Como otros inviernos Vicente Molina me pidió organizar alguna actividad invernal por el Pirineo. Ya era abril y marzo había sido bastante lluvioso, con mal tiempo, después de casi 3 meses de secano invernal, con lo que la nieve en altura era abundante pero no excesiva. Debía de idear una ruta para subir a un tresmil que fuera factible para Vicente y tuviéramos gran posibilidad de éxito en el ascenso a dicho tresmil.
Al final decidí volver a Ordesa y al famoso y reformado, ampliado, Refugio de Góriz… desde que acabaron las obras que no había vuelto a ir; la última vez en aquella visita con un buen grupo para ascender el, hasta ese momento virgen por mí, Soum de Ramond o Pico de Añisclo. Pero esta vez, al venirse Vicente, quería ir a un pico fácil, y en un principio desde Góriz había pensado en el lejano Taillón. Con lo que el planteamiento ya estaba hecho.
Así que el pasado fin de semana del 9, 10 y el lunes 11 de abril, nos pusimos en camino hacia el Valle de Broto y Ordesa. Era el fin de semana antes de Semana Santa con lo que la cantidad de gente iba a ser inferior en comparación si son vacaciones o puentes. Había sitio en Góriz sin problemas. Yo me cogí libre el lunes 11, como si fueran mis pequeñas vacaciones de Semana Santa. Vicente saldría el viernes en busca de Broto y un camping donde aparcar, dormir y “hacer vida” con su furgoneta campeada; y yo salí ese mismo viernes después de trabajar por la tarde para vernos esa noche y dormir juntos en su furgoneta, en el camping de Oto que se encontraba casi escondido al otro lado de Broto y bajo Oto.
Al otro día amanece soleado y magnífico. Cogemos su furgoneta, aparco el Ford C-Max en Broto, y salimos en busca del Valle y Pradera de Ordesa, donde se encuentra su gran parking, que nunca está solo sin coches… El día es hasta casi caluroso, aquí metidos en el fondo y en medio del Valle de Ordesa. Después de equiparnos y ponernos las mochilas, partimos como otras tantas veces, valle arriba por el camino muy marcado y visitado. El mismo recorrido de siempre ya descrito y fotografiado desde el año 1.994 hasta la última vez en esa actividad para ascender el nombrado Soum de Ramond, para ascender hasta el famoso y abarrotado Refugio de Góriz.
A pesar de ser el fin de semana antes de Semana Santa, había bastantes visitantes, turistas, curiosos… muchos de ellos que intentan ser o disfrazarse de montañeros, otros con la indumentaria apropiada para la montaña, con niños, gente mayor o de mediana edad… El recorrido por el fondo del Valle de Ordesa es largo o parece largo, igual es por que comenzamos la actividad y vamos cargados con los mochilones, también porque nos encontramos con mucha o demasiada gente para ir por la montaña, y muy pocos montañeros distinguidos del resto… a partir de la Cola de Caballo ya cambia la cosa.
Vicente no estaba seguro de subir por las cadenas de las Clavijas de Soaso, pero no había alternativa, a pesar de que habíamos encontrado muy poca nieve, apenas 3 o 4 neveros en el camino, justo en la umbría del camino paralelo a las clavijas que sube en zigzag las paredes o pendientes del Circo de Soaso con el mismo destino de acercarnos a Góriz, hay un trozo de nieve helada, congelada y muy resbaladiza, con lo que los guardas del Refugio de Góriz aconsejan, imponen, el subir por las clavijas, sin hielo en la roca, más segura si no tienes vértigo o destreza para ascender por sus cadenas, hierros y apoyos (IIº, y puede que algún paso de IIº+).
Antes hemos observado que la nieve está a partir de subir el Circo de Soaso, con pocos neveros bajo él. Pero las lomas y pendientes del Monte Perdido y Cilindro, visiones tan reconocibles y atractivas, sí que tienen bastante nieve, con pocas pero juguetonas calvas, haciendo juego con los perfiles y el agreste terreno. Tendremos nieve en altura.
Después de sobrepasar y dejar atrás las paredes y cadenas de las Clavijas de Soaso, el camino a recorrer ya tiene más nieve, blanda o dura según la ubicación de la misma, hasta llegar hasta las puertas del Refugio de Góriz, que esta vez me parece más corto el llegar a la construcción desde las Clavijas, en esta ocasión. También dejamos de ver turistas, curiosos, para cruzarnos con montañeros con los crampones puestos en estas pocas pendientes de nieve y traza muy bien marcada para llegar a nuestro objetivo del día. El sol nos sigue pegando pero ya no hace calor, el fresco de la alta montaña nos invade y alivia de forma gratificante. Daba la impresión de no haber demasiada nieve, a pesar de ser principios de primavera, ya que había muchos perfiles en el paisaje, laderas de las montañas como el Monte Perdido o Cilindro, y detrás de Góriz hacia el Taillón, La Torre… con roca y líneas libre del blanco meteoro. Eso sí, aparecen más nubes desde el norte, desde las cimas que hacen frontera con Francia, que comienzan a invadir el cielo que hasta ahora estaba libre de ellas… así llegamos al Refugio de Góriz a 2.200 mts.
No sé si fue entonces o ya había decidido cambiar de objetivo, del Taillón que quedaba lejos y tendríamos que cruzar lugares de presunta blanda nieve, sin raquetas; a, de nuevo, el Marboré, que quedaba más cerca y cogiendo pronto por la mañana más altura, podremos evitar la nieve blanda, cogiendo nieve dura, helada en la subida… además de coger la traza de ascenso normal a Monte Perdido, que seguro ya estaba hecha. Pero como estaba en pleno entrenamiento para la funesta Expedición a Perú y ya había subido al Marboré en invierno, mi idea era, si las condiciones me lo permitían, seguir haciendo los ansiados tresmiles Picos de La Cascada y La Espalda, y así poder conseguir otros 4 tresmiles más que no tenía coronados aún.
Con lo que al día siguiente la idea era coger el camino de ascenso al Monte Perdido para girar siguiendo el camino ya realizado hace unos años de ascenso al Marboré. Intentamos hacer el mismo recorrido ya descrito en la subida al Marboré, hasta pararnos justo en los límites del hueco u hondonada de la Canal Tuerta, antesala de la subida por la última pala a la cima del Marboré, nos paramos a descansar Vicente y yo. Lugar donde también me paré con Josep Gallemí en el ascenso al Marboré, a tomar y beber algo. Hemos salido del refugio justo antes de que el sol nos diera con sus primeros rayos. La nieve comenzaba a ser abundante a medida que ascendíamos por la traza en la misma de subida e inequívoca al Monte Perdido; pero el paisaje, con la magnífica visibilidad en aquellas primeras horas, era estremecedora, si mirábamos, como otras veces he comentado, hacia nuestra espalda, hacia atrás, con el extraordinario hueco de cortado Valle de Ordesa por el Circo de Soaso como principal protagonista. Impresionante.
Mirando hacia el norte veíamos la apertura del valle en Góriz, culminada al fondo por los reconocibles y casi alienados Taillón (el más grande), Casco y Torre, con uno de los Gabietos a la izquierda. Y arriba de nosotros la pared tantas veces vistas del Cilindro de Marboré, al cual nos acercábamos a medida que nos arrimábamos a las paredes y escarpes verticales rocosos de la ruta de Las Escaleras de la loma o cordal suroeste de Monte Perdido, el cual quedaba invisible sobre su misma ondulación del lugar. Solo pudimos ver la cima de Monte Perdido una vez hemos cruzado del recorrido que sube al Monte Perdido al que pasa bajo las paredes y escarpes del cordal suroeste del Cilindro, paralelo al cordal de la misma orientación de Monte Perdido… bajo las paredes del mismo en la que llaman Faja Roya; si miramos hacia atrás arriba en la subida.
El día era magnífico. Seguramente al llegar a la cima del Marboré podré admirar las vistas y paisaje que no pude ver en aquella primera subida; solo hay nubes altas, estratos, congelados y nada molestos en medio de un cielo azul claro. La visibilidad encomiable. Si mirando atrás veíamos, desde la Faja Roya, la cima y recorrido de ascenso de Monte Perdido, delante, poco a poco, se iba abriendo un paisaje cada vez más amplio y magnífico: una gran zona semillana de abundante nieve con ondulaciones sobre una meseta limitada por una murallita de roca desnuda y vertical. Al fondo de la misma, en el horizonte de la mesetilla, una serie de piquitos nevados o con puntitos de roca sobre esa nieve, que cada vez que nos íbamos acercándonos más al lugar, iba apareciendo más piquitos cada vez más altos hacia la derecha… son los Picos de La Cascada y la Espada del Marboré el primero por la izquierda.
Seguimos por una huella de esquí que pasa por una pala inclinada atravesada en diagonal, el cual impresiona a Vicente de tal manera que a la vuelta lo evitará haciendo un recorrido más largo por abajo… la idea era no perder altura, pegado a la vertiente y escarpes de nuestra derecha, a medida que nos adentramos en el “señorío” y dominios del Marboré, el alto valle que queda entre los perfiles del Cilindro (que ahora queda a la derecha y arriba) y el del mismo Marboré (enfrente, a la izquierda). El avance es rápido y agradecido, pisando poca nieve blanda a pesar de haber en grandes cantidades en esta zona, gracias entre otras cosas a estar en la vertiente en sombra de la montaña, y de intentar pisar la traza de esquís.
Una vez llegado al punto donde se baja a lo más profundo de la Canal Tuerta, o donde comienza la misma, nos hemos parado a beber, comer y descansar algo, y tomar una decisión sobre el ascenso… Vicente ve la pala a subir y decide no subir el Marboré; hace unos minutos vio el recorrido para subir a La Espalda del Marboré que quedaba a la izquierda y noroeste, siguiendo un cordal casi horizontal de ascenso suave hacia la cima mencionada. Entonces vi la oportunidad de ascender de nuevo yo solo el Marboré, y reunirme con Vicente en la cima de La Espalda descendiendo por la cresta o cordal fronterizo que baja de la cima del Marboré hacia la Espalda haciendo todo el cordal que son las 3 cimas de los Picos de Las Cascada. Y así quedamos: después de descansar y probar bocado Vicente giró hacia la izquierda y noroeste en busca de la fácil Espalda del Marboré por la parte alta de un fácil cordal, y yo decidí seguir hacia el norte, noreste en busca del fondo de la Canal Tuerta, para luego subir en diagonal y zigzag por la empinada pala, girando algo hacia la izquierda en medio de ella, buscando las partes menos inclinadas, hacia la cima del Marboré. El mismo recorrido o parecido que hice para ascender esta montaña hace unos años.
Girando hacia el norte por la pala después de salir del fondo de la Canal Tuerta, subo en busca ya de la cima de Marboré. Justo antes de la cima la nieve va dejando paso a un campo inclinado de piedras y rocas, y desde aquí ya busco su parte más alta, y en pocos minutos llego a la cima del Marboré a 3.251 mts. Hace frío, el viento es frío. Pero las vistas son increíbles; hago fotos sobre todo hacia la parte del Circo de Gavarnie que me deja ver la ondulación de la montaña, de la cima del Marboré, no es tan buena como las vistas desde La Torre, cuando la subí aquella vez que hicimos la travesía de la Alta Ruta de Los Perdidos; pero la nieve y las condiciones invernales las hacen increíble, impresionante.
El día sigue siendo perfecto. Las nubes siguen siendo esos hilillos de estratos en lo alto de un cielo azul claro con tonalidades, que no molestan al horizonte ni a la magnífica visibilidad del día. Hago fotos a diestro y siniestro, Posets, Vignemale… y panorámicas donde intentó fotografiar el horizonte pirenaico. Increíble e impresionante. No estoy mucho tiempo. Presumo que Vicente ya estará un tiempo en la cima de La Espalda, con lo que debo bajar en busca de los Picos de La Cascada seguidos de La Espalda.
Giro hacia el cordal cimero que hace el enorme Circo de Gavarnie, para buscar la mejor bajada hacia el siguiente pico que queda hacia suroeste, el Pico Oriental o Punta de Las Crepas, de la cima del Marboré. Pero no puedo ir justo por el límite del circo, busco más a la izquierda una ladera menos pronunciada de dura nieve que me deje en una especie de faja o pasillo que horizontalmente y girando a la derecha me acerque hasta un alto peñote que sería el pico mencionado. Con lo que al final de ese ancho pasillo de nieve horizontal, llego hasta unas rocas prominentes que sobresalen al final y cayendo totalmente en vertical sobre el gigantesco Circo de Gavarnie. Hay un pequeño salto hasta las rocas cimeras pero nada dificultoso. Y así llego al primero y más alto de los Picos de La Cascada, el Pico Oriental o Punta de Las Crepas, a 3.161 mts.
Foto de cumbre. Observo a Vicente que ya lleva tiempo parado en las cercanías de la fácil cima de La Espalda, si miro hacia el suroeste siguiendo el cordal cimero del circo. Al otro lado queda poco más alto la roca cortada hacia el norte y más suave y nevada hacia el sur de la ya pisada hace unos minutos cima del Marboré; si cabe con un perfil más abrupto y magnético. Aunque siguiendo el perfil de la montaña hacia La Espalda, sobresalen otros piquitos menos prominentes que este Oriental, entre donde estoy y la propia Espalda; no distingo exactamente cuáles son los otros 2 picos de La Cascada… con lo que decido ya bajar hacia ellos para descubrir cuales son, y después llegar a La Espalda.
La bajada o recorrido entre el Pico Oriental o Punta de Las Crepas y el resto de los Picos de La Cascada es parecido al recorrido realizado desde el Marboré al Pico Oriental: una arco buscando hacia el sur las laderas menos verticales de nieve que me dejen en el pasillo o suave cordal horizontal que me vuelva a llevar a la cresta cimera del circo donde se encuentran estos dos picos como centinelas, igual que su hermano mayor ya visitado, hacia los dominios gigantes e impresionantes del precioso y magnífico Circo de Gavarnie. La idea es bajar algo de altura por las laderas más factibles para buscar después otras puntitas que de nuevo se asoman al abismo del circo.
El día sigue aguantando, magnífico, frío, muy soleado y con una visibilidad impresionante. Excepcional. Me acerco a unas pequeñas rocas sobresalientes entre el Pico Oriental y la meseta de La Espalda. Llego a la cima de dichas rocas y compruebo que al otro lado queda el desorbitado desnivel vertical del Circo de Gavarnie, con lo que compruebo que estoy en el Pico Central o Pico Brulle a 3.111 mts. Pero por otro lado no veo el siguiente pico de La Cascada, el Occidental si sigo la cresta cimera, y me parece que esta montaña tiene dos cimitas roquedas. Pensando que éste no era un pico de La Cascada, no me hago foto y sí se la hago a la roca que le sigue en la cresta, pensando que éste sí es uno de los Picos de La Cascada.
Para llegar al segundo piquito roquedo solo tengo que seguir la crestecilla fácil salvo por un paso de roca de IIº, casi un salto, y por fin llego a la cimita siguiente rodeándola por abajo y subiendo por el cordal contrario al que he llegado, el que sube a la cumbre por el lado sur, más cercano a la meseta de La Espalda. Está a tan solo unos pocos metros entre los dos roquedos. Observo que hay uno hito de piedrecitas en esta altura de rocas, con lo que podría asegurar que estoy en el Pico Central de La Cascada o Pico Brulle a 3.111 mts. de altura. Aunque en ese momento no sabía si era el central o el occidental, ahora, mientras escribo estas líneas, examinando fotos y mapas, comprendo que ciertamente es el Central, que lo forman dos cimitas roquedas.
En aquel momento estaba bastante despistado, ya que no reconocía o no sabía ver cuál era el Pico Occidental o Pica de La Ula… sí que es cierto que mirando desde el Pico Brulle hacia La Espalda, veía otra altura en medio, como queriendo delimitar la meseta donde se encuentra La Espalda, como si fuera una antecima o una cima doble (alejada) de la misma Espalda. Ahora, mientras escribo estas líneas para describir la situación geográfica descubro, viendo las fotos y mapas de nuevo, que ciertamente el Pico Occidental o Pica de La Ula, era la cima donde estaba Vicente y no La Espalda del Marboré; y a la hora de subir al Pico Occidental (creyendo entonces que era La Espalda), cogí dirección a dicho pico por el suave y fácil cordal que sale desde la cresta cimera del Pico Occidental hacia el sureste, pero que en lugar de dirigirse a ésta, se dirigía a la cimita que tenía poco más al norte y continua: un seguimiento de la meseta pocos metros más bajo siguiendo la línea y cresta hacia el Pico Central… con lo que a la hora de subir al Pico Occidental seguí por dicho cordal fácil hasta llegar a un punto en el que giro a la izquierda para seguir en dirección al punto más alto que veía, el cual quedaba un poco más al oeste, suroeste… pensando que era La Espalda pero en realidad era el buscado Pico Occidental o Pica de La Ula.
Pero antes de este recorrido me hago fotos en el Pico Central o Pico Brulle. Admiro detrás de mí las otras cimas conquistadas que como los pináculos de una catedral se suceden en línea y en altura, uno detrás del otro; con el Marboré el más alto y amplio, y la Punta de Las Crepas delante de éste como una extraña pirámide de roca casi puntiaguda y formidable.
Ahora tocaba bajar del Pico Central y acercarme al Occidental (si lo encontraba) con intención de acabar en La Espalda… por un momento llegué a creer que las dos cimitas o roquedos del Pico Central, eran realmente el Central y el Occidental… pero no podía ser. Ahora descubro la verdad como he descrito antes… La bajada la hago desandando el cordal oeste del Pico Central por un fácil loma o pala, acabada en los precipicios que caen por el vacío del Circo de Gavarnie, formando así la cresta del mismo circo en altura. Por ello en el recorrido me adentro un poco hacia el sur, suroeste, buscando un paso para ascender por el cordal que tenía enfrente, que era el mismo mencionado antes, y era como el límite por el noreste, este, de la meseta donde se encontraba, en su parte más alta y norte, oeste, el Pico Occidental de La Cascada. Y como ciertamente viene en el mapa, el recorrido hace un giro salvando el hueco que queda entre la antecima noreste del Pico Occidental o Pica de La Ula, y el Pico Central o Pico Brulle.
Una vez salvo el cañón y comienzo a subir por los escarpes más factibles al cordal que, girando a la derecha y oeste, me llevaría ya ascendiendo poco a poco por su cima rocosa hasta el Pico Occidental o Pica de La Ula… pero justo antes de llegar al final de dicho cordal donde se ubica la nombrada antecima noreste del Pico Occidental, giro hacia la izquierda, como ya he mencionado antes, en busca de Vicente y de la que creíamos que era La Espalda del Marboré, cuando realmente era el Pico Occidental de La Cascada o Pica de La Ula.
Vicente se ha bajado de la misma cima y se ha quedado en la ladera a resguardo del aire y frio, ya que en su espera a que yo llegue hasta él, ha estado parado demasiado tiempo y ha sentido frio. Le digo que suba conmigo de nuevo a la cima del pico y así nos podamos hacer la foto de cima. Y por en medio de la parte alta de la meseta nevada del Pico Occidental, la suave y aburrida pendiente, nos deja en otro pináculo a ras del terreno más horizontal de roca pero que se adentra en la pared y vacío vertical al otro lado sobre las enormes y extensas paredes del Circo de Gavarnie… como un contrafuerte que sujeta la pared desde el lado francés, culminando en un motón de unidas rocas sobresalientes y vertiginosas a casi la misma altura del falso llano de la meseta mencionada.
Me hago rápido las fotos con Vicente en el Pico Occidental o Pica de Ula a 3.098 mts., y haciendo las fotos entonces y observándolas ahora, descubro que La Espalda del Marboré sería el apéndice de la mencionada meseta si seguimos la dirección que llevaba, el límite de la misma, el cordal o cresta cimera con el vacío y paredes del Circo de Gavarnie hacia el suroeste, como cerrando dicho espacio… Finalmente no llegamos a pisar La Espalda del Marboré, si no que estábamos en el Pico Occidental pensando que era ésta, con lo que con este pensamiento equivocado creíamos que habíamos acabado la ruta, el recorrido previsto, ya pensábamos en volver con la gesta conseguida.
El día nos sigue respetando, magnífico, soleado, y a pesar de ello frio, pero llevadero; las nubes no aparecen a pesar de avanzar el calor del día con sus corrientes térmicas. A nuestra espalda, si miramos hacia el fondo del Circo de Gavarnie, queda al sur las dos moles del Cilindro y Monte Perdido, que desde aquí, desde la cima del Pico Occidental de La Cascada, aparecen desafiantes, enteras, fascinantes y reconocibles: una delante con su rocosa cima alargada, y a otra aparece por detrás a la derecha viéndose toda a loma o cordal de la ruta de Las Escaleras. Precioso paisaje con estos dos gigantes del Pirineo. Cuando comenzamos a bajar, desandar los pasos de Vicente hacia la Faja Roya, los tendremos enfrente y casi sobre nosotros, hasta que los perfiles del Cilindro escondan por completo las pendientes y cima de Monte Perdido.
No lo había mencionado pero la nombrada meseta de la que hablaba, ese semillano con onduladas lomas y cordales, no se limita en un solo cordal, que es por el que he subido hasta el Pico Occidental y el que seguramente ha seguido Vicente desde el balcón al hueco de la Canal Tuerta, sino que hay otro que baja de la misma cima del Pico Occidental en dirección paralela con el otro pero que comienza o desemboca en un punto anterior al del balcón o altura sobre el hueco del vallecillo de la Canal Tuerta. Son dos cordales paralelos; pues bien, ahora seguimos en la bajada el que queda más alejado de los dominios del Marboré y los Picos de La Cascada, y que al otro lado de éste, hacia el suroeste, se abre el valle y Circo de Góriz en dirección al Cuello de Millaris.
Llega un momento que bajando por la cima de este horizontal y fácil cordal, llegamos al punto donde aparecen nuestras huellas (nosotros llegamos perpendicular a las mismas), y a partir de aquí solo las tenemos que seguir hacia la derecha, en busca de las vertientes y pendientes que nos llevarán hacia la Faja Roya, y al camino Monte Perdido-Góriz, una vez rodeado el contrafuerte o cordal sur, suroeste del Cilindro. No hay pérdida. Desandamos las huellas.
Antes de “doblar la esquina” en la Canal Roya, hago una mirada hacia atrás para observar de nuevo, en este día tan magnífico, las montañas y recorrido realizado. Ahora que escribo estas líneas puedo asegurar con las fotografías y recorrido que ciertamente no estuvimos en La Espalda del Marboré, si no que era el Pico Occidental de La Cascada o Pica de La Ula. Ahí, en el centro de la parte alta de la meseta o semillano ondulado y muy nevado, bajo ella. Desde este punto también vemos la muralla que delimita dicha meseta la cual impide que llegues a ella por ningún otro punto cómodo, excepto por el que hemos entrado nosotros.
Y el resto del recorrido ya es el habitual descrito en anteriores actividades como la primera vez que subí el Marboré, Monte Perdido… toda una “autopista” para llegar, desde el vallecillo metido entre el Cilindro y Monte Perdido, hasta el abarrotado y siempre ansiado Refugio de Góriz (aunque con la ampliación, no tan abarrotado ahora). Eso sí, el día nos ha respetado y no ha aparecido ninguna nube amenazadora en toda la actividad. Hemos sido unos privilegiados y hemos disfrutado como enanos. Y ya en el refugio las cervezas entran como si fuera agua… hay que hidratarse.
Como es costumbre en este tipo de actividad invernal pirenaica, prefiero no bajar directamente después del pico al coche y hacer otra noche en el refugio, al menos planearlo así por que no sabes lo que te puedes encontrar o lo que puede pasar con el tiempo, nieve… al hacer la actividad. Con lo que pasamos otra noche en Góriz. Al otro día bajamos tranquilamente no sin quitarle los nervios al asustadizo Vicente al descender por las Clavijas de Soaso, que al final lo hizo sin contratiempos ni miedo. Y una vez en el Circo de Soaso intentar desandar el Valle de Ordesa antes que la horda de turistas, curiosos, domingueros y excursionistas invadan el camino y sus rincones.
Y una vez llegamos al coche en el parking de la Pradera de Ordesa después de todo el recorrido habitual y desandado de hace dos días, solo nos queda cambiarnos, guardar las mochilas y aperos, y buscar un sitio en el valle de Broto donde comer. Celebrar y regocijarnos de la increíble y estupenda actividad realizada por estas montañas tan queridas aunque menos visitadas del parque nacional. Buen entrenamiento para la expedición de este verano; me siento fuerte y a gusto con mi físico, resistencia y potencia… si sigo así cogeré una magnífica forma. A pesar de que por equivocación nos falto hacer La Espalda del Marboré, la tendremos pendiente para otra visita… quizás sea la excusa para volver a estos hermosos paisajes y magníficos lugares.