes, cortados del Pla d’Aiats y el resto de la poca roca desnuda que sobresalga.
Esta vez quería hacer otro recorrido visitando una zona o altura que no había visitado antes y es un piquito que queda al este del macizo, del conjunto montañoso, y es el Puig Sabastida. En la última visita había ido a la zona norte, con la Vuelta por Sant Julià, pasando por esta pintoresca aldea y templo.
Con lo que el pasado sábado salgo con el coche en busca de aquel punto donde aparqué el coche en el último recorrido mencionado de la Vuelta por Sant Julià: en el camino a la izquierda de la riera que viene del sur de las paredes del Pla d’Aiats, que es la Riera d’Aiats. Pero esta vez aparco en el camino siguiente, paralelo al nombrado, pero al otro lado de la misma riera, que sale al otro lado del puente de la carretera que la cruza, ya que comenzaré a caminar por este camino en busca de La Rotllada, del Collet de Pallerols… al sur de las paredes del Pla d’Aiats; y que es además el Camí Ral Vic-Olot. Hay poco sitio para dejar el coche al inicio del camino. Si vamos muchos se puede aparcar en el cercano pueblo de Cantonigrós, y caminar siguiendo las indicaciones del Camí Ral Vic-Olot.
Una vez dejo el coche en este camino al otro lado del Pont de La Rotllada si vienes de Vic, a la izquierda, que no moleste para el paso de otros coches, me preparo la mochila para seguir el mismo camino caminando e iniciando la actividad hacia el noreste, en busca de las primeras casas o construcciones como La Rotllada. El día es algo fresco, muy húmedo, hay nieblas y nubes bajas muy típicas en esta zona en esta época, cosa que le da el aspecto tan verde y vivo, casi cantábrico, al ver poco el sol y donde el agua está por todas partes: en la tierra, en las rieras, en el aire, en las nubes… además de que al estar a cierta altura este altiplano, favorece la bajada de temperaturas y por lo tanto la mínima evaporación de dicha agua. Con lo que entre nieblas y verdes paisajes, comienzo camino arriba pasando a pocos metros por los límites de la construcción de La Rotllada.
Enseguida después de La Rotllada pasamos por La Cabreta, otra masía muy cerca de ésta, y después por La Creu. Detrás de la construcción me encuentro con la primera indicación a seguir del Camí Ral: un puentecillo de madera sobre un arroyo nos hace seguir por un caminito cercado por una simpática vallita de madera. A la derecha aparece el bosque del Montcau, verde con sus colores de otoño, mientras a la izquierda el prado, el campo con sus vaquitas, y al otro lado de éste, las paredes y alturas del Pla d’Aiats como la proa de un magnífico galeón, entre bosques de colores marrones, amarillos, naranjas, pastel, sobre unas nubes que ocultan el mirador y la parte alta del lugar dando la impresión de enormidad y belleza.
Llega un momento que hago un pequeño giro a la izquierda y derecha, en un extraño cruce, para seguir por un camino estrecho “de en medio” que se ubica entre dos motas a cada lado, como internado en una ancha senda escondida, como si fuera el cauce de un pequeño barranquito. Parece un pasaje o escena del Señor de Los Anillos con esos árboles y ejemplares con hojas de colores y extrañas formas, preciosas y curiosas. Las hayas están increíbles, hago fotos en esta parte de la marcha. Sigo esta ancha senda.
Más adelante salgo de la senda enmarcada por estas motas y giro a la derecha por una senda empinada hacia arriba, hasta llegar a otro camino y giro a la izquierda para seguir la misma dirección en busca del Collet de Pallerols. Ahora atravieso un hayedo, no hay prados de pasto sin árboles. Antes he mirado hacia el norte y veo como le estoy dando la vuelta a la pared y altura del Pla d’Aiats: sigue bajo la niebla, esas alturas invisibles, pero con un manto de colores pastel en sus laderas… la idea es que el recorrido que haga dé la vuelta, gire el mismo macizo del Pla d’Aiats, viniendo de su lado suroeste al este, donde se encuentra la cimita del Puig Sabastida.
El camino sale del hayedo, sube levemente, hasta llegar a un cruce, una pista asfaltada que viene del norte y se dirige hacia el sur en busca de las casas de El Colomer, que se distinguen si giro mi vista hacia el sur. Estoy en el Collet de Pallerols a 1.004 mts., un poste indicador de recorridos, así me lo dice. Giro hacia la izquierda y norte por esta pista en busca del Coll de Comajoan o de Olot, ahora tengo enfrente el macizo del Pla d’Aiats y parece que me acerco a él, o al menos a su lado sureste, este…
Esta pista cruza por lugares poblados de explotación ganadera, como el mismo Comajoan, que nos quedará a la izquierda bajo las laderas con cimas escondidas del Pla d’Aiats. Otro poste indicador de recorridos, sigo siempre en dirección a Olot, siguiendo la misma pista hacia el noreste. Aquí me encuentro con un camino o senda marcada como de pequeño recorrido que nos dice nos subirá por las laderas sur y bajo las paredes del Pla d’Aiats, en busca de una subida hacia ésta… seguramente cogería la subida realizada aquella primera vez que vinimos a visitar la Serra de Cabrera por aquella pasarela o pasillo de roca…
El camino se interna de nuevo entre bonitos ejemplares y bosquecillos en dirección noreste justo en la base boscosa de las laderas del Pla d’Aiats. Llego hasta una valla que cierra el camino en mitad de la nada, casualmente hay un par de coches de gente de por aquí, que intentan abrir la valla. Me ofrezco a abrir para que pasen los coches y a cerrarla después. Esta valla hace una extraña y reconocible curva; y justo a la izquierda sale una especie de camino o ancha senda que no se distingue especialmente por culpa de follaje, de la disposición de los árboles del hayedo, pero que según el Alpina se puede seguir y va paralelo a la pista que seguía, girando o siguiendo los perfiles del macizo del Pla d’Aiats en su lado este. La idea es buscar la subida al Puig Sabastida, con lo que giro noventa grados (como si el nuevo camino fuera perpendicular a la pista) para internarme con dudas por dicho caminito o posible senda, que enseguida va haciendo un giro a la derecha a la vez que se dibuja mejor, por en medio de un estupendo y maravilloso hayedo. Aquí dejo el G.R.-151 que sigue la pista, el transitable camino, para seguir por un caminito escondido bajo los estupendos hayedos.
Desde el Collet de Pallerols ya me he subido a los mil metros de altura y ya nos los dejaré hasta bajar de la sierra en busca del coche. No me encuentro con ningún excursionista o montañero por estos entornos, normalmente los “turistas” y visitantes se acercan directamente bajo el Santuario de Cabrera desde Sant Julià de Cabrera. Ahora sigo caminando solo en busca de la subida directa por este lado del Puig Sabastida.
Más adelante el camino casi maltrecho pero identificativo se agranda y mejora cuando otro camino lo aborda desde abajo, viniendo por la derecha. Yo sigo hacia el frente, sin bajar, a la vez que gira el camino a la vez que sigue el perfil de la montaña. Ya estamos en el lado este, noreste del macizo del Pla d’Aiats. Cuando en una extraña curva me encuentro con un grupo de personas de edad mediana que viene con hoces en mi busca por el mismo camino; ya había escuchado voces de gente pasos antes de encontrármelos.
En mitad del hayedo y del camino, este grupo de hombres de edad avanzada pero con energía y fuerza juvenil con una hoz en la mano, parece que es un equipo de limpieza de caminos o sendas, y observo justo que bajan de la senda que yo debo coger y que queda a la izquierda del camino según llego a ellos, ya que parte del grupo aún están bajando por dicha senda mientras llego al lugar. Unos pequeños hitos así anuncian la existencia de la salida de esta senda en el camino.
Les pregunto si esta es la senda de subida al Puig Sabastida, y así me lo afirman. Alguno me observa con cierto desconcierto y asombro: solitario, con toda la indumentaria montañera y decidido, como pensando “de estos no hay muchos por aquí”. Me despido y agradezco su atención, y hago bromas con uno que baja por la senda con dicha hoz en la mano como si fuera un ladrón que viene a pedirme las joyas y dineros, le digo que no me desoye con la hoz.
Esta senda es muy empinada, resbaladiza en ocasiones y vertical, haciendo pequeños giros casi imperceptibles pero siempre hacia arriba derecho. Abajo dejamos el camino, a mi espalda. Y al poco tiempo, después de darle trabajo al corazón en esta subida esforzada, rápida y directa, llego a un colladito; es el Coll Sabastida a 1.197 mts. Ya estoy en medio del macizo Serra de Cabrera-Pla d’Aiats, justo en su parte más oriental, culminado por la cima del Puig Sabastida. A la izquierda me encuentro una senda que sigue la cima de la montaña hacia el sur y otra a la derecha que sube al muy cercano Puig de Sabastida. Giro a la derecha y norte para ascender a la cima de dicho pico.
Son pocos pasos por una senda bien marcada y casi despejada, aunque en ocasiones con escalones, hasta la alargada y rocosa o terrosa cima del Puig Sabastida, 1.242 mts. No hay nadie, pero he visto como un par de parejas bajaban a paso ligero por la senda que viene del Pla d’Aiats, que es por donde tendré que subir y seguir el recorrido. El tiempo sigue casi igual: con las nubes clavadas en las cimas de la montaña y con un paisaje entre verde oscuro y colores pastel por la caída de las hojas de los ejemplares de hoja caduca en estos bosques, como las hayas. Precioso. Ahora observo la montaña: tiene forma de J pero con el palo corto del revés, y el palo largo el que pasa por el Santuario de Cabrera y acaba en el Pla del Prat, circundando Sant Julià de Cabrera, que no se ve al quedar al otro lado, en la otra vertiente de la montaña. La forma es curiosa e interesante: seguidamente tengo toda la ladera norte y boscosa del Pla d’Aiats, cuyas dimensiones y forma se distingue perfectamente… ésta sería la curva de la J. Y en el palo corto de dicha J queda el Puig Sabastida, como colofón y final de la montaña. Magnífico. Otras miradas hacia el este me hacen descubrir, discernir lugares y paisajes también muy verdes y sanos, entorno al lugar y recorrido realizado por la Vall d’en Bas… incluso creo advertir la urbe de Olot entre sus volcanes…
La Sierra de Cabrera-Pla d’Aiats es una montaña con la mencionada forma de J, pero al revés de como se escribe, con el palo largo a la izquierda y el corto a la derecha. En el palo corto quedaría el Puig Sabastida, como magnífico mirador de todo el conjunto montañoso; en el palo que hace la curva quedaría la meseta o altiplano del Pla d’Aiats, que aunque tenga nombre de “llano” lo rodean por su sur preciosos, altos y verticales precipicios; y el palo largo saldría del Pla d’Aiats en busca de los collados que lo separan con el Santuario de Cabrera y uno de los puntos más altos de la sierra, y más al norte, en el apéndice de este largo palo, el Pla del Prat que es otro altiplano o meseta parecido al Pla d’Aiats. Yo me encontraba en el apéndice del palo corto de la J y tenía que ir a la mitad del palo largo de la J de la Sierra de Cabrera. Entre un palo y otro, arriba del hueco curvado, entre verdes prados y bancales de pasto, una enorme masía: Casanova dels Racons, ubicada en un lugar escondido y sosegado de esta parte del deshabitado Collsacabra.
Debo seguir el camino y recorrido, deshaciendo lo ascendido hasta esta cimita y mirador del Puig Sabastida hacia el collado del mismo nombre. Desde aquí en lugar de bajar por donde he subido hacia la izquierda y este, sigo la senda que aparece en frente hacia el sur en el mismo collado y que pretende subir a la cima del Pla d’Aiats, siguiendo la parte cimera de este cordal o carena hacia dicha cima plana, llana y mirador. No hay pérdida.
La senda la comienzo tranquila, pasa entre los escarpes del lado izquierda y este, y el lado boscoso y oeste pero empinándose y escarpándose algo en determinados momentos, cosa que la hace más interesante. Llega un momento que la senda comienza a recorrer un lugar o sitio más llano, plano, con preciosos ejemplare de hayas, y no me doy cuenta de cuando paso por el punto más alto del conjunto montañoso (Pla d’Aiats, Sierra de Cabrera) que ya me recorrí y quise visitar en la pasada actividad de Sierra de Cabrera. Vuelta por Sant Julià. El Pla Xic de 1.312 mts., cerca del famoso mirador del Pla d’Aiats, también visitado gratamente en mi primera visita a esta montaña del Santuario y Sierra de Cabrera. Llego al reconocido mirador sumido entre las nieblas y negada visibilidad, pero con esa placa plantada en el lugar, señal que me indica el sitio mencionado.
Paro a almorzar mirando a la niebla en el nombrado Mirador d’Aiats. Me abrigo. Llega un grupito de excursionistas que vienen de la otra parte del Pla d’Aiats, por la que tendré que salir yo ahora hacia el norte en busca del Santuario de Cabrera, es casi la ruta habitual de los excursionistas que no quieren salirse o complicarse mucho en los recorridos señalizados y muy pisados en las montañas. No llegamos a verlos mientras estoy sentado en esos escalones mirando al sur, los altos matorrales nos tapan, y solo cuando pretendo incorporarme para seguir el recorrido es cuando nos vemos y saludamos.
Es entonces cuando sigo el camino o senda ya recorrido en las dos actividades antes subrayadas y mencionadas en esta Sierra de Cabrera. Y es en esta parte cuando me topo con más grupos de visitantes, excursionistas… uno de ellos es muy numeroso y van en fila con niños y adolescentes, padres y gente de mediana edad. Me paro para dejarlos pasar justo en la salida cerca del hueco de la arruinada construcción de Cabanes d’Aiats, lugar por el que salimos a la cima del Pla d’Aiats en nuestra primera visita a esta montaña.
Siguiendo la inconfundible senda, marcada en ocasiones con pintura, me voy acercando a la zona de los collados que me encuentro antes de subir al Santuario de Cabrera: Coll de Bram y Collet de Cabrera. Aquí puede haber algo de confusión ya que el perfil de la montaña gira hacia el norte y la senda cae por el lado oeste de dicho perfil como si pareciera que quisiera bajar a Sant Julià de Cabrera. De hecho hay un pequeño zigzag en la senda bien marcada que, por ese lado oeste, esa ladera oeste, nos llevará hacia el Coll de Bram. No hay que seguir la senda o la pseudosenda que parece sigue recto sin bajar altura. Hay que bajar altura. Una pareja de visitantes, excursionistas, mientras entablan una charla de cómo está el mundo… se internan por esta pseudosenda sin bajar de la montaña sin saber dónde van…
Y después de pasar por rincones preciosos de hayedos y Naturaleza montañera, llegamos al nombrado Coll de Bram. Aquí nos encontramos varias sendas o recorridos, hay que seguir ahora por la que sale hacia el norte (noroeste) y que curiosamente pasará por el lado este de la sierra, por el lado este del Puig del Llop que nos quedará arriba a la izquierda, mientras que a la derecha queda el hueco de la Casanova dels Racons.
Un pequeño tramo de este recorrido lo reconozco por su perfil escarpado y senda casi inexistente, en el que han puesto una serie de hierros o pasos metálicos para pasarlo más fácilmente. Me acuerdo de otras visitas. Una vez pasado por este sitio la senda se ensancha queriendo convertirse en un camino de herradura, gira a la izquierda como rodeando el Puig del Llop, para parar en otro nombrado y famoso collado al que se puede llegar en coche: el Collet de Cabrera a 1.171 mts. Y aquí sigo el recorrido ya realizado de las visitas a este Santuario y Sierra de Cabrera: subo por las escaleras excavadas o construidas en la roca vertical de la montaña que me encuentro enfrente, y una vez arriba me dirijo al Santuario, hago fotos al templo, y sigo la senda dejando a mi espalda el conjunto de construcciones en busca de la parte más alta de este trozo de sierra, donde originalmente se erigiría un antigua castillo o torre y del que hoy día solo quedan las ruinas o cuatro piedras: El Castell de Cabrera, 1.308 mts.
Desde el Collet de Cabrera ya me encuentro a más gente, jóvenes “iniciados” que no notan el esfuerzo de subir por estas largas y verticales escaleras, grupos de gente de edad mediana que otean el horizonte, las vistas y debaten de por donde seguir cerca del Santuario, y otros numerosos grupos que van de aquí para allá o están sentados almorzando, entre el Castell de Cabrera y el mismo santuario. Miradores, vistas, fotos… es un lugar de especia belleza y magnetismo. Las nubes aún inundan el paisaje y en ocasiones se mezclan con el bosque, con el colorido hayedo como si fueran largos dedos de una mano gigantesca que acaricia los árboles con suavidad; después se elevan y me dejan ver, desde el mirador del Castell de Cabrera, toda la vuelta realizada con el Puig Sabastida al otro lado del llano de la Casanova dels Racons, de toda la Sierra de Cabrera y Pla d’Aiats, esa J al revés. Espléndido.
Una vez observado y disfrutado del recorrido ya decido volver al coche, y esta vez lo haré como en la primera visita que hice a esta montaña, que aparte es el recorrido más directo al mismo, con lo que vuelvo al Santuario y busco en la ladera este pegado a la parte de atrás del templo, otra bajada con falsos escalones o preparada con losas de piedras, para que sea “más cómodo” su recorrido, entre el Santuario y el Collet de Cabrera. Es un zigzag que te interna por el lado este de la boscosa, verde y húmeda montaña, y te deja en los parkings y mencionado collado… no sin antes de pasar por la base del cable que se utiliza para bajar y subir mercancías a modo de “telesilla” desde el collado a la cima del Santuario. Mientras bajo, me encuentro con una familia con la abuela que suben muy poco a poco por este recorrido, es una subida corta pero intensa y da la sensación de ser “una promesa” el llegar al Santuario.
Una vez en el Collet de Cabrera me dirijo por la senda de en medio que vierte un poco hacia la ladera contraria a la que aparezco y mirando hacia el sur. Recordad que según el primer recorrido por este lugar hay que escoger bien sin equivocarse, ya que aparecen 3 sendas que salen desde el mismo punto: una baja directo hacia el oeste, hacia Sant Julià, y las otras aparecen paralelas. No equivocarse. Nuestra senda baja poco a poco pero sigue la ladera en diagonal hacia el sur, no baja directa.
Ahora por esta senda solamente tenemos que seguir el recorrido descrito en aquella primera visita a esta fabulosa y mágica montaña, pero sin desviarnos por aquel cordal en el que pretendíamos buscar unas cuevas o simas, nada de eso. Seguir por la senda que luego se hace camino. Llegamos a una especie de collado y al otro lado bajamos por un vallecillo entre el cordal de l’Agullola de La Tuta a la derecha y el robusto Pla d’Aiats a la izquierda. Antes habremos pasado por lugares preciosos de hayedos magníficos con ese cambio de color en las hojas de los ejemplares que hacen de estos bosques en otoño todo un cuadro impresionista de incalculable valor. Mi nueva cámara Olympus intentará captar esa esencia y belleza en las fotografías.
La senda, después del mencionado colladito, se convierte en camino que baja en zigzag. No me encuentro a nadie por aquí, solo escucho de lejos una conversación de un par de amigas con las que luego me topo y adelanto, que siguen mi mismo recorrido. Paso por la Font Negra que aún rezuma agüita, y ya bajo por camino más transitable hasta el cruce de caminos que me resulta familiar: a la izquierda iría a la masía que da nombre a la imponente y gris meseta que tengo a mi izquierda: Aiats; por aquí pasamos en nuestra primera visita para girar hacia la construcción y ascender al Pla d’Aiats. Pero ahora solo sigo el camino hacia el sur, como queriendo salir de la montaña, paralelo a la Riera d’Aiats, dejando a mi espalda, poco a poco, la imagen de la magnífica mole con sus paredes y miradores y llegando, mientras giro por debajo del Morral de Caselles, hacia el Pont de La Rotllada. El mismo recorrido de bajada que en la primera visita, insisto.
Y una vez en el puente nombrado, solo tengo que cruzarlo, pasar al otro lado de la Riera d’Aiats para llegar a la entrada del otro camino, del Camí Ral, donde justo tengo aparcado el coche de aquella manera… Y así acaba otra preciosa actividad por las montañas del Santuari de Cabrera y Pla d’Aiats, uniendo al recorrido aquella puntita final que veíamos desde la cima más alta de Cabrera, llamativa y sobresaliente, que era el solitario Puig Sa bastida. Como siempre una montaña, paisajes, lugares, rincones y colores que merecen más de una visita, admiración y protección. Precioso.