De repente Paco y Josep Gallemí sugirieron hacer una travesía invernal por el alto Valle de Arán para ascender a una de sus montañas más altas y “codiciadas” que hace frontera con Francia: el Tuc de Maubèrme. Pero esta travesía invernal ya la había ideado que no realizado, yo, años atrás, pero planeada para 3 días, por lo largo de la aproximación y condiciones de la nieve. Pero por alguna razón Paco y Josep no se acordaban o tenían otra idea, otro planteamiento, y decidimos hacer la travesía en dos días… o intentarlo.
Josep se quedaba unos días con su hijo que trabaja en el Valle de Arán con lo que aprovechamos finales de febrero para poder organizar dicha actividad. Toni también se vendría con nosotros en su afán de prepararse para su expedición por Groenlandia en mayo, con lo que los 4 compañeros quedamos en vernos en el extenso y abarrotado parking de Pla de Beret el sábado 26 de febrero por la mañana temprano para comenzar la marcha.
Llegamos la noche del viernes anterior al lugar y Toni con Paco durmieron en la furgoneta de éste último; como habíamos cenado en Viella con Josep aquella noche, éste me dejó una de esas tiendas que se montan solas para plantarla sobre el asfalto y dormir yo dentro de ella (no cabíamos 3 en la furgo). Gallemí nos enseñaba una y otra vez como plegar la tienda, pero a partir del segundo paso no había manera. Aquella noche, y supongo que muchas otras también, ya estaba el parking con muchas caravanas y furgonetas campeadas paradas para pasar la noche, en los bordes del mismo. Nosotros nos acercamos lo máximo al otro extremo del parking, justo a la salida al camino que nos llevaría a Montgarri, puesto de tal manera que tapara a los ojos de los curiosos mi tienda de montaje rápido plantada sobre el asfalto. En un principio me metí en el saco de entretiempo, ya tenía el saco de plumas bien guardado y dispuesto en la ordenada mochila, pero comencé a tener frio y tuve que sacarlo y meterme en éste dentro de la tienda… llegamos a estar notablemente por debajo de 0º esa noche en la explanada del Pla de Beret.
A pesar de estar tanto tiempo sin nevar, tanto tiempo sin precipitar en el Pirineo, como casi dos meses y medio, el extraordinario temporal de principios de diciembre, hizo que cayera una buena cantidad de nieve en esta zona, ya que es cara norte y le favorecen mucho los temporales del norte… igual que nos encontramos en el Pic de La Tribuna. Gracias a la poca humedad, y unas temperaturas nada altas a pesar del buen tiempo, la nieve en altura se conservaba perfectamente, y al otro día nos encontramos un Pla de Beret blanco y precioso con abundante nieve, tanto en las pistas de un lado, del otro y fuera de ellas en cada rincón del lugar. Por cierto, el día amaneció excelente, frio, pero sin una nube.
Tuvimos que esperar a Josep Gallemí ya que pasó la noche en el piso de su hijo, y como había cola para subir al Pla de Beret de los esquiadores, pues llegó más tarde de lo acordado… y tubo que ayudarme a doblar la tienda, la cual no había forma de guardarla, pero él en tres pasos ya la tenía dentro de la funda… Poco a poco fuimos comprobando como el parking se iba llenando de coches, decenas casi cientos de personas para esquiar o curiosear por el famoso lugar, el parking es enorme.
Y una vez preparados y con las raquetas puestas, salimos del Pla de Beret por el camino al otro extremo del parking como si fuéramos camino de Montgarri, aquel templo románico y refugio escondidos en medio de un valle alejado de toda urbe o aglomeración entre el Valle de Arán y el alto Pallars Sobirá, ya visitado otras veces y años, un lugar encantador… aunque nuestro objetivo no es llegar a éste punto, sí debemos de coger la dirección hacia él, cogiendo valle abajo hacia el noreste como si fuéramos en busca de dicho lugar. Es un camino muy bien avenido, nevado eso sí, y marcado por un G.R., el 211, y discurre por la izquierda del cauce de la Noguera Pallaresa que nace precisamente en este Pla de Beret, pero que en lugar de bajar hacia el sur y Valle de Arán, sale hacia el norte para desembocar, después de un giro, por los Valles d’Àneu.
La marcha en lugar de comenzarla subiendo, es bajando por este camino, ya que va en bajada buscando el fondo del valle. No hay pérdida, no nos tenemos que salir del camino y debemos seguirlo hasta llegar a un puente que cruza un arroyo, riachuelo, y hace un giro más hacia el este siguiendo la forma del valle. El camino para las horas que son está bastante transitado, es bastante “turístico”, entre Montgarri y Pla d Beret, hay otros montañeros, corredores, domingueros, turistas, excursionistas… nosotros con nuestros mochilones y equipación somos la nota discordante, somos los raros pero también los “machotes” por el peso, carga y esfuerzo que hacemos.
Después de un prado, un claro en el bosque donde hay una especie de cuadra sin caballos, y un cartel donde nos dice que “si estas cansado, te llevamos con un carro de caballos”, aquí el camino hace unos extraños giros para bajar por la ladera hasta un escondido puente delante de una casa, una construcción llamativa de una antigua casa de montaña, grande, pero reformada y casi lujosa. Estamos en el Pont de Casa Cabau, hemos dejado poco más arriba y antes de cruzar el espacio sin bosque, la Casa Parros.
En los alrededores elevados de la Casa Cabau la nieve está ausente fuera de las zonas de umbrías. Miramos el mapa e intentamos descubrir el camino, senda, que sale de esta zona en busca del valle que se acerca al Lac de Montoliu, base del Maubèrme. Sale desde aquí hacia el norte, casi perpendicular al valle de Montgarri que justo en esta parte deja su orientación noreste, para ir más hacia el este. El valle que tenemos que coger sale en dirección norte, noroeste. Mientras caminamos llegando a las profundidades del Pont de Casa Cabau, observo como una senda sale por detrás de la gran Casa Cabau en dirección al mencionado nuevo valle que se abre hacia el norte, pero bajamos hasta el puente y nos paramos observando por donde podría salir la senda o camino.
Finalmente subimos hasta la valla de la Casa Cabau y observamos como una pequeña senda la rodea pegada a la valla de su lado contrario al que llegamos, por arriba de ella. Según el mapa Alpina ésta debe de ser la senda que nos lleve por el recorrido que nos interesa. Y así hacemos. Dejamos la nieve del Valle de Montgarri para pasar por laderas sin nieve, hasta volver a pisarla al entrar en las umbrías del valle deth Horcalh. Seguimos por una senda estrecha pero definida por el lado este del valle, valle arriba; debemos de llegar hasta un cruce de valles, una especie de llano sin bosque, donde los ríos Vernatar (que viene del noroeste, oeste) y el que sigue este valle que ya ha girado y viene del norte directamente. Es Eth Horcalh. Dejamos entonces las umbrosas laderas del valle para salir al semillano por donde discurren los ríos con caudalosa agua, acercándonos a las orillas del que tenemos más cerca… debemos de buscar una pasarela, un poco más arriba, para cruzar este rio y seguir en dirección al nuevo valle que se nos abre a la izquierda… por este debemos seguir valle arriba.
Hay una especie de huella que seguimos subiendo poco a poco la ladera de la izquierda y en diagonal, alejándonos de las profundidades del valle y su rio, y atravesando pendientes inclinadas de nieve seguimos valle arriba con las vistas de picudos monolitos: es la cresta entre el Coll de Montoliu y el Tuc de Parros a la izquierda… hacía aquella dirección subimos.
Abro huella, camino, voy mirando el mapa de la Vall d’Aran de Alpina. La ladera se divide entre partes con nieve y sin nieve, las que tienen nieve llega a ser profunda y abundante. Vamos cogiendo altura por este lado poco a poco, de forma que mirando hacia atrás el paisaje se va ampliando y magnificando con la blanca y abundante nieve entre los bosques y montañas de esta parte del Valle de Arán. Precioso. Y aparte el día acompaña con ese sol y buen tiempo que no ha abandonado el Pirineo desde diciembre.
Llega un momento que el perfil de la montaña me hace girar hacia la izquierda intentando no perder altura, en busca del fondo del valle donde sigue la riera o riachuelo que lo habita, el Río de Vernatar. Engañosamente mirando el Alpina me parece que ya estamos cerca el collado mencionado el cual es el objetivo en esta parte de la actividad: el Coll de Montoliu; y después de descansar unos minutos en el fondo del valle donde por debajo de la nieve pasa el rio, seguimos valle arriba por las suaves y empinadas laderas pensando que pronto tendremos a tocar el Coll de Montoliu.
Hay huella de esquís en esta parte, las seguimos mirando de aprovecharlas en lo posible pero sin hacer esos giros tan amplios en la pendiente. Hemos descubierto que hay otra huella que viene por la otra ladera contraría a la que subimos. Mirando el mapa compruebo que hay una senda que lo cruza en dirección y recorrido hacia el mismo punto al que queremos ir nosotros, al Coll de Montoliu… quizás a la bajada lo cojamos, parece más directo, factible y cómodo.
Llega un momento que las laderas se van sucediendo sin llegar a ver el collado, pero al menos el paisaje se abre, ya no estamos metidos en las profundidades del valle sin ver a cada lado, ahora los espacios, característicos de la alta montaña, se abren, se suavizan, y ante nosotros aparece un paisaje enorme con mucha nieve, laderas suaves por doquier… me salgo del recorrido para subir a un punto alto y observar el paisaje por completo, y descubro la silueta del Tuc de Montoliu al norte, al otro lado de un gran espacio abierto de laderas blancas, muy nevadas, suaves y extensas, con el esperado Coll de Montoliu más a la izquierda, perfectamente visible y reconocible por el perfil de collado, de puerto.
Le digo a mis compañeros que no me sigan, que he subido aquí para observar el terreno; y a la bajada les explico lo que veo… “aún nos queda bastante hasta el Coll de Montoliu” y ya se está haciendo tarde. Con lo que al final descubrimos que será imposible llegar al Lac de Montoliu esta tarde para hacer noche, y mañana subir al Maubèrme y volver por donde hemos subido… imposible con nuestra marcha de raquetas… con lo que se confirma mis cálculos y planteamiento de que esta actividad era para hacerla en 3 días… y casi justos.
Caminamos poco más y al final paramos en unas laderas sin nieve pero bien aireadas, abiertas, pero algo resguardadas, con magníficas vistas hacia el Tuc de Montoliu al norte y del resto del valle hacia el este. Plantamos las 2 tiendas (esta vez Gallemí se ha traído la suya, la Camp de 2 personas), y nos disponemos a cenar y a pasar el resto de la tarde y atardecer en este lugar. Estamos cerca de las laderas sur del Tuc de Montoliu; el Coll de Montoliu queda algo más al oeste bien diferenciado, formando una magnífica barrera en lo que parece un llano o plateau bajo él; mientras podemos decir que las tiendas las montamos en el camino hacia el collado (nos puede quedar poco menos de una hora en llegar), y en las laderas este de la cresta que va del mismo collado hacia el Tuc de Parros que quedaría hacia el sur, escondido por los perfiles de la montaña.
“He cometido un error de principiante. Mal interpretar el mapa Alpina” por la escala que tiene, el paisaje y recorrido se amplían casi el doble. Por ello la tardanza en llegar a nuestro objetivo; el lugar es más grande y enorme que el reconocido en el mapa, y por tanto la marcha más larga y esforzada. Mis compañeros se hacen eco de mis comentarios, y comenzamos a pensar que hacemos entonces mañana si no vamos a llegar ni el Lac de Montoliu ni al Maubèrme… “Ahí tenemos esa montaña a mano, el Tuc de Montoliu” además se veían unas vertientes vírgenes de pisadas e interesantes por las que podíamos ascender.
El Tuc de Montoliu se veía como una especie de meseta picuda, con un cono en el centro que sería la cima, y rodeando la meseta escarpes de paredes de roca libre de nieves y verticales palas nevadas. En su centro, bajo la cima, las paredes eran más verticales y extensas, de forma que lo mejor para ascender esta montaña era abordarlas por alguno de los ramales o cordales que salen a sus lados: el cordal oeste acababa en roca vertical escarpada con una reconocible brecha, pero por el cordal este se veían empinadas palas nevadas, neveros por lo que parecía fácil o accesible la ascensión. Y además un hueco entre el muro de roca desnuda y vertical del cordal este, una vertical pala de nieve que casi era un ancho corredor, nos podía dar acceso, por ese camino, a la cima de la montaña. Mi plan ya estaba completo y listo para ejecutarse.
La noche no la pasé muy bien; después de que las luces del día dejaran paso a las sombras de la noche poco a poco, disfrutamos un poco del precioso y silencioso atardecer, y nos metimos en las tiendas y sacos dispuestos a dormir después… pero la famosa tienda de Gallemí, esa Camp de 2 personas que apenas pesa kilo y medio, era pequeña y asfixiante para dos personas de mi tamaño (y eso que yo soy standard), Gallemí es más bajo que yo y compartir esa tienda con alguien de su tamaño le podría resultar algo más cómodo, pero para mi era claustrofóbico: me volvía para un lado, me topaba con la pared de la tienda, para el otro, con Gallemí que se iba cayendo poco a poco hacía a mí por la pendiente del terreno… Gallemí intentaba justificar y dar sus razonamientos con el tamaño y funcionalidad de la tienda… pero yo no la veía, para dos personas como yo, por lo menos…
Al otro día madrugamos y nos disponemos a coger la nieve helada, fría, de primeras horas de la mañana y últimas de la madrugada para poder hacer la ascensión. Después de hacer la montaña tendríamos todo el recorrido de vuelta, desandando lo de ayer. Toni no nos acompaña, prefiere estar solo con sus pensamientos en este apartado lugar del mundo… no ha podido elegir mejor sitio para reflexionar, meditar… y más si se queda solo, ya que Paco, Gallemí y yo nos disponemos a “atacar” la cima del Tuc de Montoliu.
En un principio según nos decía Toni por reseñas y mirando el mapa, el ascenso a esta montaña se hacia por el nado norte o noreste, y nosotros estábamos justo en su sur. Pero al final convenzo a los compañeros de seguir por la ruta que he ideado, que parece factible, aunque no un “paseo”, hasta la cima de la montaña. Es por ello que después de desayunar, prepararnos las mochilas y despedirnos de Toni, nos ponemos los crampones, cargamos con los 2 piolets, y salimos hacia el norte en busca de la montaña.
Lo primero que hacemos es bajar un poco del punto donde hemos acampado hasta un falso llano de onduladas formas. Parece un plateau glaciar. Si desde este punto giráramos hacia el oeste e izquierda, nos dirigiríamos al mismo Coll de Montoliu; incluso Toni nos dijo que igual salía al encuentro de este collado a mitad de mañana…
Seguidamente es buscar la parte más accesible para caminar entre las onduladas pendientes de nieve helada que se acercan a la pala que nos subiría al cordal o cresta este de la montaña (y de esta manera hacer el ascenso planeado por mi). Paco comenta que hay que rodear la montaña por el este en busca de una subida por su lado noreste (como ya había comentado), pero le convenzo que si hiciéramos ese recorrido tardaríamos mucho más al dar una vuelta tan grande o más grande a la montaña, y después su ascenso… es más rápido y directo hacer la ruta explicada por mí… y así hicimos.
El día de nuevo increíble, soleado, frío o fresco, con la nieve dura en la mayor parte del recorrido… fenomenal; solo unas pocas nubes se veían en el cordal del Pirineo que hace frontera con Francia hacia el oeste y norte… de hecho esas nubes nos invadirán a la hora de llegar a la cima del Tuc de Montoliu; pero de momento el día era formidable, luminoso, espléndido. A medida que ascendiéramos por las heladas laderas, las vistas hacia el este, abriéndose el valle por el que hemos subido, serían preciosas y magníficas, e incluso nos llamaría la atención una alta montaña que perfilaría el firmamento grandiosa y llamativa, espectacular; después de pensar e indagar confirmamos que era el Mont Roig, que también sobrepasa los dos mil ochocientos metros. Se veía un paisaje muy alpino, de alta montaña invernal impresionante y cautivadora.
Por fin llegamos a la ladera empinada que sube hasta la parte alta del cordal o cresta sureste que baja de la cima del Tuc de Montoliu, que casi es una canal o corredor ancho. Hemos llegado a ella por su derecha. Y giramos en busca de la parte más alta de la misma pendiente arriba. Voy el primero para abrir vía. En un momento determinado tengo que coger los dos piolets y guardar los bastones. En otro momento de la pala helada, su inclinación ronda entre los 35º a 40º, no creo que llegase a los 45º, pero se ponía interesante con su superficie de nieve cada vez más helada e inclinada.
Pero sin más dificultad que la emoción del paso por esta inclinada pala helada, salgo de la misma, como si fuera la salida de un corredor, a la cresta o cordal sureste que debemos coger para llegar a la cima de la montaña. Desde aquí solo tenemos que girar hacia la izquierda y arriba en busca de la misma cima. Hago fotos a los compañeros que van saliendo de la pala a la cresta, con una pequeña cornisa formada en dicha salida.
Realmente no es una cresta tal y como es su especificación, si no un cordal, ancho en un principio, rodeado de verticalísimas pendientes, que comienza a coger altura, a escarparse y verticalizarse a medida que se acerca a la cima. Hay pasos de roca que no llega al IIº pero que lo hacen más interesante con la caída que hay a nuestra espalda. Arriba del cordal, el terreno se ondula cogiendo forma de domo nevado llegando al final del mismo y creyendo que ya es la cima de la montaña. Gallemí, que le gusta más trepar y estos pasos “interesantes” es el primero que llega a este punto; Paco y yo lo hacemos después… pero no es la cima.
Las nubes ya nos invaden. Intentamos aprovechar los huecos despejados en el movimiento de las mismas para intentar observar y admirar el maravilloso paisaje que se divisa. Creemos ver el Maubèrme y el Lac de Montoliu mirando hacia el noroeste y oeste, pero yo no llegué a verlo; sí por el contrario los picos y montañas que quedan al sur, como el Tuc de Parrós y su cresta enfilada en primer plano. Desde este hombro o domo tenemos que buscar los pocos metros que quedan hasta la cima del Tuc de Montoliu, con lo que giramos hacia el norte con algo de ascenso para llegar a la cima y antecima (separadas por pasos de roca rodeados de abismos y paredes verticales). Ya por fin estamos en la cima del Tuc de Montoliu (2.682 mts.). Hacemos fotos, videos, y celebramos su cumbre como si fuera la del mismo Maubèrme.
Aunque no es una cima de altura considerable para lo que es el Pirineo, sus condiciones y perfiles le han otorgado en esta actividad de una montaña y objetivo extraordinario, merecido y respetado… y más si miras desde su cima a las pendientes de la misma que la rodea que, a pesar de las nubes que tapaban las vistas impidiendo una buena visibilidad, pudimos observar que estaba rodeada de vertientes verticales, muy empinadas, que te hacia pensar dos veces si esa bajada (o subida) era el camino correcto. Incluso mirando hacia el norte desde la cima donde se supone que es su ascenso normal, saliendo de la Colhada Nera. Realmente no hubiera encontrado la ruta de subida a esta montaña si hubiéramos dado la vuelta por su lado este como sugerían los tracks o recorrido descritos… hasta las palas de nieve sin roca eran acentuadamente verticales, alrededor de 45º como mínimo en sus puntos más inclinados… quizás justo mirando al norte, por donde debería discurrir el ascenso normal, sería más factible ya que su inclinación no era tan aguda pero seguía siendo impactante… quizás ayudado por esa combinación de nubes y terreno nevado con pequeñas piedrecitas sobresalientes que impiden tener una fiable percepción de la realidad del lugar.
Con lo que después de comprobar que la bajada por otro sitio podía ser perdedora y casi que mas complicada que la subida realizada (también contábamos las nubes invasoras que hacían invisible el lugar por donde pasar), decidimos, a la hora de bajar, desandar lo ascendido. Bajamos al hombro, al domo, y miramos a la derecha y oeste: la cresta o cordal oeste era mucho más agreste, cortado, incluso en medio del mismo estaba la brecha vertical e infranqueable que habíamos descubierto desde el campamento, como son las brechas en los Pirineos, como si a la “dentadura” de la cresta le faltara un diente… imposible saltar o solventar ese paso ahora; con lo que nos dirigimos a las pendientes de la izquierda y este, sureste, que era por donde habíamos subido, para desandar el camino.
Gallemí se aventura el primero en la bajada, hay un paso de roca del tipo que le gusta cruzar, mientras le hago fotos desde las alturas. En un punto concreto la nieve se desprende y Gallemí da un salto, quedando la roca a su izquierda. Paco y yo al ser más altos no damos ese salto ya que los pies nos tocan la repisa de abajo junto a la roca, aunque yo me desvío un poco y bajo por roca total este paso. Desde arriba, por la inclinación del terreno, Gallemí casi que desaparece, metiéndose bajo la ondulación y notable verticalidad del paso.
Seguidamente solo tenemos que deshacer el cordal hasta la salida de la pala inclinada que ahora nos queda a la derecha, y con mucho cuidado bajar por ella. No hay problema, según la inclinación y estado de la nieve, alguna vez de cara y otras de espaldas con piolets en mano. Una vez abajo de la pala casi ancho corredor, desandamos por las onduladas nieves del falso llano para llegar a las tiendas donde nos espera Toni. Desde las alturas hemos visto como un punto se movía como si bajara del reconocible Coll de Montoliu, que nos quedaba a la derecha mirando desde el hombro, el domo de nieve antecesor de la cima. Era Toni en su paseo en soledad por el lugar.
Y una vez llegadas a las tiendas solo nos quedaba recogerlas y comenzar la bajada. El día nos seguía respetando aunque llegando a las tiendas las nubes ya cubrían todo el cielo, pero no invadían el terreno, lugar, a la altura a la que estábamos, con lo que la visibilidad a nuestra altura seguía siendo perfecta. Nos vendría bien para que el sol no nos quemara en la bajada o vuelta a Pla de Beret.
Desmontamos las tiendas, nos ponemos las raquetas y emprendemos la bajada. Desandamos el recorrido de ayer sobre nuestras propias huellas, hasta aquel rellano en el lecho del barranco, del rio que recorre este valle, el Rio de Vernatar. Llegados a este punto, nosotros ayer llegamos a él viniendo de la parte izquierda del valle (según bajamos) por pendientes alejadas del lecho o fondo del valle, pero vemos huellas de esquís que van por el lado derecho (según bajamos) y que ya observamos y comentamos a la subida. Pero al final, por una decisión mas desesperada que concienzuda, decidimos bajar por el mismo lecho del rio, aún sabiendo que podían haber cortados que nos impidan la progresión.
Y así fue, Toni y yo encabezando la bajada tuvimos que driblar caídas y paredes verticales en el lecho del mismo río, en el que el mismo formaba cascadas de las que oíamos su estruendo al acercarnos al lugar. Lo rodeábamos por un lado del mismo por inclinadas pendientes de nieve, buscando el sitio más factible para cruzar el lugar y poder seguir el lecho del rio hacia el cruce de ríos y valles que es la plana de Eth Horcalh. A veces escuchábamos las aguas embravecidas del mismo bajo nuestros pies en la nieve semidura, y otras las veíamos aparecer por los agujeros que la misma agua abría con su paso. Siempre con el riesgo de que la nieve se rompa por nuestro peso y caer a la fría, congelada agua del caudaloso riachuelo.
Pero no caímos ninguno. Llegados a un punto el valle y lugar parecía ensancharse y apaciguarse, con lo que salimos del lecho del rio a la derecha en busca o cerca de las huellas de subida que ya hicimos ayer, pero ya muy cerca del cruce de ríos en aquel semillano de Eth Horcalh. A nuestra espalda quedaba un paisaje de ensueño, invernal, helado, de abundante nieve y oscuros árboles y rocas, con picudas montañas en lo alto, es de donde venimos; y delante de nosotros, haciendo un giro hacia al sur (nuestra dirección valle abajo era sureste), otra imagen preciosa de un valle ondulado y boscoso con nieve abundante también y al fondo montañas boscosas con pendientes nevadas, las cuales cierran el Valle de Montgarri hacia Pla de Beret… es la alta montaña invernal del Valle de Arán. Impresionante. Las nubes se han disipado algo, y ahora solo son mechones de blanco y algodonoso cabello en un azul limpio y reluciente del cielo pirenaico. Preciosa estampa, postales de ensueño.
Y ya desde aquí solo tenemos que desandar el camino de ayer hacia el sur, saliendo al Valle de Montgarri, girando hacia la derecha para subir por la pista hacia Pla de Beret. No hay pérdida. Los chicos han cogido un buen ritmo, parece que quieren llegar pronto al coche, y la verdad que es lo mejor ya que, como siempre a la vuelta, tenemos el tiempo pisándonos los talones.
Llegamos al inmenso parking de Pla de Beret. No ha precipitado ni hecho mal tiempo en nuestra aventura. Ha ido todo muy bien exceptuando que no hemos llegado al Maubèrme ni al Lac de Montoliu como en un principio queríamos… pero de esta manera ya se confirma mi planteamiento que para esta montaña en invierno como mínimo son tres días. Aún así la soledad del vasto y precioso lugar y el ascenso emocionante y exitoso al Tuc de Montoliu, ha hecho de esta actividad una experiencia única y formidable, para repetir, o para completar con más días o actividades… Ahora nos toca otra aventura: poder driblar el inmenso atasco de bajada y recorrido por la carretera en esta turística Vall d’Aran. Y de esta manera acabamos y concluimos este precioso periplo por el deshabitado y magnífico paisaje de la alta montaña más solitaria del Valle de Arán.